El castigo de ser madre deportista
La denuncia de varias atletas contra Nike por anular su patrocinio cuando deciden quedarse embarazadas evidencia que en el deporte profesional se sigue penalizando el hecho de querer ser madre
Ricardo Uribarri 5/06/2019
Alysia Montaño corriendo los 800 metros lisos embarazada de 4 meses en 2017.
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Más allá de la publicidad, del eslogan, y de las campañas motivacionales está la realidad. Esa con la que chocaron de bruces atletas de élite estadounidenses como Alysia Montaño, Kara Goucher o Allyson Felix. Al mismo tiempo que la compañía deportiva que les patrocinaba, Nike, vendía al mundo una imagen de defensora de causas feministas, animando a las mujeres a no ponerse barreras, ellas y muchas otras veían como esa misma empresa les reducía drásticamente sus contratos o incluso se los rescindía completamente por quedarse embarazadas. Una práctica habitual en el sector que pone de manifiesto una evidencia terrible: en el deporte profesional se sigue penalizando el hecho de querer ser madre.
En la mayoría de estos casos, esos contratos suponen la principal o la única vía de ingresos de esas atletas por lo que la decisión de la marca les pone entre la espada y la pared: deben elegir entre tener un hijo y su cuidado o su carrera deportiva. Una situación que ha llevado a esas deportistas a vivir momentos difíciles. Goucher, medallista mundial en los 10.000 metros, tuvo que retomar sus entrenamientos apenas una semana después de dar a luz con el objetivo de correr una media maratón tres meses más tarde porque no iba a recibir dinero hasta que no volviera a la competición. Incluso tuvo que seguir ejercitándose cuando su hijo enfermó de gravedad y fue ingresado. “Jamás me perdonaré por eso” ha reconocido.
Montaño optó por correr embarazada. Lo hizo en 2014 estando hasta de ocho meses en una prueba del campeonato nacional de 800 metros. El mundo aplaudió su manera de reivindicar a la mujer que espera un hijo pero lo que no sabía es que detrás de su iniciativa también estaba una forma de rebelarse contra la decisión de Nike, que dejó de patrocinarla tras comunicar que quería ser madre. En 2017 volvió a quedarse embarazada y disputó una prueba estando de cuatro meses. Tras tener a su hija, su nueva marca de ropa deportiva, Asics, repitió el mismo patrón de comportamiento y le quiso recortar la cantidad inicialmente prevista.
“Quedar embarazada es el beso de la muerte para una atleta”. Así de contundente respondió la mediofondista Phoebe Wright, que estuvo patrocinada por Nike entre 2010 y 2016, cuando se le preguntó por este asunto. En esa tesitura se vio también la velocista Allyson Felix, nada menos que seis veces medallista olímpica y once veces campeona del mundo. Es una de las atletas más importantes para Nike, firma a la que se vinculó en 2010 “creyendo en sus principios fundamentales. Me dijeron que tenían una iniciativa que promovía a las adolescentes como la clave para mejorar las sociedades de todo el mundo y que uniéndome a ellos podía ayudar a empoderar a las mujeres”. La renovación de su contrato con la marca coincidió en el tiempo con el nacimiento de su primer hijo, por lo que sintió la presión de ponerse en forma lo antes posible a pesar de que tuvo que someterse a una cesárea de emergencia a las 32 semanas por una preeclampsia (presión arterial elevada) que amenazaba su vida y la de su hijo. En ese momento y después de toda su gran trayectoria, la firma le quiso rebajar un 70% el anterior contrato que tenía. Conviene señalar que los cuatro ejecutivos de Nike encargados de negociar los acuerdos con las atletas son hombres.
En los contratos que firman las deportistas con estas marcas de ropa deportiva, se estipulan penalizaciones económicas si no se consiguen unos determinados resultados, lo que de hecho, condena a las mujeres que deciden quedarse embarazadas. Además, también se ven obligadas a firmar cláusulas de confidencialidad, lo que ha hecho que muchas hayan permanecido en silencio durante años para no perder ese apoyo económico. De ahí la importancia de que estas atletas rompan ese muro de silencio para denunciar esta situación. Su queja debería producir mucho más efecto en la sociedad que el mejor anuncio que se le ocurra a un creativo publicitario.
Tras la polémica suscitada, Nike se ha visto obligada a reconocer que “siguiendo una práctica común en nuestra industria, nuestros acuerdos incluyen reducciones de pagos basadas en el rendimiento”. La empresa ha admitido también que hubo “inconsistencias” en su forma de “acercarse a varios deportes” por lo que desde el año pasado decidieron “estandarizar ese enfoque para que ninguna atleta sea penalizada financieramente por quedarse embarazada”. Sin embargo, no aclara si ofrece garantías legales a las deportistas en esa materia. El periódico estadounidense ‘The New York Times’, afirma que ha podido comprobar cómo en un contrato de este presente año 2019 la empresa deportiva aún puede reducir el pago de un atleta “por cualquier motivo” si la persona patrocinada no alcanza un nivel determinado. Por ejemplo, si queda fuera de los primeros cinco puestos en una clasificación mundial. Y no hay excepciones para el parto, el embarazo ni la maternidad.
Además del peligro de quedarse sin su principal fuente de ingresos, estas mujeres también se ven perjudicadas por aspectos como la política que mantienen el Comité Olímpico de Estados Unidos y el USA Track & Field, el organismo que regula el deporte del atletismo en el país. Ambos entes ofrecen a las deportistas un seguro médico que se puede perder en el momento en el que no consigan estar entre las primeras posiciones de sus pruebas en las carreras nacionales más importantes. Tanto Montaño como Goucher lo perdieron al no poder cumplir con los requisitos. Varias leyes estadounidenses protegen los derechos de las embarazadas evitando, por ejemplo, su despido. Sin embargo, el hecho de que las atletas profesionales estén consideradas como autónomas impide su aplicación.
En España también hemos tenido casos de deportistas que han tenido problemas con sus patrocinadores por quedarse embarazadas. Es lo que le ocurrió a la regatista Blanca Manchón, que con sus seis títulos mundiales es una referencia de la vela nacional. Poco después de tener a su primer hijo, se encontró con que ninguna de las empresas a las que estaba ligada quiso renovar su contrato, dejándola en una situación precaria. Entre las excusas que le dieron estaba que su deporte ya no encajaba en la política de la firma, que les habían recortado presupuestos o que había cambiado el jefe y que el nuevo ya no contemplaba patrocinios. La regatista está convencida que el verdadero problema fue su embarazo. “Yo he tenido sponsors privados desde los 15 años y he estado lesionada, he sufrido rachas de malos resultados y nunca me había pasado algo así. El problema es el concepto que se tiene de que una mujer deportista que se queda embarazada a los 29 años ya no va a hacer nunca nada, como si estuviera acabada”.
La realidad desmiente ese posible temor de las empresas. La propia Manchón se proclamó campeona mundial a los siete meses de dar a luz. La piragüista Maialen Chourraut ganó el oro en los Juegos Olímpicos de 2016, tres años después de tener a su hija. La atleta Nuria Fernández logró el récord de España de 1.500 metros en pista cubierta apenas un año más tarde de ser madre. La ciclista Leire Olabarría también se proclamó campeona de España en esa misma situación. A nivel internacional hay muchos más casos. Varias de ellas decidieron subir a los podios a recoger sus medallas con sus hijos en brazos, en una imagen representativa de que no es imposible compatibilizar maternidad y buenos resultados a nivel deportivo.
Y eso que en el ámbito normativo e institucional tampoco encuentran el respaldo que sería deseable. No hace mucho tiempo hubo varias deportistas de disciplinas de equipo que reconocieron que se vieron obligadas a firma cláusulas anti embarazo en sus contratos. La alternativa era quedarse sin trabajo. Recientemente, la portera internacional de balonmano Maite Zugarrondo anunció que se retiraba porque le era imposible conciliar la práctica de su deporte con el cuidado de dos sobrinas de las que tiene su custodia. A día de hoy, seguimos teniendo una legislación deportiva que no cataloga como profesionales las competiciones deportivas, lo que provoca que no existan convenios colectivos que amparen cuestiones tan fundamentales como el derecho a la maternidad. Una situación que se espera que cambie cuando se aprueba la nueva Ley del Deporte que está en tramitación.
Es cierto que en España existen ayudas económicas por parte del Consejo Superior de Deportes para las deportistas que se quedan embarazadas pero su cuantía es escasa si la comparamos con lo que pueden dejar de percibir si se quedan sin patrocinadores. Actualmente es de apenas 3.000 euros al año en concepto de nacimiento, adopción o acogimiento y de 1.000 euros anuales para el cuidado de hijos menores de tres años matriculados en centros educativos infantiles o a cargo de personal cuidador.
Viendo el panorama entenderán porqué las deportistas se lo piensan mucho antes de dar el paso de tener un hijo mientras desarrollan su carrera profesional y el mérito que tienen las que finalmente se deciden a ello. Está muy bien animarlas a hacer realidad sus sueños en bonitos y emotivos anuncios. Pero es mejor aún pasar de las palabras a los hechos y ayudarlas de verdad a cumplirlos. ¿O es que la maternidad no debe estar entre esos sueños?
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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