Señales de humo
El triángulo amoroso más célebre del Reino de Granada
Ana Sharife 4/05/2020
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Un conflictivo triángulo amoroso mantendría en vela al Reino de Granada a principios del siglo XII. Poetas y biógrafos del momento le dedicarían ríos de tinta. Un trágico romance en el que se ve envuelta una de las figuras más destacadas del mundo literario de su tiempo, la poetisa Hafsa bint al-Hajj (Granada, 1135 - Marrakech, 1191), al enamorarse de dos hombres a la vez, un poeta y un príncipe, en un período de agitación política intensa que marcará la caída de la dinastía almorávide y el inicio del califato almohade.
Aquella corte acoge y favorece a toda una pléyade de sabios, entre los que destacaría el médico, filósofo y matemático granadino Ibn Tufail, mentor del cordobés Averroes, quien defendería la filosofía como forma suprema de la verdad, por encima de la palabra de dios. O el judío sefardí Mainónides, nacido en Cordoba, cuya riquísima formación intelectual (teológica y filosófica) unida a una profunda espiritualidad dio origen a la figura de un médico altamente humanitario.
La poetisa Hafsa ocuparía un lugar destacado desarrollando una intensa actividad educativa y literaria. Se relaciona con los intelectuales más importantes de su tiempo y adquiere una reputación que llega a traspasar los límites de Granada. No sólo fue una de las figuras más fascinantes de la literatura andalusí, sino uno de los espíritus más libres también.
En este ambiente refinado, donde las mujeres andalusíes dan señales de una libertad y cultura insólitas en plena Edad Media, pues gozaban de bastantes más privilegios que sus homólogas en Oriente o en los reinos cristianos, destaca la calidad literaria de la obra de Hafsa, también por su mordacidad y desafío a ministros y poetas.
Por entonces, todas las disciplinas científicas y literarias se impartían en madrasas, donde el intercambio de estudiantes con el otro lado del Mediterráneo era fundamental. Así fue descubierta Hafsa, a los 20 años, por un grupo de poetas y nobles granadinos que la enviarían a Rabat, a la corte del califa Abd al-Mumin, gran conocedor de las doctrinas teológico-filosóficas del momento, quien admirado por su talento y cultura le pondría el sobrenombre de al-Rakuniyya (derivado de Rakuna, un tipo de salón literario).
Es en ese contexto cuando Hafsa conoce al poeta granadino Abu Yafar, con el cual establece una relación afectiva y pública que daría lugar a un intenso intercambio de poemas amorosos de desenfreno, celos y frenesí que se han conservado hasta nuestros días.
“¿Voy yo a ti o tú vienes a mí?
Mi corazón acepta lo que digas.
A salvo te hallarás de la sed y del sol
cuando ocurra tu encuentro conmigo,
pues mi boca es dulce fuente cristalina,
las ramas de mi pelo, sombra umbrosa,
Respóndeme enseguida…”
Mientras el resto de Europa permanece en la edad oscura del conocimiento, Al-Ándalus florecía, alcanzaba momentos de máximo esplendor y tolerancia, y servía de puente entre Oriente y Europa para la difusión de las obras de los filósofos, médicos y científicos clásicos. Traducidas al árabe y al hebreo, y después al latín o al romance, y enriquecidas con contribuciones originales de sus sabios judíos y musulmanes, estas obras comenzarían a vivificar la vida intelectual de Occidente, que hasta entonces sólo había conocido retazos de ella o nada, transmitiendo a la Europa medieval la olvidada sabiduría del mundo antiguo, y posibilitando así la llegada del Renacimiento. El prelado y erudito John de Salisbury (1115-1180) se lamentaría del desprecio predominante que existía en el mundo hacia las matemáticas, la geometría y la lógica, “excepto en la tierra de los moros de España”, decía. “Luz de Occidente”.
El historiador judío Heinrich Graetz escribiría en Historia de los judíos: "En esos tiempos, los califas de España eran en efecto soberanos libres de prejuicios, que protegían a todos los hombres de talento sin preguntar sobre su religión… Siguiendo el ejemplo de los árabes, los judíos se apasionaron por la poesía y las ciencias. Para ellos también, España se convierte en un jardín delicioso donde florecían una bella y feliz poesía, el país del estudio y las investigaciones”.
Hafsa desafía al príncipe almohade
El romance entre Hafsa y Yafar se convierte en un constante me quiere/no me quiere, rupturas imprevistas, las noches oscuras sin luna por dentro de la ventana. La historia daría un giro inesperado cuando en el año 1156 conoce al príncipe y gobernador de Granada Abu Saíd Utman, quien cae perdidamente enamorado de ella. No se sabe si la joven cede ante los sentimientos del hijo del Califa, pero sí que deja morir su amor por el poeta, cansada de sus constantes veleidades. Su obra produciría entonces sus versos más trascendentales, donde los encuentros en secreto, los temores y las dudas fueron los principales temas de su poesía.
El poeta, que había sido amigo y secretario del príncipe, toma a este como objeto de sus poemas satíricos, y termina formando parte en una rebelión política que se desencadenaría contra él, dando lugar a su encarcelamiento y, finalmente, a su condena a muerte. Hafsa, desafiando las amenazas del príncipe y aun temiendo ser encarcelada viste el hábito de viuda por él, y llora amargamente la prisión y asesinato de su amante, reflejándolo en unos versos punzantes. Su inspiración llega a un culmen en aquellos versos en los que expresa su dolor.
“Por vestirme de luto me amenazan
por un amado que me han muerto con la espada.
¡Qué Dios tenga clemencia con quien sea
liberal con sus lágrimas,
o con quien llore por aquél que mataron sus rivales,
y que las nubes de la tarde,
con generosidad como la suya,
rieguen las tierras donde quiera que se vaya!”
Sumida en su tristeza se retira de la Corte, abandonando la poesía y consagrándose en exclusiva a la enseñanza. Hasta que en el año 1184 acepta la invitación del califa Abu Yusuf Yaqub al-Mansur, quien le propone dirigir la educación de los príncipes y princesas almohades en Marrakech, donde permanece hasta el año de su muerte, en 1191.
Ejemplo de mujer libre y culta, el político Ibn al-Khatib (de la posterior dinastía nazarí del Reino de Granada), diría de ella: “La granadina ha sido única en su tiempo por su belleza, su elegancia y su cultura literaria y mordacidad”.
La historia de Al-Ándalus ha dejado constancia de alrededor de un millar de biografías sobre mujeres sabias, entre médicos, filósofas y escritoras, cuya obra marcada por la libertad de expresión y la emancipación, demuestra la resuelta posición de estas mujeres, superior al estándar que imperaba en el resto del mundo. También hubo cantoras humildes, voces anónimas que en coplillas populares o jarchas y canciones romance invocan al amado, expresan sus deseos, muestran el dolor por su ausencia, e incluso mujeres que pese a ser cautivas (yâriya) podían acceder a las veladas literarias, pues habían sido educadas en las artes y letras. El origen de la poesía provenzal trovadoresca que veríamos después.
Un conflictivo triángulo amoroso mantendría en vela al Reino de Granada a principios del siglo XII. Poetas y biógrafos del momento le dedicarían ríos de tinta. Un trágico romance en el que se ve envuelta una de las figuras más destacadas del mundo literario de su tiempo, la poetisa Hafsa bint al-Hajj (Granada,...
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