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Vaya tres patas para un banco. Pero en el mejor de los sentidos. O tal vez ni en el mejor ni en el peor, sino en otra dirección. El exflamenco Niño de Elche, el erudito sonoro Miguel Álvarez-Fernández y el curioso arquitecto Lluís Alexandre Casanovas Blanco sostienen el proyecto indisciplinar Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar que puede verse en el Espacio 1 de la primera planta del Edificio Sabatini del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid hasta el 26 de abril de 2021. Y ese banco es José Val del Omar.
José Val del Omar (Granada, 1904-Madrid, 1982) es una figura de difícil clasificación. Tal vez conocido principalmente por su producción audiovisual a partir de las obras que componen Tríptico elemental de España, el trabajo de Val del Omar atraviesa un sin fin de disciplinas, pero sobre todo coincide –como esta exposición se encarga de subrayar– con el creciente desarrollo de la electroacústica de la que su trayectoria fue paralela. El militante compromiso de José Val del Omar para con el sonido lo llevó a participar como técnico cinematográfico en el proyecto republicano de las Misiones Pedagógicas para después de la Guerra Civil idear también el totalitario Circuito Perifónico de Valencia al servicio del bando nacional. Sus incansables investigaciones sonoras florecerían posteriormente en la España franquista, lugar y tiempo que sin embargo no pudo inventar.
La exposición Desbordamiento de Val del Omar, inaugurada precisamente en el Museo Reina Sofía en el año 2010 bajo el comisariado de Eugeni Bonet, o la publicación ese mismo año de sus Escritos de técnica, poética y mística a cargo de Javier Ortiz-Echagüe ya iluminaron el trabajo de un creador cuya difusión es indisociable del esfuerzo que el Reina Sofía ha hecho en la última década por ahondar en su figura. Este convencimiento viene dado en buena medida gracias a la conservación de su archivo tras su donación en el año 2011 por parte de sus herederos. Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar no llega entonces por casualidad. Sus éxitos tampoco son de ningún modo fortuitos.
Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar de Niño de Elche se divide en dos salas. La primera de ellas contextualiza las circunstancias sonoras de José Val del Omar, así como su obra Auto Sacramental Invisible. Un encomiable trabajo de archivo admirablemente preciso en su presentación a cargo de Lluís Alexandre Casanovas Blanco recorre perimetralmente la sala a modo de original cronología visual. A continuación, el visitante se adentra en una sala en penumbra que presenta la sorprendente creación de Niño de Elche: 37 minutos de sobrecogedora instalación sonora que gracias a los sapientísimos diseño sonoro y producción musical de Miguel Álvarez-Fernández emulan la obra homónima de Val del Omar en un diseño arquitectónico de brillante factura a cargo de Lluís Alexandre Casanovas Blanco sostenido por una iluminación de Carlos Marquerie y David Benito que se apoya en la ingeniería de sonido de Juan Andrés Beato.
El Auto Sacramental Invisible de Niño de Elche es un proyecto de relectura en torno a una de las obras más desconocidas de José Val del Omar. Inspirado en el género teatral contrarreformista de inspiración alegórica, Val del Omar inicia en 1949 el borrador de su Auto Sacramental Invisible que dará por concluido en 1951. Su estreno fragmentado y única presentación pública tuvieron lugar en el Instituto de Cultura Hispánica en el año 1952. El carácter “invisible” del auto sacramental valdelomariano no es sino una afirmación de su carácter sonoro. Pensado para ser representado en un “auditorio completamente a oscuras, iluminado puntualmente por lámparas votivas, con un total de catorce canales de reproducción” el Auto Sacramental Invisible de José Val del Omar se pensaba como una instalación sonora. Sin embargo, aún quedaban años para que siquiera los términos “instalación” o “arte sonoro” –tal y como Miguel Álvarez-Fernández maravillosamente se encarga de apuntar– existiesen. Esta exposición cumple así el justo objetivo de amplificar originalmente una pieza de imperativa incorporación al canon de la historia del arte del siglo XX.
Niño de Elche ha dicho en más de una ocasión que no existe nada más revolucionario que escuchar. El Auto Sacramental Invisible del ilicitano no solo busca ser escuchado como brillante pieza de arte sonoro, sino que se define fundamentalmente como un generoso acto de escucha. Gracias al trabajo de Lluís Alexandre Casanovas Blanco este proyecto escucha a un tiempo –el de la posguerra– cuyos ecos cada vez se hacen más audibles y no por ello menos confusos. Trabajos impulsados desde el propio museo como la exposición Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1959 comisariada por María Dolores Jiménez-Blanco en 2016 ya han demostrado ejercicios de memoria radicalmente histórica que abrazan lo que para unos y otros es una insatisfactoria contrariedad. José Val del Omar se presenta aquí como un desafío cuyo volumen esta exposición aumenta no para escucharlo “mejor”, sino para sumergirse en sus distorsiones sin ningún atisbo de remasterización.
Revolucionaria también es la dialéctica escucha que este Auto Sacramental Invisible propone en diálogo con el visitante. Esta exposición no se propone solo sonorizar el universo de José Val del Omar, sino que se piensa –tal vez como todo proyecto ambicioso– como una reflexión mediática. El Auto Sacramental Invisible de Niño de Elche es un experimento –siguiendo también aquí a Val del Omar– sobre la exhibición-audición del arte sonoro en el espacio del museo. El Auto Sacramental Invisible de Niño de Elche dignifica el arte sonoro través de una cuidadosa estrategia estética. Con este proyecto la necesaria incorporación del sonido al relato de la creación artística se presenta cada vez más próxima. Su ejemplar instalación ofrece las líneas maestras para que futuros proyectos sonoros puedan ser por fin escuchados.
Nadie como Niño de Elche para abrazar, por un lado, la ambivalencia de Val del Omar y propiciar, por otro, la escucha del arte sonoro en el museo. Subversivo para muchos y reaccionario para otros, Niño de Elche ni quiere ni puede ser un artista coherente. Traicionarse a sí mismo es un ejercicio que habla de su honestidad. Tal vez por este motivo y desde 2014 Niño de Elche se haya aproximado en numerosas ocasiones al universo valdelomariano. Su disco Antología del cante flamenco heterodoxo (2018) ya incluía la pista Mensaje Diafónico de Val del Omar gracias al acompañamiento del también fascinado por Val del Omar Pedro G. Romero. Este año, y de la mano de nuevo de Miguel Álvarez-Fernández, Niño de Elche estrena nuevo disco: La distancia entre el barro y la electrónica. Siete diferencias valdelomarianas. Su anfibio trabajo del lado de éxitos comerciales como el más reciente Tu me dejaste de querer junto a C. Tangana y La Húngara, así como experimentales propuestas como su participación en el último espectáculo de Angélica Liddell, hacen de Niño de Elche una voz con una audiencia ampliamente objetiva. La decisión de encargarle un proyecto como este se revela como una inteligente decisión institucional. Sin embargo, bien es cierto que el dificilísimo equilibrio del protagonismo compartido entre José Val del Omar y Niño de Elche –que la exposición constantemente subraya– se inclina, tal vez inevitablemente, en beneficio de este último.
La pandemia de la covid-19 ha sido un arma de doble filo para esta exposición. Por un lado, retrasó su inauguración originalmente programada para el verano y ahora limita el aforo de la instalación. La sala documental se transforma así en una suerte de sala de espera que, para bien, obliga al visitante a detenerse en el material histórico que contextualiza la propuesta. Sin embargo, me pregunto hasta qué punto esta realidad se hubiera desvanecido en el caso de que la pandemia no hubiera desembarcado también en el museo. El misterioso canto de sirena al otro lado de la cortina de granadas nucleares que da paso a la instalación tal vez le hubiera jugado una mala pasada al meticuloso trabajo de documentación. Nota al pie: miren y, si pueden, toquen esas cortinas, una maravilla del diseño que resume la genialidad de este proyecto. Bien es cierto que la propia arquitectura de las salas deja a un lado la contextualización del proyecto a la que sin embargo la rigidez del protocolo sanitario convenientemente da acceso. Una vez en el interior bien sea por la reducidísima exhibición de arte sonoro a la que estamos acostumbrados bien por la disposición un tanto unívoca de las gradas históricas que abren la propuesta, la instalación se repliega parcialmente hacia una teatralidad que limita la circulación del visitante por el espacio. Desde mi punto de vista. esta disposición detiene parcialmente la multidimensionalidad que la propuesta se esfuerza –casi siempre exitosamente– por visibilizar.
Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar de Niño de Elche, Miguel Álvarez-Fernández y Lluís Alexandre Casanovas Blanco es un baño del que salir sucio. Su admirable trabajo se detiene en un archivo histórico para facilitar el trabajo de un creador contemporáneo proponiendo un acertado camino para la exhibición artística por venir. Nadie que visite esta obligatoria exposición pensaría que fuera posible ensuciarse de un modo tan limpio.
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Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar. Niño de Elche. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Edificio Sabatini, Espacio 1. Hasta el 26 de abril de 2021. Más información
Vaya tres patas para un banco. Pero en el mejor de los sentidos. O tal vez ni en el mejor ni en el peor, sino en otra dirección. El exflamenco Niño de Elche, el erudito sonoro Miguel Álvarez-Fernández y el curioso arquitecto Lluís Alexandre Casanovas Blanco sostienen el proyecto indisciplinar
Autor >
Daniel Valtueña
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