Ganas de quemar cosas
Falsificaciones
Nos parece normal que el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, diga que “no se puede hablar de ricos y pobres”, aunque las fuentes que avalan esa realidad están disponibles para cualquiera que viva en este mundo
Alicia Ramos 20/10/2022
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Entre las infinitas estrategias para vender un libro, un artículo, un podcast, está la de anunciarlo como una gran revelación. ¡Lo que los médicos no quieren que sepas! ¡Lo que el Vaticano ha estado intentando ocultar! ¡Lo que la NASA pretende que creas!
De todas estas yo me quedo con las que tienen que ver con la Historia, no sé por qué, me dan buen rollito. Cada tanto sale un libro, o un documental, que promete revelar la Historia Oculta, demostrar que nos han estado engañando (eso es lo que mejor funciona, parece ser que toleramos muy mal que nos intenten engañar), sacar a la luz secretos escondidos.
Igual para el Vaticano sí que rige, pero para la Historia lo veo más difícil: la Historia consiste en enunciar hipótesis basadas en fuentes, fin. Y las fuentes de la Historia son fuentes escritas, para épocas para las que no se dispone de fuentes escritas no podemos hablar de Historia, a menos que los pueblos de alrededor sí hubieran desarrollado la escritura y dejado documentos sobre la cultura objeto de estudio que estén en condiciones de ser leídos e interpretados. Es difícil imaginar “La Historia” como un lugar cerrado, una especie de búnker acorazado en Oxford en el que se esconden “Las Fuentes” a las que solo unos pocos iniciados tienen acceso, eso sí después de haber jurado sobre su propia sangre que no contradirán jamás la “Versión Oficial”.
La historia de la Historia está llena de buenos falsificadores, que se dedicaron a “crear” fuentes que antes no existían con la intención de que luego otros historiadores, o los propios falsificadores, fundamentaran sobre ellas nuevas hipótesis. Algunos de estos falsificadores eran tan buenos que todavía hay supuestas fuentes escritas que no queda muy claro si son auténticas o de pega. Se me vienen a bote pronto dos a la cabeza: el Papiro de Artemidoro y el Disco de Festo.
El Disco de Festo, en caso de ser real, no sería propiamente una fuente escrita porque nadie ha sido capaz de descifrarla. Fue hallada en el Palacio de Festo, en Creta, en un contexto en el que la escritura dominante, el Lineal A, tampoco ha sido descifrado, un no parar. Pero los símbolos que cubren este artefacto de cerámica por sus dos caras no se parecen al Lineal A ni a ninguna escritura conocida de la zona. Yo pensaba que estaba generalmente admitido que se trataba de un fraude hasta que vi a un señor muy serio especulando sobre su origen y su significado. Así que ojocuidáo.
Y el Papiro de Artemidoro es uno de esos documentos que quieres creer muy fuerte muy fuerte que sean de verdad. Y lo cierto es que las razones a favor y en contra de su autenticidad son igualmente sólidas. Además introduce cosas fantásticas como un mapa, en este caso de parte de la Península Ibérica, y se correspondería con una obra perdida, la Γεογραφουμένα de Artemidoro, una de las obras en las que se basó Estrabón para contar cosas que nunca había visto sobre la Península Ibérica, por ejemplo.
Da igual, la idea central de este texto es que para apuntalar la sospecha de que nos están engañando hace falta fundamentar la paranoia de que alguien tiene la capacidad, los motivos y la intención de hacerlo. Esto resulta fácil hasta cierto punto porque qué más prueba queremos de que nos han intentado engañar que el propio hecho de que nos hayan engañado, si es que está clarísimo.
Así, para combatir el engaño, cada poco tenemos alguna nueva teoría que cuestiona la existencia de los siglos XI al XIII, que propone que los antiguos griegos eran en realidad escandinavos, que el español no tiene nada que ver con el latín o, yo qué sé, que el desembarco de Normandía supuso el principio del fin de los nazis.
Y al final volvemos a lo eficaz que es introducir la duda sobre si te han estado “intentando engañar”. Eso nos enerva. Me recuerda a esta gente que expone en textos mal escritos y con faltas de ortografía las razones por las que sigue escribiendo con tilde el adverbio solo. Y se queda una con la impresión de que para una palabra que sabían cómo se escribía van y se la cambian, normal que se reboten.
Bueno, todo esto venía a que luego nos parece normal que el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, diga con toda la tranquilidad del mundo que “no se puede hablar de ricos y pobres”, aunque las fuentes que avalan esa realidad están disponibles para cualquiera que viva en este mundo. Y no tienen por qué ser fuentes escritas.
Me gustaba más cuando se curraban las falsificaciones.
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De todas estas yo me quedo con las que tienen que...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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