educación sexual
Más del 70% de las personas jóvenes creen que la pornografía es a veces violenta
Un 46,6% de los chicos afirman haber imitado alguna escena con su pareja, y en el 12,2% de los casos lo han hecho sin consentimiento explícito y sin que a ella le parezca bien
ctxt 8/09/2022
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Durante la adolescencia, los chicos disfrutan de una mayor libertad a la hora de explorar y descubrir su sexualidad, mientras que las chicas soportan una doble presión en esas edades: por un lado, reciben la imposición del recato patriarcal aún presente en muchos lugares de la cultura y la educación, y por el otro, la cosificación las intenta convertir en objetos sexuales. En este contexto, Save the Children ofrece dos datos: el 92,9% de las personas de entre 10 y 15 años utilizan internet y el 99,1% de las personas entre 16 y 24 años lo hacen.
Por lo tanto, el espacio virtual es un lugar con un peso enorme en la construcción de las identidades de los y las jóvenes. Y, en este caso, también del desarrollo de su sexualidad. De eso trata el informe ‘(Des)información sexual: pornografía y adolescencia’.
El 62,5% de las personas adolescentes –de 13 a 17 años– encuestadas ha visto pornografía alguna vez en su vida. Es interesante comprobar lo que ocurre cuando se desagrega este dato por género: el 87,5% de los chicos responde afirmativamente a la pregunta, mientras que solo el 38,9% de las chicas lo hacen.
En la mayoría de los casos (53,8%), el primer contacto con la pornografía tiene lugar antes de los 13 años. De hecho, un 8,7% de las personas encuestadas sitúan ese hito antes de los 10 años. Esta edad ha ido descendiendo conforme se ha normalizado el uso de smartphones y redes sociales en etapas tempranas de la adolescencia.
La principal vía de acceso a la pornografía se ha denominado “Acceso por grupo de iguales”, y representa hasta el 51,2% de los primeros contactos de los y las jóvenes encuestadas. Recoge situaciones como “una amiga o amigo se lo enseña en su dispositivo”, “que le hable de ello y lo busque por su cuenta” o “que lo reciba a través de grupos de mensajería o redes sociales”.
El cine y la televisión tienen una gran influencia en este sentido, porque las escenas sexuales actúan en algunos casos como puerta de entrada a la pornografía.
Las diferencias entre chicos y chicas comienzan con los accesos accidentales a la pornografía. Estos ocurren principalmente con la publicidad de tipo pop-up, omnipresente en el espacio virtual y con una gran presencia de contenido para adultos. Las chicas sufren este tipo de violencia online con una incidencia de casi un 7% más que los chicos, y no es la única. En esta misma línea, el informe recoge un tipo de acceso que, si bien es minoritario, su relevancia reside en que solo tiene impacto en la parte femenina de la población encuestada: el acceso a través de personas desconocidas. Se trata de casos en los que se recibe contenido pornográfico sin que haya invitación o contacto previo, y afecta al 1,3% de las chicas.
Por el contrario, ellos acceden más a la pornografía por búsqueda activa que ellas, y también cuentan con un tipo de acceso exclusivamente masculino que habla del tipo de socialización sexual que atraviesan: el acceso a través de un familiar, con un perfil de hombre también adolescente, aunque mayor, que muestra pornografía a modo de iniciación a la camaradería masculina.
Entrando en el terreno de la influencia que tiene la pornografía en las prácticas sexuales de los y las jóvenes, el 36,8% de quienes consumen pornografía con más frecuencia confunde la ficción de los vídeos con sus propias experiencias sexuales.
Tanto las chicas como los chicos están de acuerdo en que los contenidos que muestra la pornografía que ven son, a veces, violentos. Las respuestas femeninas fueron afirmativas en un 73,5% de los casos, mientras que este porcentaje se reduce ligeramente al 70,3% en los chicos. Combinado con el dato anterior, resulta preocupante que, a pesar de que reconozcan violencia en la pornografía, una cantidad nada desdeñable de personas no sabe distinguir entre esos montajes sexuales y su vida real.
La mayoría de las chicas (55%) niega con rotundidad que las relaciones de poder en la pornografía sean igualitarias. Por su parte, los chicos lo hacen solo en un 31,1%. De nuevo, la frecuencia con la que se consumen estos contenidos tiene una incidencia clara en los gustos con respecto al sexo: “quienes ven pornografía con frecuencia muestran mayor interés por los vídeos en los que existen jerarquías de poder explícito”.
Cuestionados acerca de la frecuencia de sus relaciones sexuales, los consumidores habituales de pornografía responden que les gustaría tener más sexo, un fenómeno con especial incidencia entre los chicos.
Todos estos datos van construyendo una imagen muy poco halagüeña de la relación entre pornografía y prácticas sexuales, algo que queda confirmado cuando el informe se dirige hacia la imitación de alguna escena en la vida real. El porcentaje de chicos que han puesto en práctica alguna escena vista en pornografía es llamativamente superior al de chicas, 46,6% frente a 22,8%, y lo peor llega al preguntar sobre la existencia de consentimiento. Hasta en un 12,2% de los casos, los chicos han recreado estas escenas sin consentimiento explícito y sin que a la pareja le haya parecido bien; las chicas, por su parte, han respondido afirmativamente en un 6,3% de los casos.
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