PAN Y ROSAS
María Sánchez / Veterinaria rural y escritora
“La cocina de mi abuela era un espacio de resistencia”
Mar Calpena Barcelona , 6/03/2019
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Cantaba Raimon que quien pierde los orígenes pierde la identidad. Pero la identidad de María Sánchez está muy clara: es mujer, de campo. La coma de la oración anterior no está puesta al azar: las condiciones rural y femenina de Sánchez son los elementos que han silenciado simétricamente a generaciones y generaciones de mujeres campesinas. Tierra de mujeres (Seix Barral), su segundo libro, es un ensayo tan lírico como demoledor sobre este silencio antiguo y muy largo, un silencio que no sólo obvia a las personas sino el vínculo que tenemos con la tierra, con los animales y plantas, y en definitiva con la naturaleza, y que influye en la manera en la que comemos, que es tanto como decir en la forma en que vivimos. María Sánchez (1989) es veterinaria rural y, a su pesar e inevitablemente, escritora y activista.
¿Hemos perdido el contacto con lo que comemos?
Ayer, en la presentación que hicimos en Barcelona, se habló muchísimo de eso. De hecho, acabamos diciendo que si no se quieren los pueblos vacíos y queremos campo hay que consumir productos del medio rural. Si no se consumen productos locales, si no tenemos una seguridad alimentaria, si no facilitamos las cosas a los ganaderos extensivos vamos a seguir convirtiendo el campo en una fábrica como son los invernaderos de El Ejido y como son las macrogranjas.
¿Las políticas públicas que se han hecho han ido en este sentido?
Es lo que es rentable y es lo que se ha facilitado. Yo también me pongo en el lugar de esos ganaderos que abren una macrogranja. No lo hacen porque les encante tener a los cerdos de esa manera. Si les están poniendo facilidades a ese tipo de ganadería…
No puedes comparar la ganadería extensiva, donde hay una unión imprescindible entre la persona, el animal y el territorio, con una ganadería intensiva en la que ese vínculo no existe
¿Cree que se ha producido una cierta romantización de lo que es el campo por parte de los consumidores de la ciudad? Pienso en los veganos, por ejemplo…
Sí. Y la publicidad además es muy dañina. Que una empresa industrial de quesos como es Burgo de Arias te haga un anuncio de una vaquerita en el campo con unas cantaritas de leche, en 2018… me parece muy fuerte. Hay un desconocimiento brutal, y lo que más rabia me da es que metamos a los ganaderos extensivos dentro de la ganadería intensiva, porque no tienen nada que ver. Ayer Yas [Recht, del grupo ramaderes.cat], la pastora que estuvo en la presentación, lo contaba: cada animal significa algo, tiene su historia. Se puso a contar las diferentes voces que tiene una oveja, porque a su hijo en el colegio los compañeros le decían que las ovejas hacen siempre “bééé”. ¡No, dicen muchas más cosas! Depende de si están llamando a un cordero, si quieren salir al campo, si quieren volver, porque tienen una vida totalmente distinta a la de una granja industrial, ¡porque importan y significan algo! No puedes comparar la ganadería extensiva, donde hay una unión imprescindible entre la persona, el animal y el territorio, que es cultura y es patrimonio, con una ganadería intensiva en la que ese vínculo no existe y es una simple fábrica. Y ya no son sólo los animales, me voy también a los vegetales. El problemón que tenemos con las fresas en Huelva y con la despensa de Europa que es El Ejido, con los invernaderos… ¡yo no quiero nada de allí! ¿Por qué? ¡Tú ve a El Ejido a las seis de la mañana y verás qué hay en las rotondas, inmigrantes esperando para que los cojan en cualquier invernadero! ¿Qué condiciones laborales hay ahí? ¿Qué hemos permitido con las fresas? Yo soy de las que opina que empujar el carro de la compra es hacer política y consumir es un acto político, y no hace falta que nos vayamos a etiquetas de “bio” o “eco”. Si vivo en Córdoba, ¿qué hago tomando leche de Central Lechera Asturiana si tengo una cooperativa a veinte kilómetros? ¿Qué necesidad tengo de comer sandía en diciembre? ¿Por qué tengo que comer carne cada día? La misma industria de la alimentación, que es un lobby, esconde al animal. “Queso mezcla”, nos venden. ¿Mezcla de qué, de burra y de alien? ¿Dónde está la raza? ¿Qué historia hay detrás de esa comida? Yo me considero precaria, yo soy mileurista, y yo como bien, porque para mí la comida es lo más importante, no vestir a la última o cambiar de móvil cada año.
¿La comida sólo ha recuperado el prestigio cultural desde que interesa a los hombres?
Efectivamente. Todo ese conocimiento que tenían nuestras abuelas de aprovecharlo todo es soberanía alimentaria pura y dura. Pienso en la cocina de mi abuela y era un espacio de resistencia. ¡Cómo aprovechaba la semilla de un año a otro, cómo plantaba…! Mi abuela no tenía luz en casa y mi madre con dos años iba a la aceituna, pero me lo han dicho siempre: no pasaban hambre. No tenían mucho, quizás un cerdo por año, pero ellas te insisten en que también había una comunidad, se hacía una matanza e iba todo el pueblo. Ahora que reivindicamos tanto los grupos y la creación de vínculos en las ciudades, eso ya existía en los pueblos. Me da mucha pena el tema este del veganismo, que me parece muy egoísta. No comes carne, pero vives en una gran ciudad en la que dependes del transporte y de todo lo que se produce fuera y vives con ropa que no sabes quién ha fabricado… pues vamos a ser un poco más honestos, ¿no? Todas las Navidades mi padre y yo matamos un cordero y ese cordero es el cuidado, es una historia en sí. Y en mi casa de pequeña me han enseñado a celebrar la comida y a compartirla. Nos venden que tomar un café y un sándwich delante del ordenador trabajando es muy moderno, cuando en realidad es una catetada. Y ahí va también la vida que nos están imponiendo y los ritmos de trabajo brutales, cuando antes lo más importante era juntarse a comer y contarnos cómo ha ido el día, y ahora nos venden hacer la compra como un trámite más. Me da mucha envidia Francia, porque en este sentido es todo lo contrario. Todos los quesos, la leche, la carne, son de la zona. Están ayudando y fomentando. Un amigo ha montado una granja con treinta vacas y no necesita más para vivir. ¿Por qué tenemos que meternos en este carro tan brutal de la producción? Eso no se lo puedo exigir a un país en vías de desarrollo, necesitan el acceso a las proteínas que hemos tenido nosotros, pero a estas alturas, aquí… En todas partes hay marquesinas de McDonald’s y Burger King con ofertas de todo a un euro, que ocupan las avenidas y las calles. Me parece brutal cómo se han hecho con el espacio público.
yo soy mileurista y como bien, porque para mí la comida es lo más importante, no vestir a la última o cambiar de móvil cada año
¿Estamos comiendo lo mismo en todo el mundo?
Es que volvemos a lo que le decía: para comer bien hace falta tiempo, y nos han vendido que estas formas de vivir son buenas. A mí me encanta salir al campo a trabajar porque es otro ritmo, no veo las polémicas de Twitter, no necesito estar hiperconectada.
Muchos urbanitas regresan al campo motivados por esto y por los precios de la vivienda… ¿es viable este retorno?
Yo creo que sí. Ayer reivindicábamos que para ser pastora o ganadera no tienes que nacer. Es muy importante conocer para valorar y cuidar, y crear un vínculo. ¡Si las ganaderas están encantadas de que la gente les pregunte cómo se ordeña una vaca! ¡Si lo que quieren es enseñarlo! Lo que yo no quiero es que el campo sea un oasis porque la ciudad no ha funcionado, con toda nuestra falta de servicios y lo que ya nos han recortado por la crisis. A veces llegas a oír que el campo podría ser perfecto para los inmigrantes. ¡¿Perdón?! ¿Lo que no quieres para ti lo que quieres para los inmigrantes? ¿Ahora vas a hacer un gueto? No pedimos que haya un colegio o un hospital en cada pueblo, pero que al menos en las comarcas haya, porque pagamos impuestos.
Pero también existe la idea de que la vida rural puede ser muy mezquina, muy cerrada…
Pero ¿en las ciudades no pasan cosas malas? Y ¿qué conocemos de las ciudades? Lo malo y lo bueno. ¿Qué conocemos del pueblo? Lo malo, siempre. Claro que hay cosas malas en los pueblos. No pretendo idealizarlos, pero ya estoy harta de que se nos vendan pueblos vacíos, Puerto Hurraco, el crimen de no sé qué… Vale ya. Vamos a enseñar todo el medio rural.
Qué bonito, nos vamos al pueblo a “desconectar” porque no hay internet, cuando en ese pueblo hay gente que necesita internet para vivir…
¿Las mujeres rurales se ven aún menos?
… y si encima son mujeres migrantes, peor. Yo lo digo siempre: soy una privilegiada. Soy veterinaria, no soy pastora, ganadera ni jornalera, no soy migrante. Tengo una posición de privilegio, por eso estoy aprovechando, para que sea una voz y un trampolín. Por eso es importante que haya otras mujeres rurales en mis presentaciones, porque quiero que se sientan reconocidas y se encuentren en el espejo del libro, que yo no tuve de pequeña, porque no estaba el feminismo en mi vida. Mi madre y mi abuela eran desconocidas, y eran las últimas a las que me quería parecer.
¿Qué opinión les ha merecido el libro?
Están encantadísimas, y hay mucha gente que me está mandando mensajes preciosos en las redes. Ayer me vino una mujer mayor llorando, dándome las gracias… pero yo insisto: yo no me quiero ganar la vida como escritora. Yo soy veterinaria de campo, y eso me permite decir lo que quiera y lo que pienso abiertamente porque creo que es fundamental ser honesta con una misma, y para mí es un deber, porque se lo debo a ellas, lo hago por ellas. Lo que creo que hay hacer es justicia y no mostrar el campo a través de ese prisma paternalista o clasista.
¿…o idealizado?
¡Pasamos de la cabaña de Walden a los Santos Inocentes! Qué bonito, nos vamos al pueblo a “desconectar” porque no hay internet, cuando en ese pueblo hay gente que necesita internet para vivir… Y luego, en cambio, ves titulares que ponen cosas como “Terror rural en Galicia”. ¿Titulamos acaso “terror urbano” cuando hay un crimen en la ciudad? Yo no quiero que sólo escriba del campo la gente del campo, pero fijémonos en quiénes escriben, desde qué plataformas, y desde qué género. Le pregunto a los periodistas por nombres de escritoras rurales, porque todo el mundo conoce a Delibes o Llamazares, pero… Y lo mismo con las palabras del campo y las lenguas, el catalán, el euskera. La semana pasada dos mujeres mayores me decían: “No nos quisieron enseñar el euskera de pequeñas porque era la lengua de los pastores”. Y eso es muy duro. Por suerte hay muchas mujeres jóvenes escribiendo, o moviéndose por su pueblo, o haciendo cosas. Todo lo que se está haciendo ahora en el medio rural lo están impulsando mujeres.
Hemos fundado la Asociación Cultural Amigas de Contexto para publicar Ctxt en todas las lenguas del Estado. La Asociación es una entidad sin ánimo de lucro que también tiene la meta de trabajar por el feminismo y la...
Autora >
Mar Calpena
Mar Calpena (Barcelona, 1973) es periodista, pero ha sido también traductora, escritora fantasma, editora de tebeos, quiromasajista y profesora de coctelería, lo cual se explica por la dispersión de sus intereses y por la precariedad del mercado laboral. CTXT.es y CTXT.cat son su campamento base, aunque es posible encontrarla en radios, teles y prensa hablando de gastronomía y/o política, aunque raramente al mismo tiempo.
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