Vilaseca, el fortín de la ultraderecha donde gobierna el independentismo
La localidad tarraconense, con 22.000 habitantes y un alcalde de JuntsXCat, es la ciudad en la que Vox obtiene su mejor resultado
Carlos Garfella 20/11/2019
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A Ramón, de 84 años, la noticia lo pilla tomando el sol y leyendo una revista en la plaza del Ayuntamiento. “¿Que aquí Vox quedó segundo en las generales? Pues no lo sabía. Pero escuche, no me sorprende nada …”, resume este vecino de Vilaseca, una ciudad de la provincia de Tarragona gobernada por JuntsXCat y donde el partido de ultraderecha ha encontrado una mina de votos.
Ramón, vilasecano “de toda la vida” y que no se ha enterado del resultado hasta dos días después del 10-N es, eso sí, una excepción. En los bares del municipio no se habla de otra cosa. La localidad de 22.000 habitantes se ha convertido, con un 15,6% (1.574 papeletas), en la ciudad con más apoyos para Vox en Cataluña. Duplica la media de la comunidad (6,3%) e incluso supera el porcentaje de voto que el partido de Santiago Abascal obtuvo en el conjunto de España (15,1%). Solo los pequeños pueblos de Vilamòs (20,22%), en el Valle de Aran, y Sant Climent Sescebes (16,95%), en el Alt Empordà y donde el ejército tiene una base militar, superan el apoyo a la ultraderecha.
Con todo, en Vilaseca Vox quedó lejos de la primera fuerza, el PSC, que obtuvo un 25,48% de los apoyos. Pero barrió, eso sí, a JuntsXCat, partido que apenas seis meses atrás fue la primera fuerza en las municipales con el 32%. El domingo pasado los independentistas fueron séptimos, sólo por delante de la CUP y el PACMA, con un 6,52% de los votos.
Aunque el principal factor del ascenso de la ultraderecha fue el descalabro de Ciudadanos, que perdió más de diez puntos, en el pueblo también se habla de gente “que en las locales vota JuntsXCat y en las generales, Vox”. De hecho, este trasvase tan extraño no sorprende a la mayoría de los vecinos consultados en esta Vilaseca kafkiana, una ciudad que tras las resacas electorales está acostumbrada a despertarse metamorfoseada. En barrios obreros como el de la Plana, donde los neoconvergentes arrasan en las elecciones municipales, Vox se quedó el domingo pasado a sólo un voto de convertirse en la fuerza más votada.
El cambio del nacionalismo catalán por el partido de ultraderecha se explica con voces como la de Yolanda, una peluquera de mediana edad que agota su descanso con una coca-cola junto a dos amigas en la panadería La Formiga, a escasos 200 metros de la Ayuntamiento. “Pues sí, mira, yo siempre he votado Convergencia –ahora, JuntsXCat–, y el domingo aposté por Vox”, admite, al principio entre dientes, la vecina.
El perfil bajo del alcalde
La mujer, de raíces andaluzas pero nacida en el municipio, explica que su voto es más bien “en contra de algo”, más que “a favor” de la formación ultraderechista. “Soy española y catalana. Estoy harta de huelgas y manifestaciones. Vox es la respuesta. En las municipales, en cambio, voto las personas”, insiste esta trabajadora autónoma, que se muestra contraria a los postulados en materia de inmigración del partido de Abascal. “No estoy de acuerdo con ello”, concluye ante sus dos colegas: Laura, nacida en León y que dice que Vox “le da asco”, y Susana, votante de ERC. “Aunque seguimos siendo muy amigas, ¿eh?”, se sonríen entre ellas.
Con un paseo por el centro de la ciudad es suficiente para constatar que, a pesar de que el nacionalismo gobierna desde hace décadas, Vilaseca está muy lejos de ser independentista. En las calles apenas hay lazos amarillos y las esteladas escasean en las ventanas. Desde un balcón frente a la sede del partido del alcalde, Pepe Segura, se lee un mensaje: “Paremos el fascismo. Stop al nacionalismo de Puigdemont, Torra y sus compinches”.
a pesar de que el nacionalismo gobierna desde hace décadas, Vilaseca está muy lejos de ser independentista
El microclima político de la ciudad y su historia reciente no se entenderían sin la figura de Josep Poblet Tous, alcalde convergente de 1993 a 2019. Con un fuerte personalismo que le llevó a encadenar mayorías absolutas, Poblet Tous parece que ha encontrado en Pepe Segura no sólo su digno sucesor del bastón de mando, sino también un buen aprendiz de su política, aparentemente la única posible para que un nacionalista pueda seguir gobernando un municipio no independentista.
El alcalde de este municipio, que nutre sus arcas públicas gracias a la industria petroquímica y los impuestos del parque de atracciones Port Aventura, ha aprendido de su antecesor a esconder las siglas del partido, a ser discreto y decantarse por otros socios. En mayo optó por pactar con el PSC antes que con ERC, aunque los republicanos contaban con un concejal más. “Cuando va a Barcelona a las reuniones con alcaldes independentistas siempre procura esconderse de las fotos”, explica un vecino. En la fachada del partido no hay ni siglas ni esteladas, sólo su cara en una pancarta enorme.
Desde la oposición, el portavoz del grupo municipal independentista Decidim Vilaseca, Josep Forasté, culpa a la administración del ascenso de la ultraderecha. “Han faltado políticas para integrar a la gente llegada de otras partes del Estado. No tienen sentimiento de pueblo, sobre todo en los barrios alejados del centro, como La Plana. Hay también quien ha nacido aquí y no ha querido aprender catalán. También creo que sus votantes son gente políticamente poco implicada”, explica Josep Forasté.
Sin cara visible en el pueblo
Mario Téllez es el portavoz de Vilaseca en Comú. Él ve en el éxito de Vox una respuesta reaccionaria al independentismo y cree que la ultraderecha ha encontrado los apoyos en sectores socioeconómicos bajos. Añade que tiene amigos votantes de Vox y que antes optaban por Podemos. “Sería un error tratar a los votantes como gente de fuera. Han nacido en el municipio”, dice. Hace autocrítica y cree que es un fracaso de su partido que estos votantes hayan optado por ideas reaccionarias antes que por propuestas sociales. Con todo, no está preocupado por las próximas municipales. “El municipalismo es otra cosa. No veo a nadie preparado que pueda presentar sus ideas aquí. Lo más probable es que se deshinchen”, cree.
El partido ultraderechista aún no cuenta con estructura ni cara visible en el municipio. CTXT.cat ha intentado ponerse en contacto con la formación para este reportaje, pero no ha obtenido respuesta.
Una de los chismes de Vilaseca va precisamente sobre quién dará el paso para presentarse por Vox a las municipales de 2023. Antón, gerente de una pensión situada en el centro, bromea: “Tengo un amigo que quiere hacerlo. Y a este paso me presentaré yo para cobrar como edil”, dice mientras tres parroquianos del bar discuten acaloradamente sobre los resultados electorales. “Mis padres emigraron de Aragón y yo soy independentista. ¡Esto de Vox aquí es una vergüenza!”, grita uno.
Antón explica que su madre emigró desde Andalucía. “Y nunca ha consentido que se hable mal de los catalanes. Esto lo he aprendido de ella y lo llevo en la sangre”, dice el hostelero, que explica que ha llegado a echar a gente de su negocio por gritar “putos catalanes”. “Y eran personas nacidas aquí, ¿eh? Me duele, este odio. Yo, que soy de madre andaluza, nunca lo entenderé”.
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Este texto se publicó originalmente en catalán en ctxt.cat.
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Carlos Garfella
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