Ecología democrática
Seis reflexiones en busca de una Asamblea Ciudadana
Distintas voces analizan la iniciativa ‘Una España más segura ante el cambio climático, ¿Cómo lo hacemos?’, presentada por el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico
Fernando Prieto / Agnès Delage / Fernando Valladares / Vero Van Horenbeke / Juan Bordera / Llorenç Witty 27/05/2021
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Tras año y medio de retraso, y sin querer hacer mucho ruido, el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha presentado la Asamblea Ciudadana para el Clima. De esta forma se lanza por fin una propuesta que ya ha tenido lugar en otros países, como Francia o Reino Unido, pero a diferencia de lo ocurrido allí –en plena crisis pandémica–, aquí no será presencial, sino virtual. Tampoco será vinculante, como demandaba alguno de los movimientos implicados. Todo ello ha provocado ya las primeras críticas, que califican la iniciativa como mero simulacro de participación. Una escenificación para cumplir con lo mínimo y pasar el trámite. Según lo previsto, la primera de las cinco sesiones –una cada mes, siempre en fin de semana– deberá comenzar este otoño.
El proceso de selección de participantes tampoco está exento de polémica: se hará una contratación pública, en la que la empresa escogida determinará el método para elegir a 100 personas. Criterios como la edad, el género, el nivel educativo o la procedencia geográfica serán factores clave a la hora de tratar de asegurar que la asamblea sea representativa, aseguran en el MITECO, donde han decidido titular el encuentro como “Una España más segura ante el cambio climático, ¿Cómo lo hacemos?”. Esa es la pregunta abierta que se lanza para abrir debate.
Seis personas implicadas de una manera u otra en ayudar a que esta propuesta haya llegado hasta aquí os contamos nuestras impresiones, como si fuera en una asamblea –no sea quizá la única oportunidad real que tengamos.
Fernando Prieto. Doctor en Ecología:
¿De qué servirá la Asamblea Ciudadana? ¿Se pretende limitar la discusión a cuestiones ligadas con los comportamientos individuales y personales? ¿Simplificar la transición ecológica hasta el punto de que el debate consista en saber si es mejor bañarse o ducharse, usar el transporte público o la bicicleta, el coche o el avión? La Asamblea no debe verse reducida a un foro de “conversación climática”.
Las decisiones se siguen tomando más pensadas para favorecer a núcleos de poder que a los propios ciudadanos. Se ha visto en las reuniones en el Congreso de los Diputados, la Comisión de Recuperación o del proyecto de Ley de Cambio Climático, donde han desfilado las empresas de siempre, recomendando sus propios intereses para salir de la crisis, cuando son las que precisamente nos metieron en ella.
Es necesario aprender las lecciones que nos han enseñado las asambleas de Francia y el Reino Unido. La Ley de Cambio Climático estaría mucho más respaldada si en ella se incorporan las resoluciones de una Asamblea Ciudadana en la cual se dé cabida a la participación real de la gente. Además, está la necesidad de vincular la Asamblea con los fondos estructurales. Parece que interesa sustraer de la discusión democrática todo lo que puede afectar al reparto y gestión de los fondos del plan europeo NextGeneration EU.
Si los que deciden son los de siempre, nos llevarán otra vez donde siempre. Tomar medidas contra la emergencia climática o diseñar un nuevo futuro requiere ideas y formas disruptivas, con participación directa de la gente. Einstein ya dijo: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Agnès Delage. Politóloga:
La asamblea virtual no cumple en absoluto con los mínimos que garantizan su eficiencia. Se la llama Asamblea Climática pero no lo es: ni permite participación ciudadana real, ni podrá decidir sobre una transformación profunda de nuestra sociedad. De aquí a 2050, los científicos alertan que España tendrá un clima “desconocido de rasgos espeluznantes”, propio del actual clima de Irak. Ante ese reto, el Gobierno propone un simulacro de participación, en vez de crear una estructura de cogobernanza ciudadana de emergencia, que ayude a acelerar el proceso de transformación ineludible.
La reciente ley climática programa una reducción del 23% de las emisiones y se queda muy por debajo de la demanda de la sociedad civil y de Europa de un 55% para 2030. Y con los fondos europeos, el Gobierno ha sido incapaz de organizar una reconstrucción justa, por lo que acabarán beneficiando a las grandes empresas sin compromiso ambiental profundo ni cambio del modelo productivo.
Parece que interesa sustraer de la discusión democrática todo lo que puede afectar al reparto y gestión de los fondos del plan europeo NextGeneration EU
El anuncio de la Asamblea Climática virtual va en el mismo sentido: hacia ninguna parte. Pero lo que es más grave: ningunea a la ciudadanía proponiendo unos encuentros virtuales, sin definir los objetivos concretos (ya que la ley de cambio climático ya está aprobada) y sin construir un marco real de deliberación y toma de decisiones.
Es un comportamiento altamente peligroso. Actualmente, el 90% de los españoles desconfía de los partidos políticos en general y el Congreso de los Diputados y el Gobierno de España ocupan el segundo lugar en las instituciones que generan mayor grado de desconfianza. Ante esta crisis de representación política, la asamblea ciudadana debería ser una oportunidad histórica para el Gobierno, que abriera una etapa de renovación democrática profunda.
Fernando Valladares. Científico del CSIC:
El cambio climático es, posiblemente, el principal desafío que enfrenta la humanidad actualmente. La falta de confianza en las instituciones, las grietas en las democracias de todos los países, la errática gobernanza global y la crisis de valores hacen muy difícil consensuar resoluciones urgentes en asuntos tan complejos y transversales. A pesar de tener el conocimiento científico y la tecnología, estamos bloqueados por debates crispados y confundidos por decisiones políticas de muy corto plazo que guardan poca relación real con la resolución de la crisis climática. Necesitamos nuevas herramientas y grandes dosis de motivación para lograr grandes consensos e impulsar acciones decididas.
Una asamblea ciudadana es algo nuevo (apenas se ha comenzado a ensayar en algunos países) y contiene buenas dosis de motivación, al facilitar la participación directa de la ciudadanía. La propuesta del Gobierno de España llega con año y medio de retraso, carece de actividades presenciales y es muy escueta en su calendario como para alcanzar resoluciones de calado. Pero ya está aquí y no estamos en condiciones de seguir retrasando su arranque. Demos por tanto la bienvenida, por fin, a esta Asamblea Ciudadana por el Clima, aprovechemos la oportunidad que se abre para el debate y el diálogo social en un aspecto urgente y trascendental, sigamos construyendo una estrategia climática sobre cimientos científicos y mejoremos el instrumento de las asambleas ciudadanas usándolo de la mejor manera que seamos capaces.
Vero Van Horenbeke. Arquitecta:
Nos encontramos en un momento histórico en el que no se puede fallar, se ha acabado el tiempo para medidas cobardes; pretenden apagar el fuego echando gotas de agua, pero acabaremos ardiendo si no cerramos el gas.
Presumo que quienes están en una situación de poder en el sistema actual están haciendo que el cambio que irremediablemente necesitamos sea aún más difícil de conseguir.
La Asamblea Ciudadana es una magnífica herramienta de toma de decisión, es una gran oportunidad, que este Gobierno está desaprovechando. La ciudadanía bien informada es capaz de tomar decisiones valientes, que otros sectores de la sociedad no se han atrevido a tomar durante ya más de 30 años de advertencias. Estas decisiones pueden hacer que el planeta, que España, siga siendo un lugar habitable.
Necesitamos una asamblea presencial, en la que la interacción permita un mejor aprendizaje y un debate más rico, consiguiendo además que sea accesible para personas de todas las edades y situaciones vitales; una asamblea que tome decisiones que sean vinculantes, no queremos un cursillo virtual para 100 personas, eso no resuelve nada.
Juan Bordera. Guionista.
La propuesta de Asamblea es un pequeño paso en la dirección correcta, y por eso hay que aprovecharlo. Los partidos políticos saben que de implementarse mecanismos directos de decisión, su manera de proceder se vería comprometida, obligada a mejorar y a delegar. Y aunque es verdad que los mecanismos asamblearios tienen límites, es aún más evidente que el sistema de partidos políticos tiene muchos más. Están siendo incapaces de reaccionar a tiempo al reto civilizatorio que tenemos delante, entrelazado por las transiciones ecológica y energética en un mundo de recursos cada vez más finitos.
Además, si se hacen bien, estos procesos pueden dinamitar y dinamizar el encorsetado debate mediático, que impide que se hable claramente, y no por casualidad, –si no se dice, no existe– de temas que afectarían a las empresas accionistas de esos mismos “medios de comunicación” de masas. Las Asambleas Ciudadanas pueden ayudar a devolver una parte del poder a quien corresponde, en un mundo cada vez más dirigido por los mercados y los grandes fondos de inversión.
Un aspecto crucial es que las personas que asesoren sean expertas reconocidas por su independencia y valentía. En nuestro país se me ocurren varios nombres como Antonio Turiel, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, Fernando Valladares o Ferran Puig, que creo que podrían ayudar mucho a que el proceso fuera transformador. Quizá el formato sea peor que el francés, pese a que se debería haber aprendido algo (o quizá se ha aprendido a tratar de vaciar de contenido), pero aún podemos lograr que las decisiones no lo sean.
Llorenç Witty. Actor.
Como participante de un movimiento como Extinction Rebellion que lleva años demandando la asamblea, debería alegrarme y aplaudir que el gobierno convoque una asamblea… si realmente fuese una. Si realmente las conclusiones fueran vinculantes. Si a través de ella la gran mayoría de la sociedad y la clase política comprendiera de verdad la emergencia que hay, las causas y las medidas adecuadas para mitigar daños y adaptarnos a lo que viene.
Convendría que una buena representación de los partidos políticos (sí, todos) sean formados también. Sería una manera de no perder esta oportunidad de tomar en serio este riesgo.
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