1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Paul Preston / Historiador

“No es nada común que los políticos se comporten como promotores del interés nacional”

Sebastiaan Faber 2/11/2019

<p>Paul Preston en 2004.</p>

Paul Preston en 2004.

Wikimedia

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Paul Preston (Liverpool, 1946) lleva más de medio siglo dedicado a la historia moderna de España. Fue Hugh Thomas quien le introdujo al campo, allá por los años sesenta, en la Universidad de Reading. Después de aprender español –con la ayuda de un diccionario y un grupo de amigos colombianos que conoció en el bar de la universidad–, viajó a la España franquista para sumergirse en el laberinto político de los años treinta, aunque nunca dejó de estar atento a los acontecimientos políticos del presente. De hecho, uno de sus primeros artículos publicados, de 1974, analizaba las consecuencias del asesinato de Carrero Blanco, ocurrido el año anterior. Por esa misma época sirvió como intérprete para la Junta Democrática, una coalición de las fuerzas de oposición al régimen franquista, trabando amistad con sus cúpulas. Su primer libro, sobre la Segunda República, salió en el mismo año que la Constitución de 1978. Ocho años después, publicó El triunfo de la democracia en España, su relato de la Transición. Entre sus obras más recientes destaca El holocausto español (2011), que narra con gran detalle los episodios de crueldad y violencia ocurridos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.

Es difícil exagerar la importancia de Preston en la historiografía del siglo XX español. Además de su propia obra –ingente–, formó a varias generaciones de historiadores anglófonos (Shubert, Balfour, Richards, Ealham) y españoles (Moradiellos, Romero Salvadó). A finales de los años 80, descubrió su gusto por la biografía. En 1993 salió su monumental vida de Franco; en 2004, una biografía casi igual de extensa sobre el Rey Juan Carlos. También ha dedicado estudios biográficos a figuras tan diversas como Santiago Carrillo, Mercedes Sanz-Bachiller, Dolores Ibárruri y Nan Green, una enfermera inglesa que sirvió como voluntaria en la Guerra Civil. Aunque se jubiló hace varios años de su puesto en la London School of Economics y lleva años con serios problemas de salud, sigue escribiendo como un obseso. Al mismo tiempo, dirige el Centro Cañada Blanch para Estudios Españoles Contemporáneos (CBC), desde el cual coordina la colección editorial más importante de libros en inglés sobre historia española.

Preston habla un inglés repleto de tacos, con un acento inconfundiblemente liverpudliano que, para oídos extranjeros, no puede por menos que recordar a los Beatles. De hecho, son de la misma generación, como se empeñó en subrayar Ricardo de la Cierva, historiador oficial del franquismo, en la primera página de su libro No nos robarán la Historia (1995). “Lo de los Beatles no es simplemente un paisanaje”, escribió el español con sorna, “sino casi un parecido físico”. A diferencia de sus cuatro compañeros más famosos, agregó de la Cierva, Preston “por misteriosas razones sintió atracción hacia la historia de España a la que ha dedicado varios libros, todos lamentables”.

A Preston, hoy, las punzadas de don Ricardo le hacen gracia. Hincha acérrimo del Everton Football Club, está acostumbrado a la sorna y las esperanzas frustradas. Pero ello no impide que el tema le excite: este año, su club está teniendo un arranque de liga especialmente complicado. “Es para volverse loco”, me dice cuando nos hablamos por teléfono a finales de octubre. “Una semana juegan tan bien que crees que pueden llegar a ser campeones. La otra, te preguntas por qué no han bajado a segunda todavía”. 

Su conexión con Everton la asume como parte de su identidad, así como su posición política. “Soy de una familia de izquierdas”, me dijo cuando le entrevisté hace algunos años. “Es difícil no serlo si naces en el ambiente obrero del Liverpool de la posguerra”. Como historiador de la Guerra Civil Española, adopta naturalmente un punto de vista progresista; y se cansa del hecho de que todavía cause escándalo. “Mis amigos historiadores que trabajan sobre la Segunda Guerra Mundial nunca se ven obligados a justificar que lo hacen desde una posición crítica de los nazis”, me dijo. “¿Por qué los que trabajamos sobre España no podemos partir de una posición igual de crítica con el franquismo?” “Emocionalmente”, reflexionó, “mis sentimientos hacia la República contienen un elemento de indignación por su derrota. Me solidarizo con los perdedores. Quizá sea por eso que nunca dejaré de tifar por Everton”.

Esta semana hemos vuelto a hablar porque acaba de publicar Un pueblo traicionado, un nuevo libro ambicioso que narra los últimos 145 años de la historia española a partir de tres hilos conductores: la corrupción e incompetencia de la clase política y las profundas fracturas sociales que estas llegaron a producir. 

Su libro tiene más de 700 páginas. Otro tocho.

El tamaño me produce sentimientos encontrados. Me dejé persuadir por mi agente, que esperaba algo mucho más breve. En realidad, el libro ha salido tan largo porque responde a una doble motivación. Por un lado, quise hacer una versión actualizada de la gran historia de España de Raymond Carr. Por otro, es un ensayo político más puntual sobre el papel de la corrupción, la incompetencia política y la división social durante la historia española desde 1874. Por más que escribirlo solo me haya costado seis años, en el fondo se nutre de medio siglo de labor de investigación.

El último capítulo llega casi al presente, con las condenas del caso Gürtel; de hecho, incluye eventos ocurridos este año, como la entrada al Parlamento de Vox en las elecciones del 28A.

Dudé si cerrar el relato antes. Consideré una estructura más simétrica que comenzara con la restauración de la monarquía en 1874 y terminara con la subida el trono de Felipe VI en 2014. Al final rechacé esa idea. Pero la verdad es que la redacción de esa última parte ha sido una pesadilla. Me gusta contar las cosas en orden cronológico; el problema es que los detalles de los grandes casos de corrupción pueden tardar años en conocerse.

Supongo que no todos recibirán con agrado una historia española centrada en la corrupción e incompetencia de su clase política. No sé si ha escuchado hablar de “España Global,” una iniciativa gubernamental dedicada a difundir la idea de que España es una democracia moderna consolidada. En una presentación del mes pasado, la secretaria de Estado dedicada al tema, Irene Lozano, dijo que es hora de que los españoles “se narren a sí mismos” y que con demasiada frecuencia han adoptado la visión de “los enemigos de España”.

¿Se estaba refiriendo a mí? (Risas.) Bromas aparte, son conceptos muy cargados. A fin de cuentas, cuando Franco decía “España”, todo el mundo sabía que el término implicaba la existencia de una “anti-España”. Es curioso que se siga hablando en esos términos. Hace algunos meses, cuando entrevistaron al escritor Andrés Trapiello, le preguntaron sobre Un pueblo traicionado, cuya publicación ya estaba anunciada. Dijo que mi libro parecía “otro más en la estela de los que les gustan a aquellos que se resisten a pronunciar la palabra España. Una especie de hispanofobia actualizada”. Una cosa es que opine sobre un libro sin haberlo leído. Otra distinta, llamarme hispanófobo. ¿Hispanófobo, yo? Cualquiera que lea mis libros verá dos cosas: un gran amor por los españoles y un profundo desprecio hacia la mayoría de los políticos del país. La cita de Antonio Machado que incluyo en la primera página de Un pueblo traicionado resume bien lo que pienso: “En España”, decía Machado, “lo mejor es el pueblo. … En los trances duros, los señoritos … invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”. 

Como hispanófilo que es, su dedicación a la historia de España también tendrá una dimensión emocional.

Todos mis libros despiertan sentimientos diferentes en mí. Un libro como El holocausto español no deja de ser un grito de dolor por el pueblo español. La mayor conexión emocional quizá la tenga con El final de la guerra, mi libro anterior a este, que trata de los últimos días de la República. Siempre me ha maravillado cómo, a pesar de las condiciones desastrosas de la guerra, la gente siguió luchando por una república que sentía suya. Otro libro muy personal es Idealistas bajo las balas, que habla sobre los corresponsales extranjeros durante la Guerra Civil. De alguna forma, me reconozco en gente como Vincent Sheean, del New York Herald Tribune, o Jay Allen, del Chicago Tribune. Allen, además, era el mejor amigo del historiador Herbert Southworth, de quien llegué a ser muy amigo yo después. Esos corresponsales, como yo, se enamoraron del pueblo español. Y la experiencia de la guerra les cambió la vida. Fíjate que cuando llega a España, Herbert Matthews, el gran corresponsal del New York Times, aún simpatiza con el fascismo. Acaba de estar en Etiopía; le gusta lo que Mussolini está haciendo allí. Pero el tiempo que pasa en España le transforma completamente.

A pesar de las condiciones desastrosas de la guerra, la gente siguió luchando por una república que sentía suya

El título de su libro, Un pueblo traicionado, invoca una idea que, como usted mismo explica, es ya bastante antigua: que al pueblo español –bueno, decente y noble– le ha tocado, fatalmente, una pésima clase política, tan corrupta como incompetente. Establecer una división moral tan nítida entre pueblo y clase dirigente, ¿no es, en el fondo, un gesto populista?

Si insinúas que el título se presta a una especie de narrativa trumpiana, no estoy de acuerdo en absoluto. Ni tampoco creo que quepa ver demasiada continuidad histórica en lo que respecta a la corrupción. Es verdad que en el libro menciono al Lazarillo de Tormes y El Buscón como ejemplo de la corrupción española como elemento de su supuesto carácter nacional desde hace siglos. Pero no creo que haya una línea que conecte a El Buscón con Bárcenas. La corrupción picaresca se suele dar en sociedades relativamente pobres en que uno tiene que ser listo y espabilado para sobrevivir. Es muy diferente de lo que vemos en casos como Javier de la Rosa o el mismo Juan Carlos de Borbón, cuya motivación por seguir enriqueciéndose se me escapa, la verdad. Puede ser ingenuidad mía, pero tampoco entiendo por qué se le ocurre a un jugador de fútbol cambiar de club para subirse el sueldo semanal de 200.000 euros a medio millón. ¿Cuántos coches caros puede conducir al mismo tiempo? ¿Cuántas mansiones necesita una persona? 

Frente al esquema que distingue entre un pueblo español decente y unas élites corruptas, también se ha esgrimido la idea –a veces a modo de excusa o justificación– de que la élite española no es peor que la ciudadanía. La corrupción, entonces, sería más bien un problema endémico. ¿Y no es verdad que afecta a muchas otras esferas? Pienso en la universidad, por ejemplo, o la judicatura, el mundo empresarial...

Antes, quizá sí; pero mi impresión es que en ese sentido las cosas han mejorado mucho. La universidad española, por ejemplo, es menos corrupta de lo que era durante el franquismo o cuando yo empecé a frecuentar el país. También ha cambiado mucho la Guardia Civil, a pesar de lo que cuento en el libro sobre el caso de Luis Roldán. Por más que me cueste admitirlo, hoy las fuerzas del orden españolas son relativamente decentes. Sobre la judicatura no puedo opinar. Entiendo que es muy lenta. Claro, también es muy conservadora, pero eso no significa que sea corrupta. 

Su libro cubre un siglo y medio. ¿Hasta qué punto esa perspectiva histórica ayuda a comprender los casos más recientes que trata en su último capítulo, y que incluyen al Partido Popular, al PSOE, Convergència i Unió y la Casa Real?

Es importante recordar que mi libro no pretende dar un análisis sociológico de la corrupción en España, ni mucho menos. Lo que he escrito es una historia política, iluminada por un enfoque temático en la corrupción, la incompetencia política y la división social. Desde luego, es tentador ver estos tres temas como constantes y concluir que las cosas no cambian. Pero no es lo que hace mi libro, al contrario. Intento demostrar, por ejemplo, cómo el catalanismo de comienzos de siglo, que empieza como un movimiento de la alta burguesía, se hace ligeramente más popular y cómo ese cambio ayuda a explicar la llegada al poder de Primo de Rivera. Y explico cómo la corrupción de la dictadura de Primo –que alcanza unos niveles realmente pasmosos– allana el camino para la Segunda República. Narro cómo se produce una guerra civil, y cómo la dictadura franquista –también profundamente corrupta– supone una continuación de esa guerra por otros medios.

Pero fíjate que cuando llegamos a la muerte de Franco ocurre una cosa curiosa. El período que va desde su muerte hasta 1988, aproximadamente, es uno de los menos corruptos de toda la historia reciente, al menos en lo que yo he podido averiguar. ¿Por qué? He llegado a la conclusión de que es un momento extraordinario en que la clase política –impelida, eso sí, por la voluntad popular– privilegia, por una vez, el interés nacional sobre sus propios intereses privados. Para mí, esta actitud, en el fondo, responde al mismo ímpetu que el llamado “pacto del olvido” que, entre otras cosas, es un sentimiento cívico: hay que hacer que esto funcione, no podemos regresar al franquismo, pero tampoco queremos otra guerra civil. No es nada común que los políticos se comporten como promotores del interés nacional, ni en España ni en otras partes; no recuerdo, por ejemplo, cuándo fue la última vez que ocurrió en Gran Bretaña.

No es nada común que los políticos se comporten como promotores del interés nacional

Ahora, ¿por qué vuelve la corrupción a finales de los años 80? Tengo para mí que hubo un cambio de actitud, de sensación, entre la clase dirigente: un ‘ahora nos toca a nosotros’. Algo similar debe de haber ocurrido en el caso del Rey Juan Carlos, al que llegué a conocer bastante bien cuando escribí su biografía. El Rey debió de haber pensado que, después de que le robaran la infancia y adolescencia, y después de jugarse el pellejo por la democracia, le tocaba un cómodo “descanso del guerrero”.

Antes habló de los sentimientos que informaron sus diferentes proyectos. ¿Qué emociones ha despertado este último libro suyo? 

La verdad es que su redacción me ha pillado en una época inmensamente difícil. El brexit ha sido un proceso muy doloroso y deprimente para toda mi familia y todos nuestros amigos. Pasé por serios problemas de salud. En fin, han sido unos años infernales. 

Pero no ha parado de trabajar.

Fíjate que no lo veo como trabajo. Es lo único que sé hacer; no sé qué haría con mi tiempo si no me dedicara a escribir. Como historiador, me veo principalmente como narrador de relatos. Me dedico a escribir historias que, creo, exigen ser narradas. Te puedes imaginar la necesidad que sentía por narrar la historia de El Holocausto español. Fue un libro controvertido, desde luego, pero sigo recibiendo montones de correo de lectores para quienes esa obra tiene una gran importancia. Sin embargo, su redacción fue una experiencia horrible porque horribles fueron los episodios que describo en él. Había días en que, al llegar a casa, mi mujer me encontraba literalmente llorando. Pero, a pesar de todo, estaba convencido de que ese proyecto era necesario, que valía la pena. 

Después, me puse a trabajar en Un pueblo traicionado, pero lo tuve que dejar cuando me pidieron que escribiera una biografía de Santiago Carrillo. Esa fue una experiencia bastante rara. A Carrillo le conocía bastante bien, ya desde los años setenta; siempre le había visto, en lo básico, como uno de los buenos. Pero cuando me puse a investigar las entrañas de su relación con el Partido Comunista, viendo cómo despachaba a sus enemigos y rivales, se me apareció bajo una luz distinta. Después, me distrajo el proyecto sobre los últimos días de la República. Ese me pareció un libro necesario porque, como sabes, soy un gran fan de Juan Negrín, al que considero como el político español más brillante del siglo XX. En ese libro, quise desmontar las mentiras difundidas por el coronel Casado –un personaje siniestro si los hay– y las que todavía se cuentan sobre él. 

Y mientras, seguía trabajando en Un pueblo traicionado.

Cada vez que volvía al proyecto, me entraba un miedo al aburrimiento, en parte porque había grandes partes de la historia que ya había cubierto en otras obras anteriores. Pero la verdad es que el enfoque en la corrupción ha ayudado a vivificar el relato. Algunos episodios son tan grotescos que llegan a ser graciosos. El tema de las suscripciones populares, por ejemplo. Primo de Rivera, Queipo de Llano y Franco los tres organizaron grandes recaudaciones entre la ciudadanía, supuestamente voluntarias, que llegaron a engrosar, directamente, sus cuentas bancarias. Recuerda a Trump y sus intentos por organizar grandes encuentros diplomáticos en una de sus propias propiedades. 

Lo que también recuerda a Trump y su obsesión tuitera son las notas oficiosas de Primo de Rivera, que los periódicos estaban obligados a publicar gratuitamente. Las redactaba él mismo, muchas veces de madrugada, borracho como una cuba después de una noche de jarana. Así como Trump con sus tuits, Primo usaba esas notas para jactarse de sus propios talentos, presumir de su éxito entre las mujeres, etcétera. 

Pero otros casos de corrupción que describo simplemente causan pasmo. Como el de Pilar Franco, la hermana del dictador, que siempre se presentó como viuda pobre. En realidad, se aprovechó de su posición para hacerse millonaria. A partir de 1957, con la ayuda de un estafador, llegó a falsificar mapas y documentos del registro de la propiedad que le permitían vender y comprar terrenos que ya tenían otros propietarios. Para colmo, en los años 60 y 70 llegó a percibir indemnizaciones millonarias del Estado por la “expropiación” de terrenos que había conseguido ilegalmente. Cuando descubres cosas así, no puedes por menos de quedarte maravillado. ¿Cómo se atrevieron? Bueno, claro, se atrevían porque podían: es la ventaja de tener como hermano al mismo Caudillo.

Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí