En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de fiesta? Pincha ahí: agora.ctxt.es/donaciones
Hasta hace muy poco se suponía que la especie Neanderthal fue exterminada por nosotros, la especie Sapiens. Algunos fósiles dieron a entender que, si bien pudo pasar eso, hubo también algún tipo de encuentro previo y esporádico. Son fósiles de cráneos que mezclan características de las dos especies. Sólo recientísimamente, gracias a los avances en el estudio del ADN, se ha descubierto datos que lo cambian absolutamente todo. No hubo exterminio. Los neanderthales somos nosotros. Éramos muy pocos, miles, cuando llegó el Sapiens. Vinieron en oleadas, hasta ser más de un millón. Nosotros, simplemente, desaparecimos en ellos. En ese trance, les dimos nuestro ADN. Y, con él, la característica de la piel blanca, el pelo lacio, y cierta resistencia a los virus. Los neanderthales seguimos dando algo de todo ello cuando nos reproducimos con otros sapiens, que no lo poseían. Eso sucedió, por otra parte, en todo el planeta, con todas las especies que convivieron con el Sapiens. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha encontrado un hombre vivo, descendiente de esclavos, que posee la serie de ADN más antigua conocida. Es un reloj que abarca más de 300.000 años. Es decir, mucho más que el Sapiens, que nació mucho después. Ese hombre lleva en cada una de sus células la prueba, el sello de que el Sapiens se mezcló también en África, con una especia más antigua, hasta hacerla desaparecer en él.
De todo ello se desprende que, en algún momento nos vimos, nos reconocimos, y tras hablarnos y acariciarnos nos dimos algo. Posiblemente, antes y después reímos. Ahora, a ese objeto diminuto entregado se le conoce como ADN. Pero puede ser, tal vez, algo más concreto, minúsculo y secreto. Eso que dimos, sea como sea, nos hizo olvidar nuestro pasado. Y nuestro rostro, que cambió. Hasta nos hizo olvidar nuestro propio nombre. En el momento de entregarnos, no sabíamos que lo estábamos entregando todo. Y que desapareceríamos en el otro tras nuestra entrega. No sabíamos que entregarse sería tan trascendente. Sencillamente, no pudimos evitarlo. Cuando paseas por la calle, o en tu propia habitación, puedes ver que todo ello sigue pasando. Es imposible detener la entrega. Es imposible aplazar desaparecer en otro. No servimos para otra cosa. Es nuestra especie.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí