No hubo épica en la noche electoral en Génova. Solo gratitud y cautela. Las dos palabras más repetidas de la noche. La segunda, cautela, a medida que pasaban las horas se metamorfoseó en otra: ambigüedad. Una indeterminación deliberada que mantiene la incógnita. ¿Facilitará el PP un gobierno del PSOE o preferirá ser fiel a sus pactos con Vox y C’s? Los números no dan para la segunda opción.  

El PP ha obtenido 88 escaños en el Congreso, 22 más que en la elecciones del pasado 28 de abril. Una “remontada” que no permite tocar cumbre, solo recuperarse algo. Los resultados de hace siete meses fueron los peores de los populares en unos comicios generales. Los de ahora son los segundos peores. 

Durante la campaña electoral, el entorno de Casado llegó a afirmar –y tal vez a creerse– que alcanzarían los 110 diputados y que Vox pasaría de 24 a 35 o 40 escaños. Las urnas han dado al traste con sus esperanzas. El PP se ha quedado lejos de su sueño; su socio preferente, C’s, se ha hundido, de 57 a 10, y la ultraderecha de Abascal se alza hasta los 52.

El PP ha vuelto a quedarse a cero en el País Vasco. La apuesta por Mari Mar Blanco –hermana del concejal asesinado por ETA Miguel Ángel Blanco– para recuperar el escaño de Araba no ha dado resultado. 

En Cataluña, Cayetana Álvarez de Toledo ya no estará sola. Los populares han logrado un segundo escaño. Vox también ha obtenido dos diputados.

La batalla entre Casado y Abascal en Andalucía se ha resuelto a favor del primero, pero por muy poco. Ni un punto porcentual de diferencia (20,79% el PP; 20,63% Vox) y tan solo tres escaños. En Almería, Cádiz, Huelva y Sevilla la ultraderecha adelanta en porcentaje a la derecha.

Sobre las 20:30 compareció Teodoro García Egea en la sala de prensa. Valoración de la participación y de las tendencias. Resumen: gracias a los interventores, gracias a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado –especial dedicación a las destinadas en Cataluña– que han hecho posible el pacífico desarrollo de esta jornada electoral, gracias a los españoles por su paciencia y esfuerzo, por haber ido a votar pese al “hartazgo” provocado por Sánchez. Mucha gratitud. Y un mensaje claro: “Sánchez debería empezar a pensar en irse”. 

Un poco más tarde, la contundencia del secretario general del PP se iba diluyendo. Lo que las fuentes de Génova iban transmitiendo a los periodistas era solo “tranquilidad y cautela”. Hasta que Pablo Montesinos bajó a la sala de prensa cerca de las 22:30 con el argumentario de la noche: “Casado ha demostrado ser la única alternativa a Sánchez. Ha logrado una gran remontada: más de 20 escaños”. Poco más dijo. Poco más dijeron luego.

Al principio de la noche, la entrada de Génova estaba despejada, ni escenario ni plataforma en el balcón. Ni gente. Solo cámaras, redactores y policía (poca). Finalmente, el PP desplegó una tarima. Y a las 23:28 compareció Casado, rodeado de los suyos, García Egea, Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez Almeida, Andrea Levy, Javier Maroto y Ana Pastor. Otra vez, agradecimientos, a los interventores, a los apoderados. Otra vez, la “remontada: “Creo que el partido puede decir que en apenas seis meses ha recuperado un 33% de sus escaños, que hemos sumado más de 600.000 votantes”.  Y la ambigüedad: “Sánchez ha perdido su referéndum. Los españoles le han hecho una moción de censura a Sánchez”, ha afirmado el líder del PP para luego señalar que  van a “ser muy exigentes”. “España no puede seguir bloqueada. La pelota está en el tejado de Sánchez. Vamos a ver qué plantea”, ha insistido. Pero, también: “Nuestros intereses son incompatibles, nuestros programas son incompatibles”. “Ejerceremos nuestra responsabilidad y nuestra alternativa”, han sido sus últimas palabras. Escuchándole, una veintena de simpatizantes.