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Si la estrategia de Pedro Sánchez era repetir elecciones para mejorar su posición en el tablero, el resultado del experimento ha sido un fracaso absoluto. El PSOE no sólo ha empeorado el resultado que consiguió en abril, sino que la ecuación para llegar al gobierno es ahora más complicada que hace unos meses. Un fuerte aplauso para el estratega Iván Redondo.
En el andamio de Ferraz un Pedro Sánchez sonriente da las buenas noches al personal y coge carrerilla con la frase que arrancará su discurso: “El PSOE ha ganado las elecciones”. Gritos, ovación, campeones, oé, oé, oé. Por algún motivo, en mitad de la fiesta, la mirada del presidente en funciones parece haberse ido a fumarse un piti a un lugar más tranquilo. El motivo de esa mirada ausente tiene varios nombres. Uno de ellos, quizá el principal, se llama Albert Rivera. Si en abril los asistentes en Ferraz gritaban “Con Rivera no”, en noviembre no ha hecho falta que griten nada porque la calculadora se ha encargado de todo. Con Rivera fuera de combate, desaparece el posible facilitador del nuevo gobierno del PSOE.
Otro de los motivos de esa mirada se llama Vox. No porque la gran subida de la extrema derecha consterne a Sánchez, sino porque el resultado de Vox ata de pies y manos al PP. La opción preferida del IBEX –un gobierno de llámalo coalición, llámalo entendimiento, llámalo– de PP y PSOE se desvanece. Pablo Casado no puede permitirse el lujo de inmolarse uniéndose al PSOE ni los poderes económicos el lujo de perder la pieza del PP. Descartada la suma con Ciudadanos y casi imposible con el PP, a Pedro Sánchez no le queda más remedio que escuchar a quienes ante la sede del PSOE gritan. Esta vez la consigna es “Con Iglesias sí”. La mirada de Pedro vuelve de fumarse el piti y los manda a callar. Luego la boca se une a la petición de silencio: “ya vale, ¿no?”. Hasta tres veces. Esperemos que no sea un presagio de nuevas elecciones.
Las derechas se han construido un cordón sanitario. La suma de PP, Vox y C’s se queda lejos de la mayoría absoluta y aislada. Tras echarse al monte de la escopeta nacional, PP, Vox y lo que queda de C’s bailan solos en la fiesta y la posibilidad de pactos con fuerzas vascas o catalanas para alcanzar mayorías ha desaparecido. Ni con el telediario repitiendo que Cataluña arde, ni con los independentistas convertidos en la nueva ETA, la derecha consigue acercarse al poder. Casado celebra el resultado como el que celebra que te toque lo apostado en la lotería. Contento, sí, pero para qué. El partido que hace ocho años gobernaba con mayoría absoluta, hoy vuelve a quedarse lejos de los 100 diputados con los que ahora sueñan. Y lo celebran. La barba de Casado que lo convierte en líder moderado, los eslóganes centristas y demás merchandising para la repetición electoral, han obtenido su fruto. Ha aumentando el número de escaños, pero, como sabe todo publicista, sin un buen producto, no hay nada que hacer. Y el PP de hoy es el producto de un conjunto de retales. Los marianistas en el banquillo, los aznaristas de titulares haciéndose pasar por marianistas y una buena parte del voto al PP que se fue a C’s, yéndose a la extrema derecha. Esos que en otro tiempo se mordían la lengua teniendo que votar a un partido que mentía ser de centro hoy ya no están. Lo de Vox no es el auge del fascismo, sino su independencia. La ultraderecha ha encontrado piso propio.
El discurso de Rivera era de los más esperados de la noche. Cómo nos gusta el morbo. El líder de C’s anoche no sacó a pasear ni al perro, ni al adoquín. Sacó un discurso de esos que en su cabeza suenan míticos aún en la derrota. Atentos españoles a lo que os voy a decir porque no os lo vais a creer: yo no soy un líder más, así que yo voy a reconocer que esto no es un buen resultado –llamó así a la gran hostia–. Me recordó a un compañero de instituto que, saltándose una valla para largarse del instituto y faltar a clase, se enganchó una chaqueta y se la partió: pues mira qué bien me viene, porque ya estaba pensando en comprarme otra. Suertudo. La veleta parece haber pegado el giro definitivo y esta vez no es de un lado a otro, sino hacia el suelo. Lo que el marketing te da, el marketing te lo quita. Una mañana de hace cinco años, Rivera desayunó con una encuesta que nos presentaba a Ciudadanos como una opción a nivel nacional, haciendo que C’s se convirtiera realmente en una opción a nivel nacional. Cuando hace unas semanas, Rivera desayunó con aquella encuesta en la que C’s, de repente, desaparecía, entendió, como en El Padrino quien encontró la cabeza de caballo, lo que venía después. No eres tú, Albert, es la insoportable levedad del marketing.
Mientras en Ferraz había gritos de “Con Iglesias sí”, el Iglesias que ya no grita comparecía en la sede de Unidas Podemos. De nuevo tocaba salir ahí con menos escaños que la vez anterior, lo cual empieza a ser una costumbre morada, como celebrar asambleas en Vistalegre. Los 70 diputados de la llegada de Podemos al Congreso son ahora la mitad. Lo que pasó en medio no te sorprenderá. Pablo Iglesias, jugando a encuentra las cero diferencias, calcó el discurso de hace unos meses, ahora con retintín. Pedro, ¿te acuerdas de nosotros? Somos el problema a evitar por el que estamos votando de nuevo. Pues aquí nos tienes para un gobierno de coalición de izquierdas.
La entrada de Errejón en la política nacional ha sido una de las decepciones de la noche. Tres diputados que saben a poco para el mimo recibido por parte de los grandes medios progresistas del país. Al parecer, no son buenos prescriptores si el candidato es de izquierdas. Más País, antes Más Madrid, ha conseguido dos diputados por Madrid y uno, el de Compromís, por Valencia. Es decir, el salto a la política nacional como tal no ha llegado a producirse, sino un traslado de expedientes de la Asamblea de Madrid al Congreso. La ley electoral perjudica, pero quien da un salto de este tipo debe saberlo.
Para hablar de Cataluña y Euskadi, con un par de datos sobra. En el País Vasco, ninguna fuerza nacionalista española ha conseguido escaño por segundas elecciones consecutivas. En Cataluña, Esquerra Republicana ha conseguido más escaños que las estridencias de Rivera en toda España.
Al terminar su discurso, Pedro Sánchez ha dejado el titular de la noche. “Ahora sí que sí, ahora formaremos un gobierno progresista liderado por el PSOE”. Qué quiere decir ese “ahora sí que sí”, lo empezaremos a saber en breve, pero suena a que ya no le queda más remedio ni espacio para experimentar. Ese “liderado por el PSOE” es una de las grandes novedades con respecto a las anteriores elecciones. La fórmula hasta ahora era “Un gobierno progresista del PSOE”. La aparición del concepto “liderado” sugiere que podría haber alguna fuerza más en ese gobierno. La calculadora dice que esa fuerza tendría que ser la liderada por el vetado Pablo Iglesias, ahora sin veto. Pero si algo sabemos de Pedro es que ni con la calculadora en la mano puede uno estar seguro de su próximo movimiento. Veremos.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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