CRISIS ROJIBLANCA
Motivos de un desencanto
Escuchando a muchos seguidores atléticos, la mayoría coincide en una respuesta para explicar el origen de esa desilusión que sufren: la pérdida de identidad que experimenta el club en los últimos años
Ricardo Uribarri 31/08/2022
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Llevo tiempo con la duda de si lo que se lee en las redes sociales sobre una determinada cuestión es un reflejo cercano de lo que pasa en realidad o solo una parte, ruidosa, eso sí, de los que tienen interés en ese tema. Un debate que además puede ser distorsionado por aquellos que quieren influir de forma negativa en el asunto con algún interés oculto, haciéndose pasar por lo que no son (los famosos bots). Pero parece incuestionable que, en mayor o menor medida, anda una parte de la afición del Atlético de Madrid muy revuelta, desencantada y, lo que parece peor, dividida en algunas cuestiones de calado. Algunos analistas, tras ver el enfrentamiento entre unos aficionados y el jugador Mario Hermoso en el césped del Metropolitano después de la derrota ante el Villarreal, no entendían la causa de ese clima enrarecido por haber perdido solo un partido. Pero si tuvieran interés en saber qué más puede haber detrás, descubrirían que esto no se ha generado de un día para otro. El malestar estaba larvado desde hace tiempo y ahora ha salido a la luz por diversos motivos.
Escuchando a muchos seguidores atléticos, la mayoría coincide en una respuesta para explicar el origen de esa desilusión que sufren: la pérdida de identidad que experimenta el club en los últimos años. Más allá de los resultados, a la masa social colchonera siempre le ha unido un cordón umbilical invisible que tiene que ver con los sentimientos, con la defensa de unos principios, unos valores, unas tradiciones y unos símbolos en los que prácticamente todos coincidían. Cuando eso ha empezado a cambiar sin un consenso social, solo por decisión de Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo, los dueños de la entidad, muchos no se han identificado con esas modificaciones, lo que ha abierto unas brechas considerables entre los dirigentes y la hinchada, que han venido a sumarse a las que ya había por la apropiación indebida del club, reconocida por la justicia. La paz social que pregonaba desear Gil Marín hace no tanto es ahora mismo una quimera. Ni la puesta en marcha de una comisión social, que supuestamente se ha creado para tener en cuenta la opinión del aficionado, ha calmado los ánimos.
Habrá quien no lo entienda y le parezca una exageración o ir en contra de los avances que imponen los tiempos actuales, pero el cambio de estadio y del escudo es una herida por la que siguen sangrando muchos atléticos. Si a eso le sumamos iniciativas que, teniendo una buena motivación –como puede ser el Paseo de las Leyendas–, se han desarrollado muy mal, terminando por convertirse en un nuevo foco de conflicto; un diseño de camisetas a cada año más horroroso, con el cual es imposible que un seguidor rojiblanco se identifique; una situación económica del club alarmante después de haber vivido una de las mejores décadas a nivel deportivo de la historia del equipo, y un último mercado veraniego desquiciante, que empezó con el rumor, no desmentido con rotundidad desde la zona noble, de la posible llegada de Cristiano Ronaldo, repudiado por la gran mayoría de hinchas, y que termina con la incorporación de un Reguilón que no gusta nada a los aficionados por su pasado madridista y por su escaso, en su opinión, nivel futbolístico, se entiende parte de la decepción de los atléticos.
La falta de representantes por parte del club con peso y ascendencia entre la afición para emitir mensajes provoca que Simeone tenga que asumir muchas veces un papel que no le corresponde: el de portavoz de la entidad. Y eso le supone un desgaste que puede estar pasándole factura. No sé si después de salir Pepe Pasqués del club hay alguien actualmente que transmita fielmente al técnico el sentir de la afición (cosa que sí hacía el periodista argentino), pero si no lo hay creo que sería bueno que lo tuviera en cuenta. Ya sé que su principal obligación es la parcela deportiva y que a ello debe centrar toda su atención, pero cuando cada tres días mandas mensajes a una afición que te idolatra, nunca sobra el saber cómo respira la audiencia a la que te diriges. No para decir lo que ellos quieran escuchar, que está claro que el Cholo no va a decir algo que no piense, pero sí para por lo menos intentar explicar lo mejor posible sus decisiones.
El cambio de estadio y del escudo es una herida por la que siguen sangrando muchos atléticos
Simeone decide desde el punto de vista de un profesional, y por mucho que sienta al Atleti es difícil que tome una decisión con la perspectiva de un aficionado. Si él cree que un jugador puede ayudar al equipo, no tiene en cuenta su procedencia, aunque tenga pasado madridista. Ocurre que hay quien le echa en cara que eso no concuerda con la idea de cuidar el sentido de pertenencia que siempre ha transmitido desde que llegó al banquillo rojiblanco. Y ahora mismo hay más canteranos del Real Madrid en la primera plantilla del Atleti que del propio club. Otra vez aparece el problema de la identidad. Si a eso le sumamos que después de 10 años es lógico que haya un desgaste en el plano deportivo y que haya gente que esté cansada de ver siempre la misma cara y desee un cambio, nos encontramos con que alrededor de Simeone hay ahora mismo tres círculos: los que le defienden a muerte; los que le defienden pero cuestionan algunos de sus mensajes (como en el que recordó el pasado merengue de Juanfran, Filipe, Morata, Hermoso o Llorente para defender la llegada de Reguilón) y que no exija más a los dirigentes; y los que directamente quieren que se vaya porque ya no les convence su trabajo. Hay quien, subido al éxito de los últimos años, 10 títulos en las últimas 13 temporadas, exige que el Atleti compita al más alto nivel todos los años y en todas las competiciones. Más división.
Y queda una tercera pata. La de los jugadores. En relación con ellos encontramos a aficionados que piensan que a los futbolistas que juegan en tu equipo hay que defenderlos siempre, sean los que sean, porque hacer lo contrario es echar piedras contra tu propio tejado. Pero hay otra corriente que tiene entre ceja y ceja a unos cuantos, bien sea por hechos que hayan hecho en el pasado, como por ejemplo Griezmann y su marcha al Barcelona, por su pasado madridista o por no dar el rendimiento que esperan de ellos. Y ahí no se salvan ni emblemas como Koke, a punto de convertirse en el jugador con más partidos oficiales del club. Hay que tener en cuenta que el seguidor atlético ha pasado, en pocos años, de ver a jugadores con los que se identificaba mucho, como por ejemplo Torres, Gabi, Godín o Raúl García, a otros que quizá tengan mayor calidad futbolística, pero con poco arraigo. En estos últimos días se han leído mensajes en las redes del tipo de “cada día es más difícil encariñarse con los jugadores del Atleti. No les voy a silbar, pero me son muy indiferentes”; “varios jugadores no transmiten sentido de pertenencia…”.
Es decir, nos encontramos con una afición que, en un buen número, no le gustó el cambio de estadio, que no se ve representada en el escudo actual ni con el diseño de las camisetas de los últimos años, que ve a sus dirigentes como enemigos más que como aliados, que se siente decepcionada con algunas afirmaciones y decisiones de la persona a la que más han admirado, y que en lugar de encontrar jugadores en su plantilla con los que sentirse identificados y que representen lo que a ellos les gusta, ven cómo en los últimos tiempos recalan en el equipo algunos que se formaron en el eterno rival y que en numerosas ocasiones hicieron gala de su sentimiento madridista. Estos son los motivos, no de un sentimiento, como cantaba Sabina en la canción del centenario del club, sino de una desilusión, de un desencuentro que sí se puede explicar. Las victorias deportivas pueden paliar sus efectos, pero me temo que para erradicar la raíz de los problemas hacen falta otro tipo de decisiones. Y los que pueden tomarlas no parecen por la labor.
Llevo tiempo con la duda de si lo que se lee en las redes sociales sobre una determinada cuestión es un reflejo cercano de lo que pasa en realidad o solo una parte, ruidosa, eso sí, de los que tienen interés en ese tema. Un debate que además puede ser distorsionado por aquellos que quieren influir de forma...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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