Carta a la comunidad
Balance de seis meses difíciles y dolorosos, pero también bonitos
Miguel Mora 29/06/2020
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Querida socia, querido socio, queridas y queridos lectores,
Os escribo cuando estamos a punto de doblar la curva del año más raro, jodido y surrealista de nuestras vidas. Lo primero es expresaros nuestro cariño y solidaridad y mandar un abrazo enorme a quienes hayáis sufrido de forma directa la pandemia, ya sea con pérdidas de vidas cercanas o por problemas laborales y económicos.
Lo segundo que nos anima a escribiros es poder hacer un pequeño balance de cómo hemos vivido la gente que hacemos Contexto este periodo que ni siquiera Years and Years consiguió ver venir.
Como sabéis, somos una Redacción familiar y muy pequeña, formada por los tres fundadores (Mónica Andrade, Vanesa Jiménez y el abajofirmante); una periodista a jornada completa (Amanda Andrades), una júnior (Marina Lobo), y dos redactores a media jornada (Elena de Sus y Álex Blasco), además de la jefa de nuestro añorado Taller de CTXT, Adriana Mora Andrade, y de nuestro paciente gerente, Jaime Fernández.
La llegada del virus a Madrid no supuso una evacuación aparatosa en CTXT. Pero sí inmediata. Aunque ninguno de los nueve miembros de la plantilla teníamos síntomas, decidimos confinarnos y ponernos a trabajar desde casa el 9 de marzo: aquel día teníamos consejo editorial y teatro en el Taller, pero ya saben que para poder llegar los últimos a las últimas noticias conviene estar bien informados y detectar antes que los demás las grandes tendencias. Así que cogimos nuestros portátiles, echamos las persianas del local de la calle Juan de Austria y nos fuimos a casa.
Algunas de vosotras recordaréis que en 2016, un encantador reportero del Süddeutsche Zeitung, Sebastian Schoëpp, luego colaborador en CTXT, tituló una pieza sobre Contexto con esta precisa fórmula: "Reporteros en el salón". En efecto, CTXT nació en casa de los Mora Andrade y ahí permaneció y creció como un semanario durante dos años largos, hasta que Andrade mandó parar las pizzas y la invasión de los míticos cierres de los miércoles. Así que no nos costó ni diez minutos volver a currar desde casa y seguir haciendo la revista hablando a través de los grupos de Whatsapp (que Telegram se ha llenado de fachas).
La pandemia empezó enseguida a pegar durísimo en Madrid, y el confinamiento nos ayudó a pensar que había que echar el resto tratando de explicar ese nuevo mundo hecho de miedo, incredulidad y estupefacción que estaba asomando ante nosotras.
Elegimos para abrir el mensual (sí, ahora somos un mensual) un título sencillo: Virus, capitalismo y democracia. Y tiramos de los clásicos de CTXT que nos han acompañado estos cinco años para intentar dar contexto al aluvión de noticias, datos, rumores, mentiras, propaganda, curvas, gurús, ayusos y epidemiólogos que nos cayó encima de repente.
El tiempo medio de estancia en página, lejos de bajar, seguía subiendo: de 10 minutos a 12 en marzo y abril, y a 14 en mayo y junio
Chomsky, Žižek, Tecé y Martínez jugaban de delanteros, y a ellos se sumaron Joan Benach, Alba Sidera, Santiago Alba Rico, Gorka Castillo, XM Pereiro, Marcelo Expósito, Nuria Alabao, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, Miguel Pasquau, Pérez-Tapias, Sánchez-Cuenca, Eric Fassin, Bruno Bimbi, Mar Calpena, Álvaro de Guzmán, Cristina Peñamarín, Gonzalo Torné, Ignacio Echevarría, Aurora Fernández-Polanco, Ricardo Uribarri, Willy Veleta, Steven Forti, Xandru Fernández, nuestros viñetistas (Malagón, JR Mora, Boca y Pedripol) y nuestros jóvenes reporteros llevando las Redes Sociales: Nico, Fernando, Elisa y Carlos.
Debo reconocer, sin modestia alguna, que para ser uno de los medios más pequeños y pobretones de la UE, el equipo de analistas y los ejemplos periodismo de largo aliento aguantaban sin despeinarse la comparación con cualquier medio muy grande, grande, mediano, pequeño o enano de la escena internacional.
Pronto, los lectores –es cierto que tenían más tiempo libre que Rajoy–, acudieron en masa a leer nuestras piezas. Por supuesto, esto nos pasó a todos los medios del mundo en esas semanas, pero lo bonito es que el aluvión no significó en absoluto un cambio en los datos de lectura de la revista. Pero contenía una sorpresa, una de las más bonitas de estos cinco años y medio de CTXT.
La audiencia creció un 75% global, pero alcanzó subidas enormes, de entre el 200% y el 300%, en México, Argentina, Brasil, Colombia, Bolivia, Perú, Estados Unidos, Uruguay, Costa Rica... Y el gran colofón: pese al atasco de lectores, el tiempo medio de estancia en página, lejos de bajar, seguía subiendo: de 10 minutos a 12 en marzo y abril, y a 14 en mayo y junio.
Haciendo lo de siempre, es decir llegando tarde casi siempre (salvo en los reportajes de fondo sobre las Residencias y los Hospitales privados: ahí fuimos las primeras que pusimos el foco en los nombres de los dueños de las empresas que llevan años saqueando el sistema público socio-sanitario), estábamos llegando cada vez más lejos.
La visita masiva de nuevas y antiguas lectoras supuso, de inmediato, un crecimiento de las suscripciones. Tecé y Boca del Logo crearon las campañas Ayúdanos a resistir el bicho (a todos los bichos) a finales de marzo, y Si puedes, ayuda, semanas más tarde. La reacción de nuestra comunidad fue conmovedora, y lloramos emoticonos en el grupo de Whatsapp. 347 suscriptores en marzo, 775 en abril, 459 en mayo. Un total de 2.502 en el primer semestre, y además 3.445 donantes: sumadas, casi 6.000 personas (20 al día) han pagado en lo que va de año para financiar la información que CTXT da, y siempre dará, en abierto para quienes no pueden pagarla.
Al mismo tiempo, llegaban las malas noticias, y el miedo a la Gran Reclusión: para aguantar sin tener que hacer ERTE ni despedir a nadie, tuvimos que bajar los salarios de los que más cobramos un 20%, y los medianos entre un 10% y un 14%, reduciendo las horas de trabajo y sin tocar los más bajos. Quitamos un pellizco a las tarifas de los colaboradores. Cerramos el Taller, el sótano donde hacíamos los eventos desde octubre con una media de ocupación del 90% (90 personas); y suspendimos 25 actos programados para las semanas siguientes.
El parón detuvo el final del rodaje de nuestro documental Billy, financiado al 50% por 3.000 mecenas y que Max Lemcke ha conseguido retomar ahora
Y vino lo peor: se nos murió Chato Galante, el maravilloso activista antifranquista y compañero de vida y fatigas de nuestra queridísima consejera y luchadora feminista Justa Montero, torturado por el canalla Billy El Niño, quien –al fin un poco de justicia poética: este país que mata a sus poetas solo ofrece a sus héroes la justicia poética como única justicia posible– se llevó a la tumba los honores y medallas que el siniestro y protector (con los canallas) R'78 le había colgado en la pechera.
El parón detuvo en seco también el final del rodaje de nuestro documental Billy, financiado al 50% por 3.000 mecenas (ustedes mismos) y que Max Lemcke ha conseguido retomar ahora. Estamos en la fase de montaje, y esperamos poder mostrárselo en septiembre, aunque sea por videoconferencia. O si no, por señas, como decía Chano Lobato.
Mientras tanto, Jiménez, la imprescindible adjunta que es el alma, los cuidados, la marca y el arte gaditanae de CTXT, andaba lesionada con una tendinitis de ratón (el codo de tenis de los periodistas) y el teletrabajo se iba convirtiendo en una ratonera 24/7. Asfixiados por la llegada masiva de textos y propuestas, sin vernos las caras, sin reír más que tecleando LOL y XD, durmiendo de aquella manera, llevando comida a nuestras abuelas confinadas, cabreadas con el circo y la incapacidad de gestión de las ultraderechas, deprimidas a veces pero llenas de fuerza y de ganas de contar lo que sabíamos con más libertad que nunca, las semanas fueron pasando, los muertos se fueron acumulando en cifras indecibles.
Hoy estamos vivos de milagro, como decía Morente. Pero más vivos que nunca. Esta semana hemos sabido que cerramos 2019 con las cuentas, otra vez, equilibradas. La ampliación de capital que lanzamos ha sumado 16.500 euros de 13 pequeños inversores, que eran socios como ustedes y ahora son también accionistas –la ampliación sigue abierta: más info en mora@ctxt.es–. Y aunque sabemos que no podremos volver a vernos al menos hasta septiembre, y que los eventos solo los haremos otra vez cuando el virus lo permita, queremos decirles que son ustedes una comunidad maravillosa, pequeña pero matona, contextataria y solidaria como pocas. Y queremos agradecerles que, contra todo pronóstico, hayan contribuido a que la pequeña patera ctxtera se haya convertido en un bonito llaút, que avanza lento y alegre por el Mediterráneo, navegando a paso de burra, pero atento, cuidadoso y cariñoso. Fuerte con los fuertes y débil con los débiles.
Esperamos, solamente, que no se aburran de nosotras. Nosotras sin ustedes no semos naide. Y todo lo que escribimos y dibujamos lo hacemos pensando en ustedes. No pasa muchas veces que un medio exista solo gracias y para sus lectores. Disfrutemos este pequeño espejismo. Venzamos juntos a los bichos y a los promotores del odio. Resistamos. La aventura, al menos para nosotras, es la más bonita que hemos vivido, mejorando lo presente (las reinas de la casa, Adri y Eli: dos mujeres libres, feministas y por supuesto, antifascistas (y antimadridistas).
Todo esto es, también para ellas.
¡Salud y libertad!
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Querida socia, querido socio, queridas y queridos lectores,
Os escribo cuando estamos a punto de doblar la curva del año más raro, jodido y surrealista de nuestras vidas. Lo primero es expresaros nuestro cariño y solidaridad y mandar un abrazo enorme a quienes hayáis sufrido de forma directa la pandemia,...
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Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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