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JOSÉ ANTONIO PÉREZ TAPIAS / AUTOR DE ‘EUROPA DESALMADA’

“El nuevo fascismo responde a la situación creada por el euro”

Manuel Gare 26/06/2019

<p>José Antonio Pérez Tapias.</p>

José Antonio Pérez Tapias.

ROBERTO DURÁN

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José Antonio Pérez Tapias (Sevilla, 1955) publica nuevo libro dentro de la Colección Contextos –que presenta el jueves 27 en la redacción de CTXT–, editado por esta revista junto a Lengua de Trapo. Bajo el título de Europa desalmada, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada lanza un mensaje de socorro por la Unión Europea, sumida en una deriva política y social de la que cada vez parece más complicado salir. Nos recibe en su despacho, en plena temporada de exámenes en la Universidad de Granada. Y seguimos la conversación, casi casi, por donde la dejamos.

Hace dos años y medio desde la última vez que hablamos. ¿Cómo diría que ha cambiado Europa en este tiempo?

La situación de Europa en conjunto ha empeorado, cada vez es más crítica y delicada. Prueba de ello es la incertidumbre constante que está viviendo el Reino Unido con el brexit; una situación laberíntica que no responde sólo al Reino Unido, sino también a Europa. El brexit es sintomático por cómo se planteó el referéndum por parte de quienes tenían que haber defendido la permanencia en la Unión Europea. El mismo referéndum tampoco se tomó con la suficiente seriedad. Y eso también explica los resultados. Es verdad que ha habido reacciones en el Reino Unido, incluso manifestaciones pidiendo un nuevo referéndum, pero también se han acentuado los planteamientos de quienes defienden el brexit y siguen pensando que hay que salir a señalar un síntoma que, sí, responde a la trayectoria del Reino Unido, pero también es muy indicativo de que el proyecto de Unión Europea no ofrece suficientes alicientes como en otro momento para permanecer en él. 

Su nuevo libro, Europa desalmada, ofrece una visión arraigada en el pesimismo. Llega a describir un proyecto fracasado, apenas sustentado por la moneda común.

El proyecto de la Unión Europea como tal está muerto. No tiene impulso suficiente como para seguir con una vida política capaz de articular la pluralidad de Europa, de las realidades sociales de Europa, e incluso de ubicar a Europa con credibilidad política suficiente en el panorama global. La situación, crítica, se mantiene por el vínculo del euro, que a su vez limita nuestra capacidad de respuesta ante situaciones de crisis, tal y como se evidenció en la crisis de 2008. Por eso el propio título del libro es crítico y habla de una Europa desalmada, de una Europa que ha perdido su alma, en una clara alusión a ese pasaje bíblico neotestamentario que reza “¿de qué sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?”. ¿De qué sirve que Europa salve el euro si pierde su alma? Además, si pierde su alma, llegará un momento en que el euro tampoco será un aglutinante suficiente. 

Prueba de ello son también los planteamientos xenófobos que se extienden como una mancha de aceite por distintos países europeos. El partido de Le Pen en Francia, La Liga en Italia, la presencia de Vox en la política española o lo que sucede en Hungría y Polonia. Señales de alarma de un fascismo que ha emergido de nuevo con características que, a su vez, lo diferencian del fascismo de épocas anteriores. Esa denominación de un nuevo fascismo responde a un denominador común de la Unión Europea que es el euro, una moneda diseñada desde los parámetros neoliberales de las grandes corporaciones cuyo alcance ahora se demuestra muy limitado.

¿Hasta qué punto la Unión Europea puede ser hoy algo más que una moneda común? 

La Unión Europea tenía sentido como proyecto metanacional y puede tenerlo si somos capaces de reconducirlo. Europa ha entrado en los últimos tiempos en una especie de autonegación: hace años hablábamos de un déficit democrático en Europa y ahora hemos visto cómo Europa lleva a cabo prácticas no solo deficitarias desde el punto de vista democrático, sino antidemocráticas. Ejemplos como las políticas de austeridad impuestas a Grecia después del referéndum que convocó el Gobierno de Tsipras o el tipo de tratados de libre comercio internacionales que se han fomentado desde el Parlamento Europeo son manifestaciones de esa autonegación, de ese carácter antidemocrático que se extiende a muchas prácticas políticas en Europa.  

También las cuestiones migratorias, esa “alergia al otro” de la que hablaba el filósofo Lévinas y que se ha instalado en Europa. Pero no es sólo alergia al diferente, sino también una negación de lo que ha sido la historia europea como un proceso de hibridación, de mestizaje, de intercambio en múltiples direcciones. La historia de una Europa que tampoco asume su responsabilidad en lo que han sido procesos en los que fue protagonista en un pasado más remoto colonial e imperialista, situaciones más recientes en el norte de África y Medio Oriente o en otras latitudes donde Europa ha pecado por acción o por omisión.

¿Qué respuesta cabe esperar hacia los refugiados por parte de un proyecto político capaz de hacer lo que hizo con Grecia?

Cabe esperar que la propia fuerza de los hechos, a poco que seamos conscientes de dónde nos sitúan, sea un factor que pueda inducir cambios en una dirección positiva. Es una esperanza que cabe albergar, si bien no cabe mantener respecto a ello una espera pasiva: o se provocan esos cambios o no hay manera de ir en esa dirección y, entonces, Europa fracasará como proyecto de Unión Europea y además se verá ninguneada en el panorama mundial actual. La posición de Europa en los conflictos actuales está fuera de juego, no tiene capacidad de hacer oír una voz distinta y constructiva y está a expensas de lo que deciden otros, sea China, Estados Unidos o Rusia.

Europa es incapaz de mirar a las nuevas realidades y sigue manteniendo una mirada colonialista, como ha sucedido respecto a la situación que se vive en Venezuela. Todos recordamos hace unos meses cómo se le exigía a Venezuela, incluso por el presidente español, que se convocaran elecciones en ocho días. Por muy deseable que sea que haya procesos de democratización efectiva en Venezuela, esa manera de plantear las cosas no deja de estar afectada por una mentalidad colonialista que es insostenible; es imposible generar cauces de diálogo imponiendo. Europa tiene que reubicarse en el mundo y replantearse respecto a sí misma cómo quiere ser.

¿Qué papel juega ahí la izquierda? ¿Existe falta de contundencia en el discurso socialdemócrata a nivel europeo? 

La izquierda en Europa está en una posición muy a la defensiva, salvando los trastos al poder. De vez en cuando hay noticias que suponen un alivio generalizado, como es el resultado del PSOE en las últimas Elecciones Generales o la situación de Portugal, referente como gobierno de izquierdas con suficiente apoyo parlamentario y con políticas que se están mostrando viables. Más allá de eso, el panorama de la izquierda no es muy alentador. Otras victorias electorales de la socialdemocracia, como es el caso de Dinamarca, no dejan de verse contaminadas por elementos que vienen de contextos neoliberales o, a veces, muy presionados por esos planteamientos xenófobos que se instalan en la opinión pública. 

La socialdemocracia aún no ha hecho una puesta al día suficiente. Es cierto que, en cuestión de derechos civiles, en España ha sido claro el impulso que se ha dado hacia la socialdemocracia y que el PSOE ha sabido llevar a nivel legislativo y a otros campos el impulso que supone el movimiento feminista. Pero hace falta que esa socialdemocracia se ponga al día en planteamientos económicos y política internacional para revisar un proyecto que ya no cuenta con lo que en su momento lo hizo viable y exitoso.

En el pasado habló de una “operación de Estado” contra Pedro Sánchez. Ahora, con Podemos en horas bajas, ¿podría decirse que el líder del PSOE ha recogido el testigo de la izquierda en España?

Ese diagnóstico en términos generales es acertado. Hay un electorado desencantado por las políticas y titubeos del PSOE ante las crisis y concesiones del partido (por ejemplo, con aquella reforma del 135) cuyo voto desencantado va a Podemos; ahora, de la misma deriva de Podemos se produce un viaje de vuelta por parte de muchos al PSOE. Es importante decir que el voto ya no guarda la fidelidad de antaño: ya no existen esos vínculos que antes ataban a un partido. Ahora se hacen evaluaciones en un contexto más complejo y el voto hay que ganárselo. Dicho esto, en ese momento había una parálisis de propuestas en el PSOE que hoy sigue dándose. Es verdad que el Partido Socialista tiene una disposición para el diálogo sin duda mayor que la del Partido Popular, y tiene una capacidad para conectar con ciertos sectores del catalanismo que el PP ni tenía ni quiso tener. Pero aun así el PSOE se pone a sí mismo unas líneas intraspasables que no permiten buscar soluciones, porque el diálogo sigue siendo algo muy coartado. Es ahí donde influyen factores de Estado que impiden hacer una reforma constitucional del calado que requiere la crisis actual en España. 

No deja de ser paradójica la idea de que Pedro Sánchez haya regenerado el PSOE.

Pedro Sánchez ha sabido impulsar una situación en el PSOE que había llegado a un callejón sin salida. Estando todavía en el PSOE, supo encauzar esa demanda de democracia interna y, al mismo tiempo, dar respuesta a ese anhelo de presentar un proyecto socialista que, de alguna manera, apuntara a una reconstrucción del mismo en base a las demandas sociales, el movimiento feminista, los pensionistas o la capacidad de situar a España de una manera más proactiva en el contexto europeo. Ahora bien, ese logro hay que mantenerlo con credibilidad y generando la confianza suficiente. Y es ahí donde hay un desafío de cara al futuro. El PSOE tendría que andar muy ágil y con una gran inteligencia política para no fallar a esa cita en la que el propio electorado y otros sectores de izquierda mantienen ciertas reservas. Para muestra, el previo a una sesión de investidura en la que el PSOE está demostrando dificultades enormes para formar un pacto de gobierno, evidenciando cómo no se superan esas reticencias a dar ciertos pasos con mayor decisión hacia la izquierda. 

¿Qué papel le toca jugar ahora a Podemos en la política nacional? 

En Podemos también tienen una situación complicada a diferentes bandas. Con sus divisiones para pactar y lograr posiciones de gobierno en Madrid se ha evidenciado que los diversos proyectos que estaban conviviendo en Podemos no han sido capaces de mantener la articulación de su propia pluralidad. Lamentablemente, visto desde fuera y con todo respeto, sorprende la poca capacidad de interlocución entre los protagonistas de esas diferentes posiciones políticas. Lo deseable es que hubiera capacidad de resituarse, lo cual requiere un trabajo ímprobo de elaboración discursiva, de nuevas formas de organización y de eliminar vicios de la vieja política que se han visto reproducidos muy pronto en los nuevos partidos. También es imperioso renovar los liderazgos y la forma de ejercerlos. Si entramos en una fase de mayor sosiego político en la que las citas electorales se vean un poco más espaciadas, quizá haya oportunidad para todo ello.

Con Merkel fuera de juego y Macron acechando el liderazgo, ¿debe España mover ficha para asumir un rol de importancia en la Unión Europea? 

Es cierto que se mira a Francia y que la figura de Macron ha cobrado relieve incluso cuando ha visto su imagen muy erosionada, pero no veo que sea una estrategia adecuada confiar todo al presidente francés; como decía antes, las situaciones de apoyo pueden ser muy efímeras. Creo que hay que seguir trabajando en el seno de la Unión Europea, articulando la izquierda y evitando sufrir esos equívocos en los que nos podemos ver atrapados. Las reformas no se pueden acometer desde un solo país y España, con la entrada de Pedro Sánchez en el salón europeo de mano de un amplio respaldo electoral, está en su mejor momento para incidir en la búsqueda de alianzas por la izquierda capaces de romper esas relaciones neocoloniales que se dan en Europa. A veces parece imposible que la Unión Europea pueda dar el salto a una situación distinta; más democrática, más solidaria, más inclusiva. Pero es necesario si Europa quiere mantenerse como entidad supranacional con peso suficiente en el contexto global. Algo, por otra parte, aplicable al futuro de España como Estado federal plurinacional. 

¿Es posible articular desde el españolismo tal forma de Estado?

¿Cómo convencemos de que un planteamiento federalista plurinacional no es el problema, sino que es la solución? Es la cuestión que tenemos que resolver. Aquí los hechos son tozudos. Espero que alguna vez la derecha españolista se dé cuenta de que con ese españolismo centralista, que lo sigue siendo a pesar del Estado de las autonomías, con ese españolismo a ultranza, con esa visión neoimperialista que trata de poner otra vez en juego Vox y que se tragan PP y Ciudadanos en el Gobierno andaluz a raíz de los presupuestos, no vamos a ninguna parte. Por ahí es que no se salva ni el Estado español. Por lo tanto, hay que atender a situaciones que de facto están ya presentes de manera ineludible, y cabe esperar que aparezca la suficiente inteligencia política en España en su conjunto para que todo esto se pueda ir resolviendo. Si no, nos veremos abocados a situaciones muy complicadas.

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5 comentario(s)

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  1. cayetano

    Cuando dices que el neofascismo se debe a la zona € o al €, en parte tienes razón, relacionando financiarización de la economía en un momento de elevación exponencial de la productividad, con mano de obra excedente y sus consecuencias. Pero el neofascismo traspasa fronteras geopolíticas y económicas, no sólo atañe al neoliberalismo, la UE o la pretendida convergencia para la zona € a base de política monetaria. Asegurando a los acreedores el control de la inflación-devaluadora de la deuda- y siendo proactiva a la fractura social, manteniendo como motor de crecimiento a la economía financiero-Ponzi, la especulación que acaba en desposesión. El neofascismo es una reacción a una Crisis de Civilización desencadenada por la quiebra de los consensos redistributivos, fundados en las dinámicas y discursos ideológicos de la financiarización del conjunto de la actividad económica. Crisis de Civilización, que además hace eclosionar valores nuevos y hegemónicos fundados por cambios precedentes en los medios y modos de producción e intercambio, con la incorporación masiva de las mujeres a los puestos de trabajo de valor añadido y la formación, que disputan al patriarcado los cambios institucionales que son realidades sociales. Cuya eclosión, ha encontrado en la espita abierta de la crisis del sentido común ocasionada por la Crisis económica y social, su válvula de visibilización. Y que a su vez han abierto sinergias en las luchas sobre la igualdad de género, es decir, de todas las expresiones de género e identidades sexuales. La igualdad de género e identidades sexuales, asumida mayoritariamente por la sociedad, mantiene su lucha por superar las resistencias institucionales, y conseguir la normalización absoluta de la igualdad en diversidad, que convierta en marginal y enfermizo al fóbico, hater o hijo de puta. Pero las Crisis económicas no devienen del neoliberalismo, que es una huida hacia delante ante altas tasas de productividad con bajas tasas de ganancias, provocando a la postre problemas de intercambio y valorización descompensadas al elegir la especulación financiera, en lugar de la redistribución o mengua de la desigualdad. Algo repetido en la historia, decía un economista de los años 30 “hambrunas a trojes repletos”, y se puede observar como períodos de mayor desigualdad coinciden con menor crecimiento (Piketty, aunque su estudio no incorpore el factor cambio en infraestructuras, que podría ayudar a cimentar el origen raíz de dicha sintomatología desigualdad-bajo crecimiento). El destruccionismo vía desposesión reacumulaba capital que se implementaba en nuevas industrias y servicios, impulsadas a su vez por los Estados. Superándose así, cíclicamente las Crisis con la creación de nuevos sectores económicos, industrias, servicios y productos que recuperaban tasas de ganancias y nivel de vida (aunque en ocasiones provocaban grandes guerras y/o Mundiales). Es lo que se llamaba y llama sin dar más trascendencia a su propia definición, Crisis de sobreproducción, que provocan hambrunas al descompensar su oferta; o Crisis de madurez o desarrollo, aludiendo al cierre de lo viejo por lo nuevo, grosso modo destruccionismo creativo. Cuando en realidad son crisis de intercambio provocadas por las resistencias de modelos institucionales que responden a una realidad en infraestructuras (medios de producción e intercambio y/o comunicación en sentido amplio) pasadas o en sustitución por un nuevo paradigma de producción e intercambio, que porta nuevas relaciones o modelos sociales. Así las cosas, en ocasiones, las más de las veces, dichas resistencias y tensiones han provocado Grandes Guerras, incluso Mundiales. Que intervinieron en dos direcciones, borraron de la faz el relieve o paisaje de los viejos paradigmas de Sociedad. Y ello, no sólo por el efecto de las bombas, en las dos Guerras Mundiales pocas bombas, combates o destrucción se produjo en EE.UU., sin embargo fue abanderado del cambio en dichos paradigmas y paisaje. El elemento proactivo que impulso el cambio de paradigma y relieve social, no fue la destrucción y consiguiente reconstrucción de las Guerras, en tal caso, no se entendería que su abanderado fuera EE.UU. Curiosamente fueron otros efectos de las Guerras: uno, la elevación agresiva de la competencia por la supervivencia que exige la máxima eficiencia (nuevas infraestructuras); dos, la economía de guerra, que en la práctica no se distingue de la planificación socialista, es decir intervención y planificación estatal para el cambio de paradigma. La conjunción de preponderancia indiscutida del Estado y la exigencia de máxima eficiencia, con independencia de la destrucción (EE.UU), resultaba consecuentemente en la modernización revolucionaria y paradigmática de las sociedades, y sus nuevas infraestructuras. Y sobre la revolución de la productividad que antes creaba sobreproducción, nuevas instituciones y modelos de relación o sociedad, dieron con la reducción de la jornada laboral, universalización de salud y educación como tantos otros servicios esenciales, sin los que hubiera sido imposible aumentar los niveles de vida y mantener los consensos sociales del mundo que come. Ahora mismo afrontamos varios retos: -De una parte el cambio en infraestructuras. Energías y comunicaciones eran los paradigmas anteriores de nuevos modelos (todos ellos apoyados en el conocimiento). Ahora se suman a la revolución del conocimiento perceptivo humano y/o artificial y su comunicación, sea entre personas y/o cosas que dibujan un escenario desconocido para la humanidad. El conocimiento y su comunicación ha dejado de ser una externalidad económica, y pasa a ocupar directamente su posición como auténtico factor raíz de impulso paradigmático (tal como defendían Romel y otros en la escuela del crecimiento económico y demostró Nordhauss con su trabajo sobre el valor de un lumen desde las cavernas a la actualidad) Ello situará al trabajo futuro sobre la base de la competencia (de competente) más que del conocimiento (a un click), en la artesanía digital, los servicios personalizados, y el juego, entretenimiento, mantenimiento físico e intelectual, cuidados a terceros o al medio ambiente… -De otra parte, como se ha dicho, la financiarización de la economía, exige altos índices de dividendos que no sólo impiden la redistribución del beneficio. Sino que si de un lado hacen crecer la economía vía especulación, de otra aceleran el proceso de destrucción del tejido productivo, al par que basan sus dividendos en especular sobre sectores económicos muy concretos, la construcción, el mercado de futuros, los alimentos básicos… . La revolución de infraestructuras se queda en las plataformas de intercambio y redes, Amazon, Aliexpress, Ebay…, así como Twitter, Faceboock…, que implementan las nuevas tecnologías comerciando con el Big Data y productos, pero que destruyen más empleos de los que aportan, contribuyendo poco o nada a los presupuestos públicos de los Estados. En definitiva asistimos a una elevación de la productividad tecnológica que no alcanza a la redistribución, huyendo al crecimiento económico especulativo de estafas financieras. Impidiendo de esa forma nuevos marcos de relación desde jornadas laborales más reducidas y con elevación de la calidad de vida. Reducción de jornadas, necesarias para el incremento de tiempo requerido sólo para el conocimiento ordinario del desenvolvernos cotidianamente, no digamos ya para adquirir el conocimiento o competencias técnicas que permitan aportar en este nuevo marco social más valor añadido (pensemos en la acumulación de conocimiento y tiempo de estudio dirigido a la juventud, con su continua evolución). -Además, la financiarización de la economía como es lógico tiene de garante y principal beneficiario a EE.UU., quien emite la divisa fiduciaria internacional, el dólar, sangre del sistema circulatorio financiero. Qué confronta con quién ya es la primera economía mundial desde la perspectiva productiva y comercial, China, que no funda su crecimiento en burbujas especulativo-financieras, sino en el crecimiento y ganancias de su economía productiva e intercambio. De ahí que China establezca –en su propio beneficio, claro está- sinergias de crecimiento económico productivo, con planes como el de la Ruta de la Seda (emulando al antiguo Plan Marshall de EE.UU.); mientras los EE.UU. se repliegan económicamente sobre sí mismos, con el discurso de América first, pues sus inercias e intereses se sitúan en la expoliación por especulación financiera y el control de la política monetaria sobre la divisa internacional, permitiéndoles el mayor endeudamiento soberano del Mundo. Europa anda a caballo de estas dos realidades, de la primacía de la financiarización y el impulso del comercio y su economía productiva, pero fuertemente permeada por las financieras noramericanas. Europa, en su encrucijada tiene su oportunidad, pues su subsistencia depende de redistribuir productividad tecnológica como fórmula de alentar nuevos sectores, servicios e industrias exnovo que ocupen a la población, aumentando el nivel de vida (y permitiendo el decrecimiento demográfico). Sólo elevando el nivel de vida de la población, con la redefinición del tiempo productivo, se podrá establecer una nueva relación social u organización que evite catástrofes. Si antes con la elevación de la productividad hemos podido reducir las jornadas laborales y elevar los niveles de vida, ahora con el crecimiento exponencial de dichas productividades ¿qué nos lo impide? Evidentemente se requiere una economía de guerra en paz, para poder impulsar el cambio del relieve o paradigma de modelo social. Y para ello, no sólo se requiere la decisión firme de los Estados, también de la connivencia o aceptación de grandes corporaciones, así como del conjunto de la sociedad. Se requiere un plan de modernización y calidad de vida que sea new deal europeo a exportar, y que mire prioritariamente además de a las grandes potencias, a nuestros vecinos en euroasia y el Mediterráneo. Quizás sea esa situación intermedia de Europa -con un Estado de Bienestar social que USA cataloga de socialismo y al que aspira China- la coyuntura proclive para aportar o arrojar luz sobre los modelos sociales, económicos y políticos que alumbran las nuevas infraestructuras. Europa debe ser consciente de cuál es su papel geoestratégico como impulsor de un nuevo modelo de sociedad impulsada sobre la implementación de estas infraestructuras. De cómo desdramatizar el cambio de status quo internacional, ganar la batalla al desastre climático, y arrojar luz sobre el naciente modelo social. La incomprensión, cuando no la incapacidad, nos pueden arrastrar a discursos ultranacionalistas que acabarían con la posibilidad del progreso para Europa. Por eso es importante que las fuerzas políticas europeas comprendan el rol de los neofascismo o ultraderechismos como subalternos de las fuerzas que quieren fragmentar la posibilidad de respuesta europea, marginalizándonos individualmente. Quiere decir ello, ¿qué compartimos intereses con grandes compañías?, pues probablemente tengamos extraños compañeros de viaje, sea el trayecto más o menos extenso. Lo que no evita ni contradicciones, ni antagonismos, aun coincidiendo en no pocas cuestiones, vivimos en el mundo de su ideología y relaciones sociales dominantes del que somos hijos, compartiendo las mismas infraestructuras dimanantes de estructuras y superestructuras, compartimos esta encrucijada histórica en un contexto geopolítico económico y social con independencia de roles, y se abren alternativas contradictorias pero, más o menos distópicas, más o menos apocalípticas, en función de las alianzas que se articulen y su dirección. Lo que desde luego, requiere Europa, como dice Tapias, no es tanto el € o su zona, aunque en un mundo financiarizado, no vendrían mal fondos de cohesión o resistencia para futuras turbulencias financieras. Sobre todo requiere modernizar sus estructuras sociales y políticas implementando nuevas infraestructuras. Siendo los primeros en fomentar de una vez, el creacionismo superador más que destructor de Shumpeters (invalidado por su alto coste e inoperatividad ante un cambio de paradigma brutal), de esta naciente sociedad con menos tiempo de trabajo, entre otras cosas, por requerir más tiempo de adaptación o capacitación. Un cordial saludo.

    Hace 5 años 2 meses

  2. cayetano

    Por un gobierno de participación. Compartiendo gran parte de los análisis y argumentos de J.A. Pérez Tapias, sin embargo hay que matizar y aportar otros enfoques diferentes. Tanto en lo que respecta a Europa como en lo referente a las izquierdas españolas, fundamentalmente PSOE o Podemos. Empezando por el final, la gobernanza en España no se puede dirimir en los medios de comunicación, por pantállica que sea nuestra sociedad. Hemos asistido a la dilatación de la campaña electoral. Ahora mismo, a la ruptura pública de una negociación, que quedó en tomas de contactos: Podemos al plantear que Sánchez prefiere investirse con las abstención de las derechas (solicitadas por PSOE), en lugar de otras; y Sánchez diciendo que no comulgará con ruedas de molinos, refiriéndose a no aceptar que 1/3 de los votos del gobierno provendrían de UP; y ello porque impiden la consecución de mayorías, sin decir con quién la impiden, aunque por las respuestas de todas las fuerzas del arco político, parece que es con PP y C,s. La realidad es tozuda, y la gobernanza de España o se dirige al diálogo territorial, el progreso social y la modernización ecológica y económica, contando con UP y el apoyo de otras fuerzas, mayoritariamente nacionalistas independentistas o no. O la gobernanza de España se realiza con C,s y PP, atados en corto por Vox. Experimentos de aritmética variable que salten las actuales dinámicas discursivas de las derechas, se antojan harto difíciles y de alto precio. Experiencias de liderazgos meteóricos y fugaces en la socialdemocracia europea hay varios, el más reciente salvador se llamó Mateo Renzi en Italia y su legado es el actual gobierno de Italia. De otra parte, en UP debieran también hacer un esfuerzo de acuerdo y mover ficha, aceptando que en lugar de 1/3 del gobierno, este se conformará por un ¼, y que hasta completar ese tercio fueran figuras de reconocido prestigio, aceptación y propuesta compartida. Se podría alcanzar más que un gobierno de cooperación o coalición, un gobierno de consenso para la modernización ecológica y económica, el progreso social y el diálogo territorial, lo que daría en llamarse un gobierno de participación. Un gobierno de participación en tanto pretende representar las corrientes principales de opinión entorno al cambio climático, los derechos humanos, derechos y servicios sociales, la desigualdad, la modernización de la economía, la cultura de la igualdad de géneros… Y en tanto que no reduce su presencia en los ministerios y otras responsabilidades a personalidades políticas del PSOE o UP, sino dando cabida a reconocidas personas de la sociedad civil. Vivimos tiempos de cambios en el sentido común, como consecuencia de las nuevas infraestructuras, que generan reacciones y fuerzas reaccionarias. Sólo el diálogo participado con la sociedad conseguirá consolidar, trasladar al ámbito institucional lo que ya es sentido común mayoritario y hegemónico en la sociedad. Qué tanto PSOE como Unidas Podemos acepten los resultados electorales, es vital, que entiendan ambos la fatalidad de una nueva convocatoria también lo es. Pero para ello, es fundamental que comprenda el PSOE la imposibilidad de nuevo sentido común desde el diálogo institucional con una derecha reaccionaria, no sólo por involucionista, sino por haber abrazado el discurso de la reacción al nuevo sentido común, que ya es mayoritario en la sociedad. Debe comprender el PSOE, que las derechas españolas no tienen capacidad de cambio discursivo, y que su investidura apoyada en ellos, se interpretaría mal en sus propias filas. Pues quedaría evidenciado a quién se dirige la aritmética variable, que requiere de un gobierno en solitario. Las elecciones anticipadas son un suicidio político anunciado, es el comando suicida por la liberación de…, de la tan traída película de Brian. Esperar un verano es evidenciar aún más la esperanza del PSOE a la presión sobre PP y C,s para sacar adelante la investidura, anticipándose así el alcance que se puede esperar de las políticas del gobierno. Lo que deben hacer, es sentarse sin anuncios, y acordar un gobierno participado en el que entren miembros del PSOE, UP, alguna otra fuerza y miembros de la sociedad civil. La posibilidad de ruptura del gobierno existe y la presión, en tal caso, para la convocatoria de elecciones anticipadas también. La posibilidad de que los nacionalistas vuelvan a las andadas existe, pero parece que existe voluntad de diálogo, de momento nadie anuncia DUI alguna, ni nuevo referendo. Se abre una legislatura de fuerte debate entre quienes representan el pasado, reaccionando involutivamente ante el presente, y quienes han de asentar el sentido común del presente y conformar las bases materiales del futuro. Ese es el reto y la responsabilidad hoy en España. Europa es otro cantar, nuestros cantares en la reacción son mucho más involutivos. Un cordial saludo.

    Hace 5 años 2 meses

  3. yyorepublicana

    no es un problema del euro es el capitalismo salvaje al que no le importa aceptar al nazismo con tal que se aplaste al pueblo y sus derechos , no se puede ir hacia adelante sin saber de donde venimos y aplicar la Justicia y no la impunidad y la chulería!!

    Hace 5 años 2 meses

  4. cambo

    un articulo qe intenta mas de lavado al ppasoe falsario neoliberal , qe hablar de la Ue

    Hace 5 años 2 meses

  5. c

    por el euro y por la UE del PP entera : que permite a sus multinacionales arrasar continentes , esquilmando y creando desastre ecolo, y luego se desentiende de exodos = es complice de ls partidos fascistas qe alientan el racismo o esta sometida a USA y sus guerras qe NOS crean exodos - UE DL PP=VX C$ PPA$:e PPNv uPPN CC CIU ( ad+ dl video interesantes posts cn enlaces ) https://www.youtube.com/watch?v=AgvKaLqMM1I&t=20s - psoe=PPa$:€ mandanga trilera neoliberal https://www.youtube.com/watch?v=We0J4x89toY -

    Hace 5 años 2 meses

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