PREFERIRÍA NO HACERLO / ÍÑIGO ERREJÓN
“Hay que disputar a la derecha la idea de España”
Juan Carlos Escudier 14/12/2018
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Se puede ser un dirigente político con ideas propias, aspirar a dirigir la Comunidad de Madrid y esbozar los retos de la reconstrucción social y democrática en la Unión Europea en una conferencia en inglés en el King’s College de la Universidad de Cambridge. Pero al final, como le ha pasado a Iñigo Errejón, lo que quedará para la posteridad es si te has puesto corbata o si has sido capaz de hacerle un nudo Windsor según los cánones establecidos. La entrevista con el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos tiene lugar en una cafetería del centro de Madrid. El tío se me presenta sin corbata. Mal empezamos.
¿Cuándo empezó a molestarle esa parodia que le hace pasar por el niño de Pablo Iglesias?
Esto de la apariencia de ser muy joven me ha acompañado toda la vida. Estoy acostumbrado.
Se lo digo porque con la importancia que dan en política a eso del relato, el que se construye de usted no es precisamente el de un líder sino el de un menor tutelado.
Yo no lo he sentido así. Pese al aspecto físico, cuando te pones a hablar la gente aprecia el contraste. Humildemente, creo haber demostrado criterio propio.
Hábleme del álbum familiar de Podemos. ¿Está de acuerdo en que, a partir de Vistalegre II, los que se movieron dejaron de salir en la foto?
Ha cambiado claramente. Es muy perceptible esa foto inicial que se hizo famosa y que tampoco hacía del todo justicia a gente que fue absolutamente clave en que la cosa echara a andar y que nunca aparecieron. De esa foto a hoy el panorama se ha movido. Supongo que pasa en todos los partidos y en el nuestro de manera muy acusada. Cuando uno manda elige de quién se rodea.
¿De este ‘fratricidio’ es culpable Iglesias o son cosas de la política que es muy cabrona?
La política es cabrona o, mejor dicho, los partidos son máquinas de triturar seres humanos. Para prosperar en un partido tener ideas propias no es el mejor vehículo. Los partidos premian más la lealtad que el mérito, entendida la lealtad como estar siempre de acuerdo en todo. Nosotros, además, por ser nuevos en esto, hemos afrontado todas las discusiones políticas con muy poca empatía, y eso ha sido un fallo de todos. Pero como he dicho, quien dirige un partido tiene derecho a seleccionar a su equipo.
Usted se salvó. Tras un primer destierro a Siberia se le conmutó la pena y ahora es el candidato por Madrid.
Cualquiera que en un partido defienda sus ideas y pierda acaba casi siempre maltrecho. Yo eso lo sabía cuando las defendí. Presenté una alternativa porque me parecía que el rumbo que encarábamos no era el mejor para transformar España y hacer un país más moderno y más justo. Hacerlo tenía consecuencias. Si no hubiera defendido eso ahora, posiblemente seguiría siendo portavoz del grupo parlamentario. Pero sigo pensando que no te puedes fiar de alguien que no defiende las cosas en las que cree, aunque tenga costes personales.
Si no hubiera defendido mis ideas probablemente seguiría siendo portavoz del grupo parlamentario
¿Se siente cómodo en Podemos?
Sí, sobre todo porque soy el candidato la Comunidad de Madrid. En la pelea por recuperar Madrid del desgobierno y la mafia del PP es donde puedo aplicar lo que siempre he mantenido.
Es un afortunado porque algunos de sus compañeros que pensaban como usted han sido laminados directamente.
Hay mucha gente que se ha quedado por el camino. Estar en primera línea desgasta mucho. Me asusta que los partidos, a veces, expulsen a gente muy buena y prescindan de sus ideas porque eso les descapitaliza intelectualmente. Los más establecidos se lo pueden permitir; nosotros, no. No soy ingenuo. Los partidos son así, instrumentos que te conducen como un coche pero que tienen vicios peligrosos. Incluso en los coches bonitos, a nadie le gusta lo que ve cuando levanta el capó.
¿Es compatible la seducción que usted predica con ese dar miedo que defiende su secretario general?
Aquello fue una discusión en Twitter. No creo que nadie predique dar miedo. Lo que hay son dos estilos. El problema no es que des miedo al Ibex sino que se lo des a tu vecina. Si inspiras inquietud a los de abajo, a los que pretendes cambiar su miedo a la precariedad, a la incertidumbre, a que les suban el alquiler y no lo puedan pagar por garantías, te lo tienes que hacer mirar. Yo estoy orgulloso de mi estilo y lo mantengo. No digo que sean contradictorios y hasta admito que puedan ser complementarios.
¿Cuándo dejó de ser populista, si es que alguna vez lo ha sido, para hacerse posibilista?
Es una discusión teórica complicada. Lo más grave que ha pasado en España y en Europa es que un cierto marco de normas y de acuerdos se ha roto por el sálvese quien pueda. Para corregirlo hay que reconstruir el demos, hay que volver a pactar y eso no lo hacen sólo los individuos sino la comunidad. Y no se reconstruye sólo con la izquierda sino con mucha otra gente damnificada por esta ley de la selva. Es lo que se necesita para volver a tener un país y no una jungla sometida a los privilegiados. Reconstruir nuestro pueblo se hace con los que piensan como yo y con los que no piensan como yo. Debe haber un equilibrio entre los principios y el pragmatismo. Si sólo tienes pragmatismo puedes acabar dando vueltas en círculo; si sólo tienes principios te puedes convertir en un charlatán, en un fanático. Hay una cierta izquierda que cree que sólo con decir la verdad ya se puede ir a casa. Y no basta con decirla; hay que facilitar las condiciones para que lo que se defiende no sea un brindis al sol sino la posibilidad de una mayoría nueva. Eso, por fuerza, se hace con gente que no piensa como uno.
Tenemos que empezar a sentir como propios los símbolos nacionales
En cambio, esa idea suya de la competencia virtuosa está pensada para lo contrario: para la alianza posterior con gente que piensa muy parecido.
Eso es con respecto a los partidos. La idea de competición virtuosa no surge de la confianza en el PSOE sino en nuestra capacidad para arrastrarlo a posiciones más progresistas. Yo no renuncio a convencer a votantes de Rivera y de Casado de que subir el salario mínimo también es bueno para ellos.
Y para los de Vox.
Y para los de Vox. Objetivamente, la diferencia entre un proyecto sólo para la izquierda y otro nacional y popular es que en el mío caben también los que no me van a votar pero a los que quiero cambiar la vida. Hay formaciones políticas con las que es más fácil entenderse que con otras. Yo lo llamé competición virtuosa pero no es que sea una teoría mía. Se llama también matemáticas. Siempre he defendido que las fuerzas progresistas tienen que colaborar para sacar proyectos adelante.
Las matemáticas no siempre fueron el fuerte de Podemos. Le recuerdo su aversión a esa casta en la que incluían al PSOE.
A la gente hay que juzgarla por su coherencia. Yo siempre he mantenido lo mismo y puedo responder por lo que hago. Hay que entenderse con el PSOE y no porque pensemos igual. Uno puede querer llegar hasta la pared sabiendo que con un socio llegará hasta la mitad del camino sin que ello implique dejar de seguir trabajando culturalmente para construir una mayoría que le permita completar el recorrido.
¿Qué les ha fallado en Andalucía?
He dirigido todas las campañas de Podemos, pero ahora mi reto es ser el candidato a la Comunidad de Madrid y aplicar mis recetas para favorecer a quienes más han cargado sobre sus hombros las consecuencias de la crisis. No me corresponde a mí pero no sé si el análisis se hace bien mirando sólo a la campaña andaluza. Hay que abrir más el foco. Nosotros entre el 20-D y el 26-J perdimos un millón de votos. ¿Cuándo se perdieron los votos en Andalucía? ¿Ahora o antes?
Sigue pensando entonces –y eso vuelve a contradecir a las matemáticas– que la suma de Podemos e IU resta…
No tiene por qué. A lo mejor los votantes no penalizaron eso sino que no se formara gobierno con el PSOE antes del 26-J.
¿El resultado andaluz exige dimisiones, como ha pedido Juan Carlos Monedero?
Un dirigente que ha sido elegido por los militantes o que ostenta un cargo público tiene obligaciones de responsabilidad y prudencia que alguien que se dedica a opinar no tiene. No me siento reconocido en ese estilo político de ajustar cuentas. A mí la campaña andaluza me pareció que estuvo bien. En todo caso, lo que tenemos que pensar, y yo en primera persona para Madrid, es cómo hacemos para volverle a hablar al conjunto de la ciudadanía y no sólo a los convencidos. Hay que hablar al conjunto de la población y no sólo a la izquierda. Me parece la receta fundamental.
Hay que hablar al conjunto de la población y no sólo a la izquierda. Me parece la receta fundamental
¿La estrategia de Podemos en Cataluña y esa especie de complacencia con el independentismo está siendo una hipoteca en el resto de España?
No creo que nuestra política haya sido de aquiescencia. Las últimas declaraciones de Torra hablando de la vía eslovena son, en mi opinión, muy irresponsables, de alguien, además, que dudo que sepa de lo que está hablando. Es posible que nuestra política sobre el conflicto nacional y territorial en España no sea siempre la más rentable electoralmente. ¿Significa eso que hay que abandonarla? Yo no lo creo. España arrastra desde hace siglos un conflicto para integrar en un proyecto compartido pueblos con diferente identidad nacional. Y eso sólo es posible con propuestas y acuerdos. Tenemos un tripartito aznarista compuesto por el PP, Ciudadanos y Vox que ha renunciado a hacerlo. Hacen una política incendiaria en Cataluña para recoger votos fuera. Eso no cose España y, es más, ellos lo saben.
No me siento reconocido en el estilo político de ajustar cuentas
¿Qué propone usted?
Nosotros tenemos que ser mucho más claros y exhibir un patriotismo español desacomplejado. Cometeríamos una enorme torpeza histórica si regalamos el orgullo de pertenencia al país a quienes tiene una idea muy estrecha de España en el que les sobran los progresistas, los que hablan otra lengua, los que vienen de fuera, los que tienen otro apellido, las feministas... Su idea de patria es estrecha y egoísta; en la mía caben ellos también. Hay que disputarles la idea de España.
Tenemos que exhibir un patriotismo español desacomplejado
¿Y los símbolos? ¿Va a empezar a sacar en sus mítines la bandera de España como ha sugerido?
Eso es un trabajo cultural y político lento. Tenemos que empezar a sentir como propios los símbolos nacionales. Y hay que pedir a los conservadores que no utilicen la identidad española como ladrillo contra otros españoles porque no hacen ningún favor al país. Pudo haber razones históricas para que una parte de las generaciones que militaron contra la dictadura rechazaran esos símbolos. Pero salvo que alguien tenga una alternativa mejor, una fuerza política patriótica y popular ha de ofrecer dos cosas: pertenencia y protección social. Hacer chocar la agenda social con la agenda nacional es un desastre.
¿Es repetible en Madrid la irrupción que Vox ha protagonizado en Andalucía?
Va a depender de nosotros. Abascal es una criatura de Esperanza Aguirre y Vox es un síntoma, no es la causa de todos los males. Mal haríamos en dedicar todos nuestros esfuerzos a combatir el síntoma de una orfandad de una parte de la ciudadanía y de sus incertidumbres. Algunos quieren dar seguridades fijándose en los más débiles y quieren cohesionar a la comunidad no mirando de tú a tú a los privilegiados sino ensañándose contra el que acaba de llegar, contra el que necesita ayuda o contra el que tiene el color de piel diferente. Para mí eso es de cobardes. De los que nos tenemos que proteger es de unos poderes financieros salvajes que actúan sin ningún control democrático. Si sustituimos el sálvese quien pueda y la ley de la selva por un nuevo contrato social que dé seguridad en el futuro no me preocupan los síntomas porque desaparecerán. Nadie como los humildes tiene tanta necesidad de orden, de que las reglas estén claras y sean iguales para todos.
Abascal es una criatura de Esperanza Aguirre y Vox es un síntoma, no la causa de todos los males
¿Han dejado en su partido de poner palos en las ruedas a su candidatura?
Nunca me he fijado en si ponían palos o no.
Algo se fijaría cuando se plantó y amenazó con renunciar a ella.
Había un desacuerdo que se solucionó para bien. Yo dije que estaba dispuesto a medirme, pero que para intentar construir una mayoría nueva con gente que vota a Podemos y con la que no nos vota o nos dejó de votar lo haría con mis ideas, con mis propuestas y con margen de maniobra.
¿Le ayuda que se haya suspendido de militancia a los seis concejales más próximos a la alcaldesa de Madrid?
Eso es una torpeza, además. En primer lugar porque todo el mundo reconoce que Manuela le ha sentado muy bien a Madrid y es imprescindible para desarrollar el cambio tras 25 años de chapuza del PP, reducir la deuda e invertir en los barrios que más lo necesitan. Eso pasa por Carmena y por los concejales con los que ella gobierna. Son compañeros que han sido imprescindibles desde el día cero y van a seguir siéndolo.
¿Tiene Carmena más derecho que usted a confeccionar su lista?
Carmena tenía dudas de si concurrir o no y recibió muchas peticiones para seguir cuatro años más. Si aceptó fue con la condición de presentarse con un equipo para gobernar y elegirlo con los que ya lo hacen ahora mismo con ella. Yo estoy de acuerdo con ese criterio.
¿No es un tanto peligroso el desprecio que manifiesta la alcaldesa hacia los partidos políticos? ¿Cómo se digiere eso de que es mejor una plataforma de personas a un partido con sus cuotas y sus acuerdos internos? ¿Hay democracia sin partidos?
Los partidos son un instrumento y no un fin. Son un medio para agrupar preferencias de los ciudadanos y seleccionar a los mejores. Lo que pretende Carmena es ampliar esa base. Cuando se le ofreció encabezar la candidatura ya sabíamos que era independiente y no le pedimos que tuviera en el bolsillo el carnet del partido.
Hablando de independientes. ¿Hay alguna posibilidad de que Baltasar Garzón figure en su lista?
A mí nadie me comentó nada. Me enteré por la prensa, que es una mala manera de enterarse de las cosas. No ha habido nada de aquello.
¿Cree que ahora el mejor momento para convocar primarias en Podemos para elegir el candidato a la presidencia del Gobierno?
No lo sé. No estoy en eso.
¿Cómo que no está en eso? ¿No es usted un dirigente de Podemos?
Sí, pero tengo una misión que es ganar la Comunidad de Madrid y gobernarla. La verdad es que no me compete a mí.
O sea, ¿que no tiene usted opinión sobre si es o no conveniente convocar ahora unas primarias en las que sólo se presentan Pablo Iglesias y sus afines?
No sé si hacía falta tanta premura.
Alguna vez ha dicho que no descartaba ver a Irene Montero al frente del partido. ¿Lo sigue pensando?
Una vez me preguntaron si la veía y dije que si ella quería se tendría que presentar a un proceso. A lo mejor quiere.
¿Y usted se descarta?
Yo lo que tengo que hacer ahora es ganar la Comunidad de Madrid.
¿Y luego?
Ese es un luego muy grande. La tarea que vamos a tener aquí para poner orden en la Comunidad de Madrid es muy larga. Soy fundador de Podemos, ideador de Podemos y, sin embargo, tengo menos fidelidad al partido que al objetivo de hacer un país más justo. Y eso se hace desde los Gobiernos.
Pese a la derrota, los que compartieron sus tesis en Vistalegre II querrán saber si está dispuesto a defenderlas en la próxima Asamblea Ciudadana.
Las defendí y las sigo defendiendo con mi candidatura a la Comunidad de Madrid.
De un referente para una parte importante del partido como es usted se espera que lo haga en el órgano correspondiente. Salvo que esas ideas hayan caducado…
No lo han hecho. Es justamente al revés. No sé en qué condiciones ni cuándo llegará aquello. No estoy en eso.
Sin movernos de Madrid, entonces. Si la suma con el PSOE les da el gobierno, habrá una coalición en la que usted será presidente si saca más votos o vicepresidente si el que lo consigue es Gabilondo.
Parece lo lógico. Lo urgente es acabar con este desgobierno por el cual los últimos expresidentes de Madrid no pueden presentarse a ningún evento público porque están investigados por la Justicia o acaban de salir de prisión. Algo pasa y no es un problema de una oveja negra. La Comunidad de Madrid ha estado desgobernada por una mafia desde hace 23 años y para que despegue hacen falta tres cosas: equilibrar la balanza social, sanear e innovar en una estructura económica que sólo se basa en el pelotazo. Quiero que la nube de palabras que acompaña a Madrid deje de ser fiscalía, registro, operación, imputado, sobrecoste o escándalo, y comience a ser laboratorios, talento joven, igualdad de oportunidades o economía verde. Algunos van a querer repetir en Madrid el tripartito aznarista que con toda probabilidad gobernará en Andalucía y para impedirlo hay que construir una mayoría progresista con la única fuerza dispuesta a hacerlo con nosotros: el PSOE.
¿Queda algo del politólogo que hablaba casi para iniciados? ¿Alguien le ha aconsejado usar un lenguaje distinto y accesible para la mayoría?
Alguna capacidad de aprendizaje tengo. Llevo cuatro años en primera línea de la política con una exposición brutal en los medios y en la calle. A veces hemos abusado de nuestra procedencia académica. Yo siempre decía que España se había impregnado de Podemos, pero también Podemos se ha impregnado de España. Yo he aprendido a proponer y, sobre todo, a escuchar. Hay que tener mucha humildad. Cuando el adversario convence a más millones de españoles que tú es que algo estará haciendo bien. Frente a la soberbia de una parte de la izquierda que se dedica a regañar a su pueblo hay que aprender de quien conecta mejor con el sentido común.
Se puede ser un dirigente político con ideas propias, aspirar a dirigir la Comunidad de Madrid y esbozar los retos de la reconstrucción social y democrática en la Unión Europea en una conferencia en inglés en el King’s College de la Universidad de Cambridge. Pero al final, como le ha pasado a Iñigo Errejón, lo...
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Juan Carlos Escudier
Periodista. Autor de Zapatero, el rojo y de Florentino Pérez: retrato en blanco y negro de un conseguidor.
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