Urbanismo
Robert Owen y los paralelogramos
Se cumplen 250 años del nacimiento de este filántropo inglés que diseñó el primer proyecto urbanístico moderno completo para una comunidad de trabajadores
Ernesto Bottini 28/10/2021
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El debate en torno al problema crónico de acceso a la vivienda que tienen decenas de miles de trabajadores en las grandes ciudades españolas, y que afecta especialmente a los jóvenes, recuerda el caso de Robert Owen, cuya historia es una historia triste.
A Owen, exitoso empresario de la industria textil y “filántropo” inglés, se lo considera uno de los referentes del urbanismo del siglo XIX por el diseño del primer proyecto urbanístico moderno completo: premisas político-económicas, programa constructivo y presupuesto financiero. En el núcleo de su propuesta estaba el dibujo de un cuadrado que respondería a todas las necesidades de una comunidad de trabajadores formada por unas 1.200 personas, articuladas en torno a edificios de servicio (refectorio, cocina, escuela, etc.), intendencia y suministros, dependencias y dormitorios, huertas, plantaciones, fábricas y todas las instalaciones adecuadas al abastecimiento y desarrollo de un conjunto semejante. Su intento de instalar la comunidad modelo en New Lanark, Escocia, hacia 1816, no acabó de prosperar: mantener las condiciones materiales de los trabajadores justo por debajo del umbral de dignidad era parte de la ecuación del beneficio. Tiempo después, él mismo compró unos terrenos a una secta protestante en Indiana, Estados Unidos, y allí que se fue en el año 1826 con su familia y unos 800 seguidores. Este experimento de raíces utópicas, que bautizó como ‘New Harmony’, duró un par de años, hasta que en 1828 Owen bajó los brazos, vendió el terreno y regresó a Inglaterra. La idea era buena, de hecho era tan buena que no solamente significó la primera vuelta de tuerca humanística-urbanística a las crecientes desigualdades derivadas de la revolución industrial, sino que muchos grupos de convencidos y motivados siguieron sus pasos sembrando dispersas comunidades owenitas, y su “filosofía” del diseño urbano tuvo un considerable recorrido en planificaciones posteriores.
Mantener las condiciones materiales de los trabajadores justo por debajo del umbral de dignidad era parte de la ecuación del beneficio
A pesar de estas luces largas, que iluminaban frontalmente el problema de las condiciones de vida miserables de grandísimas bolsas de trabajadores fabriles, sus denuncias y propuestas en general fueron acogidas con escepticismo. Según cuenta Leonardo Benevolo en Orígenes del Urbanismo Moderno, “Owen advierte que el self-made man teorizado por los economistas y aceptado por la opinión común, no es más que una abstracción, dado que las condiciones del ambiente determinan de forma preponderante la suerte de los individuos. Para mejorar esa suerte, entonces, es preciso partir del ambiente, que debe ser reconstruido al servicio del hombre, antes de pensar en otro beneficio económico, individual o colectivo”. Recibió buenas dosis de indiferencia (Napoleón, el zar Nicolás I, el presidente Jackson, el general Santa Anna), desprecio (David Ricardo, Malthus) e incluso burlas: Thomas Love Peacock lo llamaba con recochineo Mr. Toogood (“el cooperativista que desea dividir el mundo en cuadrados”).
Entre los motivos que precipitaron el fracaso de su comunidad ideal destacan dos episodios que resultan paradigmáticos y que proyectan su mecánica a muchas de las iniciativas cooperativistas del futuro: durante uno de sus viajes alguien instaló una destilería clandestina de whisky y un tal Maclure instauró una comunidad disidente, llamada ‘Macluria’, que fue pronto imitada por otros habitantes de New Harmony.
Quería hablaros de esta utopía urbanística que puso a la equidad social y al bienestar de los trabajadores en el centro del debate público porque sospecho que tiene algún punto en común con la situación actual de remuneración por el trabajo, coste de la vivienda y oligarquías, y porque, de cara a las futuras alianzas progresistas, quizá puedan extraerse lecciones políticas de este ejemplo histórico. Puede que esté equivocado y que confunda un paralelismo con un paralelogramo, pero en cualquier caso este año se cumple el 250 aniversario del nacimiento de Robert Owen y su figura merece ser recordada.
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Ernesto Bottini es miembro fundador del centro de estudios Función Lenguaje. Publicó las novelas Bajo el mismo mar (2015) y Baptiste Laurent y el otro (2018).
El debate en torno al problema crónico de acceso a la vivienda que tienen decenas de miles de trabajadores en las grandes ciudades españolas, y que afecta especialmente a los jóvenes, recuerda el caso de Robert Owen, cuya historia es una historia triste.
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