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Arranca el juicio contra Ana Julia Quezada por el asesinato del niño Gabriel Cruz en Almería en febrero de 2018. En un comunicado dirigido a los medios y a la sociedad, Patricia y Ángel, padres del menor, han pedido contención, que se evite el uso de un morbo innecesario que generaría sufrimiento para la familia. Los padres han pedido también que se eviten los juicios paralelos, que se respeten los tiempos del juicio real para que este se celebre con todas las garantías. En resumen, los padres han pedido que los medios de comunicación se comporten de forma responsable, que se apliquen los códigos deontológicos. Que tengan que ser precisamente ellos, que han perdido a un hijo de forma violenta, quienes saquen fuerzas para pedir responsabilidad y ética a los medios de comunicación, dice mucho del estado de las cosas. Pedir una estatua para estos padres sería pedir poco. Pedir que se sonrojen quienes deberían hacerlo sería pedir demasiado.
No es la primera vez que Patricia y Ángel dan una lección de este tamaño en mitad del sufrimiento. Pocas horas después de la aparición del cuerpo de su hijo y de la detención de la presunta asesina, la madre hacía un llamamiento pidiendo “transformar en otra cosa” la rabia colectiva que se había generado en torno a la detenida. “Queremos mandar un mensaje diciendo que creemos en la buena gente”, lanzaba, en referencia a los cientos de personas que de un modo u otro participaron en la búsqueda de su hijo durante 12 días. Cada padre o cada madre tiene el derecho de reaccionar como quiera o como pueda ante un suceso tan doloroso. Nada, tampoco el odio, es reprochable. Pero quien, teniendo el derecho al odio, decide esforzarse para tomar otro camino, es de admirar.
Meses después de su muerte, la imagen de Gabriel Cruz fue usada durante un concierto para reivindicar la cadena perpetua para los asesinos de menores. Los padres pidieron que la imagen de su hijo no fuera usada sin su permiso y no todo el mundo los entendió. De hecho, demasiada gente se negó a comprender algo tan sencillo como que no todos los padres sometidos al shock de una pérdida violenta tienen que seguir la misma hoja de ruta del dolor. Una hoja de ruta que, en demasiadas ocasiones, confluye con el oportunismo de políticos expertos en sacarle partido al sufrimiento.
Como sociedad tenemos dificultades para relacionarnos con la tragedia y es normal. Dolores extremos provocan reacciones extremas. Además del odio, una de las reacciones más habituales como sociedad es la de tratar a las víctimas de sucesos trágicos como héroes. Los padres de Gabriel, como tantos otros que han pasado por algo parecido, no son héroes por haber perdido a un hijo. Lo son por lo que han demostrado después de haberlo perdido. En el caso de Patricia y Ángel, por su lucha para que el odio se convierta en algo diferente. En algo que nos mejora a todos. Desde aquí, gracias, Patricia y Ángel.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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