Palabras mayores
Mariano Gamo / Cura y exdiputado de IU
“La Iglesia ganó la Guerra Civil, más que el Ejército y que la Falange”
Aníbal Malvar 7/07/2019
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Mariano Gamo es un cura risueño que, en cuanto te descuidas, deja de contestarte las preguntas y se pone a cantar versos de León Felipe con música de Paco Ibáñez o Serrat. Y es que también es pianista y poeta. Hijo temprano de la república (nació en 1931) y huérfano temprano de guerra (a su padre lo mataron los republicanos en el 36), cuando el franquismo empezaba a anochecer pasó más de dos años preso en la cárcel de Zamora por cura rojo. En los 90 llegó a ser diputado por Izquierda Unida. Hoy, a sus 89 años, sigue cultivando su vocación de juglar.
“Adusta mañana
de un loco febrero,
al juzgado voy,
de la cárcel vengo.”
Eres hijo de la República y huérfano de guerra. ¿Qué veían los ojos de un niño en aquella España? ¿Se respiraban política y vientos de desastre?
Los ojos de aquel niño de cinco años se abren en el atardecer del 16 de agosto del 36, cuando el alguacil del ayuntamiento de Mondéjar, un pueblo de la Alcarria, requiere la presencia de mi padre para hacerle unas preguntas. Ya no lo volvimos a ver. Al día siguiente, ya se supo que a los seis detenidos los habían fusilado en el antiguo pueblo de Vaciamadrid. Esposados de dos en dos. Los tres años de guerra fueron años de luto en la familia, que mi madre prolongaría toda su vida. Luego Franco mataría a otro tío mío en Calatayud.
Siempre me ha parecido un misterio cómo se llega a tener vocación, o sea, si es un arrebato místico, filosófico, cultural...
Bueno, a los 10 años no se tienen esos arrebatos, a menos que seas un pastorcillo de Fátima o de Lourdes.
¿A ti cómo te llega la vocación?
Las fuerzas nacionales entraron en mi pueblo, y yo no veo más que dos tipos de gente de orden: militares y curas. Los curas, hijos naturales del pueblo, venían de su exilio en Francia. Los militares, estaban alojados en todas las casas. Concretamente, en mi casa había dos o tres tenientes, casi diríamos, en arresto militar: se les acusaba de haberse quedado con unos capotes del único torero notable que había en la Alcarria, Salerito. Entre ser cura o militar, pues, no sé, me resulta más fácil el ser cura, por lo que sea, por el azar. Pero sin que se me aparezca la bendita Magdalena con el prepucio de Jesús, ¿comprendes?
Con 24 años te trasladan a Madrid como capellán del Frente de Juventudes de la Falange. Ideológicamente tuvo que ser toda una experiencia, ¿no? ¿Tú ya te dabas cuenta de las barbaridades que estaba haciendo el franquismo o entras en Falange porque había que entrar en la Falange?
Bueno, yo no entro en Falange. Yo soy un funcionario eclesiástico destinado al Frente de Juventudes de Madrid. Pero yo no tuve nunca carné falangista.
¿Os imponían algún tipo de consigna ideológica? ¿Entonces te identificabas con el régimen por lo que había pasado con tu padre?
Bueno, sí, pero no. La consigna de José Antonio era “ni izquierdas ni derechas”, ni Cánovas ni Sagasta.
¿Y cómo percibías tú con 20 años, cuando sales del seminario, la España de posguerra?
Pues que por fin se había restaurado un régimen ideal y cristiano tras la catástrofe de la Guerra Civil. Esa era la sensación. En esa España nueva que había surgido tras la victoria de Franco, Iglesia y Estado juntaban sus esfuerzos para sacar adelante un tipo de sociedad determinada, la que decían los canonistas: la unión de la Iglesia y el Estado es consustancial con el buen orden en un país.
No eras consciente de las barbaridades que estaba cometiendo el régimen de Franco, las represalias, los campos de concentración.
Mira, Paul Preston, en su Historia del Holocausto Español, da unas cifras de la represión en Madrid y Barcelona, por ejemplo. La represión franquista llega a 4.000 ejecutados; pero es que la represión del Frente Popular con Paracuellos, con el cuartel de la montaña, llega a 8.000 víctimas. Y en Barcelona otros tantos. Son unos 7.000, de los cuales 3.500 son del franquismo y los otros del frente popular.
En 1963 te trasladan a la parroquia de Moratalaz, y tú le llamas a tu Iglesia La Casa del Pueblo de Dios, que parece una etiqueta puesta por lo que entonces se llamaba un cura rojo. ¿Tú eras ya un cura rojo?
Sí, yo era un cura rojo y, como escribió Martín Vigil, un cura comunista.
Cuando cuelgas aquel cartelón de La Casa del Pueblo de Dios, empiezas a ser un hombre sospechoso...
El Jesús histórico es fundamentalmente un ser humano que tiene que luchar contra unos y contra otros, pero que jamás dijo que era Dios
Bueno, yo ya lo era. El superactivo ministro Manuel Fraga me había llamado para dirigir la institución para huérfanos de periodistas San Isidoro. Al entrar a la entrevista, me presenta a un cardenal que salía de allí: “Señor cardenal –hace una imitación extraordinaria de la voz imperiosa de Fraga–, le presento a Mariano Gamo, que viene a colaborar con este ministerio”. Y yo contesto: “Señor cardenal, no anticipe usted sus bendiciones, porque yo vengo a decir que no al ministro”. Fraga no se lo creía: “No le haga caso, señor cardenal. Gamo ha contribuido al éxito del primer congreso de la familia, y va a seguir colaborando”. A mí me temblaron las piernas físicamente, no metafóricamente. Cuando yo me senté frente a él, siguió: “Vaya broma le has gastado al cardenal”. Y yo le contesté: “Mira, Manolo, yo si te he escrito felicitándote por tu ascenso a ministro lo he hecho por pura cordialidad, no para pedirte nada subrepticiamente.
O sea, que Fraga te estaba ofreciendo el cargo para tenerte, digamos, controlado.
Sí, sí. Y le digo: “Lo siento; pero yo no he venido a mendigar ni a aceptar nada. Mi proyecto es dedicarme a una parroquia en la periferia de Madrid”. Y él da un puñetazo en la mesa y grita: “Eres el primer asunto que se me resiste en este ministerio”.
Cuando Franco impone el estado de excepción, en 1969, eres uno de los 735 detenidos en toda España. ¿Por qué te detienen y cómo te detienen?
Se presenta la policía. “Oiga, que le espera el jefe”. El jefe era Saturnino Yagüe, el comisario de orden público. Un señor regordete, bajito, con mala leche. Y cuando voy lo primero que me explica es por qué me ha mandado detener: “Porque estamos de usted hasta la coronilla. Porque usted en su iglesia dice lo que quiere, da la palabra a la gente, rompe las normas litúrgicas, y se reúne con unos y con otros clandestinamente. Y eso para nosotros es insoportable. No teníamos hasta ahora el instrumento para detenerle, pero ahora el instrumento nos lo da el estado de excepción”.
¿Con quién te reunías para que dijeran eso?
En la parroquia se celebraron las primeras reuniones clandestinas de Comisiones Obreras. Y también hacíamos otras reuniones públicas, vecinales. Muchas veces nos cercaba la policía en jeep o a caballo, noble animal que siempre impone. Otra reunión, por ejemplo, fue por una estafa que hubo en Moratalaz. Una tal empresa Martala le había sacado el dinero a los emigrantes del barrio ofreciéndoles pisos baratos. Y no aparecieron las grúas, no se empezaba nunca a construir. Vinieron a pedirme ayuda y decidimos darle una respuesta.
Y tú salías y hablabas con la gente, les apoyabas en las gestiones.
Claro, claro. Era la Casa del Pueblo de la Iglesia. Pues en esta iglesia se va a comulgar con el pueblo y la iglesia va a comunicarse con todos los vecinos y con todos sus problemas. La iglesia era la única organización permitida por el franquismo.
Te condenan a tres años de cárcel. ¿Quién te juzga? ¿Dónde te juzgan?
Durante medio año estoy recluido en el monasterio de El Paular, sometido a jurisdicción militar, bajo tribunales militares. Un día entraron a hablar conmigo dos chicas jóvenes. Eran estudiantes. Y llega entonces el comisario y dice: “No pervierta usted a mis hijas. No las pervierta usted más, porque ya están corrompidas por la universidad”. Cuando ellas se fueron, me confesó que a sus hijas se les había ofrecido trabajar en la policía, simplemente de chivatas.
O sea, que las chicas estaban para sonsacarte.
No, no, no. Se negaron. Por eso decía el comisario que estaban pervertidas. Se negaron a ejercer el oficio de policías camufladas en la universidad.
Cuándo te juzgan, ¿cómo eran aquellos juicios?
El cristianismo no solamente es una no religión, sino que es una anti-religión. La iglesia es uno de los pilares lamentables de la historia de España
A los seis meses, la justicia militar se inhibe en mi caso, y pasó a depender del Tribunal de Orden Público. Me defienden dos abogados de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), del despacho de Paca Sauquillo. El juez es Mateu Cánoves, que tenía una tortura íntima. Su padre, como el mío, había sido víctima de las matanzas del Frente Popular. Ya me había advertido el director general de Seguridad por carta de la línea que iban a seguir: “Parece mentira que usted, siendo hijo de caído por Dios y por España, se preste a los contubernios de la izquierda nacionalista y vendepatrias y tal”. Toda la fraseología del franquismo, o sea. Acabé en la cárcel de Yeserías. Había monjitas que me miraban con cierto temor, pero bueno, no me arañaron ni me sacaron los ojos. Y a las nueve de la mañana me juzgaron y, al final del interrogatorio, el juez Cánoves preguntó si tenía algo más que añadir. Dije que sí. Que toda la acusación que se me podía hacer es que yo luchaba por una Iglesia libre dentro de un Estado libre. Eran palabras de Pablo Vl. Tres años de condena. Y fui trasladado a la cárcel de Zamora.
Famosa precisamente porque allí os juntaban a los sacerdotes que no gustaban al régimen. Tengo entendido que vosotros os oponíais a estar aislados en un módulo, que queríais estar con los presos comunes.
Exactamente.
¿Cómo era esa cárcel? ¿Cómo era vuestro módulo?
Era un pabellón aislado dentro del conjunto carcelario.
¿Os trataban bien a los sacerdotes? Porque aquellas cárceles eran tremendas.
Los funcionarios nos trataban respetuosa y sorprendidamente. Excepto alguno que se ponía chulín con los vascos. Los vascos admiraban mucho a mi madre, que cuando me venía a ver les soltaba la misma arenga a los funcionarios: “Parece mentira. Vosotros estáis guardando las espaldas al régimen. Yo soy viuda por los errores del Frente Popular y vosotros tenéis preso a mi hijo. ¿Con quién me quedo?”.
Hablas de curas vascos, muchos de ellos presos por colaborar con ETA. Siempre me pareció paradójica la Iglesia vasca, bastante antifranquista. ¿Es diferente la Iglesia vasca a la del resto de España?
Un poquito, sí.
En la Iglesia, finales del franquismo, ¿había sectores democráticos fuertes o no? ¿O estaba muy cómoda la Iglesia, la jerarquía eclesiástica, con el franquismo?
Estaba muy cómoda. La jerarquía, sobre todo, estaba disfrutando. Vivía en el paraíso terrenal, considerando la posición canónica que establecía la unión de la Iglesia y el Estado. Era lo que estudiábamos en derecho canónico en el seminario de Madrid. Pero muchos curas de las diócesis éramos desafectos al régimen. Claro que había colaboracionistas bajo la insignia redentora de la cruz: “Al viento nuestras banderas son de la patria y la luz”. La Iglesia había ganado la guerra, más que el ejército y más que la falange.
En el 77 vas de candidato a las elecciones generales por la ORT, maoísta. Supongo que entre muchos de vosotros existía el temor de una vuelta atrás, ¿no? A un franquismo sin Franco, a la represión otra vez. ¿O ya estabas convencido de que la democracia no tenía vuelta atrás?
Creo que todos partíamos de esa base. Pero lo que no queríamos era que la herencia de Franco se pusiera sobre los hombros del PSOE. El PSOE no tenía ningún antecedente antifranquista. Como dijo muy bien Ramón Tamames, el PSOE eran 100 de honradez y 40 de vacaciones.
¿Pensabas que el PSOE no era la solución?
No era de fiar, claro. Y el carrillismo, tampoco.
¿Por qué desconfiabais de Carrillo?
Pues porque tenía responsabilidades en la Guerra Civil. Pero sobre todo porque su ruptura con el stalinismo había sido táctica, no sincera.
¿La Iglesia que sale de la transición abraza sinceramente la democracia o teme perder sus privilegios?
Se asegura la continuación, tal vez con algún retoque mutatis mutandis de las relaciones Iglesia/Estado. Sigue defendiendo el statu quo mantenido generosamente por el franquismo y sus amigos de la conferencia episcopal.
Esos privilegios se mantienen hoy, a pesar de que el socialismo ha gobernado España más de 20 años. Europa Laica cifra en 10.000 millones lo que nuestro Estado aconfesional, de una forma u otra, aporta a la Iglesia católica. Muchos aseguran que el PSOE sigue temiendo a la Iglesia y que no se atreven a normalizar su papel, a pesar de que se ha metido en campañas feroces contra el divorcio, en la época de Felipe González, y contra el aborto, con Zapatero. ¿Cómo entiendes eso?
Como un desnortamiento. Primero de la Iglesia, por mantener posiciones en terrenos no evangélicos. Y también del PSOE, con el vaciamiento de la doctrina de Pablo Iglesias, el auténtico. Yo creo que son dos potencias en plena decadencia. Lo malo es que la decadencia de la Iglesia lleva 2.000 años. El Jesús histórico es fundamentalmente un ser humano que tiene que luchar contra unos y contra otros, pero que jamás dijo que era Dios. Esa divinización de Jesús es la que convierte el cristianismo en religión, por desgracia. El cristianismo no solamente es una no religión, sino que es una anti-religión. La iglesia es uno de los pilares lamentables de la historia de España. Y, claro, hay que ser un buen arquitecto con un proyecto alternativo claro para sustituirla.
Se dice que este papa Francisco es muy progre y muy moderno.
Eso es mentira. Es un peronista del ala derecha.
Hay sospechas de cierto colaboracionismo con la dictadura de Videla.
Bueno, más que con Videla él siguió la pauta de Perón. Yo no tengo datos históricos sobre su colaboracionismo con Videla.
¿El clero español es hoy de derechas?
Con esta Iglesia y los dirigentes políticos de hoy no vamos a ninguna parte
Se puede decir que sí, de una derecha digamos moderada, tipo PSOE. Ambos son gestores del único sistema imperante, que es el capitalismo mundial. Tanto me da el PSOE como el PP. No voto jamás a ninguno de los dos.
Ahora que hablamos del papa Francisco… Las manifestaciones de Renzo Fratini, el que fue nuncio Vaticano en España, sobre la exhumación de Franco, cuestionando incluso si había sido un dictador o un salvador de la patria, bueno, estas actitudes hacen sospechar que sigue latente en la Iglesia, en la jerarquía eclesiástica, el filofascismo de aquel Vaticano que apoyó a Franco, a Hitler, a Mussolini, a Videla, a Pinochet.
Ya te he dicho que considero que la Iglesia es la fuerza superviviente de los aliados de Franco.
Insisto. El Vaticano apoyó también a Hitler y Mussolini de manera explícita.
Pío Xll firmó el concordato alemán con Hitler, que le pagaba religiosamente 100 millones de marcos a la Iglesia todos los años. Y Mussolini había firmado con la Santa Sede el reconocimiento del Estado del Vaticano en el año 1922. Lo que hace la Iglesia es tener un sentimiento de gratitud ante los poderes temporales que la han mantenido. Con esta Iglesia y los dirigentes políticos de hoy no vamos a ninguna parte. Ni la barca de Pedro avanza. Al contrario, ha naufragado contra las rocas de la costa gallega.
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