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España vive el auge de dos movimientos preocupantes: en política el de la extrema derecha y en redes sociales el de José Manuel Soto. El cantautor y empresario que hace dos décadas triunfaba versionando al gran Bambino y cantándole a la duda metafórica –dónde está la pared que separa tu vida y la mía– se dedica hoy a tiempo completo al campo de la autodefinición en su nivel más elemental: yo soy español. De un tiempo a esta parte, nadie como José Manuel Soto representa a la España que madruga al borde del ataque de nervios para ponernos de los nervios a todos. Según el cantautor, lo suyo no es histerismo, sino militancia por la libertad. La libertad de poder ser español, hecho a punto de ser ilegalizado como todo el mundo sabe. Si durante el franquismo era Joan Manuel Serrat el encargado de cantarle a la libertad, ahora, según palabras del propio Soto, es él quien carga con esta responsabilidad histórica a sus espaldas al lado de la guitarra. Niño, deja ya de joder con la pelota.
Desde el anuncio del posible gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, las letras de José Manuel Soto son a hostias contra el teclado del móvil. Unas letras que sirven para dar voz a esos millones de españoles que se saben en peligro de extinción. Y con ellos, por supuesto, la patria. Insultos contra el presidente del Gobierno, encomendaciones a Dios santísimo para que nos ayude a pasar este trance, vaticinios de otra guerra civil o apoyo entusiasta a los nietos de quienes precisamente provocaron la guerra civil anterior. Un día más en la oficina, vaya. José Manuel Soto, como valioso elemento de estudio de lo que es un conjunto mayor, nos ofrecía días después del abrazo entre Pedro y Pablo –Yabba Dabba Doo– una reflexión sincera y pesimista a la vez. Un resumen perfecto, una tesis casi, que explica la situación de penuria e indefensión que viven muchos ciudadanos como él: “Soy español, católico, monárquico, carnívoro, músico, autónomo, heterosexual, taurino y bético, no corren buenos tiempos para mí...”. Si León de Aranoa no hace una peli sobre este drama social, yo ya no entiendo nada de la vida.
Más allá del sufrimiento natural que conlleva la condición de autónomo, músico o bético –Dios se ceba con algunos-, quizá habría que intentar tranquilizar a José Manuel Soto en el resto de sus preocupaciones. El hecho de ser español, en principio, no es motivo de persecución a día de hoy en España, como puede serlo ser un menor inmigrante. Tampoco conlleva riesgos ni penurias, como podría conllevarlos haber nacido en Mali y tener que buscarte la vida, por ejemplo. Podríamos arriesgarnos y decir que la preocupación del cantautor, en este sentido, es innecesaria. A no ser, claro, que lo que le preocupe sea el monopolio de lo español, ese hit por el que no pasa el tiempo. Ya saben: si hay españoles distintos a mí, la españolidad chachi se ve atacada. Nada que no se arregle con la ayuda de un buen terapeuta. Por el catolicismo o la monarquía tampoco debería preocuparse el Doctor Libertad. De hecho, ser católico y monárquico en España tiene premio y privilegio siempre. Mientras los republicanos, un gran porcentaje de la población, carecen de un presidente de la República, los monárquicos disfrutan de cuatro reyes a día de hoy. Cuatro reyes, a propósito, financiados por muchos que no creen en esa monarquía que sale en las monedas. Quizá haya que saber valorar más lo que se tiene y quejarse menos, diría el terapeuta. Tampoco me preocuparía yo por el hecho de ser católico. Ser ateo, y ver cómo tu país aconfesional financia y promociona una creencia que se impone en los programas educativos, sí que es duro. Lo de ser católico como José Manuel Soto es más bien una bendición.
Heterosexual y taurino como motivos de pesimismo… Yo que sé, José Manuel, arriba España, pero arriba también ese ánimo. Siendo yo también heterosexual, llámame atrevido, diría que son los homosexuales agredidos o insultados por su orientación quienes podrían quejarse. ¿Y qué decir del toro sacrificado en la fiesta? Él sí que tendría motivos para ser pesimista como José Manuel. Y ni mú. Además de la heterosexualidad, comparto con José Manuel Libertad, eso de ser carnívoro. De momento, he de decir, de forma poco corporativa con los míos, que no he tenido ningún problema al comprar en la sección charcutería del supermercado en mi vida. Como mucho, de conciencia en algunos momentos. Sin embargo, amigos veganos tienen complicado salir a tapear. Y ni siquiera los he visto quejarse por esto. Al final, quien menos privilegios tiene suele ser quien menos se queja. A propósito: ¿dónde estará la pared que separa el privilegio del berrinche?
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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