El último timo de Zuck
Facebook asume la privacidad pero solo en aspectos superficiales: ignora el derecho a existir fuera del mercado
Lizzie O’Shea (The Baffler) 19/06/2019
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La retórica de Facebook (la red social más grande del mundo) está cambiando. En 2010, Mark Zuckerberg afirmó que la privacidad ya no era una “norma social”. Hoy, el mismo hombre ha declarado que “el futuro es privado”. Esta fue la frase de moda en la conferencia de desarrolladores de la empresa que tuvo lugar el pasado abril, F8, en el que la plataforma se alejó del muro de noticias para ir hacia chats privados, grupos privados e historias privadas. ¿Acaso Mark Zuckerberg ha sido invadido por un hongo parasitario y se ha convertido en un zombi?
Hay algo de sorprendente en esta transformación cultural en el caso de una corporación que detenta un poder mundial tan importante. Demuestra que cuando la gente alza la voz y hace campaña a favor de la privacidad y en contra de la minería de datos puede conseguir resultados materiales. La idea de que a la gente no le importa la privacidad, de que están dispuestos a renunciar a todo por la comodidad de unos servicios gratuitos, ha quedado desmentida. En concreto, Facebook ha sido incapaz de ignorar la oleada de críticas que ha recibido últimamente. Los colosos capitalistas de la era digital parecen a menudo intocables, y es fácil olvidarse de que operan en un contexto social, pero como cualquier otro actor de la sociedad, Facebook está sujeto a la influencia de la gente organizada que no se detenga hasta conseguir su objetivo.
Los colosos capitalistas de la era digital parecen a menudo intocables, y es fácil olvidarse de que operan en un contexto social, pero como cualquier otro actor de la sociedad, Facebook está sujeto a la influencia de la gente organizada
Sin embargo, también es importante ser cauteloso: el marketing inteligente no es lo mismo que el progreso. La principal motivación de la empresa sigue siendo crecer y obtener beneficios. Las presentaciones durante F8 se centraron en conseguir que la gente utilizara las aplicaciones propiedad de Facebook (incluidas Instagram y WhatsApp) y construir una red pegajosa en torno a esta interacción para que nunca tengan la necesidad de irse. Dentro de poco podrás comprar cosas, conseguir una cita y solicitar un trabajo directamente a través de Facebook. Mediante estos procesos, Facebook podrá hacer crecer su biblioteca de superávit conductual y, al hacerlo, seguirá ampliando su actividad principal, que es ser el proveedor de espacio publicitario más eficaz y sofisticado de la historia de la humanidad.
Este contexto puede ayudarnos a entender mejor el giro hacia la privacidad de Zuckerberg. Para que no te sientas incómodo viviendo una gran parte de tu vida digital a través de Facebook, quieren recordarte que son lo suficientemente previsores y benevolentes como para respetar tu privacidad. A medida que tu adhesión a la plataforma se acerca a la totalidad, puedes estar seguro de que el equipo de Facebook está creando “un lugar donde estás seguro y respaldado”.
Bueno, pues lo siento, Mark, pero tu idea de la privacidad no es la misma que la mía. Demasiado a menudo, en estas discusiones, la privacidad se plantea en términos excesivamente superficiales y solo gira en torno a retocar los métodos en que los usuarios interactúan con la plataforma para que el consumidor tenga libertad para elegir. Mark quiere que puedas evitar con facilidad que ciertas personas vean tus mensajes y tus historias, a menos que coincida que esa persona sea él. Esta visión de la privacidad no tiene ninguna validez porque no cuestiona el marco de poder para los usuarios de las redes sociales.
La privacidad se ha convertido por necesidad en un concepto expansivo en la era digital, dada la infinitud de maneras en que la tecnología invade una mayor parte de nuestro espacio personal. A tal efecto: el derecho a la privacidad incluye el derecho a existir fuera del mercado. Es el derecho a disfrutar de espacios sin sentir que tu presencia está siendo utilizada por los profesionales del marketing para predecir tu futuro.
La lógica del capitalismo vigilante no se puede sortear mediante un nuevo eslogan publicitario. En todo caso, lo que hace la charla sobre privacidad de Zuckerberg es ratificar este modelo
En su libro más reciente, Capitalismo vigilante, Shoshana Zuboff escribe sobre cómo estas plataformas recopilan datos y se los ceban a unos sofisticados algoritmos para que fabriquen productos adivinos que anticipen lo que harás ahora, luego y más tarde. Nuestra participación se vuelve forraje para el “mercado de futuros conductuales” y esto, a su vez, influye sobre nuestra psicología y nuestra conciencia de nosotros mismos. Puede que los grupos privados de Facebook sean unos ciberespacios ligeramente más reconfortantes, pero la topografía primordial sigue siendo la misma. Las sofisticadas conferencias de desarrolladores y productos de usuario siguen financiándose de forma específica. La lógica del capitalismo vigilante no se puede sortear mediante un nuevo eslogan publicitario. En todo caso, lo que hace la charla sobre privacidad de Zuckerberg es ratificar este modelo. Como señala Bernard Harcourt: “La vigilancia funciona mejor no cuando se internaliza, sino cuando se olvida sin darse cuenta”.
Pero no tiene por qué ser así: podemos expropiar este momento. Una mejor comprensión de la privacidad no tiene que limitarse a los conceptos de diseño que generan redes sociales increíblemente rentables. Tiene que incluir el hecho de que la privacidad es un componente fundamental de nuestra agencia como seres humanos. El sentido de agencia, para que pueda explorarse y expresarse por completo, necesita que dispongamos de un espacio fuera de la influencia del capitalismo; que seamos libres de las fuerzas del mercado que pretenden manipular nuestro inconsciente. La privacidad exige que emociones humanas como la vergüenza, la felicidad, la culpa y el deseo puedan explorarse sin que alguien intente sacar un beneficio de ese proceso sin que nos demos cuenta.
El inconsciente existe como “no individual ni colectivo”, escribe el filósofo Mladen Dolar, sino más bien como “precisamente entre los dos, en el establecimiento mismo de los lazos entre un individuo (que se convierte en sujeto) y un grupo al que podría pertenecer”. En otras palabras, hay un proceso dialéctico que se establece entre las fuerzas sociales que nos conforman y nuestra propia personalidad. Los magnates capitalistas de la era de los datos quieren monetizar este espacio, y el derecho a la privacidad es la base teórica de la resistencia. Tenemos que incrementar la privacidad a su máximo potencial retórico y reconocer que es individual y, paradójicamente al mismo tiempo, colectiva, y se caracteriza no por la libertad del consumidor para elegir, sino por el sentido de agencia. Por lo tanto, la privacidad no es algo que Facebook tenga la posibilidad de ofrecer, a menos que la empresa esté dispuesta a cambiar su modelo de negocio por completo.
Lizzie O'Shea es una abogada, escritora y locutora practicante. Es la autora de Historias futuras,una guía sobre cómo los movimiento sociales y los pensadores históricos son relevantes para los debates actuales sobre tecnología. Sus análisis aparecen con frecuencia en radio y televisión, y sus escritos han sido publicados en New York Times, the Guardian y Sydney Morning Herald, entre otros.
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Este artículo se publicó originalmente en inglés en The Baffler.
Traducción de Álvaro San José.
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