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Ni la llegada de las vacunas, ni las perspectivas de mejoría económica y social han conseguido mitigar los efectos sobre la salud mental derivados de la crisis del coronavirus. Esto es lo que asegura un estudio, basado en varias oleadas de encuestas, publicado en los últimos días por la cátedra Grupo 5 Contra el Estigma de la Universidad Complutense de Madrid, donde se advierte que tanto los niveles de ansiedad como de depresión son hoy, un año después del inicio de la tragedia sanitaria, más altos que en los primeros momentos de la pandemia.
Apenas una de cada cuatro personas ha recibido ayuda para tratar los problemas psicológicos derivados de la crisis sanitaria
En total, el estudio señala que cuatro de cada diez personas reconoce haber sufrido problemas de salud mental durante el último año en España, si bien no todos los grupos de población se han visto afectados de la misma manera según ha ido avanzando el virus: “El impacto de la situación derivada por la pandemia a los 12 meses está siendo más alto en el género femenino y las personas más jóvenes, a pesar de que las personas de mayor edad y las del grupo de 31-59 años hayan sufrido un mayor número de sucesos estresantes y hayan podido verse más afectadas a nivel médico por el virus”, dice el documento.
Los niveles de estrés postraumático, la sensación de soledad o los síntomas somáticos son algunas de las patologías que, según la propia investigación, se han agravado con el paso del tiempo. Como ejemplo, en marzo de este año cerca de un 43% de los participantes en los cuestionarios reconocía haber sufrido algún ataque de ansiedad o de pánico, un porcentaje que hace doce meses solo llegaba al 30%.
Más allá de las cifras que corroboran el efecto duradero y persistentes de la pandemia sobre la salud mental, el estudio también ofrece otros datos preocupantes sobre los niveles de acceso a ayuda profesional de los que dispone la población. En total, apenas una de cada cuatro personas ha recibido ayuda para tratar los problemas psicológicos derivados de la crisis sanitaria, y hasta un 18% ha visto sus tratamientos limitados o suspendidos en los últimos doce meses.
Entre los motivos que han llevado a la población a no acudir a los servicios de salud mental destaca, de forma negativa, el que tiene que ver con el coste de la atención: cerca del 17% de los encuestados asegura no haber solicitado ayuda por no poder pagar el tratamiento. Mientras, más de un 5% asegura que, pese a pedir una cita para recibir atención, no pudo conseguirla por la saturación de los servicios.
Los datos del estudio se basan en cuatro oleadas de entrevistas repartidas a lo largo del último año: la primera, en los días inmediatamente posteriores al confinamiento de marzo de 2020; la segunda, de unas semanas después, en abril; la tercera, durante la desescalada, entre mayo y junio; y la última, un año después de que se declarase el estado de alarma, en marzo de 2021.
En un primer momento, cerca de 3.500 personas participaron en la encuesta. A partir de ahí, el resto de oleadas han contando con entre 500 y 1.000 personas que ya estuvieron presentes en el formulario inicial.
Cerca del 17% de los encuestados asegura no haber solicitado ayuda por no poder pagar el tratamiento
En este sentido, la última oleada del estudio no solo ha servido para medir los efectos de la crisis de la covid-19 en el largo plazo, sino que también ha incorporado nuevas preguntas sobre los estigmas internalizados que ha podido provocar la llegada del virus. Los sentimientos y conductas negativas hacia uno mismo, donde se incluye la propia percepción sobre estar contagiado, se han manifestado de forma media en un 14% de las personas que han participado en el estudio, mientras que un 2,4% mostraba un estigma internalizado moderado o severo.
Junto a esto, el estudio también advierte sobre el desgaste y el pesimismo, cada vez más latentes, que está demostrando la población frente la crisis sanitaria. Tanto los niveles de bienestar espiritual, como especialmente la percepción de apoyo social, han ido decayendo hasta registrar su pico más bajo en marzo de este año. “Estamos lejos aún de una recuperación psicológica total, ya que, a los 12 meses, la situación ha empeorado considerablemente y es previsible que siga empeorando hasta que no se llegue a la inmunidad de rebaño y a la progresiva recuperación de la actividad económica”, concluye el documento.