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Si somos lo que comemos, el Parlamento debería abrir urgentemente una comisión de investigación para aclarar qué menú le sirven a Pedro Sánchez en Moncloa. Desde luego, uno demasiado variado. Hoy tenemos crema de verduras y bollería industrial para que usted moje, señor presidente. Empezamos a sospechar que algo pasaba con el menú ideológico de Sánchez cuando, tras su primer desayuno en Moncloa abriéndole las puertas al Aquarius por cuestiones humanitarias, no tardó ni tres días en poner a régimen los Derechos Humanos justificando las devoluciones en caliente o prohibiendo la actividad del barco de salvamento Open Arms. Un barco al que lo único que lo diferencia del Aquarius es que, lo de recoger personas que se ahogan, en el primero fue un accidente puntual y en el segundo es una actividad diaria. Seguimos sospechando del desquicie alimenticio cuando, dependiendo del momento político, consideraba o no delito de rebelión lo que rodeó al referéndum catalán, cuando definía como populistas o no a sus ahora socios de Gobierno. A este ritmo nadie puede estar seguro de si lo veremos llevando flores a la tumba de Franco, desenterrándolo con sus propias manos o dejando pasar el asunto otros cuarenta años para que macere.
El mismo presidente que anunció, bajo la sintonía de La Internacional, que volvía a la política tras ser expulsado de ella por poderes económicos, se alía hoy desde el poder con todos ellos para que el petróleo venezolano caiga en las manos adecuadas de las multinacionales. La hoja de ruta ideológica de la presidencia de Pedro Sánchez parece funcionar como un tablón publicitario: inserte aquí sus valores, hoy estamos de oferta. El mismo presidente que le pone alfombra roja al líder de China, que viaja a presentarle sus respetos al Rey de Marruecos o que permite la venta de armas a los amigos de Arabia Saudí vulnerando una ley del propio PSOE, se ha convertido estos días en referente del mundo libre. Lo hace para, vía ultimátum, exigirle al presidente que ganó unas elecciones en Venezuela, que convoque de nuevo; o reconocerá la legitimidad de quien se autoproclamó sin urnas. En nombre de la democracia, claro está. Si hay un error grave que puede cometer la izquierda es el de tratar a los votantes como los trata –con éxito– la derecha: como a idiotas. No. Lo que nos preocupa de Venezuela –un país con muchísimos problemas– no son los Derechos Humanos, son los negocios.
Pedro Sánchez no es un tipo bipolar extraño, no es un elemento exótico: es la representación perfecta de lo que es la izquierda hoy. En un mundo gobernado por intereses que nunca tienen que ver con los Derechos Humanos como todos sabemos ya, el discurso de Sánchez es una estafa institucionalizada. En un momento en el que la población está cansada de discursos de plástico, el de la ultraderecha funciona porque es sincero: queremos un mundo retrógrado y te explicamos cómo queremos conseguirlo y quién lo sufrirá. La izquierda sigue sin atreverse a plantear un mundo justo por miedo a la reacción de los poderes que lo sufrirían. De cómo conseguirlo, ni hablamos. El mundo del mañana que plantea la izquierda es, en el mejor de los casos, uno en el que le sigan permitiendo montar, de vez en cuando, el caballo de derechas sin recibir demasiadas coces.
El domingo se cumplirá el plazo que Pedro Sánchez le puso a Nicolás Maduro. Cuando la cuenta atrás marque cero, veremos al presidente español interpretando el papel habitual de una izquierda encasillada en el ridículo. Tras reconocer la legitimidad de Juan Guaidó como presidente venezolano en nombre de los Derechos Humanos y la democracia, preparará su primer gran viaje exterior de 2019: China, donde esperan grandes inversiones económicas para las grandes empresas españolas. Que le preparen un tupper con un poco de todo, que el viaje es largo.
Si somos lo que comemos, el Parlamento debería abrir urgentemente una comisión de investigación para aclarar qué menú le sirven a Pedro Sánchez en Moncloa. Desde luego, uno demasiado variado. Hoy tenemos crema de verduras y bollería industrial para que usted moje, señor presidente. Empezamos a sospechar que algo...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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