Nerea Pérez Uria / Vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia
“Somos el país europeo con menos profesionales de salud mental en el sistema sanitario”
Gorka Castillo Madrid , 9/04/2020
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Especializada en psicología de emergencias y grandes catástrofes, Nerea Pérez Uría (Madrid, 1975) admite que se enfrenta a una experiencia inédita. “El 11-S, la riada en el camping de Biescas o el 11-M afectaron a una parte de la población pero no a toda como ocurre en esta crisis. Lo de la Covid-19 se sale de todos los contextos”, asegura. Al escalofriante número de víctimas que está provocando este virus voraz, ella suma los estragos emocionales que está causando entre una población confundida y aislada. Con 22 años dedicada al tratamiento de traumas causados por situaciones catastróficas, es vicedecana del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia y coordina a un equipo de 85 profesionales del servicio Psikobizi, una red de asistencia destinada a ayudar al personal sanitario que lo requiera, a familiares de víctimas, ancianos y mujeres maltratadas “que ahora viven dentro de una jaula con su bestia”. Pérez Uria reconoce que la pandemia “está poniendo a prueba nuestra capacidad de resiliencia”, pero no oculta su esperanza de que cuando todo termine “volvamos a ser capaces de apreciar el valor del contacto físico. De tocarnos, abrazarnos y besarnos. Incluso más que antes”.
Nadie estaba preparado para un confinamiento masivo tan extenso. ¿Qué trastornos puede generar una situación de esta naturaleza y tan prolongado?
Es importante tener en cuenta que, muy probablemente, parte de la población saldrá fortalecida, con nuevos recursos personales, ya que el ser humano cuenta con una fortaleza psicológica de la que no somos conscientes hasta que la vida nos pone a prueba. También habrá personas que sufran una reagudización de sus sintomatologías previas y otros que, una vez concluya el confinamiento, tendrán mayor incertidumbre, ansiedad y confusión en sus vidas cotidianas.
Para los psicólogos de emergencias también será un reto enorme.
La psicología de emergencias es una especialidad que, aunque joven y con experiencia en situaciones menos globales que la que ahora vivimos, es esencial para ayudar a gestionar las emociones y mitigar los efectos causados por un estado de confinamiento general tan prolongado. Por lo tanto también es una novedad para nosotros. Hasta ahora nuestra experiencia se limitaba a actuaciones en el 11-S, la riada en el camping de Biescas o el 11-M, que afectaron a una parte de la población pero no a toda. Lo de ahora es completamente diferente. Evidentemente, hay personas y colectivos que para nosotros son prioritarios, como los sanitarios, a los que urge atender porque son quienes nos garantizan la salud y están sufriendo un gran impacto emocional, trabajando en unas condiciones con altos niveles de exigencia y responsabilidad. Por lo tanto, la intervención psicológica con ellos es vital. Pero también hay miles de personas confinadas a las que también es importante intervenir porque de esa forma garantizamos su estabilidad emocional y favorecemos su adaptación a esta inédita realidad que nos ha tocado vivir.
Respiremos en algún momento del día de una forma plenamente consciente, mantengamos una buena higiene del sueño. Son pequeños mecanismos que ayudan a manejarnos en el día a día
Pero, ¿cómo gestionar las alteraciones emocionales en una situación donde no existe la libertad de movimientos?
Las personas tenemos una gran capacidad de resiliencia. Quiero decir con esto que sabemos afrontar la adversidad aunque no lo sepamos hasta que nos llega el momento de hacerlo. Desde el principio, estamos proporcionando pautas psicológicas básicas a la gente que lo necesita para que puedan equilibrar sus emociones, los pensamientos, las sensaciones y lo que hacen de forma cotidiana. Por ejemplo, recomendamos que mantengan una rutina, que hagan ejercicio, que intenten estar entretenidos y ocupados, que cuiden de sus seres queridos, que hablen de sus emociones con amigos y familiares porque es lo normal en esta situación. Lo anormal es lo que ahora estamos viviendo. Respiremos en algún momento del día de una forma plenamente consciente, mantengamos una buena higiene del sueño. Son pequeños mecanismos que ayudan a manejarnos en el día a día y facilitan una planificación ordenada de la jornada siguiente acotando el espacio a la improvisación.
La incertidumbre prolongada provoca miedo. El ánimo e incluso aquella empatía que predominó en las primeras jornadas de confinamiento han empezado a tornarse en preocupación e irritabilidad. ¿Cómo contener esta evolución?
Con información adecuada sobre lo que ocurre. Estamos sumergidos en un momento de incertidumbre y confusión que hasta ahora sólo habíamos visto en el cine. Y eso es agotador. Pero hay que entender que todo esto forma parte del proceso de adaptación a una realidad inédita. El problema es cuando a ese agotamiento unimos la sobreinformación que recibimos, porque la mezcla de ambos incrementa la ansiedad, el miedo y la depresión que nos vuelve irascibles. Por eso creo útil que aprendamos a filtrar las noticias, a seleccionar las fuentes fiables como las oficiales o las que proporcionan medios rigurosos que rechazan los rumores para no propagar bulos que sólo potencian la angustia individual y colectiva. Lógicamente, se trata de una pelea a la que hoy estamos inevitablemente expuestos porque la tendencia natural es buscar respuestas inmediatas a las dudas que nos asaltan. ¿Cuánto durará esto? ¿Qué ocurrirá con mi trabajo? ¿Cómo será el regreso? No es fácil conseguir un equilibrio entre tanta incertidumbre individual y colectiva, lo sé, pero me gustaría resaltar que la inmensa mayoría de las personas lo está llevando de manera admirable. Con serenidad, tranquilidad y un acompañamiento, aunque sea al vecino de enfrente, ejemplar.
Las redes sociales están sacando lo peor y también lo mejor del ser humano. ¿Cómo influyen en el estado de ánimo?
Los bulos y rumores instigan el miedo. No hay duda de que su única finalidad es alimentar la zozobra y la incertidumbre dentro de la sociedad. Son actitudes penosas de una minoría porque, en líneas generales, las redes están sirviendo a mucha gente para sacar lo mejor de sí mismos. Es decir, su creatividad, su imaginación, su honestidad, su solidaridad. Hay que quedarse con esto último y arrebatar el protagonismo a quien no lo merece. No deberíamos entrar en las “guerras” que proponen aunque, a veces, resulte inevitable enfadarte.
Hablaba de que actuaciones en emergencias como el 11-M o la catástrofe ocurrida en el camping de Biescas en 1996. El drama ahora tiene una carga emocional de crueldad agregada. La Covid-19 separa a los familiares de sus seres queridos enfermos en los últimos momentos de sus vidas. ¿Marcará a esta generación?
Por supuesto que esto es especialmente cruel. No poder acompañar y despedirte de tu ser querido provoca una gran desazón en los familiares. La separación física impide afrontar la pérdida de la forma en la que siempre lo hemos hecho y añade una carga de sufrimiento a los afectados. Me atrevería a decir que todo esto también dibujará un reto que habrá que encarar en la fase de superación. Esta enfermedad está poniendo a prueba nuestra capacidad de resiliencia hasta un grado que, probablemente, termine descubriéndonos estrategias nuevas para afrontar situaciones traumáticas. A los profesionales de la salud mental, a los psicólogos y especialistas, sólo nos queda acompañarles en este proceso de aceptación y superación de una realidad durísima, ayudando a quienes lo estén padeciendo para que encuentren habilidades que faciliten su ventilación emocional y afronten de la mejor manera posible el inicio del duelo.
¿Qué impactos a corto, medio y largo plazo prevén?
En el primer momento, estrés agudo que, en la mayoría de los casos, evolucionará hacia una recuperación escalonada del equilibrio. Sin embargo, si no se resuelve apropiadamente puede evolucionar negativamente y derivar en agotamiento emocional, trastornos de ansiedad, depresión e, incluso, el síndrome del quemado y cuadros de estrés traumático secundario, es decir, miedo intenso, indefensión y horror, reexperimentación de la situación, pesadillas e irritabilidad.
Si una mujer maltratada vive una situación atroz sin confinamiento, ¿se imagina cómo vive en estos momentos compartiendo espacio cerrado con su maltratador?
Ustedes asisten a colectivos vulnerables como las mujeres maltratadas.
Si una mujer maltratada vive una situación atroz sin confinamiento, ¿se imagina cómo vive en estos momentos compartiendo espacio cerrado con su maltratador? Puede usted multiplicar el miedo y el riesgo por 50.000. Es terrible. Es que muchas viven ahora dentro de una jaula con su bestia. En el Colegio de Psicólogos de Bizkaia tenemos un teléfono de Psikobizidondeatendemos estas situaciones. En cuanto recibimos una solicitud, remitimos a la mujer un cuestionario que nos permite elaborar un triaje psicológico para identificar lo antes posible a aquellas que se encuentran en situación de especial riesgo y darles prioridad inmediata. Cuando concluya este confinamiento podremos analizar mejor qué ha sucedido en este tiempo con las mujeres maltratadas porque todo lo que sucede ahora ocurre dentro de los muros de sus casas.
Otro grupo de riesgo es el de las personas mayores, atemorizadas ante un virus que está causando estragos en su franja de edad.
A las personas mayores hay que acompañarlas en este tránsito. Especialmente a las que están solas. Es cierto que, desgraciadamente, muchas no están siendo atendidas pero muchísimas más se sienten arropadas por su comunidad, por vecinos y por diferentes entidades psicosociales. Mire, esta crisis nos está sirviendo para recuperar valores muy positivos que se estaban perdiendo. Por ejemplo, la solidaridad, la importancia de acompañarnos como personas. Yo misma, cuanto termine esta entrevista, llamaré a una señora que vive sola porque acaba de fallecer su marido. Seguramente, la conversación que mantengamos no hará que sienta mejor, pero le ayudará a mitigar su sufrimiento porque se desahogará contándome cómo está, cómo lo lleva. Y eso, ahora mismo, es mucho. Tenemos que darnos cuenta de que facultades como escuchar, acompañar, estar juntos, permitirme o permitirte desahogarte, cosas que hace tres semanas no parecían tan importantes, han cobrado una dimensión nueva. Espero que una de las lecciones que saquemos de todo esto sea valorar en su justa medida la importancia de la calidad y calidez, no la cantidad, del acompañamiento en nuestras vidas.
Y los menores, ¿qué lectura están haciendo de todo esto?
Depende de su edad. Mi hijo de tres años no se entera de mucho. Le citas la Covid-19 y es como si le hablaras de R2D2. Pero tiene momentos de cierto retroceso porque se aburre y no ve a sus amigos. Sin embargo, los niños tienen una capacidad de adaptación mucho mayor que los adultos porque viven el día a día. Personalmente me preocupan más los adolescentes, que sí son conscientes a su manera de las repercusiones a corto, medio y largo plazo. ¿Y que están viendo? Incertidumbre. Lo mismo que los adultos. Nadie sabe vivir en la incertidumbre porque nadie nos ha enseñado. Hemos sido educados en la certidumbre. Por eso, las personas mayores que ya han vivido momentos críticos como la guerra, la postguerra, etc. están ahora más protegidas emocionalmente que la gente de mi generación. Es cierto que tienen miedo, porque la muerte da miedo, pero no tanto por ellos sino por sus hijos y nietos.
Personalmente me preocupan más los adolescentes, que sí son conscientes a su manera de las repercusiones a corto, medio y largo plazo
Con las medidas de distanciamiento social implantadas para evitar la expansión del virus, ¿no quedará un resquemor al saludo por contacto, al abrazo, al beso?
No puedo responder a esa pregunta como psicóloga pero sí como persona. Mi deseo es que cuando empecemos progresivamente a salir del confinamiento, que será una fase nueva a la que habrá que adaptarse también, nos demos cuenta de la importancia del contacto. De tocarnos, de abrazarnos, de besarnos. Más que antes. Habrá gente que lo desterrará para siempre pero espero que seamos más las que apreciemos el valor del contacto físico.
¿Deberían tenerse en cuenta los trastornos emocionales que produjo la crisis financiera de 2008 -2010 en la población para acometer la reconstrucción social?
La incertidumbre económica es uno de los principales factores de riesgo para la superación de las emergencias. Y sí, deberíamos aprender de las experiencias previas, tanto las personas como las instituciones, dado que ello supone un importante elemento protector para la gente. Teniendo en cuenta el impacto que la pandemia ha tenido sobre el sistema sanitario, los servicios de salud mental y los sistemas sociales se debería realizar mayor dotación de recursos ante posibles imprevistos de este tipo. Deberíamos dar mayor visibilidad a la atención psicológica de las personas, ya que somos el país europeo con menos profesionales dentro del sistema sanitario.
¿Cómo sobrelleva una psicóloga en emergencias una situación excepcional como la actual?
Yo no vivo un confinamiento total debido al trabajo que tengo y, por lo tanto, no me puedo comparar a la inmensa mayoría de la gente. Lo vivo como un reto, como una experiencia colectiva tremenda porque, además de psicóloga, estoy especializada en emergencias y catástrofes. Pero todos tenemos días mejores y días malos. Tengo una compañera de trabajo impresionante y otros compañeros a los que llamo para contarles que he pasado una jornada horrible o simplemente porque necesito desahogarme. Nos arropamos emocionalmente.
¿Es esta la experiencia más difícil que le ha tocado afrontar?
Sin duda. Es que todo es excepcional, único, se sale de cualquier contexto. Es global. Otras situaciones como un accidente de avión, Biescas, el 11-M, los atentados de París... afectan a un sector de población y a unas personas determinadas pero esto concierne a todo el mundo. Sí, es la más compleja.
Especializada en psicología de emergencias y grandes catástrofes, Nerea Pérez Uría (Madrid, 1975) admite que se enfrenta a una experiencia inédita. “El 11-S, la riada en el camping de Biescas o el 11-M afectaron a una parte de la población pero no a toda como ocurre en esta crisis. Lo de la Covid-19 se sale de...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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