1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

TRIBUNA

Madrid o la incógnita del bocadillo de calamares

La clase media constituye la oficialidad del país, determina el estilo del político, del profesional del periodismo, de todo lo que huela a Estado: determina lo decible y lo indecible

Emmanuel Rodríguez 19/05/2019

<p>Izquierda, Madrid, fragmentación </p>

Izquierda, Madrid, fragmentación 

Pedripol

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.

“Bocata calamares”. Con esta imagen resuelven los “periféricos” (catalanes, vascos, gallegos, andaluces) el obvio autocentrismo de los pobladores del Foro. La imagen tiene algo de grotesco, y por ello de significativo. Viejo menú popular, que seguramente ni el 10% de la población de esta ciudad haya probado en el último año, quizás tampoco en la última década, se compone de ingredientes más bien pobres. Pan, por lo general chicloso y malo; anilla de calamar (o pota), seguramente de los pescados más baratos hasta la ruina de las pesquerías del Atlántico Norte y el Mediterráneo en la década de 1980; todo engordado con más harina en forma de rebozado y aceite refrito de procedencia dudosa. Pero atención: el bocadillo de calamares no es más que el “original” elevado de un sustituto todavía más pobre y menos conocido, que cambiaba la proteína animal por más harina: el bocadillo de churros. El entrepà de pasta de harina frita es, en efecto, un manjar poco conocido, pero que hasta la década de 1980 se servía con gusto en muchos bares populares del centro y sur de la capital.

Hoy relegado a exotismo para turistas y a cena de emergencia en algunos barrios de la ciudad, el bocadillo de calamares nos lleva a otro juego de invisibilidades e incomprensiones, también hecho de oposición entre centro y periferia, pero a otra escala y con otros protagonistas. La oposición que se quiere reflejar aquí es la que hace a la región metropolitana de Madrid la segunda o tercera gran ciudad de la Unión Europea con mayor desigualdad, terreno de un contraste social agudo y pocas veces reconocido, y que sin embargo marca tanto la política local como la del Estado. Atender a esta cuestión, para desgracia de “periféricos”, tiene una relevancia que va más allá de su marco: de esos siete millones largos de personas que viven entre el final del Corredor del Henares en Guadalajara y el profundo sur madrileño de la comarca toledana de La Sagra; entre las amables aglomeraciones suburbanas de los altos valles del Guadarrama y el Lozoya, y el “colector sureste” de las depuradoras, vertederos y la gran incineradora del curso bajo del Manzanares y el Jarama.

Existe en Madrid una frontera “histórica”, que no ha parado de hacerse más profunda en estas décadas de neoliberalismo rampante. Esta línea rompe la capital por el Manzanares y la M-30 y se extiende al este por el Corredor del Henares (A2) y al suroeste por la Autovía de Extremadura (A5). Al norte, el Madrid rico; al sur y al este, el pobre. En ambos campos algunas manchas de leopardo, pero poco significativas, cada vez más absorbidas por lo que les rodea. Este mapa merece muchas páginas y no pocos matices.

A punto de volver a votar en municipales y autonómicas, nos servimos en este recorrido del análisis geo-electoral de los resultados del 28 de abril. El mapa por sección censal que ha preparado El País –y que bien lo habría podido preparar el INE o el Ministerio de Interior con tecnologías de geolocalización disponibles desde hace más de 20 años– refleja claramente la brecha norte / sur, oeste / este. Como se podía prever, al norte se concentra el voto a las derechas, al sur el de las izquierdas coincidiendo con lo que antiguamente se llamaba el cinturón rojo. No obstante, la información que nos ofrece es mucho más precisa. En el norte de la ciudad y de la región metropolitana, al igual que en el sur, observamos patrones complejos.

El voto a las derechas alcanza umbrales del 80%, siempre con mayoría de los populares, en muchos de los barrios previsibles del viejo y el nuevo ensanche de Madrid, principalmente en la orilla izquierda de la Castellana, en los distritos de Salamanca y Chamartín, lugar de residencia tradicional de la vieja pequeña y mediana burguesía de la ciudad, ligada a la nobleza de Estado (altos funcionarios), el empleo profesional y los negocios. Se trata de un patrón que se extiende, si bien con mayor presencia de Ciudadanos, a los municipios del arco noroeste, los “pueblos más ricos de España”, como Pozuelo, Majadahonda, Aravaca, etc. En estos barrios tradicionales de la derecha madrileña domina el voto envejecido. También se percibe una oscilación importante hacia Vox, que alcanza alrededor del 20% de las papeletas. El gran bastión del voto de ultraderecha, que roza el 40%, se encuentra sin embargo en las zonas de residencia militar, alrededor de los cuarteles de El Pardo, el Goloso, la base aérea de Torrejón y la academia militar de Guardias Civiles de Valdemoro. Son los restos reciclados del viejo “partido militar”, hoy afortunadamente impotente. Vox tiene mucho de consolación y de reacción, pero poco de futuro mientras sea un partido tan socialmente específico.

Más interesantes son los patrones de voto de las nuevas áreas residenciales. Existe, parece, un “voto PAU”, que corresponde con los barrios masivos de reciente construcción como Valdebebas, Montecarmelo, la ampliación norte de Alcalá de Henares, muchos de las nuevas zonas residenciales de Tres Cantos, Colmenar y los pueblos ricos del Noroeste, e incluso, de forma atenuada, en los nuevos PAUs (Programa de Actuación Urbanística) del sur de Madrid, más allá de Vallecas. Aquí el voto se escora a Ciudadanos, que puede rondar el 40%, y expulsa al PP como principal partido de las derechas. Son estos los barrios de la clase media joven, zonas residenciales para parejas profesionales con hijos. Barrios de ascenso social, que a veces recogen a antigua población del centro y sur de la ciudad, y que representan la expresión vivida de la propaganda económica. Aquella que dice que gracias a la inversión en educación, el esfuerzo sin límites y un calculado equilibrio entre carrera, deuda e inversión se puede vivir tan bien “como nuestros padres”, aunque sea en la periferia de la ciudad, aunque sea con una deuda que te golpeará durante 30 años y con el coste de más de una hora y media de transporte diario al trabajo. Transporte, dicho sea de paso, que se realiza por los más de 1.000 kilómetros de autovías de la región.

En lo que se refiere al sur y al este de la ciudad y la región, donde vive hasta el 60% de sus habitantes, el voto dominante es al PSOE, con porcentajes variables que van del 35% al 50% de las papeletas válidas. Así ocurre en Vallecas, en los Villaverdes, los Carabancheles, en Getafe, Leganés, Parla, etc... Y en las bolsas populares que todavía quedan en el norte de Madrid como el distrito de Tetuán y buena parte de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes. Hay en este “Gran sur” algunas manchas discordantes, algunos bolsas con patrón dominante de C’s y que sociológica y urbanísticamente pertenecen al “voto PAU”. Y de otro lado, hay también bolsas de clara predominancia de Podemos, como es el caso del barrio de Embajadores (Lavapiés) o de Palomeras Bajas en Vallecas: el primero polo tradicional de militancia social, así como residencia y lugar de ocio de una “clase creativa” precaria pero ya bien establecida; el segundo es bastión, hoy residual, de una vieja militancia vecinal radicalizada. 

No obstante, la diferencia del sur y este de la región respecto del norte y el oeste no reside únicamente en el patrón de voto. Entre los primeros, la participación electoral fue significativamente menor el 28-A que entre los segundos, con una media que no alcanzó el 75% frente al 85% de los segundos. En los barrios más pobres de la capital y de las ciudades del sur, la participación apenas superó de hecho el 50%.

Al patrón ideológico parece añadirse así otro patrón, cuya variable clave es la indiferencia o desafección respecto a la participación electoral. Es aquí donde reside la incógnita del bocadillo de calamares. En Madrid, como en Cataluña, Euskadi, etcétera, la política es ante todo un juego ideológico que pivota en torno a lo que genéricamente llamamos “clase media”. Las diferencias internas de ésta, descontados los efectos estructurales de su composición interna (que no hay tiempo para analizar), son de generación, y por tanto de mayor o menor vulnerabilidad a los pánicos morales de la inseguridad y el desclasamiento social; de adscripción nacional o ideológica –y aquí las distinciones se fijan entre identidades nacionales de uno u otro tipo o entre izquierdas y derechas–; y de “sensibilidad moral”, y aquí nos vemos abocados a las interminables batallas entre progres y reaccionarios. No obstante, lo que en este campo político de las clases medias, que es el único que tiene visibilidad en el país, no parece quebrarse es el consenso en torno a los temas fundamentales que pivotan alrededor de la clase media y que fundan su constitución material, como clase separada de los “realmente pobres”. 

Se trata de cuestiones muchas veces poco confesables, que apenas aparecen en política, o que cuando lo hacen se estampan como motivos de oposición folclórica. Por enumerar algunos de los pilares de este consenso: la centralidad intocable de la propiedad inmobiliaria como fundamento de la organización económica y familiar (razón de nuestra incorregible propensión a la burbuja del ladrillo); la importancia del mérito como principio de justicia social (razón de la elevada desigualdad social del país); la aceptación casi universal de la enseñanza concertada (razón de la dualidad del sistema educativo y de su fracaso como medio de corrección de la desigualdad); o en el fondo, más allá de la teatralidad política de este tiempo, la moderación y el conservadurismo social que impide no ya las rupturas políticas efectivas, sino las reformas de cierto calado. 

La clase media constituye, en definitiva, la oficialidad del país, determina el estilo del político, del profesional del periodismo, de todo lo que huela a Estado: determina lo decible y lo indecible. Y a la vez produce una expulsión de todo aquello que no supera estos filtros sutiles, pero siempre efectivos. La clase media constituye así la política española, también la madrileña. Aquí reside el inevitable sesgo clasista que se percibe en toda emisión de discurso que tenga voluntad de seriedad, esto es, de oficialidad. 

Se preguntará: ¿qué queda al otro lado de la clase media, al otro lado de la M-30? Queda una población que sólo es clase media en términos de aspiración, que pivota alrededor de ese 40% de familias que tienen ingresos inferiores a los 1.400-1.600 euros al mes, y de cuyo acceso a la sociedad de propietarios apenas se puede decir que está pendiente, en situaciones de alquiler precario (para los jóvenes), de hipotecas al borde del impago (para los no tan jóvenes) o de pensiones ridículas (para los mayores). 

Preguntar por lo que no es clase media en este país, y en concreto en Madrid, es lo mismo que preguntar ¿qué fue de la clase obrera? Cuestión compleja, y para lo que solo podemos dar unos apuntes. En los años setenta, la clase obrera fue por segunda vez derrotada en el siglo XX (la primera fue en 1936-1939), en una Transición que se hizo gracias a su fuerza pero sin su concurso. En los años ochenta, esta misma clase obrera se dio por disuelta en el océano de la modernización social –eran los tiempos del “enriqueceos” de Solchaga–, si bien a costa de una desindustrialización casi completa, del paro juvenil más alto de Europa y probablemente de 100.000 muertos a causa de la heroína. En los noventa, se le propuso un plan de mejora a través de la deuda y del patrimonio inmobiliario, que benefició a algunos y a otros les dejó expuestos a empleos poco cualificados y precarios, en una situación agravada por una inmensa losa hipotecaria. En los 2000, la vieja clase obrera, ya convertida en precariado de servicios, se vio engrosada por cuatro millones de trabajadores migrantes, casi un millón en la metrópolis madrileña. En la década de 2010, una nueva crisis volvió a caer como un diluvio sobre esta amalgama social, en forma de desahucios, retornos al país de origen y vulnerabilidad generalizada. En los 2020, quizás empecemos a conocer fenómenos urbanos casi desconocidos aquí, pero que bien podrían parecerse a las revueltas de los banlieusards de París o Marsella. 

Durante ya casi medio siglo, no hemos visto una fuerza política que sea de raíz netamente popular. El voto de este importante segmento social, cuando existe o cuando es posible –muchos no tienen derecho por la absurda ley de extranjería–, es un voto delegado y sin condición “de sujeto”, como ocurre siempre en la democracia representativa pero de una forma más acusada. Así, hemos visto cómo, en el área metropolitana de Barcelona, este voto aletargado y muchas veces abstencionista se desplazó del PSC a Podemos; de Podemos a Ciudadanos, en reacción al procés; y de Ciudadanos de vuelta al PSC, y a buen seguro y en no poco tiempo a la abstención. En Madrid, las oscilaciones son menores, pero tienen direcciones parecidas.

Con todo su paternalismo del “trabajar para la gente” y “hacer política para los más desfavorecidos”, la política de la izquierda de la clase media no deja de reconocer la incógnita del “bocadillo de calamares”. Quiere representar a los pobres, pero sabe que no son el partido de los pobres. En Madrid ciudad, el 28 de abril, un 54% de los votos se decantó por la derecha de la clase media, un 43% por la izquierda de esa misma clase. La clave del 26 de mayo parece estar en parte en las tendencias a la desmoralización y la abstención del voto de derechas, pero seguramente en la posibilidad de una nueva activación del voto popular hacia la izquierda. No parece que el business friendly de Carmena y la retórica progre del “cuidado”, al lado del desprecio a los desahuciados, ponga a la jueza en una buena posición. En este sentido, tanto Podemos en la Comunidad como Madrid en Pie en el Ayuntamiento tienen un partido que jugar.

Sea como sea, pasado el 26 de mayo, quedarán en el aire las mismas incógnitas políticas que hoy se plantean. A fin de tranquilizarnos, el ruido mediático y la polarización de la opinión entre progres y reaccionarios jugarán su papel para liquidar toda discusión social significativa. Seguiremos pues esperando una política popular: una política no para los pobres, sino de los pobres. 

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Emmanuel Rodríguez

Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Laura

    Yo lo que creo es que no se puede pretender estar institucionalmente a la izquierda del PSOE y aglutinar un voto de masas (de clase media) siendo menos de clase media que el mismo.

    Hace 4 años 10 meses

  2. Jose

    Oh, olvidé el enlace: https://elpais.com/economia/2019/05/05/actualidad/1557070525_040112.html

    Hace 4 años 11 meses

  3. Jose

    Interesante enfoque Emmanuel, (echo de menos los años del Observatorio Metropolitano) pero tanta ciencia se queda un poco nada al final del artículo. Te enlazo un articulo de El País para visualizar mejor esas lineas económicas divisoras entre regiones, (sería interesante imaginar que partido podrían organizar andaluces, manchegos y extremeños contra las regiones ricas), y una frase del Shankârâcharya de Kanchi que imagino no será de tu agrado (o sí, tal vez): "Elevar el nivel de vida significa tentar a un individuo a que cargue con más lujo, y llevarlo a fin de cuentas a la verdadera pobreza, pese al aumento de la producción. Todo hombre sólo debería de tomar de la naturaleza lo que necesita para vivir." Un saludo

    Hace 4 años 11 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí