1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Dolarocracia

Cuando Madrid y Barcelona hicieron un ‘striptease’ ante Sheldon Adelson

Tras la muerte del magnate de los casinos, recuperamos este extracto del libro ‘Off the Road’ en el que se detalla la competición entre las autoridades catalanas y madrileñas para hacerse con Eurovegas

Andy Robinson 13/01/2021

<p>Ignacio González se reúne con Sheldon Adelson para hablar de Eurovegas (16 de octubre de 2012).</p>

Ignacio González se reúne con Sheldon Adelson para hablar de Eurovegas (16 de octubre de 2012).

Carlos Iglesias / CAM

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Mientras trataba de localizar a un piloto en la comunidad vallada de Waterfall, leí en mi teléfono una noticia que llegaba desde España. Estaba firmada por mi colega Jaume Aroca, que diseccionaba en su blog Post-Barcelona-shu los desesperados proyectos urbanísticos en boga en la ciudad condal en tiempos de crisis. Aquella noticia me dejó atónito. “Sheldon Adelson, el magnate de los casinos de Las Vegas, se reúne con el presidente de la Generalitat Artur Mas”. El hombre más rico de Las Vegas “visitará los terrenos que el gobierno catalán ha ofrecido para alojar el macrocomplejo de Eurovegas”. Al leer esto, de repente, la guerra contra el terror pasó a un segundo plano en mi jerarquía de noticias bomba. Adelson, de ochenta años de edad y con un patrimonio aproximado de 40.000 millones de dólares, era uno de esos ricachones estadounidenses que se jactaba hasta la saciedad de ser un hombre hecho a sí mismo, si bien, en la construcción de su emporio global, –dos megacasinos en Las Vegas y un enorme complejo del juego en Macao–, colaboraba gran parte de la clase política de Washington y Nevada y no se sabe cuántas tríadas de la mafia china. Antiguo miembro del Partido Demócrata, de acuerdo con sus orígenes de hijo de taxista de un humilde barrio judío de Boston, Adelson había evolucionado políticamente de forma paralela al crecimiento de su patrimonio. Ya era el padrino más poderoso de la dolarocracia estadounidense, en la que, gracias a una reciente sentencia del Tribunal Supremo, una nueva clase de empresarios multimillonarios podía comprar el apoyo de los políticos a golpe de talonario. El emperador del Venetian se había convertido en el principal banquero de los candidatos presidenciales republicanos, dispuesto a gastar lo que hiciese falta para garantizar la presencia en la Casa Blanca de un hombre de ideología ultra e incondicional en el apoyo a Israel. Desde su silla de ruedas, y siempre acompañado por su mujer israelí, Miriam Ochsorn, íntima amiga del primer ministro Benjamín Netanyahu, el magnate se calificaba a sí mismo de filántropo y era un abanderado de las causas que consideraba nobles. Estas incluían la aniquilación de todos los derechos laborales en Estados Unidos, así como la de todos los derechos de ser palestino en Palestina. Otro de sus caballos de batalla era la desregulación de toda actividad empresarial en nombre de la libertad de mercado, con la salvedad, por supuesto, del juego online, que debía ser terminantemente prohibido para impedir que compitiera con sus casinos. 

El premio sería una inversión de más de 30.000 millones de euros, rascacielos con hoteles y casinos llenos hasta rebosar con hasta 20.000 tragaperras

Adelson había aprovechado uno de sus frecuentes viajes a Israel (donde pactaba estrategias con los directores de su periódico, Cirio, y despachaba con los elementos más fanáticos de la colonización de Palestina) para hacer escala en Barcelona. Posteriormente haría lo mismo en Madrid, pues resultaba que se había desatado la madre de todas las batallas entre las dos maltrechas ciudades españolas. Ambas competían por ganarse los favores del magnate, propietario del delirante megacasino y hotel estilo “cinquecento rococó berlusconiano”, The Venetian, en el Strip de Las Vegas. Yo había tenido la oportunidad de visitar el Venetian el día anterior, ya no en busca de pilotos de drones, sino de los famosos gondoleros (vestidos al puro estilo de Veneto, con canopies y camisetas a rayas, pero oriundos de Nueva Jersey o Kansas City) que recorren los canales ersatz del hotel cantando arias de Puccini mientras transportan a los turistas desde una sala de máquinas tragaperras a otra. Era exactamente el tipo de empleo que iba a crearse en las ciudades del “nuevo paradigma económico” español tras el colapso del ladrillo. Eso es al menos lo que debían de pensar los equipos de asesores de los respectivos presidentes de Cataluña y Madrid, Artur Mas y Esperanza Aguirre. El premio para la ciudad que lograra convencer a Adelson sería una inversión de más de 30.000 millones de euros, decenas de rascacielos con hoteles y casinos llenos hasta rebosar con hasta 20.000 tragaperras. Se anunciaba también que se lograría entre 500 y 50.000 puestos de trabajo, en función de quién hubiese encargado el estudio de impacto económico. 

Barcelona ofrecía a Adelson y a su empresa, Las Vegas Sands, un terreno estupendo en el Baix Llobregat con vistas al Mediterráneo, grandes ventajas fiscales y, gracias a la participación en el proyecto del reputado chef catalán Ferrer Adrià, la posibilidad de hacer un descanso de las tragaperras para comerte, por ejemplo, un sándwich de pastrami deconstruido con aromas de erizo del Ampurdán. El magnate dio  una vuelta por el puerto para  contemplar[1] el perfil de Barcelona: las dos torres gemelas en la Villa Olímpica, el imponente hotel W, réplica del edificio vela de Dubai, y el icónico edificio con forma de pepino del arquitecto Jean Nouvel, que pronto iba a ser reconvertido en el Gran Hyatt Barcelona. “¡Pero si eso no es un rascacielos!”, exclamó Adelson antes de esbozar su visión de un nuevo ensanche de la ciudad condal con hoteles casino de sesenta y nueve plantas. 

Madrid no podía competir con la dolce vita barcelonesa. Sus terrenos en Valdecarros y Alcorcón recordarían de forma inevitable a Adelson las desoladoras afueras desérticas de Las Vegas, abandonadas y polvorientas tras el gran pinchazo de la burbuja. Pero Esperanza Aguirre, la dama de hierro del Partido Popular, que venía además de ser nombrada amiga de Israel por la embajada del país en España, sabía cómo compensar la falta de ese chic barcelonés. Ofrecería un nuevo marco laboral que permitiría hacer contratos basura al estilo del que tenían muchos estados autodenominados “right to work” (derecho a trabajar, es decir, antisindicales) en el sudoeste estadounidense. Puede que Aguirre no lo supiera, pero, como veremos más adelante, Las Vegas es una de las ciudades más organizadas sindicalmente de Estados Unidos, siendo Adelson la excepción. Así mismo, Madrid ofrecía incentivos fiscales, un recorte drástico del impuesto sobre ganancias del juego y la construcción, si Adelson lo creía oportuno, de una nueva línea de tren de alta velocidad que comunicaría los terrenos con la capital. Se instalarían tres campos de golf en el complejo, obedientemente regados en el secarral de la meseta castellana, al igual que los que enverdecían el desierto de Las Vegas. Sin embargo, ni el Madrid del Partido Popular iba a poder aceptar todos los requisitos que los abogados de Las Vegas Sands habían incluido en la lista que formaba parte de un documento secreto que, más tarde, iba a acabar en mis manos. Exponiéndose a la temible ira de Aguirre, algún valiente funcionario de la Comunidad de Madrid se había atrevido a escribir “inviable” en bolígrafo junto a algunos de los requisitos expuestos en el documento. Estos incluían un permiso para aterrizar los catorce Boeing 747 y Lockheed de la flota privada del magnate en el aeropuerto de Barajas; la revocación de leyes europeas sobre el blanqueo de dinero; y el fin de restricciones sobre la concesión de créditos a jugadores con diagnóstico de ludopatía. Por mucho que quisiera, Aguirre tampoco iba a poder autorizar los junkets, los programas de incentivos basados en jugosas comisiones cuyo uso en el complejo de Adelson en Macao estaba siendo investigado por el departamento anticorrupción del FBI. Pero aunque sabía que no podría complacerle en todo, la presidenta de Madrid estaba dispuesta a usar todos sus encantos y sus exquisitas relaciones con los mismos bancos y constructores que financiaban al PP para crear un régimen especial dentro de Eurovegas que permitiera sortear la ley antitabaco, puesto que el derecho a fumar en los casinos era una condición sine qua non para la inversión de Adelson. Es más, Barcelona no iba a poder cumplir con el deseo de Adelson de construir rascacielos como Dios manda, ya que la ciudad mediterránea iba a limitar la altura de las decenas de hoteles por miedo a que un avión se empotrase en una de ellas, interrumpiendo así una partida de Black Jack. Esperanza, en cambio, garantizaba a Sheldon casinos de dimensiones desde Madrid al cielo, sesenta o setenta plantas, hoteles de dos mil a tres mil habitaciones, cada una –según fantaseaba algún asesor del gobierno madrileño– con derecho a un servicio de habitación que incluyera jamón ibérico pata negra, percebes de Vigo y, siguiendo el modelo impuesto por Adelson en Las Vegas, chicas rusas o latinoamericanas “directas a tu habitación”. Ante esa competencia, ¿Barcelona flexibilizaría su normativa sobre la altura máxima permitida de los edificios? ¿Cedería ante la insistencia de Adelson en plantar palmeras y no pinos mediterráneos a lo largo de la calle principal del nuevo complejo? ¿Se le ofrecería al magnate una estatua en la Plaza Catalunya al estilo Llimona, quizá, librándole en mármol de su silla de ruedas? Todo estaba por ver.

Sheldon Adelson (centro) visita con su equipo los terrenos de Alcorcón (Madrid, 2012) / Comunidad de Madrid

Días después hablé con Jaume por teléfono y me avisó que se había programado un gran casting en Las Vegas para el mes de abril en el que ambas ciudades tenían previsto ampliar su número de irresistibles ofrendas al magnate. Según me contó, volarían al desierto de Nevada sendos equipos de políticos, abogados y economistas de las orgullosas urbes de Barcelona y Madrid para participar en un gran concurso, tipo El aprendiz, solo que con Adelson en el papel de Donald Trump. “¡Pero si es el mundo al revés!”, le comenté horrorizado a Jaume. “¡En Las Vegas son los mafiosos quienes pagan a los políticos!”.

Resultaba aún más chocante lo que me comentaron mis compañeros de la prensa española que se habían desplazado a Las Vegas en abril del 2012 para cubrir el gran concurso español en el desierto de Nevada. Los gobiernos de Madrid y Barcelona, ya iniciada la travesía del desierto postcrisis, se sentían tan desesperados en su búsqueda de alguna fuente de vida económica, que ni tan siquiera pedían dinero al nuevo capo de la mafia de Las Vegas, Míster Adelson. En la nueva España, la fórmula del reparto de sobornos sería algo así como: cuatro dólares para el hotel, tres para el dueño y nada para el gobierno. Es más, los españoles se mostraban mucho menos respetuosos con los derechos laborales que las autoridades de Las Vegas. Cuando los equipos de políticos, altos funcionarios, abogados y arquitectos de las dos ciudades españolas aterrizaron en el desierto, parecían dispuestos a llegar hasta el final en la subasta de ofrendas al magnate. Más que una bajada de pantalones, se trataba de un striptease en barra fija como los que se veían en el Crazy Horse de Rick Rizzola, famoso por contar con unas bailarinas dispuestas a enseñarlo absolutamente todo a cualquiera que insertara un par de billetes verdes en su tanga o escote. El gran concurso, de una rivalidad más intensa que cualquier “clásico” entre el Barcelona y el Real Madrid, se celebró –¿dónde, si no?– bajo los frescos del barroco paint-by-numbers de los techos del Venetian. Al igual que Jeb Bush, Marco Rubio y los otros candidatos republicanos a la presidencia, los líderes de las dos ciudades españolas hicieron cola pacientemente para sus respectivas citas con el magnate. “Venía a ser como una especie de concurso de belleza”, me contó Marc Bassets, mi antiguo compañero de La Vanguardia, que estuvo en Las Vegas aquel fin de semana. “Nosotros esperábamos cerca de los gondoleros y ellos entraron; primero Barcelona, luego Madrid”. En la sala, el panel de jueces que valoraría la calidad del baile erótico que ambas delegaciones estaban dispuestas a dar incluía a Adelson, a su mujer Miriam y a otros miembros de la dirección de Las Vegas Sands. Barcelona arrancó desplegando todos los poderes de seducción de la gran encisadora que es. Si “el Sheldon” no estaba dispuesto a reducir el tamaño de sus torres de cristal, se le ofrecería otro terreno más alejado del aeropuerto. Pero cuando salieron, “los catalanes no parecían muy convencidos”, me explicó Marc. Adelson pedía el número completo y a Barcelona aún le quedaba algo de pudor. A continuación, Madrid efectuó un full monty inmediato delante de Adelson. No habría sindicatos molestos ni convenios colectivos, merced a una legislación laboral ad hoc que el gobierno del PP estaba elaborando. “Los sindicatos caerán como el muro de Berlín”, había prometido Esperanza Aguirre. Por si a Míster Adelson no le bastara con un mercado de trabajo de casino, el equipo madrileño ofreció también generosas desgravaciones fiscales. No habría leyes antitabaco. Habría transporte público, palmeras y restaurantes de chefs estrella que ofrecerían un magnífico cocido madrileño con langostinos picantes, tal y como a Don Sheldon le gustan. 

Los gobiernos de Madrid y Barcelona se sentían tan desesperados que ni tan siquiera pedían dinero al nuevo capo de la mafia de Las Vegas

Bassets ya había estado en Las Vegas dos meses antes para entrevistarse con los directivos de la empresa Las Vegas Sands. Mientras hablaban, Adelson irrumpió en la entrevista en su silla de ruedas. “Me dijo que había visto en su bola de cristal una enorme ciudad casino levantada en algún lugar de España”, recordó Marc. Mostrando un admirable atrevimiento periodístico, Bassets le preguntó al magnate que acababa de donar diez millones a Mitt Romney, si haría lo mismo en España. “¡Jamás pondría dinero en la política española!”, respondió indignado el magnate. Lo cierto era que no hacía falta que Adelson sacase la cartera en las reuniones con los políticos de Madrid y Barcelona. El talonario, con firma del contribuyente, lo sacaban ellos. 

–––––––

 [1] No me han confirmado lo del yate pero su comentario sobre los rascacielos sí.

Mientras trataba de localizar a un piloto en la comunidad vallada de Waterfall, leí en mi teléfono una noticia que llegaba desde España. Estaba firmada por mi colega Jaume Aroca, que diseccionaba en su blog Post-Barcelona-shu los desesperados proyectos urbanísticos en boga en la ciudad condal en tiempos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Andy Robinson

Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí