La educación sexual, una asignatura pendiente
En la era del porno en internet, es necesario ofrecer herramientas para cribar y filtrar la información que los y las jóvenes encuentran en la red
Raquel Hurtado 6/03/2019
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En la era de la información online, los y las jóvenes encuentran respuestas a todas sus preguntas a golpe de clic y en apenas unos segundos. También en lo relacionado con la sexualidad; y lo que resulta llamativo es que la generación con más información de la historia mantenga las mismas dudas, mitos y falsas creencias que sus antecesoras.
Pero lo que debería llamar la atención realmente es que todavía pensemos que la mera información sobre sexualidad es suficiente o que es posible aprender por cuenta propia todas las cuestiones relacionadas con este tema. La educación sexual en el contexto escolar es imprescindible y, en su ausencia, la juventud se ve abocada al aprendizaje en internet, donde la información no se basa en hechos reales, incita al consumo e incluye actitudes violentas o negativas hacia la sexualidad.
Para muestra, el botón del porno. Dicen los estudios que 9 de cada 10 niños y 6 de cada 10 niñas están expuestos a la pornografía en línea antes de los 18 años. Que la primera visualización de pornografía se realiza a los 12 años. Que, teniendo en cuenta que más del 10% del contenido online es pornográfico, aproximadamente un 54% de los y las adolescentes de nuestro país se han topado con pornografía de forma involuntaria. Otros acceden voluntariamente, para aprender “cómo se hace” o en busca de una palabra o una práctica concreta que han escuchado en el grupo de iguales.
Lo que encuentran es un modelo de sexualidad completamente tecnificado; como si se tratara de una receta que es posible dominar y que requiere de una serie de pasos universales. Eso aleja a chicos y chicas del verdadero sentido de las relaciones eróticas, que tienen que ver con el encuentro, los deseos y los placeres. Además, la falta de habilidades para diferenciar entre realidad y ficción hace que integren una serie de estereotipos que muchas veces tratan de reproducir. Así, cuando inician sus relaciones eróticas, después de haber recibido, entre otros, el “ejemplo” de esa pornografía que propone unos estándares inalcanzables tanto de belleza como de actividad sexual, la aceptación sin crítica del modelo puede dar lugar a dificultades que sólo pueden prevenirse a través de la educación sexual.
La educación sexual es un espacio grupal de enseñanza y aprendizaje en el que se ofrece un marco teórico relacionado con la sexualidad y sus aspectos biológicos, psicológicos y sociales. También es un espacio en el que se ofrecen los conocimientos y habilidades necesarios para que chicos y chicas resuelvan sus dudas y encuentren respuestas, tomen decisiones más libres y autónomas, prevengan riesgos o establezcan relaciones basadas en el respeto y la igualdad.
La educación sexual ofrece, además, herramientas para cribar y filtrar la información que los y las jóvenes encuentran en internet. No se trata de poner puertas al campo tratando de prohibir el acceso a este contenido, sino de que la pornografía no sea la primera vía de acceso a información sobre sexualidad y de que, si se llega a ella, sea con otra mirada, que permita diferenciar realidad de ficción y poner en tela de juicio el contenido que encuentran.
Este es un trabajo compartido entre profesionales y familias. Desde el verdadero interés por lo que chicos y chicas consumen en internet, se pueden ofrecer alternativas online de información sobre sexualidad. También se puede acompañar la reflexión sobre determinados temas: preguntarles por qué creen que una persona joven accedería a una página web porno, incidir en la diferencia entre realidad y ficción, desmitificar los modelos de belleza y erótica que se ofrecen en este tipo de páginas o reforzar la idea de que las relaciones tienen más que ver con los deseos que con las normas. Es importante dedicar tiempo a conocerles y a acompañarles; ayudarles a desarrollar una actitud más crítica ante lo que encuentran y, en definitiva, a crecer y ser más felices.
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Raquel Hurtado es psicóloga y sexóloga.
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