Palabras Mayores
El disputado voto de Candelaria la del Puerto
Candelas Rentero, una jubilada recién llegada a la política, ha roto el bipartidismo en San Martín de Montalbán (Toledo)
Aníbal Malvar 9/06/2019
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Candelaria nació en territorio templario. En San Martín de Montalbán tuvieron mando en plaza los esotéricos caballeros desde la segunda mitad del siglo X, cuando Alfonso VIII de Castilla donó a la Orden del Temple la antigua fortaleza árabe sobre la escarpada falla del río Torcón, además del viejo poblado visigodo de Valdelmec, desde donde se podía vigilar el paso del Tajo por la Puebla de Montalbán para anticipar avances de mesnadas enemigas.
Ahora aquel río Torcón que tanto protegió los sucesivos asentamientos celtas, visigodos, romanos, árabes y templarios ya no fluye en su bajada desde los montes de Toledo. Lo han secado las ingenierías humanas o el cambio climático. O las dos cosas. Y en San Martín de Montalbán ya solo viven 726 descendientes del legendario bailiazgo de la Orden del Temple. A mediados del siglo pasado, cuando nació Candelaria, eran casi dos mil.
–¿Por qué una jubilada sin pasado partidista o sindical va y, de repente, se mete en política?
Porque Candelas Rentero, alias Candelaria la del Puerto, se ha metido en política hace nada, y hoy es la llave de la gobernabilidad de San Martín de Montalbán, también conocido como Lugarnuevo. Por primera vez en la historia democrática del pueblo, ha roto el bipartidismo y se ha colocado como concejal de Izquierda Unida.
–¿Y por qué no me iba a meter en política? ¿Es que me ves tan vieja? Pues no lo soy ni lo parezco. A veces me cabreo un poco cuando escucho cosas como que el 15-M fue un movimiento de gente joven. Fue de gente joven y no tan joven. Yo he estado en Madrid protestando igual que los más jóvenes y corriendo de las cargas policiales igual que los más jóvenes. En la Asamblea de Madrid me enfrenté con los antidisturbios. Y también en el andén de Atocha, que allí sí que se liaron a repartir leña.
Los resultados de las pasadas elecciones municipales han dejado a Candelaria en el ojo del huracán. En este feudo tradicional del PSOE, los populares han sacado siete sorprendentes votos más que los socialistas, y se reparten tres concejales cada partido. El disputado voto de Candelaria dará el bastón de mando a un alcaldable o a otro.
–No veas qué lío –se ríe.
–¿Y cómo se te ocurrió meterte en él?
–Tenía ganas de hacer algo. Fue todo casual. A mí me gustan mucho las redes sociales. Me informo mucho por ellas de cosas que a veces no son tan fáciles de ver en los periódicos. Y un día me encontré en Twitter un mensaje de IU San Martín de Montalbán. Yo no sabía de nadie de Izquierda Unida aquí en Lugarnuevo, así que quise enterarme y le mandé un mensaje en modo oculto: ‘¿Y tú de quién vienes siendo?’, que es como preguntamos en el pueblo. Y me escribe el hombre que él no viene siendo de nadie, que es un tal Javier de IU Castilla-La Mancha, que van a venir por los Montes de Toledo para levantar candidaturas. Quedamos a unas charlas y me convencieron. Y nada, me puse a hacer campaña.
–¿Cómo se hace campaña en un pueblo de setecientos habitantes?
–Prefiero ir hablando con cada persona. Me los cruzo y charlamos. Nada serio. La gente me conoce. Yo le pedí el voto hasta al que va para alcalde con el PP, y se reía mucho. Nos llevamos bien. Yo iba pidiendo el voto a todo el mundo y todo entre bromas, sin ser pesada. A mí no me gustan los mítines.
–¿Pero cómo vas a montar un mitin en Lugarnuevo?
–Pues como monto manifestaciones.
–¿Hacéis manifestaciones en Lugarnuevo?
no os dais cuenta de que en estos pueblos pequeños también se hacen muchas cosas, también se vive mucho
–Claro que sí. Y juntamos bastante gente. El 8 de marzo nos manifestamos por el Día de la Mujer y vinieron casi 50 personas. Para un pueblo tan pequeño está muy bien. También hemos hecho protestas contra la congelación de las pensiones. Y muchas más. A veces es que no os dais cuenta de que en estos pueblos pequeños también se hacen muchas cosas, también se vive mucho. Yo, desde que me volví de Madrid, no me aburro nunca. Salgo muchísimo. Salgo más ahora que cuando vivía en Madrid.
Candela dice que la política la atrajo siempre, a pesar de que en su casa no se hablaba de política. “Ya de moza, lo único que recuerdo en casa de política es que, cuando salía Franco en la televisión, mi padre repetía siempre una frase: ‘Las cosas deberían pasar dos veces’. Y mi madre le mandaba callar. Con los años, claro, deduje que aquello era por el miedo. El miedo duró muchos años. No se podía hablar”.
El hombre que creía que ‘las cosas deberían pasar dos veces’ se llamaba Baldomero Rentero Manzanilla, alias Julio Lagarto, y había vivido seis años preso tras el fin de la guerra civil. “Él había defendido la república. Se había significado. ¿Sabes que su nombre aparece en algunos libros sobre la guerra? También estuvo desterrado. No se podía acercar a Lugarnuevo. Para mantener a la familia mientras mi padre no estaba, mi madre se dedicó al estraperlo. Se ponían una especie de camisón con pespuntes y, en cada hueco, llevaban garbanzos, harina, bollos, matanza... Lo llevaban a Toledo y a Madrid, a gente rica, que son las que podían pagar. Si las detenían, les cortaban el pelo. Se lo cortaron una vez. Mi madre era una mujer muy echada para delante”.
De los ocho hijos que tuvo Baldomero con Margarita Villapalos, una niña murió con seis años de meningitis y otro a los 25. “Yo era la pequeña, así que no viví las calamidades. Mis padres y mis hermanos, cuando yo nací, trabajaban una huerta aquí en el pueblo. Pero eso no alcanzaba para quitar el hambre y emigramos a Madrid cuando yo tenía dos años”.
Candelaria estudió taquigrafía y mecanografía (“taquigrafía y máquina, se decía entonces”), y acabó asentándose en Vallecas. “Allí nos instalamos Antonio y yo cuando me casé con 22 años. Y allí, en Entrevías, nacieron mis hijos”.
–Era ya el Vallecas de las drogas y los curas progres…
–Sí, sí. Vallecas estaba invadido por las drogas. Murieron muchos. Y el pegamento. Los niños esnifados de pegamento... Nosotros teníamos el médico en el Pozo del Tío Raimundo, con eso ya te digo.
El Pozo del Tío Raimundo era entonces un poblado chabolero y uno de los grandes mercados madrileños de la droga. Cuando el desarrollismo, los jesuitas del padre Llanos desembarcaron allí para montar rudimentarias escuelas con cuatro tablones y algún mínimo servicio sanitario. Las primeras alcantarillas que desaguaban el poblado habían sido construidas de forma ilegal por los pobladores. Allí nació la estampa umbraliana del cura progre, comprometido y con las manos en la miseria y en el riesgo, preferentemente con guitarra y muy mal visto por la jerarquía eclesiástica tardofranquista.
El día que murió Franco, salté de alegría. Pensé: quiero saber cómo se vive en libertad
–Había mucha política en Vallecas. Cuando yo hice el graduado, ya con 25 años y dos niños, había un profesor en la cátedra de la calle Serena que decían que estaba loco, porque hablaba de ir a votar y esas cosas. La verdad es que todos los profesores eran rojillos. Pero a mí no me hacía falta que me dijeran nada. Yo sabía lo que quería votar. Y cuando por fin se pudo votar, yo voté al Partido Comunista.
–¿Qué hiciste el día que murió Franco?
–Salté de alegría. Pensé: quiero saber cómo se vive en libertad. Y la verdad es que me ha gustado la experiencia [se ríe].
–Dime un acontecimiento político que te haya cambiado la vida.
–La guerra de Irak –no duda un segundo–. Ahí empiezo a ir a las manifestaciones del No a la guerra. Ahí empieza la rabia. El ir con dos muletas a las manifestaciones. Y después la rabia se hizo más grande cuando hubo que ir a los entierros de los amigos que asesinaron el 11-M. A otra amiga le quedó la cara destrozada. Yo oí las bombas desde casa. Las del Pozo y Atocha.
–¿Por qué Candelaria la del Puerto, tu alias en las redes? Es una copla terrible sobre una mujer calumniada...
¿A qué poner centinela
en las tapias de su huerto,
si después hay quien se cuela
silencioso como un muerto?
Y hasta le abre con cautela,
con su mano la cancela,
Candelaria, la del Puerto.
–Es de Concha Piquer. Yo la cantaba mucho, pero ahora no puedo, que tengo nódulos en la garganta. Ahora solo hago playback –se vuelve a reír–. Cogí el nombre porque la canción habla de Candelaria la del Puerto y de Antonio el de Punta Umbría. Aunque yo no estoy en la situación de Candelaria. Yo no tengo esos problemas con Antonio.
–¿Y a quién vas a hacer alcalde de San Martín? ¿Me das la exclusiva? Me han dicho que incluso el PP te ha ofrecido ser alcaldesa si les dejas gobernar...
–¿Y tú cómo te has enterado de eso? –protesta divertida–. Sí, sí me lo han ofrecido.
–¿Y vas a aceptar?
Me llevo bien con algunos del PP, pero no es normal que pacte con ellos. Saben que soy fiel a mis ideas
–Yo, por mí, no pactaría ni con el PSOE. Me llevo bien con algunos del PP, pero no es normal que pacte con ellos. Saben que soy fiel a mis ideas. Pero nos llevamos todos bien. El día de las elecciones, uno del PP estuvo toda la mañana intentando darme caramelos del partido. No cogí ni uno. Y los de la página en Facebook del PP de San Martín siempre me invitan a que le dé al ‘me gusta’. Yo les contesto que no puedo, que me da calambre.
–Pero todo no ha sido tan amable. He encontrado que colgaste en tu muro de Facebook fotografías rotas de tu candidatura.
–Eso yo creo que nos habrá pasado a todos. No le des importancia.
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