Los gallegos que vencieron a los nazis
Lucharon una guerra de nueve años contra el fascismo. Combatieron a Franco y a Hitler. Perdieron en casa y ganaron fuera. Nunca volvieron a estar al sur de los Pirineos
Arturo Losada (Luzes) 20/03/2019
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Víctor Lantes, hijo de unos taberneros de A Coruña, manejó un mortero en los bosques de Francia frente a los tanques Panzer del ejército alemán. Ángel Rodríguez Leira, apodado Cariño López, tomó parte en la liberación de París y en el asalto de la residencia del Führer. Lucharon una guerra de nueve años contra el fascismo. Combatieron a Franco y la Hitler. Perdieron en casa y ganaron fuera. Nunca volvieron a estar al sur de los Pirineos.
Ángel Rodríguez Leira nació en Cariño en 1914. Trabajó como percebeiro y marino, fue militante de la CNT, se casó y tuvo dos hijos, Ángel y Marina. Y luego estalló la Guerra Civil. Fue reclutado a la fuerza por los sublevados y obligado a vestir su uniforme. Pero fue por poco tiempo, ya que desertó en cuanto pudo para luchar con el bando leal a la vez que otro cariñés, Antonio Yáñez, O Gharepo.
En marzo de 1939 se vieron acorralados en Alicante, una de las últimas provincias en caer. Con otros cinco compañeros, salieron de Guardamar del Segura en una barquita que era “casi una patera”, según cuenta uno de los nietos de Ángel, Andrés Alonso. La llenaron de naranjas y cruzaron el Mediterráneo en catorce días, hasta llegar a Beni Saf, en la Argelia francesa. Como muchos otros exiliados republicanos de aquel entonces, fueron considerados peligrosos por las autoridades e internados en el penitenciario de Suzzoni.
Según recoge Alicia Alted en el libro La voz de los vencidos, Suzzoni era una antigua fortaleza convertida en cárcel, carente de todos los servicios básicos, donde fueron recluidos unos 300 republicanos. Uno de ellos, el aviador Joaquín Tarazaga, recordaba: “El régimen era muy austero, solo nos daban un pan para cada cuatro, lentejas y rutabaga —un tipo de nabo—. Cuando me internaron, en abril de 1939, pesaba 67 kilos, y en diciembre, cuando me evadí, solo 35”.
También los dos amigos gallegos intentaron escapar de aquel infierno en dos ocasiones, sin éxito. La salida no les llegó hasta 1942, cuando los alistaron, de nuevo por la fuerza, en los Cuerpos Francos de África. El ejército de los EUA acababa de desembarcar en Marruecos y Argelia y las colonias francesas se habían apresurado a vaciar los campos de prisioneros para formar este batallón con el que plantarle cara al Afrika Korps de Rommel.
El país galo vivía entonces una esquizofrenia, entre la sumisión colaboracionista del régimen de Vichy y la resistencia de la Francia Libre de los partidarios del exiliado De Gaulle. La llegada de los americanos hizo que nadie quisiera ser tomado por vichista.
Sin embargo, estos Cuerpos Francos se disolvieron enseguida, tras algunos combates en Túnez. Ángel y Antonio escogieron entonces alistarse con el general Leclerc, que venía de luchar por toda África bajo la bandera de la Francia Libre. Por su prestigio ganado en la batalla, fue escogido para comandar la 2ª División Blindada, una unidad de nueva creación dentro del ejército del general Patton. La formaban 14.000 hombres de 32 nacionalidades, y unos 2000 eran republicanos españoles. Los dos huidos de Cariño acabaron en la 9ª Compañía, La Nueve, casi toda formada por veteranos de la Guerra Civil.
Ángel Rodríguez Leira pasó a emplear el nombre de Cariño López, para ocultar su identidad y dejar señalado su lugar de origen. Era una práctica habitual entre los soldados, e incluso en los mandos. El propio Leclerc escondía su nombre real, Philippe de Hauteclocque, para ahorrarle a su familia posibles represalias de los vichistas.
La 2ª División Blindada se trasladó a Escocia, antes de desembarcar en Normandía a comienzos de agosto de 1944, dos meses después del Día D, con la zona ya asegurada para permitir el paso de los blindados. La 9ª Compañía, integrada por hombres con experiencia en combate, fue siempre en la vanguardia. Era una unidad motorizada, que transportaba armamento antitanque en unos veloces half- tracks todoterreno. Los soldados les pintaron la bandera de la República española y los bautizaron con nombres de batallas de la Guerra Civil, como Madrid, Ebro, Guadalajara o Brunete. Cariño López viajaba en la Guernica, y no tardó en hacerse un nombre por su puntería con el cañón del 57.
Así lo cuenta el capitán Raymond Dronne, el oficial francés al mando de esta compañía de exiliados. En sus memorias, Carnets de route d’un croisé de la France Libre, reivindicaba el papel de los republicanos españoles en la lucha por la liberación de Francia, “impulsados por un enorme deseo de revancha y de victoria”. En ellas elogia la habilidad de Cariño López para reventar blindados alemanes, y lo define como “un hombre de gran sangre fría”. Tuvo que demostrarlo bien temprano. El 19 de agosto, La Nueve contuvo una división entera de la SS en la villa de Écouché, en una durísima batalla. Cariño López estuvo 24 horas sin alejarse de su cañón, en el que “grababa una esvástica por cada tanque que destruía”, según su nieto Andrés.
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Arturo Losada (Luzes)
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