1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

SOMBRAS DE VERANO (III)

La monja portuguesa o el fatal hechizo voluntario

Las cartas de amor y rencor de Sor Mariana Alcoforado a Noël Bouton de Chamilly siguen fascinando a los lectores más de tres siglos después

Miguel Ángel Ortega Lucas 15/08/2018

<p>'Santa Catalina de Siena escribiendo'. Rutilio Manetti (1630)</p>

'Santa Catalina de Siena escribiendo'. Rutilio Manetti (1630)

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

Todo enamoramiento es un hechizo: pero un hechizo voluntario; quizás autoinducido. Podría creerse que, cuando ocurre ese desastre, está uno a merced de fuerzas extrañas que lo zarandean sin piedad ni objeto, sin que pueda controlar nada. Y también. Pero jamás sucedería si no estuviéramos ya orientados a esa brisa, a esa temperatura; esperando que suceda, vislumbrando su sombra por venir. Invocándolo sin saberlo.

A mediados del siglo XVII, en el Monasterio de la Concepción del territorio portugués de Beja, muy cerca de Extremadura y Andalucía, una monja llamada Mariana Alcoforado contempla a las tropas francesas, aliadas de Portugal en su guerra contra la corona española, ejercitar sus ensayos de guerra en la llanura. Las banderas flameantes, los uniformes, los caballos caracoleando con ímpetu de aquí allá. Podríamos añadir que bruñe en los aceros la luz del amanecer o del crepúsculo, y que se trata de algún día de verano de 1666. Entre el rumor de las voces graves, el fragor de las armas, la brisa del sur y el escándalo de las golondrinas, Sor Mariana, que presencia la escena junto a otras jóvenes enclaustradas del monasterio, vislumbra a lo lejos una silueta a caballo destacándose (sus propios ojos, queremos decir, hacen que una silueta a caballo se destaque de entre el resto):

Estaba en ese balcón el día fatal en que comencé a sentir las primeras manifestaciones de esta pasión desgraciada. Parecía que deseabas agradarme, aun sin conocerme. Me convencí de que me habías distinguido de entre todas mis compañeras...

Ella se entregará sin condiciones, en un acto que podríamos llamar exactamente de fe

Y era cierto. (¿Era cierto?) Lo que ocurrió después, al menos, lo confirma: la joven sor Mariana, que cuenta 26 años en este momento, y Noël Bouton, conde de Chamilly, que así se llama ese capitán de 30 años, vivirán al parecer no pocos amaneceres o crepúsculos en la intimidad de la celda del monasterio. Ella se entregará sin condiciones, en un acto que podríamos llamar exactamente de fe. Él le otorgará a su vez lo que ella estaba esperando, anhelando (¿invocando?).

....¿Pero realmente es él quien se lo otorga, o se trata apenas del canal, la máscara a través de la que esta joven llena coraje y ganas de vivir invoca el encuentro con la sombra inalcanzable, ve con sus propios ojos los ojos del anhelo? Muy poco después, esos ojos no harán sino llorar: “...desde que supe que estabas decidido a separarte de mí”; algo “tan insoportable que muy pronto me matará”.

Todo amor es fantasía, escribió don Antonio Machado: él inventa el año, el día, / la hora y su melodía, / inventa el amante y, más, / la amada [el amado]. Si todo amor es fantasía, o invención (al menos antes de que pueda confirmarse que ese delirio es paralelo, que hay dos fuegos fatuos dispuestos a encontrarse y hacer real el incendio), pocas invenciones han trascendido tanto como lo hizo la de esta joven monja sin ninguna vocación de tal –a priori–.

Pero era corriente en la época: sor Mariana Alcoforado procedía de una familia poderosa, y era frecuente por entonces –y hasta mucho antes y mucho después– que muchachas de su casta, y de otras, acabasen tomando los hábitos por razones nada místicas, visto que las opciones de una mujer no casada eran escasas. En el caso que nos ocupa, tanto nuestra protagonista como una hermana pequeña, después, entraron en el monasterio por difusos motivos, según los cuales la familia no podía hacerse cargo de ellas.

Había en ello ventajas insospechadas, sin embargo: ni las normas en algunos centros religiosos eran tan férreas como podríamos suponer ahora, ni esos claustros tan opresivos para según qué residentes allí. Los siglos XVII y XVIII conocieron una libertad de costumbres en esos lugares que pudieran escandalizar en siglos posteriores, ya regladamente mojigatos. En algunos conventos podía haber recepciones galantes, más parecidas a fiestas paganas que piadosas... Se podía hacer la vista gorda, en suma. Una opción mucho más atractiva que la de casarse con quien no venía a cuento. Podían dejarse ciertas aldabas, de los patios y de las celdas (algunas, confortables aposentos de mujeres de bien), casualmente sin echar algunas noches.

Fue en noches furtivas como ésa cuando la joven y hermosa Mariana gozó de “delicias nunca imaginadas”, otorgadas por el soldado, durante no pocos meses, hasta finales de 1667. Delicias que “hoy me cuestan penas extraordinarias”. Es lo que dice en la segunda carta dirigida a Bouton; el tono, sin embargo, es prácticamente el mismo en todas. Misivas que comienzan motivadas a su vez por otra carta del caballero que ha dejado el corazón de la monja “en un estado miserable”:

...Tan fuertes sus palpitaciones que pareciera que hacía esfuerzos por separarse de mí y volar hacia ti. Luchando contra la vida que por ti debe perder, ya que para ti no la puedo conservar...

Según ella, Chamilly buscó “cualquier pretexto para volver a Francia. Partía un navío. ¿Por qué no lo dejaste ir? Te había escrito tu familia. ¿No sabes de las persecuciones que sufrí en la mía? Tu honra te obligaba a dejarme. ¿Acaso resarcí la mía?...”. Pero la honra, aquí, importa más bien poco a nuestra corresponsal del monasterio de Beja.

Es otra honra la que le quita el sueño. U otro honor más bien; otro galardón, ganado por su parte, en esta suerte de amor cortés consumado, como si hubiera sido ella el trovador y el otro, el huido, la dama o ídolo al que ofrendarlo todo. Comparece en estas cartas la palabra ídolo en algún momento; hacia el final: “¿No experimenté ya [‘¿No escarmenté?’, quiere decir] que un corazón sensible no puede olvidar jamás lo que hizo que descubriera la pasión de la que era capaz...? ¿Que todas sus emociones están arraigadas profundamente al ídolo que los creó?”

Estas cartas son un oleaje continuo; un temporal pautado, como una sinfonía que no supiera nunca si atenerse más a la luz que al abismo y viceversa: de la mendicidad a la furia, de la furia al perdón, del perdón a la humillación y a la tristeza y vuelta al reproche, y vuelta al rencor (“Deja de escribir necedades: no me pidas que te recuerde. No puedo olvidarte”), y vuelta otra vez a la fascinación inextirpable porque “veo bien que te amo como una insensata” y sin embargo –lo sabe muy bien; no puede ocultárselo ni a ella misma–:

A pesar de todo, no me quejo del furor de mi corazón. Me acostumbro a sus tribulaciones y no podría vivir sin este placer tan especial al que me aferro de amarte entre mil dolores y penas.

El hechizo. El encantamiento (inducido). El ídolo. Las cinco cartas de Alcoforado tratan de ser ora un señuelo, ora una imploración desesperada, ora un puñal: cualquier cosa por comprobar que al menos en el objeto, en el ídolo de su amor se animan (¡o animaron alguna vez!) las mismas pasiones incendiarias. Enséñame al menos las brasas de aquel delirio, parece decir entre líneas al hombre que a todas luces no la necesita, no la quiere; déjame saber al menos que nada de esto fue la fantasía (el encantamiento a solas) de una ingenua que se hechizó con el primer imbécil que le puso ojitos desde lo alto de su caballo y de sus fruslerías de gloria (“Rechazo todo lo que indica que no me amas y me siento más dispuesta a abandonarme ciegamente a mi pasión que a aceptar las razones que me ofreces cuando me quejo de tu frialdad”). Ya que no quieres estar contigo, mírame arder aquí a lo lejos, cómo me consumo como un muñeco de nieve en la nieve. Puedo admitir, con todo el dolor, que esto se acabe; lo que no puedo tolerar es la vertiginosa posibilidad de que todo fuera mentira desde el principio. Porque prefiero creer, ingenuamente si quieres, en aquella belleza que ya no existe antes que en esta indignidad mezquina en que estás convirtiendo un milagro.

Ahí radicaba su libertad; la de entregar su alma a ojos cerrados sabiendo bien que podían partírsela

Pero precisamente porque esta mujer no es ninguna ingenua, aunque se dejase engañar; porque es evidentemente inteligente, sabe, quizás hasta sabía desde el principio a qué estaba jugando. Y quiso jugarlo. Ahí radicaba su libertad; la de entregar su alma a ojos cerrados sabiendo bien que podían partírsela. Y que te partan el alma en una pasión amorosa es una de las más contundentes maneras de llegar a sentir que está ahí, de testificar su existencia. No se trata de que buscara la destrucción emocional de manera militante, suicida, adolescente; pero estaba dispuesta desde el principio a pagar ese precio, pues siempre hubo más “indicios” de los que quiso admitir, a pesar de las “atenciones” tan profusas con que el caballero la condecoró (¿la embaucó?). El tal Bouton, en cualquier caso, le había confesado que amaba a otra, en Francia: “Si es ella quien te impide regresar, dímelo sin temor, para que no me consuma aún más...”. Pero no hubo tal aclaración.

Sólo en la quinta y última carta, o imprecación, Mariana Alcoforado pondrá fin a su delirio, al menos en lo epistolar. Pero ni siquiera en la renuncia final, en el desgarro de soltar aquello que dio sentido a todo entre las paredes del monasterio, podrá evitar que haya ternuras (o corazones) resistentes a cualquier orgullo que trate ya de hablar altivamente de usted:

¿Creyó que podía engañarme impunemente? Le digo que si por algún acontecimiento fortuito volviera a este país, yo misma lo entregaría a la venganza de mi familia... [Y sin embargo...] Creo, señor, que no le deseo mal alguno y que estaría, inclusive, decidida a aceptar que fuese usted feliz.

Todo enamoramiento es un hechizo, fantasía: inventando, antes de que exista siquiera, el nuevo ídolo para la vieja ceremonia. ¿Quita esto autenticidad a esa pasión, a ese incendio descontrolado que viene para desfigurarnos: transfigurarnos en otros nuevos? No. ¿Importa algo, en realidad, que la distancia, la ambigüedad, la niebla entre ese monasterio portugués y la corte de París agigantaran la figura del caballero-ídolo en la fantasía desbordada de la joven? ¿Importa si Bouton fue o no sincero, si mereció o no su dádiva, si era realmente un caballero o un patán con ínfulas, si le faltó coraje o, sencillamente, no supo cómo lidiar con aquel volcán? Para que Mariana Alcoforado sintiera cómo le crujían los huesos del alma no importó nada, a la postre. Para que nosotros podamos volver, siglos después, a ese testimonio, y sintamos de nuevo la tempestad que venció siempre a todos los amantes desengañados de este mundo, tampoco.  

Las cartas de la monja portuguesa fueron publicadas en París, en 1669, dadas por su propio destinatario –que pudo ser un cretino o un sabio, o las dos cosas– al editor Claude Barbin. Conocieron un éxito inmediato en los salones de la aristocracia francesa y pronto recorrieron Europa. Se tradujeron a varios idiomas; fascinaron en extremo, mucho después, al fascinador poeta alemán R. M. Rilke; y durante varios siglos fueron objeto de una (muy divertida, a la postre) polémica literaria, azuzada por quienes discutieron que estuvieran realmente escritas por Alcoforado, o que la tal monja llegara siquiera a existir. Todo por motivos diversos y no excluyentes: por salvaguardar la reputación de Chamilly, o la de la monja, o la del mismo clero; o sencillamente por dudar de que algo así estuviera escrito por una mujer (esto fue idea luminosa compartida por el ilustrado Rousseau). Quizás, en el fondo, lo que muchos no quisieran creer era la posibilidad de una pasión así. Investigaciones más que solventes [del portugués Luciano Cordeiro, reseñado por Ignacio Vélez en su ensayo El hábito de una pasión] han ido confirmando con el tiempo la veracidad de toda la historia, cartas y protagonistas.  

Pero, si no fuera así; si todo fuera hechizo, invención, fantasía: ¿habría alguna diferencia?           

-------

Las Cartas de mar de la monja portuguesa están disponibles en el catálogo de varias editoriales españolas.

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Miguel Ángel Ortega Lucas

Escriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. xelo

    Recomiendo "la religieuse" o "la religiosa" de Denis Diderot. Es una obra que, en su momento, causó mucha impresión, porque se dió por buena la interpretación según la cual, las cartas eran auténticas, en lugar de ser una obra literaria. Gran calidad literaria. Un saludo.

    Hace 6 años 3 meses

  2. Caramel

    Solo existe el deseo, la seduccion para satisfacerlo ( ternura simpatia amabilidad diplomacia asertividad empatia escucha comunicación respeto ) , y la anticoncepcion para prevenir , lo demas es auto-masoquismo y capitalismo .

    Hace 6 años 3 meses

  3. Javier Alau

    Buena publicación

    Hace 6 años 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí