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Noticias novedosas sobre ‘Azucre’ y ‘El día que pase algo’
Gonzalo Torné 25/09/2021
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Azucre, Bibiana Candia. Pepitas. Logroño. Septiembre de 2021.
Para disgusto de la fanática aficionada a la historia Elvira Roca Barea la leyenda negra de España parece lejos de disiparse. Al contrario, parece como si justo ahora empezásemos a explorar los sótanos más oscuros. Este parece ser uno de los empeños de Bibiana Candia, prensar las páginas blanqueadas y asépticas de un episodio histórico hasta extraer un líquido negruzco: el de la inmigración de niños gallegos a Cuba a mediados del siglo XIX. Un ejercicio de responsabilidad moral en la medida que Candia no se suma a la tendencia a atribuir nuestras páginas negras al cainismo, la sequedad del clima o a la influencia extranjera sino que le pone nombre y apellidos al responsable de “esta empresa fraudulenta y criminal”; se llamaba Urbano Feijoo de Sotomayor y aparece mencionado en la página 142.
“La empresa fraudulenta y criminal” consistía en trasladar rapaces (leer este libro es aprender a escuchar leves variantes gráficas y de acento, que remiten al gusto por la lengua sin dejar de señalar marcas distintivas de la dominación o de la exclusión) gallegos a Cuba para trabajar como esclavos en las plantaciones de caña. Azucre tiene un aspecto documental, entiendo que Candia ha podido usar nombres y cartas reales como sostén argumental, pero la mayor parte de las páginas dependen del vuelo de la imaginación, y de una serie de recursos propios de la ficción, entre los que destaca una voz narrativa que parece descender de las alturas, para luego pegarse a la mente de cada rapaz; de manera que parece que la historia nos la cuente un narrador coral, y al mismo tiempo inveterado, que conoce bien el entorno y con una dosificada inclinación a la sentencia (nada sentenciosa, por otra parte): observaciones de primera calidad alrededor de distintas formas de resignación y supervivencia.
La novela se asocia (al menos en mi mente, condicionada por lo limitado de la muestra) con Anunciaron tormenta, la soberbia película de Javier Fernández Vázquez, donde la sofisticación de los recursos artísticos contribuyen a revelarle a la memoria (la película filma cómo los recuerdos ocultos emergen y se revelan, primero como trazos desvaídos y abstractos, sobre el papel de la historia blanqueada) “los huecos, silencios y falsedades sobre los que se construye la historia colonial” de manera mucho más contundente que el mero registro realista. Azucre también evita el abordaje social, evidenciando una vez más hasta qué punto es patatera la separación entre “lo artístico” y “lo social”.
Mi tramo favorito ocupa el primer tercio de la novela, cuando los zagales son transportados desde sus casas al barco, envueltos de las impresiones fugaces de lo que dejan atrás (costumbres, vacas, rumores) como si el “destino” funcionase como la cinta continua de un aeropuerto. Candia sale airosa de un clásico: el doble viaje en barco sobre el océano y las penalidades asociadas que ocupan el tramo central. La intención política e histórica del libro cuaja en su último tercio, donde las esperanzas más bien modestas de los rapaces (comer, respirar, acostarse) quedan abrasadas por la lenta conciencia de su condición de esclavos sometidos por compatriotas adultos. ¡Viva la patria!
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El día que pase algo. Mario Amadas. La máquina. Barcelona. 2021
Este diario es mi libro favorito del año. Quedan unos meses de novedades y no he repasado todo lo que he leído, pero es la impresión que me deja. El libro que más me incitó, el que más me estimuló y también el que más me escandalizó, no por su “contenido”, sino porque fuese rechazado como por 17 editoriales (quizás 18) y haya terminado publicado en una cuidada edición de distribución casi clandestina. Bueno, da igual, el libro todavía es accesible, dense prisa.
Lo que Amadas pone aquí en marcha es una voz íntima que deja en evidencia a tanto narrador de “auto-ficción” cosificado y previsible, aunque su intención no sea sonrojar a nadie, es algo que pasa casi sin querer. Pero vayamos al diario...
Amadas cuenta un año de espera, de suspensión (laboral, amorosa, literaria) a la espera de que pase algo que concrete (o por lo menos defina) el perfil de su vida futura, que se precipita en esa década de los treinta que ya no sabemos si le pertenece a la madurez o a una juventud postergada. El libro aborda la precariedad, pero no como un estado social y abstracto que el diarista debe decodificar y expresar teóricamente, sino como el ambiente que la persona debe atravesar, de manera parecida a como recorremos un país frío o un paisaje escarpado. Tres atmósferas principales se cruzan en estas páginas: apuntes sobre el enamoramiento de una chica con novio, el examen de un conflicto laboral y observaciones sobre la escritura y el mundo literario.
En los tres territorios Amadas subvierte las expectativas sin aparente esfuerzo (pero, ¡qué difícil es que salga bien!). Donde uno se ha acostumbrado a esperar toneladas de teoría y autoafirmación, aquí se expresa el enamoramiento y sus expectativas con una ternura y un entusiasmo tan estimulantes como arriesgados. Los problemas en el trabajo no se circunscriben al lamento personal, sino que vienen acompañados y articulados por un análisis muy riguroso de la psicología de las relaciones laborales. Mientras que el retrato del mundillo huye de los resentimientos histriónicos para abordar las propias incompatibilidades con la proyección pública de la escritura. ¡El grotesco papelón del literato!
El libro está plagado de sorpresas, una apología sobre las virtudes interpretativas de Jennifer Aniston más allá de los los papales cómicos (a Amadas le van las causas perdidas), un viaje ajeno al glamur por la montaña catalana que termina con la mejor página del libro (la 138, de esas que disparan la envidia por no haberla escrito uno, y ponen en marcha complejos mecanismos para contagiarse de ella) o el deslumbramiento (paralelo al mío) de la poesía de Blanca Llum Vidal. La impresión es de capricho, en el mejor de los sentidos, el que remite al manejo de la intimidad de Stendhal.
Azucre, Bibiana Candia. Pepitas. Logroño. Septiembre de 2021.
Para disgusto de la fanática aficionada a la historia Elvira Roca Barea la leyenda negra de España parece lejos de disiparse. Al contrario, parece como si justo ahora empezásemos a explorar los sótanos más oscuros. Este parece ser uno...
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Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
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