1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Memoria histórica

Visita pedagógica al Valle de los Caídos

Crónica de una jornada de trabajo junto al artista Fernando Sánchez Castillo, en el proyecto en marcha en torno a unas nuevas Misiones Pedagógicas

Rafael SM Paniagua 30/12/2022

<p>El Valle de los Caídos (ahora Valle de Cuelgamuros) en 2013.</p>

El Valle de los Caídos (ahora Valle de Cuelgamuros) en 2013.

Marie Thérèse Hébert / Jean Robert Thibault | Flickr

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El archivo cultural de las míticas Misiones Pedagógicas de la Segunda República está compuesto por objetos y relatos muy diversos: documentos fundacionales de Manuel Bartolomé Cossío y su patronato que nos revelan la genealogía de este proyecto, informes del Ministerio de Instrucción Pública, fotografías y grabaciones de las actividades realizadas por José Val del Omar, testimonios dispersos en las biografías de quienes participaron como misioneros y misioneras y relatos de los propios habitantes de los pueblos que los recibieron. Con la intención de replicar esa diversidad de voces de archivo, me animo a narrar la experiencia que hicimos algunas personas el pasado 2 de diciembre junto al artista Fernando Sánchez Castillo, responsable del proyecto Misiones Pedagógicas 2.0, promovido por el departamento de educación del Museo Reina Sofía, que nos invitó a una jornada de trabajo en el Valle de Cuelgamuros, antiguo Valle de los Caídos, renombrado así conforme a la Ley de Memoria Democrática. Él podrá, evidentemente, narrar su propia experiencia y en esa multiplicación de relatos y voces, acaso este proyecto arraigará con más facilidad en la memoria.

En la puerta de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid nos encontramos una mañana de comienzos de diciembre, convocados por Fernando, algunos estudiantes del máster de Escultura Contemporánea que toman conmigo un curso sobre discursos curatoriales y espacio expositivo. La semana anterior habíamos recibido en clase a Fernando, que vino a contarnos sobre su trabajo acompañado de Fausto Canales. Quien haya frecuentado los últimos años la actualidad de la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica conocerá la historia de Fausto y su lucha judicial, pionera e incansable, para exhumar e identificar a su padre, su tío y algunos vecinos de su pueblo, Pajares de Adaja, en Ávila, asesinados en agosto de 1936, cuyos cuerpos fueron movidos a la basílica del Valle de los Caídos para rellenar el monumento del dictador a la dictadura –que no a la reconciliación y a la paz como pretenden argumentar sus defensores–, mezclados, pues, junto a los acólitos del bando que los asesinó. Con determinación de investigador insobornable, Fausto logró identificar la cripta y la caja exacta donde se encuentran sus allegados, y con ilusión inquebrantable permanece atento a las continuas actualizaciones del caso. En principio, dentro de un par de días está prevista la apertura de una de las criptas laterales. El equipo forense se encuentra preparado para ello, pero también cuentan con nuevos obstáculos que, en cuanto asome la piqueta de los técnicos, serán activados por quienes no quieren hacer memoria ni justicia ni reparación, y más bien buscan demorar lo que terminará pasando a todas luces si el conjunto de la sociedad hace por no olvidar la ignominia.

El plan de Fernando es intentar prestar atención a los hitos menores de esta memoria del franquismo, afectada de no poca grandilocuencia tras objetos monumentales de extrema visibilidad

Fausto vive con paciencia este proceso que le ha llevado un par de décadas y su optimismo es comedido, pues quién sabe en qué estado se encontrarán los restos sepultados en aquel risco, que no ha dejado de filtrar su agua granítica al interior. El vitalismo de Fausto es ejemplar y su acompañamiento se enmarca en las líneas generales del proyecto de Fernando, que “busca acercar el museo a personas nacidas durante la Guerra Civil a las que estos planes educativos les fueron sustraídos y que han sido agentes activos o pasivos en la España representada en las salas de exposición. A su vez, busca establecer un proceso bidireccional, en el que también el Museo aprenda de estas personas, que son portadoras de memorias creadas en situaciones de exilio, prisión e insilio. A partir de encuentros y mediaciones participativas se confrontan ambas esferas, separadas tan solo por los límites de la museografía”. Y es que Fernando ha estado persiguiendo y componiendo un archivo muy frágil, compuesto de restos fugaces: las alpargatas bordadas en la cárcel de Ventas por la represaliada Martina Barroso, huesos de aceituna virtuosamente tallados a modo de colgantillos, humildes cruces de madera y alambre construidas en prisión… El aura que rodea estos objetos, la marca histórica que revelan, es conmovedora. El plan de Fernando es intentar prestar atención a los hitos menores de esta memoria del franquismo, afectada de no poca grandilocuencia tras objetos monumentales de extrema visibilidad, lo que oculta aún más las huellas de quienes lo experimentaron por abajo con profundo dolor. Habrá que pensar qué dispositivo museográfico es capaz de acoger y exhibir esas huellas sin desgalvanizar su potencia de interpelación colectiva.

La llegada al recinto es turbadora. La reja de la entrada, con sus amenazadoras águilas bicéfalas, y la identificación en la garita nos envuelven ya en una retórica franquista monumental de la que es difícil escapar. Yo he venido bastantes veces a este lugar, pero no deja de impresionarme la exaltación de sus formas, su voluntad de eternidad. Durante algunos años, acompañé a distintos grupos de estudiantes norteamericanos junto a los profesores Germán Labrador y Alberto Bruzos. Siempre nos resultó difícil hacer esa mediación para que los estudiantes entendieran, sin que pareciera que estábamos haciendo una lectura sesgada de la historia, la singularidad antidemocrática de este espacio. Lo cierto es que una exposición sincera y realista bastaba para no sucumbir a la magia negra –como decía Germán– que opera en este enclave. Francisco Ferrándiz, antropólogo eminente del CSIC del campo de los estudios de la memoria y las violencias políticas y miembro del Comité de Expertos al que se consultó el marco de la Ley de Memoria Histórica, nos acompañó en distintas ocasiones y también hoy nos está esperando en la entrada. Al final somos un grupo diverso que desborda la mera actividad escolar: además de Jorge Moruno –antropólogo de la UNED, también especialista en los archivos y objetos de la memoria– y Stephanie Mansy –una artista francesa becada en la Casa de Velázquez– vienen con nosotros algunos amigos cercanos de mi pueblo, entre ellos mi amiga Cecilia Bergamín, nieta de José Bergamín y compañera de Fernando en sus años en que estudiaban en la misma facultad de Bellas Artes.

Al pasar las llamadas piedras de Juanelo –cuatro columnas colosales parte del ingenio hídrico que Juanelo Turriano ideó en el siglo XVI para la ciudad de Toledo y que, en un alarde técnico pero también narrativo, Franco hizo mover desde la vieja ciudad imperial hasta la Sierra de Guadarrama– abandonamos la vía principal y nos dirigimos, por un camino mucho más agreste, hacia uno de los poblados de obreros –reclusos que aspiraban a redimir condenas, pero también otros en régimen de libertad– que construyeron este lugar, incluida la carretera por la que circulamos. También vamos al encuentro de las chabolas de piedra que construyeron los familiares de los presos para estar cerca de ellos. Para Fernando es importante, frente a la propia megalomanía del proyecto de Franco, que atrapa toda la atención en torno a sí mismo, prestar atención a este espacio marginal, olvidado por mucho tiempo y que prospecciones y excavaciones recientes coordinadas por el arqueólogo Alfredo González Ruibal han sacado de nuevo a la luz. Como hacían los arqueólogos desde su disciplina, Fernando nos invita desde el arte a atender y cuidar esta historia menor, a dedicarle un poco de cariño a esta ruinosa memoria que rescata del olvido a quienes vivieron y construyeron todo este recinto. En concreto, estamos en el destacamento penal de Banus –sí, la empresa que construyó el puerto marbellí–, también llamado “de la carretera” en referencia a la fase que ejecutaban, porque existieron otros dos destacamentos penales que alojaban mano de obra reclusa, denominados con el nombre de las empresas constructoras encargadas que colaboraban con el régimen: el destacamento de Molán o “del monasterio” y San Román o “del monumento”. Se trata de un complejo en un llano despejado, aún lejos de la inmensa cruz, donde aún pueden identificarse la base de los distintos barracones donde se alojaba un número cercano a los doscientos trabajadores, así como los planteamientos chaboleros de las familias, que a modo de pequeños y humildes castros prehistóricos, aún revelan sus emplazamientos. Todo fue demolido a inicios de los años 50.

Inspirándonos en la tradición institucionista de esta sierra, la misión primero consiste en hacer una experiencia estética de ese paisaje, observar el territorio y los restos materiales que aún están desperdigados por ahí y que no son pocos, pese al trabajo de los arqueólogos que han catalogado minuciosamente los restos, ayudándonos a entender la vida que aquí se vivía. Después, Fernando nos invita a dibujar esos hallazgos con las herramientas y papeles que transportamos. Los estudiantes han venido con pinturas, caballetes y papel pescado para tomar bocetos, aunque ninguno nos consideramos excelentes dibujantes. El grupo deambula desperdigado por el espacio. Hace frío pero el día es luminosamente azul. Cada cual sigue su rastro y su deseo. Algunas personas, como Paula, son más rastreadoras recolectoras y en el camino han encontrado multitud de suelas de zapato de goma neumática, latas, palanganas, bacinillas, frascos de cristal de medicinas y toda clase de restos que testimonian una ocupación prolongada en el tiempo, la voluntad de construir un hogar dignamente. Tenemos la sensación de que se trata de reliquias políticas del pueblo de trabajadores abandonadas a la intemperie. Otros son más contemplativos y se detienen en la naturaleza, en las rocas tan características del paisaje del Guadarrama. Los restos de un caño roto señalan el punto de agua del campamento. Ana ha encontrado algunos restos de loza castellana y botellas de vino antiguas. Concha, que ha venido armada con toda clase de colores y pinceles, ha ido coleccionando materia natural del paisaje en una especie de cápsula del tiempo. Regina (que curiosamente se formó en el Colegio Estudio, heredero del institucionismo republicano) ha revestido a cada una de estas piezas con papel pescado y ha marcado los cantos y bordes con pintura, en un intento acaso de concebir la envolvente volumétrica o, más llanamente, abrigar un poco estas piezas. Hunter y Eloísa, dos estudiantes chinos, están entregados con fruición a la exploración y el dibujo rápido, pese al frío atenazador que sienten y que su moderno outfit no mitiga. Alex, de México, pasea meditativo por el lugar. Julián, que trabaja en torno a la muerte, ha preferido recolectar algunos níscalos tiernísimos que ahora abundan en la zona. Cecilia dibuja algunas muestras de paisaje con acuarelas. Fernando ha plantado un caballete en el horizonte y ha plasmado en pintura negra una visión del paisaje que incorpora la cruz a lo lejos, aunque nos dice que fue un fantasma quien lo pintó. Yo me he sentado a dibujar con pasteles de colores sobre cartulina negra una de las rocas que sirvieron de base estructural, a modo de vivac, para algunas construcciones de la familias, facilitando la instalación de chimeneas, repisas y catres y, ante estas rocas, he recordado a una buena amiga, cuando durante una visita a las trincheras del sur de Madrid, interpretó ese paisaje de resistencia como nuestro Monument Valley. Fausto se acerca a nosotros para ver qué estamos dibujando. Hacemos de plenairistas en un paisaje que fue proyectado en su totalidad, incluso las masas de pinares, como señala Ferrándiz en una parada para almorzar y en la que Fernando reparte naranjas y plátanos. Según nos cuenta, las naranjas circulaban en los territorios aún republicanos y pienso que sería debido al pivotaje levantino del gobierno de la segunda república. Por el contrario, los plátanos aparecían en los pueblos al ritmo que el frente golpista avanzaba. Por eso, cuando apareció un plátano en Madrid, algunos dieron por perdida la guerra.

Un estudiante dibujando en el destacamento penal de Banús. Fotografía de Fernando Sánchez Castillo.

Tras recoger los bártulos, decidimos echar un vistazo a la basílica. Hay mucha gente de este grupo que nunca antes había venido. Al aparcar el minibús nos percatamos de que un señor que tiene porte de hombretón dibujado por Sáenz de Tejada nos ha venido siguiendo y no se va a separar de nosotros hasta que salgamos de nuevo de la basílica. Recordaba estas inquietantes compañías de nuestras visitas con estudiantes. Uno no sabe cómo reaccionar, sobre todo cuando se sienten con el derecho de interrumpir a los grupos con sus justificaciones. A la entrada hay un dispensador, no de gel hidroalcohólico sino de agua bendita. También me parece que han instalado más de esos enormes recipientes de metal, con ese diseño tan brutalista, que recogen el agua que la montaña filtra al interior de la basílica. Creo que fue Reyes Mate quien mencionó que quizá, ante la parsimonia de los humanos en estos asuntos, la única justicia la estaba aplicando la montaña, erosionando lentamente la estructura de este espacio, que a la larga terminará por colapsar, como terminan todos los desafíos a la naturaleza.

Encuentro la basílica igual que siempre, con su monumentalidad faraónica y sus efluvios invisibles de gas radón, salvo que hoy, tras haber visitado los destacamentos penales y el poblado, podemos dialectizar más poderosamente el lugar: por arriba la cúpula institucional y el ejército meduseo del estado dictatorial, pasando por la mezquindad empresarial hasta llegar a la capa más subalterna, quizá esos niños y mujeres que pasaron años en este paisaje, habitantes de chozos de pastor junto a los barracones donde vivían padres, hermanos o hijos presos que acusaban toda clase de enfermedades vinculadas a los rigores del Guadarrama. Es verdad que no había vuelto desde que exhumaron a Franco y lo movieron al Pardo, así que pisar las losetas que cubren el lugar en el que pretendía yacer el dictador por los siglos de los siglos es muy inquietante. José Antonio sigue ahí, en su lugar privilegiado frente al altar, con un montón de flores sobre su lápida. Algunas resecas del último 20N, pero otras fresquísimas, diría que depositadas hoy mismo. Los vigilantes nos siguen, amenazadores, para que no tomemos ninguna foto. Ahí sigue también el agujero en el tubo del órgano provocado por un objeto que impactó tras el atentado del GRAPO en el Valle. Ahí siguen los rostros del ejército de santos y santas, víctimas también de algún modo de la magia negra y la instrumentalización franquista y, por supuesto, las criptas donde yacen los más de 30.000 cuerpos que sirvieron de relleno a las oquedades ganadas a la montaña, cuyo estado aún es un interrogante respecto del cual Fausto quiere ser prudente. Es sin duda un lugar todavía activado bajo la luz oscura que lo ideó, enrarecido por un aire gris, a falta de una aplicación mucho más determinada de la ley que impide que esto siga funcionando tal y como fue concebido.

Es sin duda un lugar todavía activado bajo la luz oscura que lo ideó, a falta de una aplicación mucho más determinada de la ley que impide que siga funcionando tal y como fue concebido

Ferrándiz se muestra algo agotado por las complicaciones político-judiciales que aparecen sin cesar y que retrasan aún más la resignificación del lugar en virtud de una memoria democrática en la que expertos de incuestionable integridad académica y profesional llevan trabajando. “Todo está preparado, hay propuestas concretísimas sobre la mesa, solo hay que apretar un botón”. Una problemática que afecta a los primeros niveles de los poderes del Estado, pero también al Vaticano que tendría que pronunciarse al respecto de la exaltada comunidad de benedictinos que aún habitan aquí. También debe resultar complicado para técnicos como él, que se han dejado la piel a distintas escalas institucionales para que esta situación no se prolongue y para que todas las víctimas del franquismo puedan descansar, que su trabajo no siempre sea entendido. Los filofranquistas se lo imaginarían como un monstruo anticlerical que quiere profanar un espacio sagrado y, quizá sorprendentemente, algunas víctimas del franquismo como un posibilista que le sigue el juego a los políticos. Ferrándiz es, a mi modo de ver, nada más que un profesional brillante orientado por una ética intachable que trata de hacer lo que está en su mano para revertir una situación antidemocrática que nos afecta a todos y cuyo atasco cultural explica gran parte de los problemas de nuestro presente, porque de las empresas que construyeron los destacamentos a la Operación Malaya no hay nada, si buscan por ahí…

En los pueblos con fuerte presencia sindical cenetista fuera donde más resistencias se encontraron los misioneros en comparación con aquellos pueblos más influenciados por caciques y clero

No sabemos del todo cómo va a continuar Fernando el proyecto de las Misiones Pedagógicas 2.0, pero me parece potente la idea de hacer jornadas de trabajo al estilo de aquellas misiones, pero no ya para ilustrar a las gentes de los pueblos, sino, en este caso específico, para conocer a las gentes que trabajaron en el monumento a la victoria de aquellos que acabaron precisamente con las misiones. Más que unas misiones pedagógicas entonces serían quizá “misiones reparadoras”. Las de la Segunda República fueron un hito inspirador que a su vez debe ser también revisado, pues como la profesora Eugenia Afinoguénova ha señalado, tiene su interés que el gobierno iniciara este proyecto justo cuando los campesinos están criticando intensamente la reforma agraria, en el marco de un experimento de gobernanza liberal –característica de las élites urbanas intelectuales del XIX, no solo españolas– que buscaba mitigar el conflicto en el campo español y hacerse con las masas populares a través de la cultura y el ocio. Al fin y al cabo solo el proyecto de reorganizar el tiempo libre de los campesinos, necesitados más bien de reformas económicas y territoriales radicales, explicaría el beneficio social que el gobierno esperaba obtener fundando las misiones. Pienso que la falta de sensibilidad ante las habilidades campesinas y sus saberes o el interés en diseminar maneras de diversión y entretenimiento supuestamente reservadas a las ciudades, son hechos que pudieran haber llevado a intelectuales como José Bergamín, abuelo de mi vecina de Cercedilla, católico comunista y poeta del analfabetismo ilustrado (que no debe confundirse con la romantización de la ignorancia sino con la disidencia de la violencia contra el pueblo y lo popular que esconde la cultura ilustrada y letrada), a no participar de ese proyecto pedagógico por su carácter condescendiente con las clases populares, pese a su conocido compromiso antifascista. Y no es poca cosa recordar que precisamente en los pueblos con fuerte presencia sindical cenetista fuera donde más resistencias se encontraron los misioneros en comparación con aquellos pueblos más influenciados por caciques y clero.

Nos volvemos con la sensación de haber pasado una jornada inolvidable, bella y dura a la vez. Dos días después, leo en la prensa que, sorteando un nuevo bloqueo de la derecha y los bloques ultra, se han retomado los trabajos para tratar de exhumar a 118 víctimas, entre ellas, el padre y el tío de Fausto. Ojalá sea un cambio de suerte, como decía Bergamín, “para poder acabar de despertar del sueño de la muerte”. Ojalá Fausto y quienes buscan aún a sus desaparecidos puedan enterrar a sus familiares con dignidad y este espacio deje de ser lo que un dictador quiso que fuera y que lamentablemente todavía es hoy, para ser lo que en democracia necesitamos que sea.

El archivo cultural de las míticas Misiones Pedagógicas de la Segunda República está compuesto por objetos y relatos muy diversos: documentos fundacionales de Manuel Bartolomé Cossío y su patronato que nos revelan la genealogía de este proyecto, informes del Ministerio de Instrucción Pública, fotografías y...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Rafael SM Paniagua

(Madrid, 1979) es docente, investigador y artista.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí