crisis política
La excomunión de la izquierda portuguesa
Portugal afronta unas elecciones anticipadas marcadas por el ‘no’ de los socios de la geringonça a los presupuestos del Partido Socialista
Joan Cebrián 27/01/2022
![<p>António Costa</p>](/images/cache/800x540/nocrop/images%7Ccms-image-000028448.jpg)
António Costa
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Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de la República de Portugal, no advirtió en vano. El pasado mes de octubre –en pleno debate sobre los Presupuestos del Estado– reiteró que, si las cuentas no salían adelante, Portugal se adentraría en un nuevo proceso de elecciones legislativas. La negativa de los partidos de izquierda a la propuesta del Partido Socialista (PS) generó una crisis política que debería resolverse este 30 de enero, cuando se celebran elecciones anticipadas. A pesar de que António Costa, el líder socialista, se mostró en su momento con la conciencia tranquila, la convocatoria a las urnas llega marcada por el divorcio de los socialistas con el Bloco Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués (PCP), sus antiguos socios de la geringonça.
La erosión de la alianza de izquierdas llegó después de dos años de Gobierno del PS en minoría. Tras el fin de la geringonça, el Gobierno del PS apoyado desde fuera por BE y PCP desde 2015 hasta 2019, ninguno de los tres partidos ha mantenido la relación estable que les caracterizó durante su mandato. En 2021 los presupuestos planteados por los socialistas salieron adelante, pero mientras los comunistas decidieron abstenerse, el Bloco votó en contra. Desde entonces António Costa y Caterina Martins, la líder del Bloco, han protagonizado distintos intercambios de críticas que han evidenciado el distanciamiento entre las partes.
Geringonça hace referencia a un objeto mal hecho, frágil y precario; con la llegada del coronavirus, las mejoras conseguidas empezaron a revertirse radicalmente
La distancia parece haber perjudicado más a los partidos pequeños que al PS, y ha permitido el ascenso de la derecha y de la extrema derecha. Según los últimos sondeos, el voto en Portugal está dividido casi a partes iguales entre el PS y el conservador PSD. Durante la campaña, el PSD, liderado por Rui Rio, ha llegado a sobrepasar en intención de voto al PS. Según la realizada por Aximage el 25 de enero para Jornal de Notícias, Diário de Notícias y TSF, los socialistas recogerían un 34,4% de los votos y superarían por 0,6% a los social-demócratas. La pérdida de votos de Bloco Esquerda (6,6%) y el CDU –la coalición del PCP con Verdes– (4,5%) dejaría al grupo de extrema derecha Chega como tercera fuerza política portuguesa: pasaría de un 1,29% de los votos obtenidos en 2019 a un 8%. El PAN y Livre, dos de los posibles socios de Costa en función de los resultados finales, se harían con un 3,2 y un 1,4% respectivamente.
Nacimiento y éxitos de la geringonça
La geringonça nació en 2015 a partir de una moción de censura, un procedimiento que en 2018 llegaría también a España –como casi siempre, la política portuguesa se adelanta unos años a la de su vecino–. El PS, el BE, el PCP, los Verdes y el partido animalista PAN (Pessoas, Animais e Natureza) desalojaron del poder el Gobierno del por entonces primer ministro en funciones Pedro Passos Coelho, en aquel momento líder del conservador Partido Social Demócrata (PSD). La moción provocó que el Gobierno de coalición del PSD con el Centro Democrático y Social (CSD) fuera el más breve de la historia del país. Con la derecha fuera del Ejecutivo, los socialistas serían los encargados de gobernar con el apoyo externo del Bloco y los comunistas a cambio de incluir sus propuestas, sin cargos dentro del Gabinete. Felipe Teles, politólogo y profesor de la Universidad de Aveiro (UA), asegura que aquel momento significó “una oportunidad interesante para mostrar que en Portugal la izquierda también puede encontrar mecanismos de coalición, aunque no sean de Gobierno pero sí en el Parlamento, para gobernar”.
La geringonça significó “una oportunidad interesante para mostrar que en Portugal la izquierda también puede encontrar mecanismos de coalición, aunque no sean de Gobierno pero sí en el Parlamento, para gobernar”
La legislatura estuvo caracterizada por la recuperación económica en un país muy marcado por la crisis financiera que sufrió entre 2009 y 2014, y por un aumento considerable del gasto social. Las consecuencias fueron palpables: el producto interior bruto (PIB) aumentó, el déficit cayó, el descenso del paro de la población activa fue estable y la tasa de pobreza también se redujo. Coincidiendo con Teles, Marina Costa Lobo, politóloga del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa (UL), cree que esto provocó “mejoras en términos de satisfacción con la democracia y confianza en el Gobierno”. No obstante, Costa Lobo destaca que los progresos se consiguieron a costa de caídas sustanciales de la inversión pública. “No hubo ningún milagro porque la mayor parte del tiempo hubo una camisa de fuerza del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que obligó a continuar con la austeridad”, explica la politóloga.
Formando un paralelismo con el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos, además de las mejoras mencionadas la geringonça también logró el aumento del salario mínimo y las pensiones. En ambos países ibéricos son los socialistas quienes cuentan con el peso principal. Sin embargo, en Portugal los apoyos residían en la fortaleza de BE y el PCP debido a la naturaleza centralista del país, mientras el actual Gobierno español depende más del soporte de partidos autonómicos para sacar adelante distintas propuestas. Geringonça hace referencia a un objeto mal hecho, frágil y precario; con la llegada del coronavirus, las mejoras conseguidas empezaron a revertirse radicalmente. La economía portuguesa no fue una excepción a nivel mundial y se vio afectada por pérdidas importantes en el sector del turismo y la restauración, como ocurrió en su país vecino.
La reaparición de las divergencias
Superada la legislatura, las diferencias entre los tres partidos de izquierdas empezaron a florecer después de la celebración de las elecciones de octubre de 2019. El PS liderado por Costa –que pretendía la mayoría absoluta– consiguió 23 escaños más gracias a un aumento de los votos del 9,2%; el BE de Martins se mantuvo con 19, con una ligera reducción de votos, y el PCP de Jerónimo de Sousa perdió un 25,5% de los votos, lo que le costó quedarse con 12 escaños, cinco menos en comparación a 2015. Sin embargo, que los socialistas no quisieran repetir o reformular la geringonça tensó las relaciones.
“Después de revertir muchas de las medidas del Gobierno anterior, los tres partidos tuvieron dificultades para encontrar un nuevo propósito común”
Costa busca en las próximas elecciones una victoria que le pueda revalidar como el político que más tiempo ha estado en el Gobierno desde la Revolución de los Claveles
Para Pedro Magalhaes, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, las diferencias entre PC, BE y PCP se agravaron después de las elecciones tras el fin de la que define como época de la “postausteridad”. “Después de revertir muchas de las medidas del Gobierno anterior, los tres partidos tuvieron dificultades para encontrar un nuevo propósito común. Las grandes diferencias que los separan en política económica y financiera volvieron a aflorar” explica el politólogo. Las divergencias no podían volver a obviarse. Las discrepancias en factores como la inversión pública aparecieron al mismo tiempo que inyecciones como las realizadas a Novo Banco o la aerolínea estatal TAP suscitaron las críticas de la izquierda.
La estabilidad que caracterizó la geringonça desapareció una vez el Gobierno socialista intentó buscar el equilibrio para contentar tanto a la centro derecha como a sus anteriores socios. Desde 2019 hasta 2021 el PS intentó jugar con la balanza de reducir el déficit mientras aumentaba el gasto social. Durante este tiempo, el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista consideraron que los socialistas tuvieron un carácter más conservador. El ‘no’ a los presupuestos de 2022 que ha provocado las elecciones del 30 de enero llegó de la mano de acusaciones a Costa por no realizar unas negociaciones más abiertas. José Santana Pereira, investigador del Centro de Investigación de Estudios de Sociología (CIES), escribió en El País que la posición de ambos partidos puede estar provocada por interpretar que apoyar al PS se traduce en pérdidas de votos a favor de los socialistas.
Sin embargo, el papel de la pandemia dentro de la crisis política genera división de opiniones entre los expertos. Magalhaes cree que esta obligó a las partes a llegar “a entendimientos para proyectar una imagen de responsabilidad y seriedad frente a los desafíos completamente nuevos que ha planteado”. Siguiendo la misma línea, Teles no opina que la gestión haya sido un motivo de deterioro en la relación de los tres partidos, aunque recalca su importancia para la actual campaña electoral. Sin embargo, Cobos Lobos sí la considera importante por sus consecuencias. “Expuso varias deficiencias del sistema nacional de salud y también en el de empleo. Para BE y PCP, la inversión pública era muy necesaria en estas áreas y se convirtió en un motivo de discordia con el PS”.
Un nuevo entendimiento es posible
A medida que ha avanzado la campaña, tanto De Sousa como Martins han reabierto sus puertas a Costa para un nuevo pacto
Costa, definido por la corresponsal de El País Tereixa Constela como alguien que “recurre al ingenio más allá de la ortodoxia ideológica”, busca en las próximas elecciones una victoria que le pueda revalidar como el político que más tiempo ha estado en el Gobierno desde la Revolución de los Claveles. Sin embargo, los acuerdos para gobernar dependerán de los resultados, y estos a priori empeorarán. Las encuestas exponen que el PS, BE y PCP pagarán el desgaste y, por lo tanto, reeditarán la pérdida de votos que ya sufrieron en las últimas elecciones municipales. Los socialistas quieren la mayoría absoluta, pero formando otro paralelismo con el Gobierno de coalición español con los apoyos del Partido Nacionalista Vasco (PNV) o Esquerra Republicana (ERC), estarían abiertos a formar un acuerdo con partidos minoritarios como PAN o Livre en función de los escaños necesarios.
Aun así, los expertos aseguran que un nuevo acuerdo entre los tres partidos no es un escenario descartable. A medida que ha avanzado la campaña electoral, tanto De Sousa como Martins han reabierto sus puertas –o recordado que no estaban completamente cerradas– a Costa para un nuevo pacto. Una nueva coalición no significaría a priori un retorno a la estrategia de 2015. “Tanto Costa como Jerónimo de Sousa ya dijeron que la geringonça, tal y como existió, no volverá”, recuerda Cobos Lobo.
“El consenso es fácil en tiempo de urgencia” explica Teles sobre el posible retorno de la relación, y añade que Costa, Martins y De Sousa pueden hacer del último ‘no’ a los presupuestos un proceso de aprendizaje para “hacer las negociaciones con más tiempo y también para saber que, cuando se gobierna en minoría, no hay peticiones garantizadas. Por lo que es fundamental un proceso de construcción de propuestas parlamentarias con los partidos que las apoyan”.
“Un acuerdo entre PS y PSD no debería generar una gran diferencia con el camino seguido en los últimos años a no ser en temas como la reforma electoral o la judicial” explica Magalhaes. Por el momento los sondeos siguen mostrando un reparto de votos más dividido entre izquierda y derecha, por lo tanto, para el sector progresista volver a entenderse será clave si quiere volver a marcar el nuevo ciclo político portugués.
Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de la República de Portugal, no advirtió en vano. El pasado mes de octubre –en pleno debate sobre los Presupuestos del Estado– reiteró que, si las cuentas no salían adelante, Portugal se adentraría en un nuevo proceso de elecciones legislativas. La negativa de los partidos de...
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