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Hay noticias que son mucho más interesantes por la reacción que provocan que por la noticia en sí. Un ayuntamiento valenciano ha organizado un concierto para perros. El bolo perruno, que le costará al contribuyente 7.500 euros, como subrayan con esmero los titulares de prensa, consistirá en una actuación musical en directo con canciones que se emitirán en una frecuencia sólo audible por los perros. La noticia, en mitad de la brutal crisis económica, ha generado un nivel alto de escándalo.
A la fiesta de la indignación acudieron puntuales numerosos invitados, agrupados en distintas sensibilidades y motivos por los que llevarse las manos a la cabeza. Por un lado, los repentinos defensores del exquisito y milimetrado uso del dinero público. ¿Es que, con la que está cayendo, no había nada mejor que hacer con esos siete mil eurazos que entretener a unos perros?, se quejaba un lector en una de esas cartas al director que se publican a escasos centímetros de publicidad institucional que se paga a precio de cartel completo del Primavera Sound. Es una satisfacción muy grande ver que, de vez en cuando, este país se preocupa por lo común. Por otro lado, los estupefactos por la frivolidad en sí, independientemente del coste. Los Pérez Revertes de la vida, podríamos llamarlos, que denuncian enérgicamente que cada día la gente –ese conjunto de personas resultante de restarle a la población mundial uno mismo– es más gilipollas. ¿Conciertos para perros? ¿Qué será lo siguiente, vacaciones en un spa y masajes para tortugas? El país campeón del mundo en rotondas de lujo, aeropuertos sin aviones, tramas de corrupción y monarcas a la fuga –viva el rey, a propósito–, ha dicho basta. El país que cada año subvenciona espectáculos en los que se torturan animales, señala al fin con vehemencia el despilfarro institucionalizado y tolerado. Ya era hora. Que los perros son capaces de generar estímulos positivos incluso en los seres humanos más deprimidos y paralizados es un hecho ampliamente demostrado.
Como la indignación de algunos es como las tarifas planas de algunas compañías –gratuita e ilimitada– ha habido tiempo estos últimos días para escandalizarse por otra de esas noticias en las que lo importante es quien observa la noticia. En Canarias, unas imágenes de inmigrantes bailando a las puertas de un hotel junto a voluntarios de la Cruz Roja ha vuelto a prender la mecha de la indignación, esta vez por las medidas de seguridad covid. La salud es lo primero, tronaban las redes sociales desde Núñez de Balboa hasta Tenerife, se llamaba al boicot contra esta ONG y se señalaba como desvergonzados privilegiados a estos “negritos” que viven a cuerpo de rey, como demuestra que estén de fiesta ante la puerta de un hotel. No se veía un escándalo así desde aquella imagen de dos jóvenes de origen argelino despilfarrando lujo bebiéndose sendas Coca Colas en la terraza de un bar. Algunos, generosos, no sólo se preocupan por la economía común, sino también por algunas privadas. Dicen que el nivel de civismo de las sociedades puede medirse por cómo se trata a los animales y a los inmigrantes. En España, como pasa en las aulas conflictivas, seguimos suspendiendo todos por culpa de unos pocos.
Sigue siendo noticia que los pobres sonrían fuera del semáforo y la venta del pañuelo. Que celebren haber ganado una batalla personal después de jugarse la vida y malvivir durante 100 días hacinados en el muelle de Arguineguín, que salten de alegría por tener esa noche una cama digna en la que dormir. Sigue siendo noticia y motivo de mofa e indignación un concierto para perros que forma parte de la programación de un festival de familias y mascotas –FAMAS FEST– que pretende concienciar a los niños sobre el cuidado de sus animales. Se sigue señalando como despilfarro el buen trato animal mientras se justifica que, por motivos culturales, un gasto infinitamente mayor vaya destinado al maltrato. Como experimento sociológico y termómetro, siete mil euros me parecen una ganga.
Hay noticias que son mucho más interesantes por la reacción que provocan que por la noticia en sí. Un ayuntamiento valenciano ha organizado un concierto para perros. El bolo perruno, que le costará al contribuyente 7.500 euros, como subrayan con esmero los titulares de prensa, consistirá en una actuación musical...
Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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