1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

“Mirad y haceos vuestra propia idea”

A propósito de las objeciones al Nobel de Literatura concedido a Peter Handke por motivo de su posición sobre Serbia

Cecilia Dreymüller 11/10/2019

<p>El escritor Peter Handke en un acto institucional en Viena el 16 de junio de 2019.</p>

El escritor Peter Handke en un acto institucional en Viena el 16 de junio de 2019.

Dragan Tatic

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Publicamos el prólogo que escribió Cecilia Dreymüller para la edición en castellano de Preguntando entre lágrimas, una de las obras de Peter Handke sobre las guerras de los Balcanes. Lo precede una introducción de Ignacio Echevarría:

Un escritor maldito

En una cultura básicamente permisiva, como la actual, en la que el mercado se apropia de todo aquello capaz de suscitar escándalo, se diría que la condición de “maldito” sólo alcanza a ganársela un escritor cuando se arriesga a contravenir el consenso sobre asuntos para los que, con unanimidad a menudo sospechosa, los medios de comunicación han determinado cuáles son las actitudes correctas políticamente.

Un buen ejemplo lo brinda Peter Handke, con su cuestionamiento de la versión oficial sobre las llamadas guerras balcánicas, que tuvieron lugar en la antigua Yugoslavia entre 1991 y 1999.

Desde la publicación de las primeras crónicas de sus viajes por Yugoslavia, llenas de compasión por la población serbia, Handke no dejó de levantar controversias, que se tradujeron en una de las más abrumadoras campañas mediáticas de difamación y de castigo desatadas en las últimas décadas contra ningún escritor, cualquiera sea su signo político. Son conocidas las ruidosas consecuencias de su presencia en los funerales de Slobodan Milosevic, en 2006. Pero lo es menos el precedente inmediato de esa decisión: el ensayo titulado Las tablas de Daimiel, de 2005. Allí Handke relata la visita que hizo a Milosevic en la prisión de Scheweningen, en la Haya. Se trata de un texto impresionante, que prolonga otro anterior del mismo Handke, Alrededor del Gran Tribunal, de 2003, demoledora crónica de su visita al Tribunal Internacional de La Haya en febrero de 2002.

Tanto Las tablas de Daimiel como Alrededor del Gran Tribunal tardaron en ser publicados en español. Lo mismo ocurrió con sus Anotaciones posteriores a dos travesías por Yugoslavia durante la guerra, de 1999. Esto último produce más extrañeza, dado que dichas Anotaciones enlazan con las de anteriores viajes de Handke a la zona, recogidas en los volúmenes titulados Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Moravia y Drina o Justicia para Serbia (1995) y Apéndice de verano a un viaje de invierno (1996), publicados con puntualidad en España. Pero es que, entretanto, el Viaje de invierno había destapado la caja de los truenos, y ya ninguna editorial parecía querer hacerse cargo de unos textos que se daban por apestados.

Fue por iniciativa de Cecilia Dreymüller, una de las escasas voces que desde España salieron al paso de las groseras descalificaciones de las que Handke venía siendo víctima recurrente, que finalmente vieron la luz esos textos, publicados bajo el título Preguntando entre lágrimas por Ediciones Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile.

Recomiendo vivamente su lectura, más allá de las aprensiones que pueda abrigar hacia el autor y sus posiciones respecto a Serbia; más allá, también, de su eventual impaciencia frente a las maneras digresivas, “desviadas”, a ratos circunspectas (deliberadamente antiperiodísticas), que caracterizan a Handke como cronista. Y es que en estos textos no se trata tanto de Serbia como de las mentiras y medias verdades que no han cesado de acumularse sobre un episodio histórico tan lleno de horrores como de sombras. Se trata de la colosal maquinaria de destrucción puesta en marcha –sin el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU– por el sonriente "matarife de la OTAN" (como Handke llama a Javier Solana), y del rodillo que, para ampararla, la prensa internacional ha pasado una y otra vez por la buena conciencia de la ciudadanía, desentendiéndose a menudo de la obligación de investigar sobre el terreno, de contrastar informaciones y argumentos. Todo ello con el concurso de un amplio sector del estamento intelectual que, cuando no ha tomado vehemente partido por la intervención militar, ha hecho gala de lo que Chomsky llama “ignorancia intencional”.

La causa de Handke no era la de Serbia. Ni siquiera era la del pueblo serbio, con el que se solidarizaba. Era la de quienes –como Karl Kraus hace ya tiempo, como Rafael Sánchez Ferlosio hasta hace poco, en España– reconocen en la guerra “el veneno de las palabras” e impugnan la perversa alianza del periodismo y de las bombas, consumada en nombre de la Humanidad. Por errados que pudieran ser sus alineamientos, las dudas de Handke, sus tribulaciones y sus cuestionamientos, eran sin duda fundados. Quienes sospechen de expresiones como la de “guerra humanitaria”, asqueroso oxímoron empleado con frecuencia a propósito de los bombardeos de Yugoslavia; quienes recelen del maniqueísmo empleado por la prensa de toda Europa para relatar un conflicto cuya evidente complejidad –razas, nacionalidades y religiones secularmente mezcladas– reclama un lenguaje mucho menos burdo; quienes se pregunten sobre la legitimidad de un tribunal constituido y financiado por un organismo estrechamente vinculado a los países implicados en la misma guerra cuyos crímenes se juzgan, tienen una lectura –un esclarecimiento– pendiente, tanto más urgente estos días en que, como era de esperar, no han tardado en surgir, con motivo del Nobel otorgado a Handke, las consabidas voces que lo cuestionan en razón de aquellos posicionamientos.

Ignacio Echevarría. 

--------------------------------------------------

Una primera versión de este artículo se publicó en El Cultural en ocasión de la publicación de Preguntando entre lágrimas, de Peter Handke.

                                                                   

                                                     ****

 

Para averiguar la verdad,

hay que contradecir a los hombres.

Heinrich Heine

 

Hace tan sólo diez años que los cuatro miembros más poderosos de la OTAN –Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra– decidieron, sin mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, el bombardeo indiscriminado de un pequeño país balcánico donde un conflicto interno con una minoría étnica había escalado de forma incontrolada. Lo que llegó a llamarse la guerra de Kosovo constituyó la definitiva demostración de la ley del más fuerte en la larga “crisis yugoslava”, cuyo origen y terrible devenir se atribuyó a un único culpable: el nacionalismo serbio.

Curiosamente, el primer conflicto ocurrido en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, en el que participaron los principales estados europeos, ha quedado relegado en poquísimo tiempo a los archivos históricos. Y sigue rodeado de misterio, especialmente en España, como si no hubiese modo de saber cómo fue preparado y quiénes sacaron provecho de él. Las guerras yugoslavas han adquirido un hálito trágico de guerra fratricida, como si el estallido bélico de 1999 y sus precedentes –la guerra de diez días de Eslovenia (de 1991), la guerra de Croacia (de 1991 a 1995) y la de Bosnia (de 1992 a 1995)- únicamente hubiesen obedecido a unas relaciones vecinales mal llevadas. Llama la atención la resistencia a investigar en profundidad y la proliferación –ya sea por interés o por ingenuidad– de una bibliografía principalmente mitificadora, que ignora la responsabilidad de los países vencedores y, de esta manera, sanciona su actuación brutal.

Un efecto secundario de esta mitificación fue el acuerdo tácito entre la izquierda intelectual de minimizar y neutralizar cualquier intento de señalar, en la guerra de los Balcanes, las implicaciones de la política internacional. Quienes disintieron de las explicaciones unilaterales, más todavía si mostraron hacia ellas un rechazo abierto, fueron condenados y perseguidos de la forma más implacable. El caso de Peter Handke es un vivo ejemplo de ello. En 2006, el ayuntamiento de Düsseldorf revocó la decisión del jurado que le había concedido el prestigioso premio Heinrich Heine –dedicado a un escritor comprometido con el entendimiento entre los pueblos–, y, paradójicamente, lo hizo con motivo de la solidaridad mostrada por el escritor austriaco con el pueblo serbio. La medida, adoptada por los políticos locales, fue, en realidad, la culminación de una campaña mediática de difamación y castigo con la que se respondía a la insistente crítica que Handke venía ejerciendo desde 1991 a la participación activa de Alemania en el desmembramiento de la República Federal de Yugoslavia, y a la intervención militar de la OTAN en el conflicto de Kosovo. Al mismo tiempo, Handke venía denunciando el lenguaje sensacionalista de los medios de comunicación, que contribuyeron decisivamente a incendiar y avivar los históricos resentimientos étnicos-nacionalistas entre eslovenos, serbios, bosnios, croatas, montenegrinos y albaneses-kosovares.

Handke venía denunciando el lenguaje sensacionalista de los medios de comunicación, que contribuyeron decisivamente a avivar los resentimientos étnicos-nacionalistas en los Balcanes

Estos motivos políticos de fondo, sin embargo, no fueron esgrimidos por el ayuntamiento de Düsseldorf, ni salieron a relucir tampoco en el subsiguiente revuelo mediático, que degeneró en una verdadera caza de brujas. En lugar de una discusión pública de las controvertidas posiciones de Handke, expuestas larga y detalladamente por el autor en entrevistas, artículos, una obra de teatro, crónicas de viaje, etc., se desató una aparatosa tormenta de indignación moral que se cebó con la comparecencia de Handke en el entierro del antiguo presidente yugoslavo, Slobodan Milošević. Lo que en principio constituyó un acto de protesta contra prácticas condenatorias indiscriminadas, sirvió de pretexto perfecto para descalificar al escritor, para desviar la atención de su consistente crítica a los medios y de su compromiso con las víctimas de los enfrentamientos bélicos. Los más moderados lo consideraban un enajenado; la actitud general, sin embargo, fue más agresiva: se le tachaba de pro-nacionalista y “amigo de un asesino múltiple”. De esta manera quedó finalmente aislado y neutralizado uno de los pocos intelectuales europeos de alcance internacional que había levantado su voz contra la llamada “guerra humanitaria”.

La maraña de desinformación, medias verdades y mentiras que rodea las guerras balcánicas resulta poco menos que impenetrable. Sin embargo, no es aventurado afirmar que esta maraña y el bajísimo nivel del debate sobre la toma de partido de Handke son en gran parte fruto de una “ignorancia intencional”, como la denomina Noam Chomsky, dado que los opinadores más vehementes en el “caso Handke” son intelectuales, políticos y periodistas supuestamente informados. Todos ellos hacen caso omiso de las investigaciones de historiadores y documentalistas sobre los intereses estratégicos y económicos de las potencias involucradas; pretenden desconocer las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y los informes de altos mandos sobre las desastrosas operaciones militares; algunos –como los miembros del ayuntamiento de Düsseldorf– hasta se jactan de no haber leído los libros en los que Handke aclara ponderadamente su visión de la trágica desintegración de Yugoslavia.

En su breve discurso pronunciado en el entierro de Slobodan Milošević, se limitó a declarar que se encontraba allí para estar al lado del pueblo serbio

En su breve discurso pronunciado en el entierro de Slobodan Milošević, Handke se limitó a declarar que se encontraba allí para estar al lado del pueblo serbio. Cuando se trata de lo “políticamente correcto”, sin embargo, parece que poco importan las palabras exactas. Que la disconformidad del escritor se haya contestado meramente en términos morales revela el actual funcionamiento de las democracias occidentales. La negativa de Handke a clasificar a los serbios como un pueblo de asesinos per se y de participar en la demonización pública de su antiguo presidente se aparta del consenso general, y con éste han operado los medios de comunicación, que finalmente han negado a Handke el derecho al disentimiento.

Cuestionar las versiones oficiales, exigir una representación cuidada y matizada por parte de los informadores, que se investigue en el lugar de los hechos antes de opinar, son principios básicos del periodismo cuya aplicación reclamó Handke para todos los implicados en los conflictos yugoslavos. Así se originaron sus crónicas de viajes por Yugoslavia y los “informes” sobre sus visitas al Tribunal Internacional de La Haya. La intención declarada fue, por un lado, mostrar una cara distinta de las guerras balcánicas que la dibujada en blanco y negro por la prensa y la televisión internacionales, y, por otro lado, poner en tela de juicio la imparcialidad y los procedimientos del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.

En siete textos de no ficción más o menos extensos desarrolla Handke este propósito. Emplea en ellos una forma de exposición deliberadamente personal, en la que “relata” su experiencia. A veces satiriza lo que ha visto y averiguado en Yugoslavia y en La Haya; en ocasiones, llevado por la amargura, incurre en evidentes salidas de tono (exabruptos en los que se ha centrado la recepción tergiversadora). Sin embargo, lleva a cabo una argumentación coherente que resulta sumamente reveladora. Al agudizarse la polémica sobre los contenidos de estos textos, sin embargo, dejaron de ser traducidos y publicados en español. Hasta hoy, sólo los tres primeros –Despedida del soñador del noveno país (1991), Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia (1995) y Apéndice de verano a un viaje de invierno (1996)– estaban al alcance del lector hispanohablante. Varias editoriales españolas rechazaron la publicación de los otros por considerarla políticamente inoportuna. En lugar de reconocimiento, su reclamación de veracidad y de transparencia ha granjeado al escritor el desprestigio general –con el distanciamiento de muchos de sus lectores–, aparte de haberlo expuesto desde hace quince años a todo tipo de ataques personales y calumnias (como los que describe en Preguntando entre lágrimas).

Antes del estallido de los conflictos relacionados con el desmembramiento de Yugoslavia el iconoclasta autor de Insultos al público había mantenido una postura más bien distante hacia los temas de carácter político. De hecho, él fue uno de los escasos sesentayochistas críticos con el fervor politizador de sus compañeros de generación, y radicalmente contrario a la politización de la literatura (“Soy un habitante de la torre de marfil”, rezaba el título de uno de sus ensayos, de 1972). Esto no significa que su obra literaria no contenga alusiones políticas. Todo lo contrario: está trufada de comentarios acerca de la situación en Yugoslavia, que conoce desde los años cincuenta. Pero sólo con la violenta escisión de Eslovenia de la República Federal de Yugoslavia, en 1991, Handke comienza a expresarse de forma más explícita, publicando una elegíaca crónica de viaje por la región yugoslava a la que estaba unido por sus orígenes familiares (Despedida del soñador del noveno país).

La familia materna de Handke pertenecía a la minoría eslovena del sudeste de Austria. Este vínculo biográfico incide fuertemente en su obra literaria y constituye la explicación de que sea Handke un escritor plurilingüe y traductor. En Griffen, pueblo austriaco fronterizo con Eslovenia donde se crio Peter Handke, hijo de un soldado alemán y una austriaca eslovena, se hablaba todavía esloveno durante su infancia. Su primera novela, Los avispones (1966), se gestó en la isla adriática de Krk, delante de la costa dálmata; en los años ochenta Handke explora en largas excursiones a pie el país vecino, y una de sus novelas más emblemáticas, La repetición (1986), trata de la historia de la minoría eslovena en Carintia.

De modo que Handke conoce desde su infancia y de primera mano las circunstancias particulares de Eslovenia y de otras partes de Yugoslavia. Y no ha sido en absoluto acrítico con las decisiones del gobierno yugoslavo: en Despedida del soñador del noveno país señala como una “injusticia” la abolición de la autonomía de Kosovo (con la que se agudizan en 1989 las tensiones entre los independistas kosovares y la minoría serbia). Y en Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina va todavía más lejos y da rienda suelta a su indignación en una fantasía de violencia en la que se pregunta, ante las imágenes de los niños asesinados de Sarajevo, por qué “nadie de nosotros aquí, o, mejor aún, uno de allí, uno del pueblo serbio” comete un atentado contra el general serbio Radovan Karadžić.

El móvil del primer viaje, no obstante, es indagar en los motivos de la violenta escisión de Eslovenia. No es la escéptica revisión de antecedentes y perspectivas de una Eslovenia independiente, sin embargo, la causa por la que Handke se convierte en blanco de una ofensiva mediática sin parangón; aunque seguramente levantaba ampollas el hecho de que reconociera y señalara, tras la cortina de humo de los razonamientos liberacionistas, los motivos poco solidarios de los prósperos estados del norte, Eslovenia y Croacia, para desvincularse del centro y sur yugoslavos, económicamente deprimidos. La controversia estalla con la publicación, en 1996, de Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina, recreación de un viaje al país de los “agresores” durante la guerra de Bosnia en el que Handke recoge impresiones personales y testimonios directos sobre la situación desolada de la población civil. Y de paso, sin darle demasiada importancia, corrige tópicos y leyendas sobre los desencadenantes de la guerra de Bosnia y la creación de una “Gran Serbia”. Ésta es la verdadera piedra de escándalo que, sin embargo, los detractores de Handke no tocan abiertamente, dado que resulta difícil de refutar.

levantaba ampollas el hecho de que reconociera y señalara los motivos de los prósperos estados del norte para desvincularse del centro y sur yugoslavos, económicamente deprimidos

La mayor parte del texto versa sobre experiencias cotidianas en el país, afectado por el embargo de la ONU. El método de Handke es premeditadamente subjetivo, y esto es lo que se le reprocha: fijar la atención en los efectos secundarios de la guerra, en vez de hablar de las matanzas de Srebrenica, Sarajevo y Tuzla, minimizando así los crímenes cometidos por serbios. Handke, sin embargo, se dirige precisamente contra la acumulación de datos e imágenes del horror; no quiere someter al lector a su efecto impactante, aparte de que recela de la adjudicación unilateral de las atrocidades, cometidas por militares y paramilitares de ambos bandos.

Una vez finalizada la guerra de Bosnia, una tercera excursión –recogida en Apéndice de verano a un viaje de invierno– lleva a Handke de nuevo a Serbia, esta vez también a territorio bosnio. También aquí su descripción de las ciudades de Višegrad y Srebrenica, irreconocibles tras el saqueo y la quema, rehúsa la gran panorámica de la destrucción, repetida hasta la saciedad por los periodistas. El programa poético por el que se guía la obra literaria de Handke consiste precisamente en una percepción diferente del mundo, que pretende contrarrestar la avalancha de imágenes que obnubila al lector de periódicos y al espectador de informativos televisivos. Se trata de ofrecer una alternativa al lenguaje periodístico, y tal es el propósito de Preguntando entre lágrimas. El relato de los dos viajes que Handke emprende en la primavera de 1999, y que lo llevan directamente a la zona en combate, no presenta un recuento de las operaciones bélicas, ni acusa a los participantes de la catástrofe. Los dos textos elaborados sobre los apuntes tomados durante las visitas a la República de Yugoslavia atacada por la OTAN entonan, por el contrario, un contenido lamento de la destrucción. Igual que en el anterior viaje, Handke pasa por los lugares de los bombardeos para dar cuenta de los terribles efectos de la devastación sobre la gente, los pueblos y ciudades; sobre los monumentos y la infraestructura viaria e industrial.

Y habla un observador que no sólo repara en el dolor y la miseria actuales de las personas, sino que se indigna también ante su futuro. Aunque están a la vista de todo el mundo, las profundas secuelas de la guerra han sido raras veces comentadas en los periódicos, ya que no son noticia. Preguntando entre lágrimas hace ver que, al final de los bombardeos, la economía yugoslava, aquejada de una prolongada crisis, queda literalmente por los suelos, como consecuencia de “operaciones militares que violaron flagrantemente las leyes de la guerra”, como puntualiza Noam Chomsky.Los 32.000 ataques aéreos sobre Belgrado, Kragujevak o Priština, dirigidos en gran parte contra objetivos civiles, destruyeron sistemáticamente fábricas, centrales térmicas, escuelas, puentes y vías de tren, y dejaron atrás centenares de bombas de fragmentación no detonadas.

Los dos textos de Handke invitan a reflexionar sobre estos llamados “daños colaterales”. Con un tono grave y una mirada sensible no obstante a la belleza que surge en medio de la devastación, el relato discurre en un difícil equilibrio entre observación y emoción. En los lugares bombardeados, que por todo el país visitan el autor y sus acompañantes, las escenas descritas, los encuentros casuales con los damnificados hablan por sí solos. Handke recrea una realidad cotidiana más allá de las grandes conmociones. En este sentido, el título de su relato es equívoco. Y se condensa en él algo difícil de captar: el ambiente de apagamiento vital y de depresión económica que se respira en todo el país, ya se trate de las zonas atacadas o de otras alejadas de las acciones bélicas.

Un viaje muy distinto es el que emprende Handke en febrero de 2002 a La Haya. Acude allí con el propósito de asistir como espectador a unas sesiones del proceso contra Slobodan Milošević en el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia (ICTY, siglas en inglés). La institución se fundó en 1993 para juzgar los crímenes cometidos en las guerras de secesión que se libraron entre 1991 y 1999 en el territorio de la República de Yugoslavia. Se trata de una institución financiada por las Naciones Unidas, cuya asamblea general elige también a los jueces y nombra al fiscal jefe. Evidentemente, esta relación con un organismo estrechamente vinculado a los países implicados en la guerra de Kosovo mueve a cuestionar la independencia del tribunal. De hecho, desde varios frentes se ha delatado la instrumentalización política del tribunal. Norman Peach, profesor de derecho constitucional e internacional en la Universidad de Hamburgo, resume así sus dudas: “Si no existiera en la opinión pública europea una amplia condena previa de Milošević, hace tiempo que las graves deficiencias de estado de derecho del tribunal habrían conducido a la suspensión del juicio de Milošević y la refundación del tribunal. No se puede pasar por alto la sospecha de que los estados de la OTAN utilicen el proceso para reforzar, a posteriori, la todavía controvertida legitimación de los bombardeos de Yugoslavia. Parece muy dudoso que, en estas circunstancias, los hechos de los crímenes puedan ser aclarados de forma irrefutable e independiente de la propaganda interesada de las potencias del tribunal”.

Handke, jurista de formación, viaja a La Haya para conocer de cerca los procedimientos de la magistratura internacional, convencido de que Milošević está condenado de antemano. Ya el hecho de que el ochenta por ciento de los acusados en La Haya sean serbios suscita serias dudas sobre la imparcialidad del ICTY, dudas que se confirman plenamente al leer los protocolos y ver las grabaciones en vídeo de los procesos (el juicio contra el antiguo presidente yugoslavo fue uno de los más publicitados de la historia del tribunal; sus protocolos son accesibles en la página web del ITCY; las vistas fueron transmitidas por video–stream). Por otra parte, la fiabilidad de muchos testimonios es dudosa, pues se contradicen de forma palmaria: hay testigos que se han alistado como tales para acceder al programa de protección de testigos y, de este modo, evitar la persecución de crímenes propios.

En Alrededor del Gran Tribunal Handke apenas entra en todo esto. Se desentiende de la información previa de que dispone y refiere exclusivamente lo observado y verificado. Sigue un programa estricto de fuentes directas que incluye las conversaciones con el chófer o los guardias de seguridad del tribunal lo mismo que la descripción minuciosa de los alrededores del edificio. Y en ello intercala múltiples reflexiones, asociaciones espontáneas y reacciones emocionales. Resultan a menudo muy desconcertantes estas divagaciones –como resultan dificultosos los largos períodos enrevesados y los frecuentes saltos de idea en idea del autor–, pero aportan una gran cantidad de aspectos secundarios que se suman al final para proporcionar un cuadro provechosamente diferenciado. Así ocurre con la presentación de Milošević, caracterizado a través de particularidades aparentemente insignificantes de su aspecto y de su comportamiento. O con la digresión sobre sus propios gustos cinematográficos y el hecho de que cada vez más series de televisión y películas estén protagonizadas no ya por policías y comisarios, sino por abogados, forenses y jueces.

los textos sobre el Tribunal Internacional Penal están impregnados de una gran ironía, a veces incluso de sarcasmo, y revelan cierta amargura por parte del narrador

En general, los textos sobre el Tribunal Internacional Penal están impregnados de una gran ironía, a veces incluso de sarcasmo, y revelan cierta amargura por parte del narrador. Ésta viene motivada por la escandalosa desigualdad que aprecia Handke entre las fuerzas que determinan la actuación de la justicia: por un lado, el ex presidente de un pequeño país balcánico, presentado ante la opinión pública como la encarnación del mal; por el otro, la superpotencia de Estados Unidos y de los demás países de la OTAN, que en su momento respaldaron el régimen nacional–católico y racista de Franjo Tudjman en Croacia y el antidemocrático de Alija Izetbegović en Bosnia, que propagaba el estado islámico. A menudo la ironía de Handke se manifiesta en juegos de palabras que la traducción no siempre ha podido reproducir, pero sobre todo en la mirada sobre los coprotagonistas del proceso y el aparato de representación con el que se rodea el ICTY.

Cuando Handke acude por primera vez a La Haya, el proceso contra Slobodan Milošević acaba de empezar. Duraría cuatro años, de 2002 hasta 2006, y terminaría con la muerte del acusado, por lo que no llegó a fallarse sentencia. En su segunda visita a la ciudad holandesa a orillas del Mar del Norte, plasmada en Las tablas de Daimiel, Handke acude como invitado del tribunal. La defensa de Milošević ha solicitado su testimonio como testigo, como expert witness, a lo que Handke se niega. Asiste a un encuentro con el acusado Milošević porque busca entender la “relación de conjunto” y quiere aclarar para sí mismo las intrincadas y contradictorias relaciones causa–efecto de las guerras balcánicas. Para ello, opta de nuevo por un procedimiento de naturaleza literaria: emplea metáforas, “historias” y un discurso elíptico en el que sopesa pros y contras y justifica su propia inhibición. Este afán de explicación es muy patente en Las tablas de Daimiel y se manifiesta en la recuperación de argumentos y datos de textos anteriores. Pero, sobre todo, se descarga en ese discurso elíptico tan impenetrable a veces, donde se juntan la cautela y el recelo adoptados por Handke tras las continuas tergiversaciones de que son objeto sus declaraciones en los medios de comunicación.

Así que Handke se propone de nuevo convencer con una exposición subjetiva de lo que él mismo ha observado y oído, tomando notas de la organización del proceso y del lugar. Describe al detalle el edificio de la Corte –por fuera y por dentro–, lo mismo que la prisión donde se encuentra Milošević. El cuestionamiento de la legitimidad del tribunal y la justicia de la causa se basa una vez más en “detalles significativos”, pormenores que, si bien a primera vista no vienen al caso, sin embargo sintetizan el ambiente del lugar y marcan el contraste entre la amable apariencia del barrio de La Haya en el que está ubicada la Corte Internacional y las atrocidades que se tratan en su interior.

El texto tiene un tono claramente enfático (lo cual se percibe, entre otras cosas, en la puntuación desmedida del original). Handke ha tratado de conservar la inmediatez de las impresiones recibidas: durante la visita a la prisión, al oír la voz de un niño yugoslavo en los pasillos, el visitante y Milošević se distraen de su conversación a causa del acento de ternura que impone esta presencia infantil en el entorno de la prisión. Hay muchos momentos sentimentales como éste en los escritos supuestamente más objetivos de Handke, incluso se diría que en general su idea de Yugoslavia está impregnada de sentimentalidad. Esto puede agradar o desagradar al lector, pero introduce indudablemente una nota humana en un contexto en el que se ha perdido todo vestigio de humanidad. Handke trata en cada momento con personas y no con funcionarios, estadistas o criminales. Y su retrato de Milošević –el hombre que para él no es inocente, pero es al menos “no culpable” hasta que haya veredicto– es el de un ser humano (recordándonos así una de las grandes lecciones de Hannah Arendt en su protocolo del juicio de Eichmann en Jerusalén).

Recientemente, tras el nombramiento de Serge Brammerz como fiscal jefe del ICTY, el tribunal ha dado indicios de emprender una recapitulación de sus procedimientos partidistas. Desde la intervención de Rusia en el conflicto de Georgia con los independentistas de Osetia del Sur, cada vez más políticos europeos condenan públicamente la actuación de la OTAN en Kosovo. Y a pesar de que ya en Preguntando entre lágrimas Peter Handke había advertido que la edad de la información había terminado, últimamente van en aumento las pruebas de las manipulaciones informativas de los países implicados en los bombardeos de Yugoslavia. Pero con sus escritos sobre Yugoslavia Handke no sólo lanza una crítica a los medios, sino que rompe el monopolio informativo y ofrece otras imágenes; y con su airada exclamación de Preguntando entre lágrimas –¡Mirad y haceos vuestra propia imagen!”– desafía al lector a independizarse mentalmente de los medios, o, al menos, a hacerse cargo de su ignorancia política.

---------------------------------------------------

Prólogo a Preguntando entre lágrimas, de Peter Handke, traducción de Cecilia Dreymüller, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2010.

 

Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Cecilia Dreymüller

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Belisario

    Un texto muy interesante, aunque me sorprende la referencia a Radovan Karadzic como general serbio, cuando su cargo era el de presidente de la República Srpska de Bosnia.

    Hace 4 años 5 meses

  2. Belisario

    Una lectura muy interesante, aunque se me hace rara la referencia a Radovan Karadzic como "general serbio", cuando en realidad fue presidente de la República Srpska de Bosnia.

    Hace 4 años 5 meses

  3. andres

    Por cierto, ¿Por donde para ahora el javierito solana, el carnicero de serbia, ese payaso al servicio de los gringos y que puso de moda los "daños colaterales"? ¿Que fue de aquello de mister PEC? o como demonios se diga esa patochada de la otan. No se porque me suena a mister puerco. No sigo porque me censurais pero del tribunal de marras y todos los periodicos de entonces !Y de hoy¡ ... Bueno me voy.

    Hace 4 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí