¡Y usted no pise ese escudo!
La fe y los ascensores
Atleti 3 - Éibar 2
Luis Mengs Madrid , 2/09/2019
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Visita el Metropolitano un equipo cuyo míster, José Luis Mendilibar, modesto hombre de fútbol responde al Cholo cuando éste reivindica la condición del Atleti de equipo del pueblo con un tajante “gilipolleces”. Tal vez con cierta razón si consideramos que Éibar es una ciudad de cerca de 28.000 habitantes –la masa social colchonera duplica esa cifra– y cuyo club de fútbol tiene un presupuesto de menos de la mitad de lo que costó el fichaje de João Félix. Pero Mendilibar, vizcaíno reservado, considera una gilipollez la pregunta, no la propuesta futbolística del técnico argentino a quien no duda en alabar este entrenador solemne, adusto y poco dado a las lisonjas: “Año tras año mantienen la mentalidad de trabajo de equipo pequeño y encima se refuerzan con jugadores buenísimos… Todo lo que hacen lo hacen bien”.
Se roza el lleno otra vez. A la curiosidad de volver a ver al menino de ouro se une el esperadísimo regreso de Diego Costa, el castigado, después de cumplir una sanción disparatada, expulsado esa noche de abril en el Camp Nou –sí, abril– en la que se acordó de la madre del trencilla y también preguntó enojadísimo a Griezmann la camiseta de qué equipo estaba defendiendo el francés. Ahora ya lo sabemos. Olfato del brasileño, y no solo de gol, que este verano le metió cuatro al Madrid en un solo partido. Amistoso, dicen. También esa tarde fue expulsado.
Diego Costa el pendenciero, el salvaje, el irreductible vuelve, cada vez más parecido a uno de esos impagables personajes de Tarantino, aleación de hierro y azufre. Ahí estábamos todos esperando.
Poco antes el Papa Francisco había revelado que se quedó atrapado durante unos 25 minutos en el ascensor del Palacio apostólico mientras se dirigía a la ventana desde donde reza cada domingo el Ángelus y tuvieron que intervenir los bomberos. Se ve que la fe mueve montañas pero no ascensores. Algo parecido le pasó al Atleti, también estuvo atrapado un tiempo semejante, con un calamitoso Llorente con su musculamen gominero y un desnortado Hermoso. Tal era el despiste que en el minuto 7 recibió Oblak el primer gol de la temporada, obra de Charles tras jugadón de Orellana y en el 18 Arbilla de disparo lejano que roza en, ¡oh, no! Llorente, clava el segundo para la escuadra guipuzcoana. Entonces sí, los muchachos decidieron salir del ascensor sin ayuda de bomberos. Abrió la puerta el capitán en campo propio cediendo a João Félix, que con un toquecito de calidad mete el balón en largo para la carrera de Costa. ¿Y quién para al de Lagarto cuando este encara la puerta rival? Nadie. Después de tumbar a un defensa deja al portugués un balón a puerta vacía, primer gol de João en partido oficial. Lodi siguió empujando por su banda izquierda mientras el Éibar aguantó el chaparrón hasta que llegó el descanso. Nicotina, chucherías y frutos secos con cerveza sin alcohol algunos, otros meadita y vuelta a la localidad. Nervios y esperanza.
Salió Vitolo por Llorente. El canario dio profundidad y sentido al centro del campo, Saúl agarró la batuta y Lodi, apenas transcurridos unos minutos filtró un balón medido que el 20 colocó con un toquecito de primera en el palo largo de Dmitrovic. Segundo gol consecutivo, está afinado Machín. Vestía el arquero serbio un uniforme naranja fosforescente poco discreto así que algunos abonados le apodaron con guasa castiza el Rotulador. Pues bien, el Rotulador se pasó buena parte del segundo periodo perdiendo tiempo en cada saque de portería y desde la grada se gritaba: “Luego correrás portero, luego correrás”. Mientras tanto a un Costa desencadenado le anularon dos goles por fuera de juego con suspense VAR incluido. A mi lado Pedro, desde sus serios once años recomendaba: “Hay que sacar a Thomas” pero el Cholo prefirió hacer debutar a otro niño, Rodrigo Riquelme, 19 añitos de mediapunta descarado y talentoso, que pudo meter gol en el primer balón que tocó, al que llegó muy forzado. El público entregado no desfalleció ni siquiera cuando João Félix se fue agotado a la ducha, dejando unos minutos a Thomas para seguir empujando. “Ahora marca Thomas”, sentenció Pedro, y nadie pareció hacerle mucho caso. El Rotulador, que ya había sido amonestado, seguía con su trotecillo, pero correr, lo que se dice correr, nada de nada. Estábamos esperando que saliera la tablilla con el tiempo de descuento cuando Saúl, barullo, bola que recoge tras un rebote Thomas y gol del ghanés. Rugió el Metropolitano con un aullido liberador, besos y abrazos y nada de confetis. Parece que Simeone también exultaba mientras Costa casi mata al autor del tanto en la celebración. Himno a capella para despedir al equipo. La hinchada alrededor se preguntaba si debíamos sacar a Pedro del estadio bajo palio o a hombros. Finalmente dejamos que el muchacho abandonara la grada por su propio pie. Tercera victoria consecutiva por la mínima, esta además agónica. La fe no mueve ascensores pero, al parecer, mueve banquillos. Seguimos en vuelo, ahora ya como líderes en solitario. Por lo menos quince días. Pónganse cómodos y revisen de cuando en cuando la clasificación. Y si les parece oportuno subrayen el equipo que marcha en cabeza. Eso sí, con un buen rotulador.
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Luis Mengs
Luis Mengs es realizador. Algunos de sus trabajos se han proyectado en museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid, Bellas Artes de Bilbao, Fundación Telefónica, Reina Sofía, Nagasaki Prefectural Art Museum, Public Library de Nueva York y el Palacio de Carlos V en Granada. Desde 2015 dirige con mano de hierro una empresa de un solo empleado.
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