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Cuando Albert Rivera dimitió como presidente y diputado de Ciudadanos tras sus catastróficos resultados electorales que dejaron a su partido listo para las limitaciones de aforo, creí que quizás, en el fondo, le quedaba algo de dignidad. Me equivocaba.
“Dejo la política, la vida pública, en coherencia con lo que soy, de dónde vengo y lo que pienso sobre la vida y sobre la política”. Albert Rivera ha hecho de todo menos dejar la vida pública.
Desde su cuenta de twitter con el útil tick azul, el ex naranjito no hace otra cosa que dar lecciones políticas (o lo que él cree que son lecciones políticas), decir cuáles deberían ser las prioridades, criticar al Gobierno y bloquear a cualquiera que le lleve la contraria.
Como sabréis, el consejero de Salud de Murcia Manuel Villegas y otros 400 trabajadores de la Consejería y Servicio murciano de Salud se han puesto la vacuna contra la covid-19.
400 muertos al día es suficiente razón para tener a nuestros políticos a disposición 24/7, o eso me gustaría pensar
Pues bien, ese mismo día a Albert Rivera se le ha ocurrido poner el siguiente tweet: “Después de nuestros mayores, enfermos crónicos, sanitarios y resto de servidores públicos, deberían vacunarse nuestros gobernantes y legisladores. Darían ejemplo ante la población y tendríamos a los dirigentes del país inmunes para estar disponibles 24h y 365 días en la pandemia”. Le ha faltado añadir a los banqueros y directivos.
Este tweet encarna a la perfección la línea de pensamiento del novio de Malú: la perpetuación de los privilegios de los políticos –probablemente a más de uno se le ha pasado esta idea por la cabeza y Rivera haya sido el único que lo ha expresado públicamente–.
Como si nuestros gobernantes y legisladores no tuviesen ya suficientes ventajas, ahora Albert propone que se vacunen antes que el resto de ciudadanos comunes, para “dar ejemplo y estar disponibles 24h”.
El ejemplo sería vacunarse cuando les toque, según su edad y sus condiciones, como todo el mundo. El ejemplo sería estar disponible 24 horas y 365 días en la pandemia, como lo han estado miles de trabajadores. Creo que 400 muertos al día es suficiente razón para tener a nuestros políticos a disposición 24/7, o eso me gustaría pensar.
Muchos “gobernantes y legisladores” han tenido covid o han estado en contacto con algún positivo y han tenido que aislarse, y no se ha caído el país. Por cierto, esos mismos gobernantes han tenido acceso inmediato a pruebas PCR, a diferencia del resto de la población.
En ocasiones soy un poco ingenua y creo (o quiero creer) que ciertos políticos son como actores, que las cosas que dicen son un guión y que en el fondo son buenas personas que realmente defienden a los ciudadanos. Se me pasa bastante rápido.
Me estaba acordando de aquella fatídica noche de octubre, cuando, mientras los ciudadanos nos aguantábamos las ganas de ver y achuchar a todos nuestros amigos a la vez, medio Congreso de los diputados y media Asamblea de Madrid se presentó en la fiesta de El Español a tomar unas copas y a repartirse premios. ¡Vaya cabreo tenía!
Probablemente esa escena y el reciente tweet de Rivera es lo que mejor representa a una buena parte de los políticos de nuestro país: el privilegio, la indiferencia y la impunidad.
Luego pienso que somos nosotros quienes elegimos a esa gente para representarnos; entonces, ¿están fallando ellos como representantes políticos o fallamos nosotros al elegirlos? ¿Cuánto tiempo vamos a tardar en dejar de conformarnos? ¿No deberíamos exigir más? ¿Es esto lo que nos merecemos?
Los gobernantes deberían trabajar para la población, para intentar mejorar sus vidas, y los ciudadanos deberíamos poder sentirnos orgullosos de ellos
Yo, y mira que no soy el colmo de la exigencia, no creo que merezcamos esto. No merecemos vivir en un país cuya capital lidera el ranking de las ciudades europeas con más mortalidad por contaminación debida a los coches, porque algunas crean que es una seña de identidad. No merecemos vivir en una ciudad llena de basura y de hielo, ni tampoco en una Comunidad Autónoma en la que 400 cargos públicos deciden vacunarse por el mero hecho de serlo.
En esta pandemia, Albert, los héroes que han estado disponibles 24/7 han sido las sanitarias, celadoras, cuidadoras, cajeras, limpiadoras, camioneras, reponedoras, las profesoras.
Y después, otros ciudadanos que quizás tú no consideres “servidores públicos”: las madres y padres que han teletrabajado con sus niños en casa, los niños que han aguantado meses encerrados, los periodistas, los artistas y escritores, los alumnos que han sacado adelante sus cursos.
Ellas y ellos han sido quienes han dado ejemplo, no tus amigos políticos. Ellas, muy lejanos a las condiciones de vida de nuestros gobernantes y legisladores y sin nada a cambio, son quienes sacan el país adelante cada día. Sin ellas, sin los ciudadanos, trabajadores normales y corrientes, vosotros, la casta, que os dedicáis a llenar de banderas las ciudades, a aprovecharos de vuestras posiciones de poder y a perder el tiempo en twitter montando gresca, no sois nada.
Y esto no tiene sentido. Los gobernantes deberían trabajar para la población, para intentar mejorar sus vidas, así es como yo entiendo la política, y los ciudadanos deberíamos poder sentirnos orgullosos de ellos, votarles con confianza y seguridad y no estar sopesando las opciones para elegir al menos malo.
Si los privilegios y la impunidad política siguen dominando este país, nunca saldremos de la interminable crisis de representación.
Cuando Albert Rivera dimitió como presidente y diputado de Ciudadanos tras sus catastróficos resultados electorales que dejaron a su partido listo para las limitaciones de aforo, creí que quizás, en el fondo, le quedaba algo de dignidad. Me equivocaba.
“Dejo la política, la vida pública, en coherencia...
Autor >
Elisa Mora Andrade
Es graduada en Ciencias Políticas.
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