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La presencia de numerosos jugadores con pasado madridista en la plantilla del Atlético de Madrid de la próxima temporada es una situación llamativa. Unida a la marcha hace un año de dos símbolos rojiblancos, Fernando Torres y Gabi, y a la más reciente de referencias como Godín o Juanfran, produce inquietud y malestar a un sector de la parroquia del equipo por la posible pérdida del sentimiento y la identidad colchonera en el vestuario. 

Si hace un par de años nos dicen que Adán, Mario Hermoso, Marcos Llorente, Álvaro Morata y, posiblemente, el colombiano James Rodríguez acabarían jugando como locales en el Metropolitano pensaríamos que era una broma. Sin embargo, el fútbol hace extraños compañeros de viaje que muchas veces, y de forma inesperada, terminan dándote grandes alegrías. Algunos ejemplos de ello tienen los atléticos.

“Vine siendo un vikingo y me voy siendo un indio”, dijo Juanfran en su despedida del club después de haber estado ocho años y medio. Tanto él como Filipe Luis, santo y seña del equipo en esta década tan exitosa para la entidad de la mano de Simeone, tienen un pasado madridista, pero eso no ha sido óbice para que los atléticos hayan disfrutado con ellos. Algo parecido pasó con José Luis Pérez Caminero, uno de los héroes del doblete. Y retrocediendo en el tiempo nos encontramos con un Bernd Schuster que completó brillantes temporadas en el Calderón. Hasta Luis Aragonés perteneció al equipo blanco antes de convertirse en el mayor símbolo atlético de la historia. Son ejemplos de que el currículum no tiene por qué marcar siempre el futuro. También los hay en sentido opuesto, por cierto. Recuerden a Juanito o Raúl González.

Pese a esos antecedentes hay unos cuantos en la familia atlética a los que no les gusta que haya menos representantes de la cantera rojiblanca en el primer plantel –sólo Koke, Saúl y Thomas– que los cuatro canteranos merengues. Como mucho, podría igualarse el número si el joven Montero se queda con los mayores. Es tal la paradoja, que actualmente hay el mismo número de jugadores formados en Valdebebas en el primer equipo del Atleti que en el del Real Madrid, en el que únicamente figuran Carvajal, Nacho, Lucas Vázquez y Mariano. Hasta el propio Saúl llegó a pasar, de forma breve y con no muy buen recuerdo, por el bando rival. Resulta chocante, pero prácticamente el 20% de la plantilla rojiblanca vistió en algún momento de blanco.

¿De qué le ha valido a Lucas salir de la cantera? ¿Ha sido ejemplo de transmisión de valores?

Es evidente la importancia de tener en tu equipo a jugadores que hayan vivido desde pequeños los valores que representan a cada club y que los sepan transmitir a los que llegan. Si al fútbol le quitas el sentimiento, se te queda en algo sin sustancia. Pero pasar por la cantera de un club no siempre es garantía de ser un modelo de compromiso. Hay muchos casos en los que jugadores venidos de otros sitios han acabado teniendo más sentido de pertenencia que los formados en casa. En el propio Atleti hay varios. ¿De qué le ha valido a Lucas salir de la cantera? ¿Ha sido ejemplo de transmisión de valores? ¿Y Rodri? ¿De Gea en su día? Sin embargo, jugadores, como Juanfran o Godín, han demostrado que no es necesario nacer con unos colores para terminar sintiéndolos como propios.

Igual de importante que el sentimiento es el compromiso en el campo. Si en el césped demuestras una actitud ejemplar y una entrega como la que podría tener cualquier canterano, es casi seguro que la gente no tendrá tan presente tus orígenes por mucha rivalidad que haya. En ese caso dará igual de donde hayas venido. Esa debe ser la receta que utilicen los canteranos merengues. Y por sus palabras, más de uno parece que la tiene muy presente. “No se puede borrar el pasado, pero el respeto de la gente se lo gana cada uno con lo que hace en el campo”, señaló Mario Hermoso en su presentación. “Es verdad que esta situación es poco común, pero vengo con todo mi trabajo y mi compromiso para ayudar al equipo”, explicó Marcos Llorente en su primer día en el club. Morata puede servirles de ejemplo de cómo cambiar las lanzas por cañas. El delantero madrileño está tan implicado que ha llegado a decir hace unos días que “me siento muy identificado con la filosofía del Atleti, no sólo en el fútbol, sino en todo”.

¿Podía haber elegido el club otros jugadores? Claro. Pero no debemos olvidar que si han llegado es porque Simeone los ha querido

Los gestos de cara a la galería quedan muy bien y son muy llamativos, pero los aficionados rojiblancos tampoco van a pedirles ahora que se besen el escudo. Sería absurdo. Nadie pretende una conversión de un día para otro. Lo que sí les van a exigir es esfuerzo y que lo den todo. Si de entrada no hay amor, que aparezca la profesionalidad. Quizá con el tiempo el sentimiento vaya cambiando por ambas partes. Los jugadores saben que por su pasado es probable que al principio tengan una lupa mayor que el resto. Eso también les puede llevar a dar más si cabe para intentar agradar al seguidor. Hay que tener en cuenta que son chicos jóvenes que están ante un paso importante en su carrera y que son los primeros interesados en tener éxito.

La realidad es que Adán, Hermoso, Llorente y Morata son ahora mismo activos del club, llevan la camiseta rojiblanca, y no sería muy inteligente arremeter contra ellos. Algunos pensarán que el Atleti es un club en el que hay cosas más importantes que ganar y que preservar los valores está por encima de todo. Pero tampoco se trata de tirar piedras contra tu tejado. ¿Podía haber elegido el club otros jugadores? Claro. Pero no debemos olvidar que si han llegado es porque Simeone los ha querido.

En el fútbol actual, tan profesionalizado y mercantilizado, es complicado que el sentimiento mande en las decisiones. En otros países es relativamente normal que los equipos grandes se intercambien jugadores entre sí, incluidos canteranos. En España se ve de otra manera, cuesta más aceptarlo. Sería ideal que cada futbolista de un equipo tuviera la misma identificación con los colores que el seguidor de la grada. Pero eso es pedir un imposible. Lo que sí se puede exigir a los recién llegados es compromiso y respeto desde el primer hasta el último día que estén en el equipo. Para enarbolar la bandera de la identidad, de la pertenencia, de transmitir los valores, han quedado otros que deben tomar el relevo de los que se han ido.