TEMPORADA CERO
‘Home ground’ o por qué el fútbol nunca es solo fútbol
A propósito de la serie noruega que puso a una mujer al frente de un equipo de hombres
Javier López Alós 11/10/2021
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Creador: Johan Fasting.
Guion: Johan Fasting, Linn-Jeanethe Kyed, Christian Almerud Owe.
Intérpretes: Ane Dahl Torp, John Carew, Emma Bones, Morten Svartveit, Adel Boyun.
País: Noruega, 2018.
Dirección: Arild Andresen, Cecilie A. Mosli, Yngvild Sve Flikke, Stian Kristiansen.
Duración: 2 temporadas (18 capítulos de 50 minutos aproximadamente).
Emisión en España: Filmin.
¿Por qué hablar aquí de una serie noruega de producción más bien modesta y ambientada en el mundo del fútbol? Sus virtudes artísticas, la calidad del guion y de sus interpretaciones son sólo una parte de la explicación. La inusual premisa de partida, una mujer a cargo de la dirección técnica de un equipo de la máxima categoría del fútbol profesional de su país, añade un poco más. Pero hay que completar la respuesta.
Los valores del deporte
El deporte profesional es un campo que ofrece múltiples claves para entender la evolución de los valores de nuestras sociedades. Cómo un juego se transforma en un espectáculo que mueve ingentes cantidades de dinero, pero al mismo tiempo agita pasiones de toda índole en quienes lo juegan y lo ven jugar. El peso del éxito y el fracaso, cuáles son los límites justificables para alcanzar un objetivo, hasta dónde llegar, a costa de qué o de quién, son apreciaciones que atraviesan los modos en que vivimos. Por eso, una serie de televisión que gira en torno a “cosas del fútbol” puede tener un alcance e interés que vayan mucho más allá de la pelota. Esto explica la recepción de crítica y audiencia hacia una serie que ha cosechado numerosos premios en su país y el reconocimiento del público también fuera de sus fronteras. Sin duda, una porción no pequeña de la atención que ha merecido tiene que ver con su apuesta por plasmar varios puntos de la agenda feminista en un contexto tradicionalmente no muy propicio para ello. Algunos componentes de su argumento, incluido el sufrimiento personal de la protagonista y la suspicacia y hostilidad que despierta su llegada, recuerdan a la experiencia de Gala León como capitana del equipo español de Copa Davis entre octubre de 2014 y junio de 2015, al mando del cual tuvo que soportar una extraordinaria presión adicional por el mero hecho de ser mujer.
La serie comienza con el infarto del entrenador del Varg IL, equipo recién ascendido a la primera división del fútbol noruego. Todo apunta a que el sustituto será Michael Ellingsen (John Carew, el que fuera jugador del Valencia entre 2000 y 2004), capitán y vieja gloria del fútbol nacional a punto de retirarse, pero Espen Eide (Morten Svartveit), secretario técnico del club, decide en el último momento ofrecer la oportunidad a Helena Mikkelsen (Anne Dahl Torp), exitosa entrenadora de fútbol femenino. Con todo el vestuario en contra, a excepción de Adrian Austness (Axel Bøyum), una promesa adolescente que tuvo que dejar el fútbol a causa de trastornos de ansiedad al que logra convencer para que juegue para ella, las tramas fuera del campo se vuelven tan cautivadoras como las que tienen lugar dentro. Así, a lo largo de las dos temporadas surgen temas controvertidos como la salud mental en el deporte de alta competición, la homofobia y el correspondiente tabú de la homosexualidad en el fútbol, el aborto y los difíciles equilibrios entre la vida personal y familiar y la profesional. En todos los casos, cabe destacar la finura y fría distancia con que se tratan estas cuestiones, lo que evita desenlaces previsibles y cualquier tipo de moralina.
No sólo fútbol
Uno de los mayores aciertos de Home Ground estriba en la construcción de los personajes protagonistas, complejos y llenos de matices. De este modo, Helena, la entrenadora del equipo y madre de la adolescente Camilla (Emma Bones), no queda reducida a su condición de luchadora infatigable frente a los prejuicios de un mundo particularmente machista. Antes al contrario, permite ver cómo afloran sus contradicciones y sus conflictos éticos y morales, que tampoco se resuelven siempre en la misma dirección. Como si se escondiese en ella, la ética profesional de Helena la obliga a ser ambiciosa y querer ganar siempre. Eso significa también hacerlo a toda costa. Aunque haya que hacer trampas, aunque tenga que manipular emocionalmente a quien haga falta y sin importar las consecuencias del resultado: hay que ganar. Su extraordinario rigor y sentido de la disciplina son la clave de un éxito y un respeto para el que tiene que superar obstáculos de todo tipo, la mayor parte de ellos por ser mujer. Sin embargo, a su vez, el carácter obsesivo y la autoexplotación, sus dificultades para entender las razones y emociones de quienes la rodean, son un agudo contrapunto a un personaje que tiene muy poco de amable o de épico. Quizá sea una de las claves de la serie y ayuda a entender la naturaleza profunda del deporte de alta competición: obsesionada con ganar, en ningún momento puede considerarse una triunfadora. El triunfo no sólo es raro y costoso, incontrolable fruto del sacrificio y el azar: además es efímero, pues la exigencia se renueva con el próximo partido, en cada nueva temporada. Lo que se pierde en el camino, sin embargo, puede ser para siempre. En el caso de Helena, una “intrusa”, por su condición de mujer, el margen es aún más estrecho: no puede fallar, o sea, no ganar. Su vida gira en torno a eso.
Desde luego, el fútbol no se limita a ser un escenario o un pretexto para las vicisitudes de los personajes, sino que tiene una presencia fundamental en la serie. El equipo de guionistas logra incluso reproducir la emoción e incertidumbre de una tanda de penaltis a lo largo de un capítulo y son varios los momentos de la serie en los que la intensidad del juego queda reflejada con brillantez pese a las limitaciones presupuestarias. Fuera del terreno de juego, tienen también su lugar las complicadas relaciones entre la hinchada y los clubes y la progresiva privatización del fútbol (a través primero de patrocinios y después de la entrada de capitales que compran el club y disponen de él como de cualquier otro activo empresarial). Asimismo, Home Ground nos muestra las interioridades de un vestuario, códigos no escritos en la convivencia de un equipo, sus aspectos más nobles, como el compañerismo y la solidaridad en el esfuerzo, pero también comportamientos mezquinos, injustos o irresponsables. Los jugadores, la entrenadora, el director deportivo, son personas como cualquiera a las que su profesión somete a una presión y exigencia pública desbordantes, al tiempo que a una notoriedad no siempre fácil de digerir ni a la que renunciar una vez acostumbrados. Esta exploración de la cara no visible del deporte de élite es otro de los puntos fuertes de una serie que ha sido comparada con Friday Night Light, serie producida por la NBC en la primera década de este siglo y que giraba en torno al fútbol americano en un pequeño pueblo ficticio de Texas.
Además de la calidad de su guion y sus intérpretes principales, merece la pena señalar el cuidado tanto de la música como de la fotografía, al servicio de una dirección que frecuenta las pausas y un tempo lento, muy a contracorriente de los frenéticos capítulos de las series de sello estadounidense y plataformas globales. Esta personalidad propia, su economía de planos y palabras en diálogos ricos en silencios, nos permiten comprender mejor a los personajes sin necesidad de sentir la obligación de identificarnos con ellos. Basta con verlos y escucharlos. Poco importa que, sobre todo durante la primera temporada, veamos actores con una constitución física que incluso sería impropia en categorías aficionadas o una plantilla inusualmente corta. Vista desde España, la modestia de la producción provoca el sorprendente efecto de volvernos todo más familiar y cercano. Si consideramos ciertos aspectos técnicos y las dimensiones del fútbol profesional que se nos muestran, es como si estuviésemos viendo una serie rodada hace treinta o cuarenta años. Aún vemos restos de cómo era el fútbol antes de la gran transformación que fue la conversión de los clubes en empresas deportivas. Este proceso es el que atraviesa el Varg IL a lo largo de la serie. Quizá, desde nuestro propio contexto, sea inevitable un instante de nostalgia al ver representado ese fútbol que ya se ha perdido en España, ése que nos robaron y que ya no existe y que –al menos eso creíamos– pertenecía a la gente.
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Jvier López Alós es doctor en Filosofía y escritor. Sus últimos libros son El intelectual plebeyo (Taugenit, 2021) y Crítica de la razón precaria (Los Libros de la Catarata, 2019).
Creador: Johan Fasting.
Guion: Johan Fasting, Linn-Jeanethe Kyed,
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Javier López Alós
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