1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.615 Conseguido 98% Faltan 04.378€

PROMESAS DE FUTURO

Mi verano de extremismo y conspiranoia

Durante agosto de 2021, el autor se infiltró en Gab.com, la red social de extrema derecha hogar de las teorías conspirativas de QAnon y de las comunicaciones de Trump tras ser expulsado de Twitter

Manuel Gare 14/10/2021

<p><em>Real life or fantasy?</em></p>

Real life or fantasy?

M.G.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Es agosto de 2021, hace más de cuarenta grados en la calle y esa última ráfaga del aire acondicionado me ha dado un poco de frío. Al contrario que la protagonista de Mi año de descanso y relajación, el libro de Ottessa Moshfegh, no necesito salir a la calle –menos mal– para poner en marcha mi plan de hibernación del mundo real. Tan solo un ordenador y una conexión a internet: todo lo que necesito está a un par de clics de distancia. Lo llevo haciendo toda la vida, desde que empecé a transitar aquellos foros de adolescente: me recuerdo perfectamente hablando con desconocidos, contándonos lo que nos preocupaba, dejando que nuestras vidas se fueran solapando poco a poco. Con todo, nunca llegábamos a más; la irrealidad de aquellas relaciones siempre permanecía en el plano virtual. Cuando nos cansábamos, desaparecíamos sin dejar rastro. 

Me registro en Gab, la red social de ultraderecha conocida por haberse convertido en un bastión para los defensores de Donald Trump y ser epicentro de las teorías conspirativas del movimiento QAnon. En mi perfil, que recuerda a otras redes sociales como Twitter o Facebook, me pongo una foto que reza “FUCK TWITTER” y que encuentro fácilmente escribiendo “fuck twitter” en Google. Para la biografía, doy con una página de citas famosas sobre la censura. Elijo una de Ai Weiwei que, traducida, dice algo así: “La censura proclama: soy el que tiene la última palabra. Digas lo que digas, la conclusión es mía”. Reviso el perfil; no me convence del todo. Escribo un par de mensajes en mi muro denunciando las mentiras del gobierno de Biden. Comparto algunas publicaciones que encuentro en la página principal de Gab. Listo.

Aún me sorprendo al pensar en todas las horas que pasábamos en aquellos foros hablando entre extraños. ¿Qué estaría buscando? A día de hoy sé que es el desafecto hacia lo que a uno le rodea, la intensa búsqueda del sentimiento de pertenencia, de reconocimiento, de nuestra identidad como individuos, lo que lleva a una persona a asociarse con otras que cree semejantes. Pero, ¿hasta qué punto puede algo así convertirse en un catalizador de radicalidad? ¿Dónde está la línea que separa la curiosidad, el interés informativo, el pensamiento crítico, de la paranoia y el extremismo político? Por desgracia, mi experiencia adolescente en foros de Pokémon nunca me dio las respuestas a estas preguntas. Intentémoslo, pues, con Gab, la “red social que defiende la libertad de expresión, la libertad individual y el libre flujo de información online”. 

***

Enciendo el portátil, abro el navegador y compruebo las notificaciones de Gab. Tengo varios mensajes, dos nuevos seguidores y una respuesta a mi publicación en un grupo dedicado a Donald Trump. El inicio fue más complicado de lo que había previsto; pronto entendí que no podía mandar párrafos enteros en plan inquisitivo por mensaje privado. Tenía que dejarme llevar, mezclarme con el tempo de Gab, con sus discusiones, con sus creencias –las citas bíblicas y manifestaciones cristianas son habituales aquí–, con sus luchas. Pero, ¿iba a ser capaz de tragar con todo eso? Al parecer, sí. Con el paso de los días, empecé a dar con la tecla: agradecer informaciones compartidas, dar los buenos días, solidarizarse con causas ajenas. En el fondo, Gab funciona como cualquier otra red social a la que la gente entra en busca de un poco de caso y afecto.

Fue así como conocí a @ExTwittera –los nombres de los usuarios mencionados en el texto han sido alterados y recreados en castellano–, una activa usuaria de origen asiático que vive en Europa, si bien su principal interés es la política norteamericana: “Me echaron del puñetero Twitter y por eso estoy aquí”. A toro pasado, está contenta con el percance: “Si no, no habría conectado con tantas personas afines”. Mientras iba hablando con ella, no dejaba de darle vueltas a cómo alguien así podía acabar obsesionada con la política de un país ajeno, compartiendo las mismas noticias e indignaciones que el resto de usuarios de origen americano. “Estados Unidos es la última nación libre, y si cae, caerá el resto del mundo. ¡Los Estados Unidos importan! Por eso, hay que luchar junto a todos los patriotas estadounidenses: por el bien de la humanidad”, escribe en el chat.

En los días siguientes, le doy a like y comparto varias de las publicaciones de @ExTwittera. Entre ellas, la web Prepare for Change –un portal de noticias en torno a un evento cósmico que promete una suerte de liberación humana– publica una noticia falsa sobre una “confesión” de Justin Bieber en la que culpa a las élites de Hollywood de haber “matado” al hijo que esperaba junto a una de sus exparejas. La demencial historia, que incluye declaraciones inventadas del cantante, es parte de una narrativa mucho más grande que nace como parte de las teorías QAnon: según el grupo, las élites progresistas de Estados Unidos formarían parte de una red internacional de tráfico sexual de niños. Los elementos de la historia son dispares y terroríficos a partes iguales: canibalismo, pedofilia, satanismo y, como nexo de unión, el falso “golpe de estado” contra Trump de las últimas elecciones presidenciales.

Lo cierto es que, aún hoy, una parte considerable de las noticias falsas que se comparten en Gab tienen que ver con el supuesto “robo” de las elecciones estadounidenses de 2020 que dieron como vencedor a Joe Biden. El periódico ultraderechista The Epoch Times, fundado a principios de siglo por chino-americanos contrarios al Partido Comunista de China y fuente habitual de bulos relacionados con las esferas de Donald Trump y QAnon, publicaba en agosto que hay “cerca de 15 millones de papeletas electorales de las elecciones de 2020” pendientes de contabilizar. La noticia llega rápidamente a Gab, donde sus usuarios la comparten con comentarios como “¿Dónde están los votos, Joe?”. La fuente de la información es un informe de Public Interest Legal Foundation, un grupo afiliado al partido republicano presidido por J. Christian Adams, miembro de la comisión electoral de Donald Trump en 2016. Ya entonces denunció falsamente que durante aquellas elecciones se habían emitido votos por parte de personas en situación irregular, provocando que, a pesar de ganar las elecciones, Trump perdiera en el voto popular contra Hillary Clinton.

Según QAnon, las élites progresistas de Estados Unidos formarían parte de una red internacional de tráfico sexual de niños

Un día, después de intercambiar algunos mensajes, le pregunto a @TeoriasNazis cómo puedo unirme al movimiento QAnon, que tras sus últimos percances mediáticos –juicio por el asalto al Capitolio incluido– incide en hacerse llamar Q a secas. “Ya eres parte. Estás despierto, ves lo que está pasando. Tu salvación pasa por investigarlo todo”, me responde. Le pregunto por sus investigaciones, ¿qué ha descubierto? “Seguí el rastro del dinero, no me gustó lo que encontré”. @TeoriasNazis me cuenta que hay un rastro de dinero que va desde la fundación Clinton hasta las elecciones de 2020, y que involucra a empresas y organizaciones sin ánimo de lucro, responsables de financiar a los Demócratas. ¿No se financian así ambos partidos? “En realidad, todo empieza con Bush”, escribe. ¿Cómo? “Todo esto prueba que las elecciones previas y posteriores a Trump han sido amañadas. El último presidente legítimo que tuvimos fue Kennedy. Iba a sacarlo todo a la luz”. ¿Y qué pinta Trump en todo esto? “Era amigo de Kennedy Jr. y va a terminar lo que empezó su padre”, me responde.

Gab no ofrece demasiada información sobre el uso de la plataforma: en su último informe anual público, la red social contabilizaba, a fecha de abril de 2020, 1,15 millones de usuarios y 3,7 millones de visitas mensuales. Según datos estimados de SimilarWeb, durante los meses de verano de 2021, Gab registró 2.5 millones de usuarios únicos y más de 18 millones de visitas al mes. Los datos lo sitúan muy por encima de su principal competidor, Parler, que está en los 700 mil usuarios y los 2 millones de visitas mensuales. De audiencia predominantemente anglosajona y estadounidense –dos tercios, seguidos, en menor medida, de usuarios de Canadá y Reino Unido–, la mayoría accede a los contenidos a Gab directamente, sin pasar por otras vías. Del tráfico proveniente de otras redes sociales, Youtube ha representado en los últimos meses un 35% de las visitas que llegan a Gab, por delante de Twitter y Facebook. No es de extrañar: Youtube continúa siendo, a pesar de los aparentes esfuerzos de Google, un pozo de fake news.

Muchos de esos vídeos acaban en Gab. Un pedazo de comparecencia se convierte en un vídeo titulado “El comité del Senado confirma que los animales se morían uno detrás de otro durante las pruebas de la vacuna Covid-19”, que sigue colgado en Youtube. Vídeos sobre Bill Gates, control de la población, el comunismo acechante, The Great Reset –una teoría de la conspiración que involucra al Foro Económico Mundial–, la dictadura de la cultura woke. El grado de manipulación es total: Gab convierte el vídeo de una TikToker con miedo a las agujas en un reclamo antivacunas –“Vacunan a una adolescente contra su voluntad”– con cientos de interacciones. Un desmayo en una zona de vacunación se convierte en un “matadero” contra el que “nadie hace nada”. La variante Delta muta hasta el punto de convertirse en “los efectos secundarios de la vacunación masiva”. En un vídeo colgado directamente en Gab, una mujer denuncia que su jefe de Fox News le obligó a “no hablar de las miles de muertes provocadas por la vacuna”.

En su último informe anual público, la red social contabilizaba, a fecha de abril de 2020, 1,15 millones de usuarios y 3,7 millones de visitas mensuales

Pequeñas píldoras en vídeo, de corta duración, habitualmente de mala calidad, manipuladas, con una carga ideológica mayúscula, que saben perfectamente cómo apelar a su público. ¡Claro que son de mala calidad, claro que no salen en los grandes medios! Todo esto que veis aquí en Gab –en Parler, en 4chan, en los grupos de Telegram de QAnon; la red de difusión es, en realidad, bastante grande–, cada teoría, cada descubrimiento, jamás verá la luz. Es esa simple idea la que sostiene toda la red de bulos, la que produce éxtasis en quienes la consumen, conscientes del privilegio informativo, de la revelación, que se cierne ante ellos. Es esa semillita la que te lleva de la incredulidad al ¿y si…? Solo que sí ven la luz. Están por todas partes. Entrar a Gab u otro espacio online  similar, hacerse una cuenta y empezar a consumir todo esto, apenas lleva unos minutos. Dejarlo, salir de aquí, es otra historia.

Una de las claves del éxito reciente de Gab está en enero de 2021, cuando Gab batió récords en motores de búsqueda –Google y DuckDuckGo, principalmente– con 4,2 millones de consultas realizadas, viniendo de una media de entre 200 y 300 mil mensuales. No fue casual: una de las consecuencias del asalto al Capitolio promovido por QAnon fue la caída en desgracia de Parler, desde donde se movilizó a parte de los atacantes. Con Parler inaccesible por el veto de las tecnológicas, muchos encontraron en Gab un nuevo hogar. A dicha tesitura hay que añadir la decisión de Twitter de suspender permanentemente la cuenta de Donald Trump y los bloqueos de cuentas afines que promovían discursos de odio. Todo ello condujo a un éxodo masivo de usuarios que hizo a Gab contabilizar más de 10.000 nuevos registros por hora. “Gab ha ganado más usuarios en los últimos dos días que en nuestros dos primeros años de existencia”, decía la compañía en un tuit ahora eliminado.

A principios de febrero, Trump volvía a las redes sociales y elegía Gab como nuevo medio de difusión de sus comunicaciones escritas; desde entonces, las publicaciones del expresidente de los Estados Unidos mantienen una cadencia prácticamente diaria. El 20 de agosto, Trump escribía en Gab: “Lo de Afganistán con Biden al mando no ha sido una retirada, ha sido una rendición”. Un día más tarde: “Hoy, en tendencias de Twitter: ¡TRUMP TENÍA RAZÓN!”. Horas después –el 21 de agostó llegó a hacer cuatro publicaciones diferentes–, decía: “El desastre en Afganistán no habría pasado con Trump. Los talibanes sabían que llovería fuego y furia sobre ellos si el personal o los intereses estadounidenses resultaban perjudicados”. El toot –en Gab, los tweets son toots– es idéntico a algo que ya dijo Trump en 2017, dirigido entonces a Corea del Norte. Desde entonces, la situación en Afganistán y los insultos en Gab a Biden no hacen sino aumentar. Alcanzaron su punto más alto durante el ataque terrorista en el aeropuerto de Kabul, el 26 de agosto. 

@TeoriasNazis saca la artillería pesada: seres subterráneos, la Sociedad Vril y el ocultismo del Tercer Reich, las Piedras Guía de Georgia y tecnología alienígena

En opinión de @ExTwittera, el atentado en el aeropuerto es demasiado “sospechoso”. “¿La CIA tiene una reunión con los turbantes malolientes [se refiere aquí a los talibanes] el día de antes y justo al siguiente hay un ataque? ¡Hay algo muy jodido ahí!”, me escribe. No importa cuántas veces saltemos de tema: la política siempre reaparece en nuestras conversaciones. No es que nuestro small talk no admita otros asuntos, sino que todos pasan por ahí. Me cuenta que ha dejado de hablarse con su hermano porque obligó a sus padres a vacunarse; que acaba de volver del gimnasio; que el ejercicio y una dieta saludable es la mejor vacuna posible; que, probablemente, Trump se contagió de covid-19 a propósito para probar que fármacos como la ivermectina –su uso en humanos no está probado y la FDA lo desaconseja por sus riesgos– son el mejor tratamiento para el virus; que su padre está fenomenal de la tensión; que es católica, pero que está en contra del Papa; que entiende mis reticencias sobre QAnon, pero que no debo profundizar demasiado en sus teorías. Durante un tiempo, hablo a diario con @ExTwittera, desarrollo mis respuestas, empatizo con ella. ¿Qué me está pasando?

Cuanto más me introduzco en las redes ideológicas de Gab, más me sorprende cómo este grupo de gente ha encontrado en Trump un líder, más que político, espiritual. La figura del expresidente representa, prácticamente, una razón de ser para todas estas personas. Es la promesa de un sueño, la promesa de un futuro que nunca llega –poco importa que el empresario millonario ya haya ostentando el puesto de máximo poder mundial sin ofrecer respuestas a sus anhelos– y que, precisamente por eso, sirve como gasolina constante para quienes ponen sus esperanzas en él. Con todo, Trump ha tenido algunos problemas gestionando lo que el público de Gab espera del mandatario: con decenas de teorías conspirativas difundiéndose entre sus seguidores, en las que Trump se erige como un salvador que promete sacar a la luz todo tipo de trapos sucios sobre los demócratas, cualquier atisbo de duda hace peligrar el castillo de naipes. 

La noche del 21 de agosto, durante un mitin, Trump le dijo a sus seguidores que debían vacunarse. El resultado fue más bien regulero: los presentes lo abuchearon, y las reacciones en Gab no tardaron. Un par de días más tarde, expongo mis “dudas” al respecto en los principales grupos sobre Trump y QAnon de Gab. Las respuestas aparecen rápidamente. @TíoMike se muestra muy crítico con Trump. “Nos ha dejado muy fríos, a mí y a muchos de quienes forman parte del movimiento MAGA [Make America Great Again]. No entiendo por qué no se da cuenta. Así que me bajo del tren de Trump, en busca de un nuevo abanderado [del movimiento]”. @USA_2020 confronta mis palabras, en las que sugería que, pidiendo que nos vacunásemos, Trump se estaba vendiendo: “Nadie ha comprado a Trump”. @AnimalistaPorTrump: “Lo odio. Odio cuando hace presión. Siempre pensé que [Trump] era antivacunas”. @EnLaSombra cree que lo ha dicho, o bien para contrarrestar la “prensa negativa” o bien para “recordar a los vacunados que él ayudó a crear la vacuna, porque tienden a negar que lo hizo”. @VivaLaLibertad: “Trump es el anticristo”.

Entre las respuestas, reaparece @TeoriasNazis: “Él sabe que sus seguidores no se van a vacunar, porque son críticos con lo que escuchan. Y nunca ganará nuevos adeptos si no les dice lo que quieren creer. ¡Siguen dormidos!”. En una auto-contestación a su respuesta, aclara que el gesto es parte del “juego mediático” para que, a través de sus declaraciones, la gente llegue al “verdadero” mensaje de Trump. Aprovecho la oportunidad para retomar nuestra conversación por mensaje privado. Le pido más información sobre lo que está pasando y @TeoriasNazis saca la artillería pesada: seres subterráneos, la Sociedad Vril y el ocultismo del Tercer Reich, las Piedras Guía de Georgia –otro de los supuestos enredos de las élites progres–, tecnología alienígena. Al día siguiente, me tiro a la piscina: le digo que, según lo que he estado leyendo, uno de mis vecinos podría pertenecer a la raza Vril. Su respuesta me deja de piedra: “No hay mucho que puedas hacer, yo no me preocuparía: van a purgar la Tierra y nada puede parar lo que se viene. Relájate y disfruta la vida. Piensa en positivo”. Ningún exterminio de la humanidad que no pueda arreglar un poco de mindfulness.

A finales de agosto, tras los acontecimientos en Kabul, Andrew Torba, el fundador de Gab, publica en su cuenta que ha tenido una reunión con el equipo de moderación de la red social. Aunque la política de Gab es dejar a todo el mundo expresar lo que quiera –apenas unas semanas antes, en una publicación similar, sacaba pecho al respecto–, Torba manifestaba su preocupación por el creciente “número de cuentas que publican publicaciones y promueven la violencia”, algunas de ellas de reciente creación, incluyendo “posibles infiltrados”. Glups. “Entiendo que, con todo lo que está sucediendo en el mundo en este momento, la gente necesite desahogarse [...] pero tenemos una política de tolerancia cero para estas cosas por una muy buena razón”, escribía. La razón: va en contra de la ley estadounidense. Además, añadía, “lo hacemos para proteger a nuestros usuarios de que los federales se presenten en su casa porque estaban haciendo el idiota y publicando amenazas o promoviendo la violencia en Internet. Sé prudente y déjate de tonterías, por tu propio bien y por el de Gab”. 

La fina línea que separa la teoría de la conspiración de la psicosis se cruza constantemente en Gab

En medio de la vorágine afgana, Gab acaba cayendo presa de su propia política-promesa de libertad de expresión y –probablemente con la mirada puesta en el fatídico caso de Parler– Torba intenta reaccionar. Demasiado tarde, quizá. No son pocos los usuarios que publican en la red social defendiendo algo parecido a un golpe de estado en Estados Unidos o que se “cuelgue” a los demócratas. En plena escalada de tensión interna, Bill Mitchell –una especie de influencer del movimiento MAGA– se enfrenta a algunos usuarios que abogan por no votar en las próximas elecciones y emprender otro tipo de acciones más drásticas. Los llama imbéciles y denomina su actitud un “suicidio político”. “Luego, cuando las ciudades ardan y los bebés mueran en tu pequeña Guerra Civil, ¿a quién ponemos al cargo? ¿A ti?”, responde a un usuario. 

La fina línea que separa la teoría de la conspiración de la psicosis se cruza constantemente en Gab. Cuando @InfiltradoCIA publica unas imágenes en las que se ponen en duda los atentados del 11S, comparándolos con la “mentira” de la covid-19, @AméricaProfunda estalla: “Eres un gilipollas. Mi tía estaba allí cuando los aviones se estrellaron contra las torres y lo vio con sus propios ojos”. Por mensaje privado, escribo a @AméricaProfunda simpatizando con él. Tras saludarnos, le pregunto por su experiencia en Gab: “Hay mucho loco, pero es una plataforma de libertad de expresión, por lo que todo el mundo puede decir lo que quiera independientemente de lo idiota que sea”. ¿Y cómo distinguir lo que es real de lo que es falso? “Yo no me creo nada hasta que hago mis propias investigaciones”. Aún así, ¿no está todo demasiado contaminado? “Sí, la verdad es que no te puedes creer nada. Al final, se trata de ver lo que tiene más sentido para ti”.

***

Estoy al borde de la enajenación. Llevo horas leyendo publicaciones en Gab, viendo vídeos, intercambiando mensajes. Todo cuanto aparece en la pantalla apunta en la misma dirección. Pedacitos infinitos de información fabricada, declaraciones y reflexiones que repiten los mismos mantras: libertad, élites, elecciones robadas, élites, antivacunismo, élites. Biden tiene que irse. No, ¡hay que echarlo! ¿Elecciones en 2024? ¡Una mierda! ¡Elecciones ya! ¡Queremos a Trump de vuelta! Qué vergüenza lo de Afganistán. Qué ridículo mundial sin precedentes. Un vídeo de Biden haciendo una gracieta en mitad de la crisis. ¿Qué le pasa a este tío? Me está empezando a caer mal. Igual sí que debería irse. ¿Será verdad lo de las élites? Fantaseo con la posibilidad de que haya algo de real en todo esto. Valoro pasarme a Gab PRO, la versión de pago con la que se financia todo el tinglado. Empiezo a respirar lo mismo que los usuarios de Gab. Los pequeños resquicios de duda, las conjeturas propias y ajenas, se van haciendo más y más grandes. Cierro el portátil, angustiado.

Al día siguiente, accedo desde el móvil y le cuento a @ExTwittera que he tomado la decisión, después de mucho meditar, de despedirme de Gab: no aguanto más la negatividad que se respira en la red social, ¡me está afectando! Claro que –esto lo pienso ahora, mientras escribo–, según el día, podría decir lo mismo de Twitter o de otros rincones de internet. “Te entiendo, sé que puede ser emocionalmente agotador, porque es mucho por lo que estamos pasando en este momento a nivel mundial. Por tu bienestar, por favor, tómate un descanso de Gab”. ¡No, no, no! ¡Por favor, cualquier cosa menos comprensión! “Ha sido un placer conocerte, ya sabes dónde encontrarme. ¡Ah! Mañana retomo mis clases de natación. Cuídate”. Me quedo mirando la pantalla en silencio, deslizando el dedo a través de nuestro larguísimo chat, hasta que un escalofrío me sacude el cuerpo. Dios, creo que voy a echarla de menos.

Es agosto de 2021, hace más de cuarenta grados en la calle y esa última ráfaga del aire acondicionado me ha dado un poco de frío. Al contrario que la protagonista de Mi año de descanso y relajación, el libro de Ottessa Moshfegh, no necesito salir a la calle –menos mal– para poner en marcha mi plan de...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. fguardo

    "Trump se está preparando para postularse en 2024, pero un nuevo informe del Senado que detalla su sedición brinda a los funcionarios la evidencia que necesitan para descalificarlo de completar el golpe": https://www.thenation.com/article/politics/senate-report-trump/

    Hace 3 años 1 mes

  2. Fernando

    Excelente, ¡que valor! y que peligro tan real para tu salud. Las grandes corporaciones corren con los gastos de estos grupos que también forman parte de la extrema derecha internacional. Habitualmente, cuando se comenta la difusión de barbaridades por las redes sociales casi siempre se olvidan del gran divulgador que es YouTube, gracias al articulista por recordarlo.

    Hace 3 años 1 mes

  3. jose-ramon-brox-lopez

    Buen artículo que demuestra que se puede hacer buen periodismo sin tener que desplegar grandes medios, ¡gracias!

    Hace 3 años 1 mes

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí