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SOMBRAS EN ANDALUCÍA (III)

Pan y pesebre

El Polo Químico de Huelva genera el vertedero de residuos industriales más grande de Europa 51 años después de que Franco lo inaugurase

Santini Rose 30/11/2018

<p>Suelo con residuos tóxicos derivados de la producción de fertilizante en Huelva.</p>

Suelo con residuos tóxicos derivados de la producción de fertilizante en Huelva.

Santini Rose

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Paco García pensaba que eran salinas. Como las del Odiel. Un día su hermano le dijo que no, aquella masa uniforme blanca que veía desde su ventana era fosfoyeso. Fosfoyeso: seguramente una de las palabras más utilizadas en Huelva en lo que va de siglo. Y viene de lejos. En 1963 las Cortes franquistas aprobaron su primer Plan de Desarrollo. Cuatro años más tarde, Franco inauguró el Polo de Desarrollo de Huelva, extendido a lo largo de la ría onubense y más conocido como Polo Químico: la refinería de La Rábida, la central térmica Cristóbal Colón, las fábricas de celulosa en San Juan del Puerto, de cemento en Niebla y la fábrica de sulfúrico de Minas del Riotinto y Fertiberia. Alguna mente privilegiada y franquista colocó las instalaciones relacionadas con la producción y uso de ácido sulfúrico a 500 metros de la ciudad. Esta localización ha determinado las condiciones medioambientales de Huelva desde entonces.

“En verano había que cerrar las ventanas”, dice Paco mientras sortea con el coche los charcos, camino de las marismas del Tinto, “el olor a ácido es insoportable”. “Yo vivía aquí al lado, en Los Rosales, y me tuve que ir. Ahora vivo en el campo, pero tampoco te salvas: ahora verás que el agua del río llega a los fosfoyesos, y con ella se riegan nuestros tomates. Aquí ya no sabes qué te estás comiendo”.

El fosfoyeso es un residuo tóxico generado en la producción de fertilizante. Surge al atacar la roca fosfórica base con ácido sulfúrico. Aunque este proceso también desprende flúor, plomo, arsénico, zinc, cobre, mercurio y uranio, es el fosfoyeso el material que predomina en el macrovertedero de residuos industriales más grande de Europa. Con un total de 1.200 hectáreas, hace tiempo que en Huelva hay más basura que ciudad. Fertiberia y Foret son las empresas responsables del vertido. Desde su creación en el 66, la primera ha soltado 2,5 millones de toneladas al año. La segunda se creó un año después y se pasó 28 años vertiendo directamente al río Odiel. En el 95 comenzó a pagar una tasa a Fertiberia para que gestionase sus desechos, 0,5 millones de toneladas anuales que, por supuesto, también acababan en las balsas. Las cuentas aplastan: la suma asciende a 120 millones de toneladas de fosfoyeso. La Dirección General de Costas y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía dieron permiso a ambas empresas para soltar residuo durante 45 años. A finales de 2010, el Tribunal Supremo dio por caducada la licencia. Se acabó el vertido. Foret cerró y Fertiberia compra ahora el ácido fosfórico en Marruecos.

“Me hace gracia cuando los políticos se llenan la boca hablando de industria sostenible”, cuenta Paco, que ingresó en Ecologistas en Acción cuando el fosfoyeso llegó a su casa. “O cuando nos dicen a los ecologistas que venga, que demos una solución. Joder, aquí hay gente protestando y dando soluciones desde el 86”.

Manifestación contra los vertidos de fosfoyeso en Huelva en 1986.

Paco para en una explanada. El barro blanco cruje diferente al marrón. También es más resbaladizo. El regusto ácido se te incrusta en la garganta. Al fondo, a pocos metros de las explanadas de vertidos, el Tinto. A la derecha, atado a una malla metálica, un cartel de Securitas.

“Cuando veníamos a medir los niveles de radiación intentaban intimidarnos. Decían que iban a llamar a la policía y nosotros les decíamos que llamaran también a los bomberos, si querían, que estábamos en un terreno público y no estábamos haciendo nada malo. Hace ya tiempo que no se ve a nadie”.

El pasado lunes, los técnicos de la Junta de Andalucía no aprobaron el plan de recuperación de las balsas presentado por Fertiberia. Dicen que es insuficiente y que se olvida de algunas zonas, lo que, advierten, podría constituir un fraude ambiental. Supuestamente, la empresa lleva más de cuatro años estudiando el terreno para retirar los fosfoyesos. Dicen que el proyecto de restauración costaría 70 millones de euros. Juan Ramón Miró, responsable de la dirección técnica del proyecto, hace hincapié en que los plazos son casi inamovibles. Fertiberia va a tardar, según él, 40 años en limpiar la zona: una década de trabajo y tres de seguimiento y control.

“Nosotros lo que queremos es que el ecosistema se restaure y que quede lo más parecido posible a como estaba, y que pague la empresa”, advierte Paco, índice en ristre, “pero la solución es llevarse el fosfoyeso, no enterrarlo, como dicen: lo encapsulan con arcilla y eso es un desastre. Eso es cosmética ambiental”.

De vuelta al coche, le pregunto a Paco si nadie vio raro que el Polo Químico estuviera a menos de un kilómetro de la ciudad.

“Esta era una zona deprimida. Aquello se vio bien porque ganarse el pan iba a costar un poco menos”.

Valla de las instalaciones de Fertiberia.

 

Paro, empleo precario y desidia gubernamental. A pocos días de unas elecciones autonómicas en las que el PSOE volverá a ganar –aunque tendrá que pactar con Adelante Andalucía o Ciudadanos, que ya ha dicho que ni quiere oír hablar del apellido Díaz–, cualquier conversación sobre el estado de Andalucía contendrá esos conceptos. Desde la playa de Los Cocedores hasta El Granado, desde El Viso hasta Isla de Las Palomas. Se lo comento a Óscar Reina. Suelta una mezcla de chasquido y risa.

“Mira, hace unos meses estuvimos en Procavi Marchena, protestando por lo que le han hecho a Nadia García [representante de los trabajadores de la ETT Adecco, que denunció represalias –fue suspendida 12 días de empleo y sueldo– por su activismo social]. Es solo uno de tantos casos aquí: la Junta da subvenciones millonarias a Procavi y luego no pide respuestas sobre a qué se destina ese dineral. Encima, lo sufren los trabajadores, que no tienen ningún tipo de garantía laboral”.

Óscar Reina es secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores. Formado en Sevilla en 2007, el SAT tiene sus principales marcas de identidad en el andalucismo, el anticapitalismo, la perspectiva de clase y la acción directa. El sindicato más represaliado de Europa acumula un millón de euros en multas, peticiones de unos 400 años de cárcel y más de 600 personas procesadas. El propio Reina fue detenido en junio, acusado de un delito de odio e injurias a la Corona después de tuitear que Felipe VI es un miserable. Cuando saco el tema, lo ataja: “Me reafirmo: la monarquía no me merece ningún respeto”.

Andalucía tiene casi un 25% de paro. En España, que tiene una media del 16,7%, solo hay más parados en Ceuta, Melilla y Extremadura. ¿A qué se enfrentan aquí los trabajadores?

A la política de pan y pesebre del Gobierno andaluz en los últimos 30 años. En Andalucía, el paro es estructural. Cuando llevas una o dos legislaturas puedes tener una excusa, pero cuando llevas diez…

¿Cuál es la solución?

Un cambio de modelo productivo. Mira en Cádiz: la gente tiene que elegir entre pan o muerte [se refiere a la polémica sobre la venta de corbetas construidas en el astillero de Navantia a Arabia Saudí]. Fíjate si hay terreno en San Fernando o Tarifa para poner campos solares o eólicos, para que la economía se transforme en torno a las energías alternativas, por ejemplo. Fíjate si hay viento y sol. Pues no, se las llevan a Alemania, que tienen cinco o seis horas menos de sol. No hay ningún tipo de planificación del empleo estable. La Junta es cómplice, si no artífice, de la pobreza de Andalucía. Con la potencialidad que tenemos, podríamos ser mucho más prósperos.

Aunque con el tiempo ha ganado presencia en las ciudades, una de las señas de identidad del SAT es su vinculación con el entorno rural. Según ellos, la tierra se concentra en menos manos que nunca debido a las políticas agrarias comunitarias, que “subvencionan a la extensión de la tierra más que a la sostenibilidad o al trabajo relacionado con ella”. Su respuesta es la ocupación de fincas, como han hecho en Somonte, Las Turquillas o Cerro Libertad.

“En el entorno rural hay otro problema: la mujer está siendo pisoteada. Al ser un trabajo totalmente seleccionado, solo interesa el más fuerte y el más callado. Solo vale la productividad y la competitividad; las condiciones de los trabajadores no le interesan a nadie. Mira en la aceituna, que el precio se mantiene estable y los sueldos no paran de bajar. Pero es un problema general, ¿eh? Observamos una jornalerización en cualquier sector productivo: trabajo estacional y de mala calidad y ningún tipo de garantía laboral”.

Después de un silencio, justo antes de despedirme, Reina cierra el círculo:

Esto solo se puede cambiar si tomamos conciencia de que hay que cambiarlo. Si no, el futuro vendrá con más corrupción, más paro y más pobreza.

 

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Santini Rose

Santini Rose, seudónimo bajo el que escribe Santos Martínez (Fuente Librilla, 1992), es periodista. Hubo un tiempo en que las abuelas de su pueblo pensaban que tenía en sus manos el futuro, pero eso ya no lo piensa nadie. Autor del libro de relatos Mañana me largo de aquí (La marca negra ediciones).

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2 comentario(s)

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  1. braulio

    Nada bueno se puede esperar de la voluntad de un capitalista. La gente no quiere saber de la verdad. Las consecuencias las pagaran sus hijos. Que se jodan. Si odian y temen la verdad, y si aman al opresor, que sufran lo que son. Y que el opresor sea alzado a los cielos en vez de torturado y asesinado, que es lo que él hace con todos los demás mientras sus lacayos pintan en paredes mensajes sibilinamente subrepticios del mal en donde, jugando con la vida de los dominados, les instan a defender su propio asesinato leyéndose: "Buques para Navantia, es trabajo y riqueza para toda la Bahía. ¡EXIGELO!" Cuando el salvador es un asesino y un mafioso y los que se pliegan al mafioso lo ven como un adalid y se creen toda su retahíla de falsedades y maldades capitalistas, pegando y agrediendo a quien lucha por los dominados y ensalzando y protegiendo al criminal del Capital; ¿Qué derecho tiene a sus Derechos Humanos? Cuando el lacayo del capitalista es lacayo, es por algo: porque él, si pudiera, también seria otro criminal, pero el primero no le deja, por eso es solo lacayo. Conciencia de la lucha de clases, de la complejidad del sistema social, bondad y fraternidad, coherencia, conciencia de la verdad y de lo Justo, o capitalismo. No hay más. Para todo lo demás ya están las criminales personalidades que educa el capitalista a través de su sistema de violencias perfeccionadas y manipulaciones sistémicas a través de su publico sistema institucional estatal o para-estatal.

    Hace 5 años 4 meses

  2. José Lázaro

    Pues parece q a un 78% de los votantes andaluces todo esto les parece perfecto... No sé, hay territorios donde el debate esta más abierto, pero en esta tierra no parece q nada de los q se está contando en esta serie de artículos preocupe lo más mínimos. Desgraciadanente hay pueblos q en ciertas etapas de su historia se regodean en sus miserias...

    Hace 5 años 4 meses

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