1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

REPORTAJE

“¡Hasta el McDonald’s ha cerrado!”

La localidad tinerfeña de Los Cristianos agoniza en plena temporada alta por falta de turistas

Israel Merino 27/01/2021

<p>McDonald's en Los Cristianos (Tenerife) cerrado.</p>

McDonald's en Los Cristianos (Tenerife) cerrado.

I.M

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Los tiempos pasados siempre fueron mejores, claro. Cómo no nos vamos a acordar, con la de cientos de fotografías en blanco y negro que tenemos, de aquellos años veinte americanos, cuando la sociedad estadounidense empezaba a tener poder adquisitivo (bueno, más bien, oportunidades para endeudarse) y los trabajadores viajaban en familia hasta la playa a lucir bañadores blancos con rayas azul marino (o al revés). En aquel momento, el turismo interior empezó a ponerse de moda en Estados Unidos. Ir a dominguear a la playa y fumar cigarrillos eran dos grandes símbolos de bienestar. Las norias y los puestos de algodón de azúcar en los muelles forman ya parte de la cultura popular.

Pero llegó el Crack del 29 y con él la Gran Depresión, y luego la Segunda Guerra Mundial, y, cuando esta acabó, el inicio de la lucha cultural contra la URSS y la Guerra Fría, además de otros hechos históricos que todos conocemos. Así que, al final, la imagen popular de las norias y los bañadores de rayas se fue al carajo. El turismo ya no importaba. Había otras prioridades, como no morirse de hambre.

Algo parecido está pasando ahora mismo en España, uno de los países con mayor dependencia económica del turismo. Durante los años ochenta y principios de los noventa del siglo XX, nuestros gobernantes se dejaron llevar por los cantos de sirena que venían de Europa, y, atraídos por el ideario de las norias –aunque aquí somos más de jarras de sangría–, empezaron a desindustrializar el país hasta dejarnos con un PIB encadenado al turismo de sol y playa (más del 12 por ciento del Producto Interior Bruto depende de que más de ochenta millones de turistas vengan a nuestras costas a convertirse en cangrejos gigantes).

Pero esta época dorada, según parece, ha terminado de explotar, pues en el año 2020, con la salida al terreno de juego de la covid-19, España recibió 34 millones de turistas, un 65 por ciento menos que en el año anterior. Si lo traducimos en cifras, esto supone una pérdida económica de 88.000 millones de euros. El 6,6 por ciento del PIB.

Aunque la situación es dramática, para muchos lo es todavía más. ¿Qué pasa con las zonas de nuestro país que dependen, casi en su totalidad, de la llegada masiva de turistas extranjeros? Un desastre absoluto.

Los Cristianos, una pequeña urbe costera perteneciente al municipio de Arona, al sudoeste de Tenerife, es una localidad turística, frecuentada normalmente por alemanes e ingleses, que se ha convertido en una auténtica ciudad fantasma.

Cafeterías prácticamente vacías en Los Cristianos (Tenerife) / I.M

Pasear por sus calles en enero de 2021, en plena –teóricamente– temporada alta, te despierta una sensación de fracaso difícilmente descriptible.

Restaurantes cerrados, locales que se traspasan, camareros que no llegan a fin de mes y trabajadores que lloran frente a tiendas de souvenirs en liquidación por cierre son parte de la extraña naturaleza que ha ido ganándole terreno a la civilización en Los Cristianos. El ambiente que se respira es de tristeza y ruina. En pleno futuro, se añora el pasado.

Negocio que se traspasa en Los Cristianos / I.M.

Cuando entras en el paseo marítimo de la ciudad, en la avenida Juan Alfonso Batista (es un colonizador el que da nombre a esta calle, irónicamente), te empiezas a dar cuenta de por qué la decadencia ha llegado a sus calles: entre casas de lujo construidas en primerísima línea de playa, a tan solo unos metros de donde rompen las olas del Atlántico, te encuentras con un banco alemán encargado de gestionar el dinero de los turistas que antes llegaban hasta la costa. Y ese es el problema. Que antes llegaban, pero ahora no. Ya no sirven de nada los anuncios en inglés, alemán o ruso, ni ese intento de convertir la zona en una colonia.

Todos los huevos se han puesto en una cesta que creíamos segura, pero ahora que se ha roto, nos lamentamos. El turismo, en su momento, desplazó a la población autóctona de la isla hacia otras zonas y ahora se les echa de menos.

Negocios vacíos en Los Cristianos (Tenerife) / I.M.

Jesús, uno de los pocos nativos de Los Cristianos que quedan por la zona, me cuenta: “Ahora mismo debería ser temporada alta, pero no lo es. Es una pena ver las calles de una ciudad tan bonita completamente desiertas. Las pocas personas que ves en la playa”, sigue relatando mientras la señala con el codo, “son residentes de Tenerife o extranjeros que, por algún motivo, tienen su NIE (Número de Identificación de Extranjeros) en la isla. No sabes la pena que me da ver esto. El problema es que quienes vivimos aquí tampoco podemos salir para así mover el dinero, porque como vivíamos del turismo, muchos estamos en ERTE o en la calle, directamente”.

Y pena da, desde luego. Los Cristianos, ahora mismo, es un gigantesco cadáver adornado que, anclado en la costa, simboliza la decadencia de un sistema que ha terminado de quebrarse. Ha tenido que venir un virus a demostrarnos que esto no funciona y que quizá nos equivocamos de modelo. 

Seguir caminando por el paseo marítimo te retuerce las tripas, pues no hay vida. Apenas quedan niños que correteen detrás de las palomas. Apenas hay gente riéndose en los bancos de la avenida. Apenas hay turistas que disfruten, en las terrazas de la zona, de jarras rebosantes de La Dorada, la cerveza de la isla. Apenas hay castillos de arena en pie. 

Mor

La tristeza es, por otra parte, directamente proporcional a la precariedad. Los más tristes, como siempre, son los más pobres. Los que no tienen nada, pero, inútilmente, luchan por conseguir vivir. Como Mor.

Mor es un chico de origen senegalés que recorre de arriba abajo la playa intentando vender cualquier cosa: toallas, gafas de sol, bolsos de imitación. Su vida es pasear en busca de alguna moneda que consiga alegrarle el día.

Mor paseando por las calles de Los Cristianos para intentar vender / I.M.

Partió de Senegal hace tres años. Después de una larga travesía, consiguió llegar a la isla de Gran Canaria. Desde entonces, ha vagado como ha podido de albergue en albergue y de cartón en cartón hasta llegar a Los Cristianos. En su travesía por el Atlántico, perdió a uno de sus mejores amigos al volcar la pequeña embarcación en la que venían junto a otras setenta personas. No conoce otra vida que la del mantero, a pesar de hablar perfectamente su idioma materno, castellano, inglés y francés.

“Esto no me gusta. Es muy duro. Cuando vine, me esperaba otro tipo de vida […]. No, no he comido jamás en un restaurante, pero siempre los veo. A veces, cuando paseo por la playa trabajando, veo a la gente bebiendo y pasándoselo bien y me imagino como ellos. Pienso que, si trabajo muy duro, podré tener una casa propia y una familia con la que venir a comer a esos restaurantes, pero no lo consigo. Por muy duro que trabaje, me he dado cuenta de que no podré conseguirlo nunca. Odio la playa”.

“A veces pienso que en Senegal vivía mejor”, sigue contando. “Allí no me miraban mal porque no era raro. Aquí siempre seré uno de los de fuera […]. En Senegal está casi toda mi familia y mis amigos, así que aquí me siento muy solo. Solo me relaciono con otros manteros”.

“Llevo tres días sin vender nada. Mira”, dice mientras me enseña su billetera de imitación: “no hay nada, no tengo dinero. Si no hay turistas, no vendo, y si no vendo, no hay dinero […]. También he pensado en irme a Madrid, ya que tengo amigos en un barrio que se llama Villaverde que me han dicho que está muy bien, pero no puedo volar porque tampoco tengo los papeles arreglados. Estoy atrapado en esta isla”.

Aunque Mor seguirá paseándose de un lado a otro de la playa en busca de sus sueños, no los conseguirá sin ayuda. Para él, al igual que para muchas otras personas que están en su misma condición, no hay ni ERTE, ni paro, ni ayudas de ningún tipo. 

Por muy trabajador que sea, por mucho que preste un servicio en una de las zonas más (ex)turísticas del país, los mismos que le compramos gafas de imitación seguiremos mirando para otro lado cuando nos pida ayuda.

Tampoco tiene la opción de trabajar en otra cosa que no sea el turismo, porque, en la isla, no la hay. De forma directa o indirecta, casi todo depende de la llegada masiva de peninsulares y extranjeros. 

El polígono

El pequeño polígono industrial que hay cerca de Los Cristianos también depende del turismo: las fábricas de colchones de la zona viven de que los hoteles renueven los de sus habitaciones, los concesionarios de automóviles comen de que las empresas de alquiler de coches compren más vehículos para alquilárselos a los turistas, los restaurantes que hay en la autovía del Sur de Tenerife, muy cerca del aeropuerto Reina Sofía, también viven de que turistas, pilotos y azafatas se acerquen hasta allí para comer y tomar café. El globo que los hacía volar se ha pinchado y ahora, entre lamentaciones, se dan cuenta de que, con un 61,7 por ciento de paro juvenil en la isla, necesitan que vengan extranjeros. O que el sistema colonial cambie.

También en el paseo marítimo de Los Cristianos, en primerísima línea de playa, Chen, un pequeño hostelero de origen chino, se desespera. A las cuatro de la tarde, intenta atraer, octavillas en mano, a los escasos transeúntes de la zona a su local. Mientras, un guitarrista callejero toca una canción desesperada.

“Tengo a cuatro trabajadores en ERTE”, empieza a relatar entre risas amargas. “Como tal, no nos sale rentable abrir, pero no nos queda otra que aguantar. El alquiler me lo van a cobrar igual, así que no me queda otra que intentar sacar algo de dinero”.

“¡Hasta el McDonald’s ha cerrado!”, dice mientras mira el cadáver de la reconocida franquicia, que está al lado de su restaurante. “Si hasta ellos cierran, imagínate cómo estará la situación. También te digo que durante muchos años hemos vivido muy bien, el problema es que ningún hostelero se esperaba esto. Cuando empezó lo del virus, no nos imaginábamos que llegaríamos a enero de 2021 así”.

Nadie estaba preparado. Nadie se esperaba el fracaso. En el centro comercial de San Telmo, una galería comercial al aire libre, apenas hay un par de tiendas de souvenirs abiertas: pero no hay nadie.

El centro comercial San Telmo, con la mayoría de sus tiendas cerradas / I.M.

En la puerta de una de ellas, una chica fuma con intensidad y resignación un cigarrillo para luego tirarlo y empezar a recoger los expositores que tiene en el exterior de su tienda. “He hecho 70 euros de caja”, dice. “Un día como hoy, en condiciones normales, podría haber hecho fleje más. Podría facturar, tranquilamente, hasta 400 euros”.

“Llevo un par de semanas pensando en echar definitivamente el cierre, el problema es que, cuando empecé en esta tienda gracias a un traspaso, deseché el resto de las opciones que tenía para ganarme la vida. Ahora mismo sobrevivo de mis ahorros y de los cartones de tabaco que vendo a algunos clientes que se acercan hasta aquí”.

A pesar de todo, la fuente que hay en el medio del centro comercial sigue funcionando. El susurro del agua cayendo por su estructura es el único sonido que se escucha. 

Cuando el sol empieza a ponerse, ver el atardecer desde la playa de Las Vistas, una de las zonas con más hoteles de Los Cristianos, es un auténtico placer para el alma. El sol va cayendo lentamente, sumergiéndose en el Atlántico, mientras sientes la presencia del todopoderoso Teide a tu espalda.

La playa de las Vistas, vacía al atardecer / I.M.

Los últimos rayos de sol del día, ahora, caen sobre una ciudad muerta; sobre el gigantesco cadáver que ha dejado el turismo en aquella zona. Un cadáver repleto de hoteles de arquitectura poscolonial y en los que, tan faltos de dinero, solo se puede respirar un aire cargado de muerte, precariedad y soledad.

Bienvenidos a los felices años veinte. Aquí también hay norias y puestos de algodón de azúcar. También hay colonialismo y expediciones a África. El problema es que no queda nadie. 

Los tiempos pasados siempre fueron mejores, claro. Cómo no nos vamos a acordar, con la de cientos de fotografías en blanco y negro que tenemos, de aquellos años veinte americanos, cuando la sociedad estadounidense empezaba a tener poder adquisitivo (bueno, más bien, oportunidades para endeudarse) y los...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí