1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Palabras mayores

El psiquiatra al que temían Franco y Felipe González

Aníbal Malvar Madrid , 30/06/2019

<p>Enrique González Duro.</p>

Enrique González Duro.

Manolo Finish

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.

Enrique González Duro lleva 55 años dedicado a la psiquiatría. Aparte de numerosos libros teóricos, ha publicado varias biografías psicológicas de personajes como Francisco Franco, Fernando VII, Jesús de Polanco y Felipe González. La última de ellas se titula Leopoldo María Panero. Locura familiar. González Duro trató –tanto personal como profesionalmente– al poeta maldito por excelencia de la España última, hijo de escritor franquista, dandi homosexual de la transición, después carne de manicomio y de la prensa poco escrupulosa. “Me odiaba, pero venía al despacho a pedirme 500 pelas”, recuerda. Hubo una época en que González Duro se sintió “el temido” (son palabras suyas), cuando sus intentos de reformar la psiquiatría en España le llevaron a enfrentarse al franquismo y, más tarde, a Felipe González.

Tú llegas a la psiquiatría franquista aún heredera de las directrices del Mengele español, el inefable Juan Antonio Vallejo-Nágera, una especie de doctor loco y torturador que intentaba encontrar una explicación psiquiátrica al hecho de ser marxista.

Vallejo-Nágera ya había muerto cuando me licencio en 1964. En mi época, la psiquiatría española ya estaba totalmente controlada por Juan José López-Ibor. Fue el sucesor de Vallejo-Nágera. Controlaba las oposiciones a cátedra y las instituciones públicas, los tribunales, los nombramientos. Era un cacique absoluto. Tenía una visión muy clásica del tratamiento psiquiátrico. Pero la psiquiatría, que estaba en una situación miserable, al menos empezaba a recibir algo de dotación económica con el primer plan de desarrollo.

También aparecen profesionales más abiertos, incluso ideológicamente, como Carlos Castilla del Pino, comunista, que empieza a publicar los primeros libros en los años 60. Era una especie de luz abierta, aunque ahora ha caído en el olvido. Conectaba una visión social psicoanalítica y situacional. Hoy está bastante olvidado, porque tenía más relevancia su aperturismo que su contenido.

¿Cómo era la psiquiatría franquista que te encuentras?

Cuando era estudiante de Medicina, me fui al manicomio de mi pueblo, Jaén, para ver cómo era, para enterarme. Me enseñaron lo peor. Vi a niños atados a árboles. Una cosa espantosa. Enfermos vestidos con una especie de mandilón que cagaban en el suelo. Te enseñaban lo peor porque te consideraban un competidor. Los psiquiatras de entonces vivían sobre todo de la psiquiatría privada. El que tenía dinero se pagaba una consulta particular. En los manicomios no atendían porque les pagaban muy poco. Estaban allí para ponerlo en las tarjetas profesionales y en las placas de sus consultas privadas. Los manicomios estaban realmente en manos de las monjas y de los carceleros, los auxiliares, a los que elegían por la fuerza que tuvieran, todo músculos.

En los manicomios del franquismo, el tratamiento era básicamente el electrochoque y el choque insulínico, todo dirigido por la santa monjería

¿Qué tipo de tratamientos eran habituales?

El tratamiento era básicamente el electrochoque y el choque insulínico, todo dirigido por la santa monjería. Más que curativo, el tratamiento era represivo para calmar al paciente. Eso de las monjas de los manicomios lo tuve que sufrir yo, incluso ya en 1983. No veas tú cómo se ponían las monjas. Eran un factor de retraso tremendo. Tenían todo el poder delegado de los directores de manicomios. Les daban cuatro instrucciones y luego las monjas hacían con los internos lo que les parecía.

Supongo que los jóvenes psiquiatras os sentíais decepcionados al encontraros ante esa realidad profesional.

Nosotros intuíamos, por libros que llegaban de Argentina, por algunas informaciones europeas y por otra serie de cosas, que fuera de España había un importante movimiento de reforma de la psiquiatría. En Inglaterra sobre todo. Por eso mucha gente se iba a Inglaterra a encontrarse con médicos y psiquiatras de ideas nuevas. Lo decisivo era que la psiquiatría que se hacía aquí no nos gustaba, y que desde el Estado empezaba a fluir dinero, porque en el plan de desarrollo se incluía una partida presupuestaria. Pero era una partida sin planificación, caótica. España quería entrar en la Unión Europea, y para lavar su imagen se invirtió mucho en manicomios. Para nuestra generación eso acabó trayéndonos los primeros contratos con dedicación exclusiva. Se contrata a médicos jóvenes y, al ver cómo funciona aquello, no podemos soportarlo. Es cierto que los manicomios se habían reformado arquitectónicamente, pero en el aspecto de tratamientos seguían siendo lo mismo que lo que vi yo en Jaén cuando estudiaba. Y, claro, nos rebelamos.

¿Llegaste a conocer a López-Ibor, el icono de la psiquiatría franquista tras la muerte de Nágera?

Yo era un chaval muy estudioso, y cuando hice la especialización en psiquiatría la hice con López-Ibor, que después me contrató para su clínica privada. Eso me resolvía el problema económico. La psiquiatría que se hacía allí era una porquería, un engaño, una mitificación. Y nosotros teníamos que seguir esos dictados o nos echaban a la calle. El mito López-Ibor era una mierda. Carecía de contenido real. A mí, particularmente, me vino muy bien, porque allí tuve la oportunidad de conocer a todo tipo de enfermos. No podíamos hacer nada por aquellos clientes ricos, pero por lo menos aprendíamos.

El mito López-Ibor era una mierda. Carecía de contenido real

Pero López-Ibor era algo más avanzado que Nágera...

López-Ibor odiaba el psicoanálisis por su incidencia en el sexo, en la libido... Estando con él, como yo ganaba dinero, empecé a tener sesiones con psicoanalistas. De forma clandestina. Necesitaba un enfoque distinto.

Una de las cosas que me llama más la atención en tu biografía es tu faceta como creador del primer hospital de día en España.

Aquello no surge de la nada. El sistema era muy paternalista. López-Ibor me echó al final, pero como él lo dominaba todo me dio un carguito de becario en el Hospital Francisco Franco. No se percató de la bomba que metía allí. Y no solo por mí. Se empezaba a generar entre los psiquiatras un movimiento espontáneo de rechazo a la situación, y nos vamos agrupando clandestinamente a finales de los años 60. En el año 70, ya el conflicto se hace abierto. Ir a la huelga era peligroso. Hicimos lo contrario. Un encierro indefinido. La prensa fue importantísima. El encierro fue en agosto. Los directores de los periódicos estaban de vacaciones. Nadie se enteraba mucho de nada. Y los periodistas jóvenes aprovecharon para apoyarnos. Tuvimos la habilidad de plantear el conflicto eludiendo cualquier connotación política. Con el conflicto, además, las ventas de los periódicos aumentaron tremendamente.

¿Así de fácil os impusisteis?

Qué va. La resonancia que conseguimos nos llevó a movilizar a 7.000 médicos de toda España y de todas las especialidades, que se encerraron como nosotros. Pero a nosotros nos despidieron, naturalmente. Llegó al hospital la brigada político-social y nos sacó a la calle. A mí el primero. Yo le salí al paso a aquellos mastodontes: “¿Dónde van ustedes?” Me dieron un empujón y después, uno a uno, nos llevaron a un despacho y nos leyeron el despido fulminante. Cuando salimos vimos que toda la manzana estaba plagada de jeeps policiales. Pero los otros médicos siguieron con las movilizaciones. Al final, nos llamaron a negociar. Y nos permitimos el lujo de no ir. Por la presión popular, fuimos reingresados en nuestros puestos de trabajo. El ministro de Gobernación, Tomás Garicano, se dio cuenta de que no podía pararnos y acabaron readmitiéndonos. Y después conseguimos sacarle mucho más de lo que pedíamos al principio. Nos convocaron para formar parte de una comisión paritaria con la administración para reformar la psiquiatría. Algo increíble. Y, entre otras cosas, conseguimos la apertura del primer Hospital de Día de España. Algo que en principio no estaba entre nuestras demandas. El régimen estaba rendido. Nos habíamos convertido en intocables.

Enseguida llega la transición.

Sí, y con la transición se produce una escisión en aquel grupo de psiquiatras renovadores o reformistas. Los más posibilistas se pusieron a la vera del surgimiento del PSOE. Pero un grupo minoritario nos opusimos totalmente a olvidar nuestras demandas. Nos llamaban los ayatolás.

Sin embargo, el PSOE al principio cuenta contigo.

El PSOE me nombró director del Psiquiátrico de Jaén en 1981 para reformarlo. Ya tenían poder municipal y autonómico, los socialistas. Yo sabía que el que da primero da dos veces, así que me puse a hacer la reforma a salto de caballo. Sabía que, si la ejecutaba tranquilamente, no iba a llegar a ninguna parte. Hice reformas simbólicas, pero también significativas. Por ejemplo, permití al personal médico y auxiliar elegir si llevar bata o uniforme, o ir de paisano. Yo no llevaba bata. A mí esta medida me resultó muy útil. Distinguía de qué lado estaban los profesionales. Los que no usaban bata eran los reformistas. Con los otros había que tener cuidado. También tiré todas las llaves de las celdas del manicomio.

No sabéis lo que os espera, pensaba cuando veía a los españoles tan ilusionados con Felipe González

Estuviste solo dos años como director.

Cuando llega el PSOE al gobierno central, me despiden. “Lo que estás haciendo no es lo que nosotros queremos”, me dijo un director general. Yo contesté que mi plan había sido aprobado por la diputación de Jaén. Luego gané el juicio en magistratura y tuvieron que indemnizarme. Ahí me di cuenta ya de cómo iba a ser Felipe González. No sabéis lo que os espera, pensaba cuando veía a los españoles tan ilusionados con él. El PSOE pensaba que una reformita de mierda, limpiando la fachada de la psiquiatría, iba a bastar. Por eso nos despidieron a los cuatro directores de psiquiátricos que nos coordinábamos para emprender reformas. E incluso nos represaliaron: yo no podía dar ni una conferencia en toda Andalucía. Me vetaron. Incluso intentaron no readmitirme en mi plaza en Madrid. Se cebaron en mí. No sé por qué razón, pero yo era el temido. Quizá porque mantenía cierta ascendencia entre los medios después de lo que había pasado en 1970.

Se critica mucho a ciertos psiquiatras de abusar de las medicaciones. Hay quien dice que es por presiones de la industria farmacéutica.

Y lo es. Totalmente. El PSOE de Felipe González, el de la modélica transición, fue un traidor en todos los ámbitos. En el primer ministerio de Sanidad de FG, había un director general que era bastante progre y reformista. Primera orden que recibe de Felipe: “A los laboratorios ni tocarlos”. Y los laboratorios empiezan a sobornar a los psiquiatras con viajes, congresos exóticos, regalos etc. Pero es que, además, el gobierno concede a los laboratorios categoría para formar personal. El lobo en el gallinero. Lo que hace el PSOE es dar primacía a la psiquiatría biologicista y farmacológica hasta un grado invasivo. Fue un retraso, y la industria farmacéutica, gozosa.

Cuando tenía que dormir en el manicomio, porque lo otro que le quedaba era la calle, la salvación de Panero era la hoja en blanco

Frivolizando un poco. ¿Qué trastorno mental sufre la izquierda española, que nunca se atreve a ser izquierda?

Solo hay que observar cómo sube al poder Felipe González, como consecuencia de la intervención de la CIA en el año 70. Este dato lo publicó ni más ni menos que un subdirector de la CIA. Este se entrevista con Franco, que lo recibe medio adormilado: “Déjese usted de experimentos, de reyes nuevos y tal. Queremos que en el futuro de España haya una democracia con un partido socialista moderado y un partido neofranquista”. Y eso es lo que salió. De ahí viene la enfermedad de nuestra izquierda.

En el libro sobre Leopoldo María Panero sugieres malas praxis.

Es mentira eso que se dice de que Panero entraba al manicomio voluntariamente. Le dejaban salir con una cantidad de medicación tremenda y con un medicamento antagonista del alcohol, para que no pudiera beber. Iba sobremedicado, tambaleándose, pero era la única forma en que le dejaban salir.

Sin embargo, llama la atención que, a pesar de la sobremedicación, siguiera manteniendo una producción literaria inmensa.

Porque era su salvación. Cuando tenía que dormir en el manicomio, porque lo otro que le quedaba era la calle, su salvación era la hoja en blanco. Él tenía un proceso de identificación con el padre, el poeta franquista Leopoldo Panero. Muchos dicen que lo odiaba, pero no era cierto. Le tenía miedo. Leopoldo María era homosexual. Lo supo desde muy pequeño. Lo que tenía era miedo a que el padre lo rechazara. Yo lo conocí y lo traté personalmente. Y a mí me odiaba solo por el hecho de ser psiquiatra. Me ponía verde. Gajes del oficio. Aunque luego venía al despacho a pedirme 500 pelas. Venía con un perro y se peleaba con el portero, porque el perro no podía entrar. Nunca me devolvía las 500 pelas, claro. Pero yo le tomé cariño. Creo que ese cariño está presente, también, en el libro. Él nos dedicó un poemario a mí y a mi equipo: “Con afecto incurable”, escribió.

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Angeles

    Siento mucho decir que no tengo buena opinion de este sr. Psiquiatra, a mi hermana que tenia sicosis obsesivas compulsivas, le decia que sus hermanas la hacian daño.y por nuestra culpa le pasaba esto.S i MALO ES confinar a enfermos para toda su vida y que apenas se les medique peor es que los dejen vivir con la familia sabiendo que algunos tienen muchos problemas de convivencia y que la familia no puede asumir a veces son padres mayore

    Hace 4 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí