Trabajo
La salud física y mental de los trabajadores, en caída libre por el coronavirus
Según un estudio de Comisiones Obreras y la Universitat Autònoma de Barcelona, una de cada cuatro personas ocupadas toma sedantes o somníferos, y cerca de un 52% reconoce que su salud ha empeorado desde el inicio de la pandemia
ctxt 28/07/2021
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De la misma forma que ha sucedido con la crisis económica y social, el impacto de la pandemia de coronavirus sobre la salud de los trabajadores va mucho más allá de los efectos que pueda producir el contagio por el virus SARS-CoV-2. Esto es lo que asegura un estudio publicado en los últimos días por Comisiones Obreras y la Universitat Autònoma de Barcelona, donde se asegura que los problemas de salud mental, la alta tensión laboral o la incertidumbre ante el empleo han empeorado significativamente desde la llegada de la pandemia, y en muchos casos arrojan peores datos que en los meses más duros de 2020.
Según el documento, basado en varias encuestas realizadas a más de 25.000 personas, más de la mitad de los trabajadores y las trabajadoras (52,7%) reconoce tener peor salud general que antes de la llegada del virus, lo que supone un aumento de casi 16 puntos respecto de las resultados de mayo de 2020, cuando se realizó la primera oleada para este estudio sobre seguridad y salud en el trabajo.
Este deterioro acelerado de las condiciones laborales se vuelve aún más acentuado cuando se contrasta con la mejoría de algunos de los riesgos asociados directamente con el virus. Es decir, mientras que problemas como ir a trabajar con síntomas o sin las medidas de protección adecuadas han ido mejorando con el paso de los meses, otras cuestiones relacionadas con la salud general de las personas ocupadas –presión laboral, problemas para dormir, etc– se han enquistado o han empeorado respecto de lo que se registraba al comienzo de la crisis sanitaria.
Así, por ejemplo, cerca de un 60% de las personas empleadas está en riesgo de padecer mala salud mental, un porcentaje tres puntos más elevado en mayo de 2020. En el lado contrario, un 7,2% de los encuestados asegura que ha acudido a trabajar “con síntomas como fiebre, tos, dificultad respiratoria o malestar general”, la mitad de lo que se registraba hace un año. También se detecta un descenso muy pronunciado en volumen de trabajadores que no disponen de medidas de protección adecuadas frente a la covid-19 en su puesto de trabajo, aunque se trata de una circunstancia que sigue afectando a un tercio de las personas ocupadas.
Los problemas de salud mental son, por lo general, los más extendidos y los que presentan mayores síntomas de estancamiento tras más de un año de crisis sanitaria: al igual que ocurría en mayo de 2020, un cuarto de los encuestados por CC.OO y la UAB reconoce que está consumiendo tranquilizantes o somníferos. Además, un 15% ha comenzado a tomar analgésicos opioides en los últimos meses.
La lenta mejora de los indicadores económicos y de empleo y la llegada de las vacunas tampoco han bastado para mejorar la incertidumbre y la inseguridad laboral de gran parte de los trabajadores y trabajadoras. Según los resultados del estudio, tres de cada cuatro trabajadores y trabajadoras aseguran tener incertidumbre de encontrar un nuevo empleo si pierden su empleo actual, prácticamente el mismo porcentaje que durante los meses de confinamiento.
Lo mismo ocurre con las personas sometidas a una alta tensión laboral, un fenómeno estrechamente relacionado con afecciones como la cardiopatía coronaria, el infarto cerebral y la ansiedad y la depresión. Casi la mitad de los encuestados (45,85%) reconoce tener más trabajo del que puede abarcar y muy poca influencia en la toma de decisiones. Los resultados son similares a los de la encuesta de 2020.
Si bien el deterioro registrado en los últimos meses es generalizado y común a todos los trabajadores, el estudio también alerta que los problemas de salud se vuelven todavía más acuciantes entre mujeres, jóvenes y personas con empleos precarios. Ellas presentan un riesgo de salud mental 12 puntos más alto que el de los hombres, al tiempo que hay muchas más trabajadoras que tienen problemas para dormir (46,7%) que trabajadores (35,1%).
En el caso de las personas con trabajos precarios, hasta un 61% de las personas empleadas cuyos salarios no cubren las necesidades básicas reconoce que su salud ha empeorado durante los últimos meses, un porcentaje nueve puntos superior a la media general.