PALABRAS MAYORES
FINA SANTOS, 'A RABUXA' / ACTIVISTA DEL MOVIMIENTO MARINERO GALLEGO
“Me da vergüenza el país que estoy dejando a mis nietos”
Aníbal Malvar 23/06/2019
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El corazón le falló por primera vez cuando A Rabuxa no había cumplido los veinte años. Le tuvieron que abrir el pecho e implantarle una válvula. Después se sucedieron más complicaciones y quirófanos y por eso, cuando empezó a loita (la lucha), algunos compañeiros le recomendaban quedarse en casa con los niños, no ir a prender neumáticos a las carreteras ni a abordar catamaranes ni a darse de palos con la policía. Pero A Rabuxa no hacía caso. Y así, Fina Santos, pues esa es su gracia, se convirtió en una de las mujeres más activas del movimiento marinero gallego que, en las décadas 80 y 90, luchó en los despachos, y con huelgas y fuego, por un convenio digno para los pescadores cefalopoderos que faenaban en el banco canario-sahariano. Hasta allí se embarcaban el marido y el padre de Fina. Toda la genealogía de Fina viene del mar. Ellos fundaron Mariñeiros en Loita (marineros en lucha). Sus mujeres crearon Rosa dos Ventos. Juntos planearon sabotajes, organizaron piquetes, cortes de carreteras, vías de tren e incluso pistas aeroportuarias, asaltaron centros comerciales y hasta abordaron un barco de la Unión Europea.
¿Fue el de los Mariñeiros en Loita un movimiento violento?
Hubo bastante movida –Fina dulcifica el tono--. Cruzábamos eucaliptos en la carretera o en las vías del tren. Un día fuimos al Corte Inglés y cogimos comida para llevársela a un colegio de pobres. Paramos un avión en el aeropuerto de Vigo…
Pero te he preguntado por violencia. ¿Consideras esto violencia?
No. Es algo necesario en cualquier lucha. De otra forma, no te escuchan. Ahora estamos todos aquí atrancados, apapahostiados, no hacemos nada y vamos de mal en peor. A mí me da vergüenza el país que estoy dejando para mis hijos y para mis nietos. Hoy nadie se mueve para nada. Yo ya tengo muchos años y el corazón fastidiado, pero si tengo que salir otra vez a la loita, salgo. No me arrepiento de nada. Mi marido tiene hoy una pensión digna gracias á loita.
Fina A Rabuxa viene de Os Capetóns, dinastía marinera de Cangas do Morrazo, paradigma de pueblo pesquero gallego en lo más atlántico de la ría de Vigo. En la parte alta de la “muy leal villa” (es su título oficial), aun se conservan viejas casas de pescadores pintadas con los colores llamativos de los barcos. Y, en la casi inmemorial Taberna del Jefe, los viejos y los jóvenes marineros se reúnen para cantar con guitarras y acordeones, como en una vieja estampa de una novela de Melville. A principios del XVII, piratas turcos saquearon y destruyeron la villa. Muchas mujeres se volvieron locas y la Inquisición las juzgó y quemó por brujas, cuenta la leyenda. La más famosa meiga de Cangas se llamó María Soliña, apellido que casi comparte Fina Santos Soliño.
¿Cuándo empiezas y por qué te unes a la causa?
A ver. En 1988 los marineros del banco canario sahariano se dieron cuenta de que muchos armadores cotizaban por ellos muy poco o nada. Habían decretado el descanso biológico en el banco canario sahariano, ellos tuvieron que solicitar el desempleo y vieron que no les pagaban nada. Miseria. Los capitanes hicieron asamblea en el Esperanza del Mar, el barco hospital que estaba en el banco canario sahariano. Y allí acordaron hacer la huelga. Parar los barcos en la bocana de Las Palmas y no salir a la mar. Parar todos. Mi marido y mi padre estaban allí. Y nosotras, las mujeres, decidimos apoyarlos desde tierra.
¿Qué papel tenías tú en la movilización?
El mismo que todas. Para organizarnos, primero tuvimos unas reuniones donde el sindicato [Central Unitaria de Traballadores, CUT]. Y enseguida nosotras decidimos crear una comisión de mujeres. Una de las primeras acciones que emprendimos fue cuando dos barcos vinieron a Marín para descargar, saltándose la huelga. Las mujeres salimos hacia allí y fuimos las que conseguimos prohibir la descarga a los esquiroles.
En la sede de aquel sindicato, la CUT, estaba con ellas Manuel Camaño, que es quien da la pista de A Rabuxa a Palabras mayores: “Era una negociadora dura pero estupenda. Cuando había que ir con piquetes a hablar con los bares o comercios que no cerraban en huelga, ella era muy buena convenciendo. Tenía discurso, aunque no tuviera formación sindical ni política ninguna. Debe de ser una de las que con más conocimiento puede hablar del movimiento de las mujeres mariñeiras en Cangas y en todo O Morrazo, porque ella estaba ahí”. El movimiento mariñeiro tenía un lema: La motosierra es un arma cargada de futuro. Con ella cortaban los eucaliptos con los que cerraban carreteras, vías y aeropuertos entre humo y llamas. Después, los mariñeiros reembolsaban a los propietarios de los árboles el precio de mercado de las talas.
En aquella época muchos medios de comunicación os trataban como si fuerais terroristas. Decían incluso que había gente de ETA entre vosotros, guerrilleros de Sendero Luminoso que os adiestraban, el gobierno felipista de entonces os calificó como “guerrilla urbana”…
Y del Grapo, no te olvides de que también éramos del Grapo –se ríe.
¿Y cómo te sentías tú cuando veías que se deformaba así la realidad para deslegitimar vuestra lucha?
Había amigas mías que sí se sentían muy mal, que todas esas mentiras les hacían mucho daño. A mí ya me la resbalaba entonces. Yo me decía: bueno, estoy luchando por los derechos de mi marido y de mi padre, que ellos no pueden estar aquí, que ellos tienen que estar en la mar.
Tenías ya dos hijos. Vuestros niños veían en la tele y en los periódicos a sus padres tratados como filoterroristas.
Mis hijos vinieron aprendidos. Desde el principio los llevaba conmigo a las manifestaciones. Yo nunca les conté nada, pero ellos desde muy nenos sabían por qué estábamos luchando. Sabían que su padre estaba en la mar y que necesitaba pelear por su dignidad. Nacieron como yo, con la espada en la mano.
Los registros policiales en vuestros domicilios eran frecuentes. Sobre todo aquí, en Cangas, que yo no sé por qué la policía os consideraba más peligrosos que a los mariñeiros de Marín, Bueu y otros puertos. ¿Te tocó registro alguna vez?
Aquí en casa, no. En el coche, sí. Muchas veces. Un día se lo dejé a mi sobrino y lo siguieron desde aquí hasta Vigo. Allí lo pararon y le desmontaron todo el coche. A nada que salía, ya me rebuscaban el coche de arriba abajo. Y teníamos todos los teléfonos pinchados. Yo me levantaba a las seis de la mañana para llevar a mi hija, y veía las casas de mis compañeros con los polis en la puerta. Era habitual.
¿Y te llegaron a detener, como a tantos de los mariñeiros en loita?
No, no –se ríe–. A mí la guardia civil me conocía bien y sabían que estaba operada del corazón desde muy joven, y que, si me pasaba algo, pues bueno, a lo mejor se metían en un lío. Así que nunca me detuvieron.
Había mucha policía secreta también por Cangas. ¿Los detectabais?
Sí, yo sí. Yo los detectaba enseguida. Incluso a veces paseaba a capricho para buscarlos, y después iba avisando a los compañeiros: ten cuidado que están los secretas ahí o allí. Un día llegaron dos desmelenados con bastante mala pinta en una moto. Yo avisé enseguida, pero mi vecina no me creía: que son unos porretas, muller. Y yo, que no: ¿no ves lo cachas que están, parva? ¿Y no ves que con esas fachas tienen una manera de cuadrarse que no es normal? ¿Cómo van a ser esos unos porretas?
¿Y acertaste?
Claro.
Entre las mariñeiras, eras el sabueso antipolis.
No, el sabueso no. En la manera de comportarse, por mucho que disimulen, ya se les ve. Y teníamos que estar atentos.
¿Conseguíais burlarlos?
Teníamos cada reunión en un sitio diferente, nos cambiábamos los coches para que siguieran al equivocado… Íbamos improvisando.
Pero las hemerotecas guardan esquinazos policiales, sincronizados entre mariñeiros y mariñeiras, mucho más hollywoodienses y poéticos. Como cuando, en 1995, una decena de mariñeiros en loita encapuchados secuestraron el catamarán de pasajeros que une Cangas con Vigo. Al regresar el barco a puerto, les esperaba un fuerte despliegue policial para detenerlos. Una oportuna manifestación de trabajadoras canguesas de la conserva atravesó el puerto durante el amarre, confundió a los agentes y permitió a los diez secuestradores camuflarse entre ellas y evitar ser capturados.
¿Qué significa A Rabuxa?
Me viene de mis ancestros. No se sabe por qué. Yo lo he llevado toda la vida y nunca me pareció mal.
¿Cómo lo traducirías?
Dicen que es una persona con genio, con carácter. También dicen que es la tiña del gato, la que tiene en el rabo. No lo sé. Mi madre siempre tuvo mucho carácter, mi familia, en general, también, y yo…, yo tengo bastante genio.
Ya.
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