Recapitulando
Trapering
Este juicio surreal da indicios de lo que pasa. La refundación de los partidos de la Transi/el R'78/la CT. La refundación violenta de las derechas esp y cat. Es una lucha por la vida sin precedentes
Guillem Martínez Madrid , 16/03/2019
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El Major de los Mossos Josep Lluis Trapero.
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LO LÍQUIDO Y LO SÓLIDO. Los juicios son líquidos, etc. Pero este parece que se está solidificando, enviando al garete el concepto rebelión, solidificado por un Major Trapero bajo juramento. Aún estamos en una suerte de segundo acto. Testificales. Faltan probatorias y traca final, pero la sensación es que los sedientos de rebelión deberán buscarla debajo de las piedras. Es decir, en el público manifestante, asistente a la cosa 20-S y 1-O, días en los que se produjeron, por otra parte, los pitotes usuales en una manifestación. Costará un huevo, si bien este país ha dado grandes científicos en la disciplina. Este juicio posee el cachondeo de tener ese tipo de científicos en el lado de los acusadores y en el lado de los acusados –Turull, uno de los acusados, demostró, por ejemplo, como testigo, en su día, que los manifestantes de 2012 alrededor del Parlament no sólo eran fascistas, sino que llevaban un golpe de Estado en sus corazones–.
FISCALÍA. La rebelión organizada por público de a pie parece ser el nuevo juguete de la Fiscalía. Esta semana, diría, Fiscalía ha tirado la toalla ante cualquier otro tipo de rebelión. Cuidadín con este acceso, pues puede meterse de cuatro patas en los derechos de manifestación y de reunión, dos derechos que tampoco son la monda desde la Ley Mordaza. No la han sido, al menos, en Cat ni en Esp. También parece que el delito de malversación puede tener cierto recorrido, si bien nadie de la acusación se lo curró desde el momento cero, la instrucción de Llarena.
LA ABOGACÍA Y LOS VOXCAZAS. Abogacía del Estado sigue sin un rumbo claro. Su gran qué, en este tipo de juicios, es el tema malversación. Y parece que tampoco se ha empleado mucho, o de manera determinante, hasta la fecha. Pero, insisto, aún estamos en el segundo acto. Su apuesta por la cosa sedición, diría que ha quedado tan tocada esta semana como la apuesta de fiscalía por la cosa rebelión. Pero ya veremos. En todo caso, las defensas y los acusados esta semana le deben un jamón a Vox. Sus interrogatorios sin sentido de cada día provocaron esta semana que fiscalía no se pudiera emplear a fondo con la reunión, celebrada en la Gene –entre Trapero y la cúpula de Mossos, con Puigde, Junqueras y Forn–, en la que tenía que fijarse la cosa rebelión, de haber existido. La razón: Trapero era testigo de Vox, por lo que el fiscal sólo podía preguntar en la lógica de las preguntas de Vox. Y las preguntas de Vox no solo no tuvieron lógica, sino que evitaron que alguien, salvo las defensas, pudieran preguntar por aquellos hechos. Meditación: quiero que a mi boda asista Vox como testigo, así conseguiré la nulidad en un periquete, y aun me quedaré con la yogurtera.
EL HABITUAL PÁRRAFO DEDICADO A MELERO. En las defensas sigue brillando con luz propia Javier, o Xavier, o las dos cosas, Melero. Su defensa entraña la dificultad de la sencillez. También ayuda el hecho de no distanciarse mucho de los hechos. Diría, que no lo sé, que Melero parte de la existencia de un delito de desobediencia, que no lo quita ni Perry Mason. O, al menos, creo que quedó fijado como hecho en las declarativas. Recordemos que ese delito no entraña cárcel. En todo caso, Melero parece no preocuparse mucho por desmentir esos hechos, y sí, y mucho, de demostrar la inexistencia de otros. Sorprende que el resto de defensas no hayan apostado por lo mismo. O, incluso, por algo más explícito. Por un “sí, desobedecí, ¿y qué?”, explícito, taxativo. Eso hubiera ajustado más las defensas a la realidad. Lo que las hubiera facilitado. E, igualmente, hubiera servido para la cosa propaganda, que hubiera sido menos barroca. Es decir, más efectiva. Vamos, que en TV3 no hubieran tenido que editar tanto la información sobre el juicio. Por ahora, el resto de defensas suele ir a remolque de lo que Melero, que sin épica procesista –ya la ponen luego los comentaristas Cat–, va avanzando. Y ha avanzado mucho: ha jubilado, diría, la rebelión. Que son 25 añitos. Por otra parte, y esto es ya personal, las intervenciones de Melero a mí me reconcilian con el derecho penal: por su brevedad, la aludida sencillez, el laconismo, la efectividad. No, no es la defensa de Fidel Castro por lo del Cuartel de Moncada. Pero aquí no hay ningún Fidel Castro. Esta semana, verbigracia, ha quedado claro que se trata de políticos y parapolíticos que, en el trance de una desobediencia calculada para crear un objeto de negociación, que no un Estado, delegaron la responsabilidad y las hostias en, respectivamente, empresas y ciudadanía. Más cosas. Esta semana el catedrático de Derecho Procesal en la UB, Jordi Nieva-Fenoll, ha sacado articulazo en El Periódico, exponiendo nuevas rarezas de este juicio raro. Juicio raro: un juicio que solventa la política. Es decir, un juicio político. Por tanto, independientemente de su calidad intelectual y de su honestidad, con presos políticos. Lo que es importante. Pero también posee rarezas propias. La más llamativa: no es el juicio al procés, sino tan solo uno de los juicios. Vamos, que comporta la presencia de testigos que son, a su vez, acusados en otros juicios –ese es, por ejemplo, el caso de Trapero–. Testigos que pueden ser inculpados por su testimonio, o que pueden modular su testimonio al hecho de no ser inculpados.
MARCHENING. Esta semana Marchena ha desprecintado su derecho a hacer preguntas a un testigo. A Trapero, para preguntarle por las reuniones sobre las que los genios del derecho de Vox impidieron que Fiscalía preguntara. Me dice un penalista que tanto el hecho de negar a Fiscalía la posibilidad de hacerlo –estricta; podría haberlo permitido; fue, vamos, una decisión meditada–, como la emisión de esa pregunta final –y no de otra, y no de otras más–, son una apuesta por la cosa in dubio pro reo. Garantista. Marchena, en fin, tiene en la frente el TEDH. Lo que es bueno. Todo el mundo del gremio de Marchena debería tenerlo. Ya veremos, en todo caso, cómo se traducen estos detalles chachis en la sentencia. Diría, no obstante, que el Tribunal, en efecto, ha tomado nota de que la cosa rebelión, como que no. Esta semana, a su vez, algunas defensas se han quejado por la poca afición de Marchena a las pruebas audiovisuales. Lo que, en efecto, sorprende. Por cierto, parece ser que la exhibición de vídeos sí será importante en el tramo probatorio. Para la cosa rebelión-artesanal. Las defensas poseen vídeos poco edificantes sobre las actuaciones policiales. Me dicen, quienes los han visto, que Fiscalía tiene vídeos llamativos y poco edificantes, no tanto por lo que se ve en ellos, sino por lo que se escucha. Y que, aun así, tampoco dibujan nítidamente la cosa rebelión, sino la cosa mal rollito habitual en una mani. Otro rasgo de la semana han sido las sesiones cortas y breves. Se explican por la dificultad organizativa de ordenar a los 500 testigos que se esperan. Otras defensas también se han quejado por el hecho de que el listado de testigos les llega una semana antes. Estas dos molestias pueden explicar que el Tribunal igual no tiene intención de recibir a todos los testigos, sino que los ordena para tener una lectura clara de los hechos, y que cuando considere que la tenga, pues chapa el juicio. Tal vez, antes de la campaña o de las elecciones.
MEDITEMOS, HERMANOS. Un juicio para solventar la política –una política, además, pocha–, no puede acabar bien. Sería la pera que no hiciera mucho daño ni incidiera en la ampliación de patologías. Lo que será, me temo, difícil. También cabe deducir que será un juicio instrumentalizado. Servirá, para unos, para fijar una idea de democracia ejemplar. Y para otros, la idea de un procesismo ejemplar, rampante, ideológico, rupturista. No existe ninguna de las dos cosas con nitidez. Por ahora, además, el juicio sigue sin existir. Han desaparecido centenares de periodistas de él. Y, sobre todo, los corresponsales extranjeros. Esto, sea lo que sea, es un producto para consumo local. Y, diría, ambas trincheras de consumidores quedarán satisfechas. Esta semana, por ejemplo, Trapero ha dibujado el Procés como nada, como un algo político que no quería ser jurídico. Lo que explica lo que es la política en Cat y Esp. Es un soneto que no tiene nada que ver con lo efectivo, que usualmente sucede fuera de la política. O detrás. No obstante, Trapero ha sido asumido como un héroe por los medios procesistas, que han cambiado el sentido de sus declaraciones. Cuando me inventé la alocución Régimen del 78 –un régimen fosilizado, informal, con problemas en la división de poderes, con problemas en la cohesión social, que solucionaba todo ello con cultura, con una cultura vertical que acercaba los gobiernos a la sociedad a través de información y silencios–, nunca creí que la alocución R'78 fuera utilizada por el R'78. Esto es, por un régimen propagandista como el que dibuja el pocesismo, con modos y categorías no muy diferentes de la CT esp.
Esta semana, un Govern que no quitó la bandera esp de su Palau el 27-O, está planteando la desobediencia, calculada, electoral, de no retirar los lacitos. No tiene mucho recorrido. Es un símbolo partidista –se puede reconocer el carácter político de los presos sin reconocer su discurso; se puede comer el rabo de un cerdo sin comerse todo el cerdo; el lazo es, básicamente, un símbolo gubernamental, por tanto, no un símbolo pro-presos; fue el símbolo electoral del procesismo en las elecciones del 21-D, por ejemplo–. Europa sí, se impresionará por la desobediencia, pero –desobedecen a una Junta Electoral– en la dirección contraria a la pretendida, que es la húngara. Es inquietante, no obstante, la participación de las izquierdas en todo esto. Vamos, el poder de la centralidad de las derechas, a través de símbolos, apunta a que la nueva derecha esp, cuando se reformule –sólo se puede reformular desde el poder–, lo tendrá sencillo para hacer lo que quiera en Esp, y aún tendrá compañeros de viaje sorprendentes. Este juicio surreal es un indicio de lo que está pasando. La refundación de los partidos de la Transi/el R'78/la CT. Que ya permite observar que la refundación de sus derechas –esp y cat– están resultando violentas, carentes de lógica y de piedad social. Es una lucha por la vida sin precedentes.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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