¿Partido determinante para el futuro rojiblanco en la liga? Podría ser. ¿Uno de los más apetecibles para esos socios incondicionales que aún conservan el sueño de que su presencia y aliento en los estadios puede torcer la lógica del balompié? Sin sombra de duda. O sea, que domingo a las 21h de un primer día de diciembre, el más lluvioso del año en Madrid, contra un equipo como “de andar por casa”, el Barça, indiscutible maillot amarillo por aquí y por allá, con el mejor futbolista de este y otros planetas. Se considera seriamente entre la reserva india la posibilidad de que Messi sea una invención, con barba roja falsa y calcomanías en lugar de esos tatuajes macarras que no le pegan ni con la cola. Cola de vaca mejor, que se lo pregunten a Alkorta. No ha ganado el Atleti al FC Barcelona en casa en la última década, además hoy se recibe a los culés con una línea defensiva con tres jugadores nuevos para frenar a Leo y a sus amigos. La dinámica competitiva del Atleti en los últimos partidos es negativa, dicen los cursis parlanchines. Bueno, pues pese a todo las gradas rozan el lleno, otra vez. Cura no tendremos, pero parroquia…

Salió fuerte el Atleti, espoleado por el rugido de una hinchada que ayer demostró que algunos de sus seguidores son una vergüenza para la inmensa mayoría. Me refiero, claro, a aquellos descerebrados capaces de desearle la muerte a un jugador rival, sea este quien sea y haya pertenecido en el pasado a la disciplina del Atlético de Madrid o del Puerta Bonita. No se pueden vociferar semejantes frases, dan ganas de abandonar el estadio. Son pocos pero se hacen notar. Una desgracia, que ayer no fue la única. Griezmann hizo un partido espantoso y no es de extrañar. Salió en tromba el once de Simeone, decíamos, y a los tres minutos el palo escupe un balón de Junior hacia su propia portería tras golpeo de Hermoso. El central tuvo en el minuto 19 la ocasión más clara del partido con un remate a bocajarro tras un sensacional pase de Joao Félix. Ter Stegen hizo un paradón milagro de arquero de balonmano y las gargantas se quedaron con las ganas de gritar gol, lo que parecía inevitable. Arrollaban los rojiblancos, Saúl y Koke tapaban toda la banda izquierda de Messi, por el centro Luis Suárez no podía con Felipe, otro gran partido del brasileño, y ya se ha dicho que por derecha Griezmann se marcaba solo. En el 25’ Herrera buscó la escuadra izquierda rival pero el balón salió desviado. El mexicano pudo con todo y cargo con el equipo sobre sus anchas espaldas hasta que le aguantaron las fuerzas. Se sacudió ligeramente el dominio el equipo catalán con dos aproximaciones de Rakitic y Suárez hasta que Morata remató de cabeza un saque de esquina y el portero alemán sacó el cuero en la línea. La jugada siguiente, en otro saque de esquina en el área rival, Piqué al larguero a pocos minutos del descanso. Sin goles como viene siendo tristemente habitual en los de casa nos fuimos destemplados a comer el bocata, aunque lo que pedía el cuerpo era una sopa de cocido. 

Avisó Messi en el 60 y Suárez poco después, Oblak se hizo importante en ambas ocasiones. Para entonces Simeone había retirado, entre algunos pitos, al talentoso J. Félix para dar entrada a Vitolo. Y no fue ese el peor cambió, Lemar sustituyó a un bullicioso Correa minutos después. El francés es el futbolista mas enervante de toda la plantilla. Deambula por el terreno como el amable jubilado despreocupado que pasea sus perritos por el parque. No se descarta que un día de estos saque del bolsillo un mendrugo de pan y se ponga a dar de comer a las palomas. Un incomprensible cambio de orientación suyo provocó el fulminante contraataque de Messi que tumbó al Atleti de un izquierdazo digno del mejor Tyson. Boom, a la lona. Faltaban cinco minutos que apenas se jugaron. 

Cual Jaquemort, el personaje principal de Boris Vian en El arrancacorazones, Messi aparenta ser un hombre sin sentimientos. Aunque ayer, después de marcar el gol de la victoria se encarara con el fondo sur señalándose repetidamente el escudo en un acto de chulería poco habitual en el rosarino. Probablemente estaba mandando callar a los que habían proferido esas frases repugnantes a su compañero Antoine. Y ahí nos quedamos, empapados y con una sensación de injusticia futbolística que no es nueva. El Atleti no fue inferior al Barça en ningún aspecto del juego. Luego está lo de la pulga atómica. Decía el sabio Rafael Sánchez Ferlosio que “los juegos agónicos como el fútbol proporcionan satisfacción”. Pues desde luego no fue con el partido del domingo. Lo dicho, a leer amigos… o a dormir.