Tony Curtis, en el papel del Mago Houdini.
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Observo un espectáculo callejero de magia. Un mago coge las gafas de un niño, las hace desaparecer en sus manos y de pronto, zas, aparecen en su propio rostro. Es un truco incomprensible. Todo el mundo aplaude, maravillado. El niño, no. Simplemente está anonadado, copado por el truco, que para él no es un truco. Su rostro es la expresión de quien ve un portento por primera vez. Contemplarlo es lo mejor de este espectáculo improvisado. Es su cúlmen. Es la entrega absoluta frente al truco. La pregunta “¿dónde está el truco?” ha pasado a ser mucho menos importante que ese rostro, que dibuja por primera vez, y tal vez por última, la vivencia y entrega absoluta al milagro. Resulta emocionante verlo, pues apenas sucede. Así, recuerdo la última vez que eso sucedió, creo, en el mundo.
Nos conocimos y, al poco, estábamos en un meublé por horas. Costó mucho separarnos. Aquel día llegamos tarde al trabajo o, en cierta manera, no llegamos. Volvimos a vernos porque era imposible evitarlo. Sucedió lo mismo. Sin darnos cuenta, empezamos a pasar juntos horas, días. El tiempo transcurría, juntos, a una velocidad no prevista. Era la velocidad anterior a la invención del fuego o la talla. Quizás fuimos expulsados del Paraíso a esa velocidad. Lo que lo hizo todo más lento y profundo. Pero esto era lo contrario. Tal vez era, incluso, una compensación. Nada había sido mirado como miraban sus ojos. Las pocas veces que ella dormía, la contemplaba sin entenderla. La velaba. La respiración en su vientre me hacía ser absolutamente consciente del milagro. Y, sintiendo la plenitud y el hecho de ser densamente yo en posesión de una nueva inteligencia, me preguntaba a mí mismo: ¿dónde reside el engaño? ¿Dónde está la semilla del final del milagro, que lo imposibilitará hasta modular su olvido? ¿Dónde está el truco?
Observo un espectáculo callejero de magia. Un mago coge las gafas de un niño, las hace desaparecer en sus manos y de pronto, zas, aparecen en su propio rostro. Es un truco incomprensible. Todo el mundo aplaude, maravillado. El niño, no. Simplemente está anonadado, copado por el truco, que para él no es...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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