SEÑALES DE HUMO
La habitación número 3
Ana Sharife 27/03/2019
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Ayer visité la habitación en la que durmió Franco antes de la noche del levantamiento militar, y sentí que entraba en una escena de El resplandor (1980). El mobiliario seguía intacto, igual que hace 83 años, y las imágenes de esa parte de la historia de España se mezclaron como flashbacks en mi retina.
Se trata de la habitación número 3 del Hotel Madrid de la capital grancanaria. Una estancia que fue testigo del último sueño del hombre que convertiría España, un día después, en una espiral de violencia. Stanley Kubrick en la mente de un trastornado y yo en triciclo, mirando hacia atrás por los pasillos.
La estancia se conserva intacta, lo mismo que el inmueble, obra del arquitecto modernista Rafael Massanet y Faus, que ejerció cuando los estilos arquitectónicos más variados coexistieron con soltura. De hecho, uno de los grandes atractivos del hotel es su impronta historicista, cuyo interior se presenta revestido de una carpintería oscura, como el Overlook del film, construido sobre un antiguo cementerio de indígenas.
Uno de los responsables del inmueble me conduce hasta la habitación donde el dictador pasó la noche del 17 de julio de 1936. Subimos al segundo piso. Yo sigo circulando por el parquet y las alfombras del hotel. Un sencillo número 3 rotula la puerta de madera. Del llavero cuelga un retrato de Francisco Franco. “La mayoría de los clientes piden que se quite esa foto, y entonces nosotros la quitamos sin más”, explica, “otros lo ven como un detalle sin importancia".
La habitación número 3 es sencilla. Una cama de dos cuerpos, una mesilla de noche con una lámpara, una cómoda, un espejo, un escritorio y un armario completan la estancia. Me miro en el espejo, pero mi imagen se desvanece ante una cascada de sangre.
El fallecimiento “accidental” del general Amadeo Balmes Alonso, comandante militar de Las Palmas, el 16 de julio hace que Franco viaje en vapor interinsular desde Tenerife, donde se encontraba oficiosamente desterrado y vigilado. Debía presidir la misa funeral, además de abrir una investigación sobre su muerte.
A primera hora del 17 de julio Franco viaja a Gran Canaria y se hospeda en el Hotel Madrid de la capital. Cuenta la historia que al entierro del general Balmes asistieron más de 20.000 personas, que Franco cruzó unas palabras tensas con el gobernador civil y con el alcalde de la ciudad por no haber eliminado las pintadas contra él con las que se fue cruzando por las calles. También que por la tarde tuvo una reunión en una finca de Tafira con mandos militares para afirmar su apoyo, tras lo cual regresó al hotel.
Estando en la habitación número 3 Franco recibe la notificación de que había comenzado la sublevación. De madrugada (a las 05.15 horas) suscribe el Manifiesto de Las Palmas. Esa mañana, como general de la división comandante militar de las Islas Canarias, después de declarar el estado de guerra en todo el Archipiélago, parte hacia África, lo que supuso el comienzo de la sublevación que condujo a la Guerra Civil española.
Para salir de Gran Canaria, en lugar de tomar la carretera hacia el aeropuerto, se desplaza por mar hasta la bahía de Gando, pues existían rumores de que habían cortado la vía a la altura de Jinámar. Le preparaban una emboscada milicianos como El Corredera, Casimiro y Elsa Wolf.
La habitación número 3 es la estancia en la que Franco durmió por última vez antes de dar comienzo la Guerra Civil española, un sueño erigido sobre inmensas extensiones de sufrientes. Miro por la ventana. Nieva.
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Ana Sharife
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