Ideologías
Ante la crisis de los conservadores europeos
Las propuestas lideradas por Orban y Salvini están prendiendo en una parte importante del espectro político de la derecha europea a través de la apelación a la cristiandad, el nativismo y la tradición
Ruth Ferrero-Turrión 27/10/2021
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No es ningún descubrimiento decir que el centro-derecha europeo está en crisis desde hace años. Cuando todas las miradas se orientaban hacia sus principales rivales de la escena continental, los conservadores iniciaban una profunda crisis que se ha visto acentuada en apenas dos semanas. Parece que sería conveniente que la familia democratacristiana comenzara una reflexión pospuesta durante años y de la que siempre le ha salvado algún acontecimiento inesperado. La caída del muro de Berlín, la hegemonía del neoliberalismo, el 11-S, otros tantos acontecimientos y buenos liderazgos han conseguido demorar el debate interno. Pudiera ser que ahora, en el momento post-pandémico, veamos efectivamente esa reflexión.
La salida de la CDU del Gobierno en Alemania hará perder la mayoría conservadora ahora imperante en el Consejo Europeo y, en el medio plazo, podría incluso perder su tradicional dominio en el Parlamento Europeo. En el ámbito de la política doméstica, está por ver qué vía elegirá el partido conservador sumido en una profunda crisis. No parece claro que, a pesar de que el aislamiento a la extrema derecha haya sido la tónica hasta ahora, la situación se vaya a prolongar sin Merkel en la cancillería. Y ello no en tanto potenciales alianzas, sino más bien en términos de discurso y propuestas. El resultado electoral alemán ha destapado las frágiles costuras por las que transitaba el partido conservador, que se queda con un votante muy envejecido y fuera de los principales núcleos urbanos. La pérdida de votos de la CDU hacia el partido liberal (340.000), el SPD (1,3 millones), pero también hacia los Verdes que le arrancaron cerca de un millón de votos o los 100.000 que se fueron a la abstención, han dejado en evidencia la irrupción de una política más europea para Alemania, más fragmentada y polarizada.
A pesar de que el aislamiento a la extrema derecha haya sido la tónica hasta ahora en Alemania, no parece claro que la situación se vaya a prolongar sin Merkel
La suma de todos estos hechos ha sacado a la luz las frágiles costuras por las que transitaban los partidos conservadores europeos desde hace años. En Alemania, la figura de Merkel logró parar el golpe en parte. Ahora no parece tan claro que vaya a ser el caso. La implosión de los conservadores alemanes puede ser mucho más desestabilizadora y peligrosa de lo que se podría pensar a priori. A nivel interno, deja un enorme espacio para que ideas reaccionarias y racistas se hagan aún más hueco entre la sociedad alemana, esta vez no de la mano de los ultras, sino de la derecha tradicional. En el ámbito europeo, podría sumarse al club de los conservadores que no encuentran su lugar y se escoran de manera suicida hacia posiciones extremas. La situación política en el Reino Unido tras el Brexit o la construcción de un modelo cleptocrático como al que ha arrastrado Sebastian Kurz a Austria son dos ejemplos de las derivas por las que se puede transitar. Y eso por no hablar del caso español, donde el centro-derecha camina como pollo sin cabeza sin saber hacia dónde dirigirse, o el gaullismo francés que se ha transmutado en una suerte de espíritu que habita en un Macron napoleónico rodeado de ultranacionalistas. Y todo esto sucede en la denominada Europa Occidental, mientras que en los países del antiguo bloque del Este la crisis del conservadurismo se ha traducido en la aparición de partidos políticos ultraconservadores y chauvinistas que ponen en jaque de manera permanente el statu quo europeo.
Lo sucedido en Centroeuropa durante el fin de semana del 8 al 10 de octubre puede llegar a ser recordado como un punto de inflexión en el devenir del futuro de los conservadores europeos. La sentencia del ilegítimo Tribunal Constitucional polaco socavando los pilares de la arquitectura constitucional comunitaria, que sitúa a Polonia al borde de un polexit jurídico, podría tener consecuencias catastróficas en el futuro inmediato del proyecto europeo. El cuestionamiento de la primacía del derecho comunitario realizado por el gobierno de Ley y Justicia, se suma a una serie de desafíos que han ido salpicando las relaciones entre Bruselas y otros gobiernos rebeldes como el húngaro. Estos dos gobiernos conforman una punta de lanza que tiene en su punto de mira a una parte relevante de los democratacristianos europeos. Otros dos hechos tuvieron también lugar durante ese fin de semana. Las elecciones presidenciales checas que concluyeron con la inesperada derrota del gobierno liberal populista de Andrej Babiš (ANO-RENEW) como consecuencia de su aparición en los ‘Papeles de Pandora’, al tiempo que el presidente de la República, Milos Zeman, era ingresado en el hospital, y que abría por esta causa una crisis constitucional que todavía ha de resolverse. Muy cerca allí, en Viena, el flamante canciller Sebastian Kurz caía como consecuencia de destaparse otro escándalo de corrupción gracias también a las filtraciones de los ‘Papeles de Pandora’. Cambios en los liderazgos: de un lado la República Checa tendrá probablemente un primer ministro popular, mientras que el gobierno conservador en Austria se mantiene, sin la presencia en primera línea de Kurz. Ideológicamente, sin embargo, los cambios serán apenas perceptibles. La derecha conservadora continuará en el poder, la cuestión es, qué modelo seguirá ¿El alemán merkeliano, el austríaco de Kurz o el más extremo de Orban? La crisis de la CDU no es una buena noticia no sólo para Alemania, sino para el conservadurismo europeo en su conjunto. Las peligrosas derivas que se observan en partidos políticos tradicionalmente demócratacristianos pueden llegar a confluir en propuestas que sean indistinguibles de las de la extrema derecha.
Se hace imprescindible un proceso de reflexión interno que identifique sobre qué pilares se quiere construir el ideario de centro-derecha europeo. Un ideario que le permita distinguirse de manera clara de los ultras, salvo que quieran ser devorados por ellos. Las osadas, pero eficaces, propuestas lideradas por Orban y Salvini durante los últimos meses están prendiendo en una parte importante del espectro político de la derecha europea a través de la apelación a la recuperación de los valores originales del proyecto europeo: cristiandad, nativismo, tradición. Una buena parte de la crisis por la que atraviesa el pensamiento conservador actual tiene que ver precisamente con la incapacidad de los partidos conservadores para retener un apoyo electoral que o bien se orienta hacia postulados liberales o hacia posiciones ultras. Muchos de esos partidos han optado por mimetizarse con los últimos y, por el momento, no se observa ninguna propuesta alternativa de reinvención.
No es ningún descubrimiento decir que el centro-derecha europeo está en crisis desde hace años. Cuando todas las miradas se orientaban hacia sus principales rivales de la escena continental, los conservadores iniciaban una profunda crisis que se ha visto acentuada en apenas dos semanas. Parece que sería...
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Ruth Ferrero-Turrión
es profesora de Ciencia Política e Investigadora Adscrita al ICEI (Instituto Complutense de Estudios Internacionales).
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